-Anna... Hola... Umm... Quisiera... Pedir... Umm... Ya sabes... Perdón- Kristoff tartamudeo nervioso no sabía que esperar de Anna, no sabía como le había afectado la noticia quizá este esperando el momento preciso para matarlo.
Anna al oír y reconocer su voz se levantó lentamente y levanto su cabeza aún más lento. Limpiándose la cara con ambas manos luego se viró hacia él, lo único que los separaba era el banco blanco de cemento con copos de nieve en las patas.

-no tengo nada que decirte al respecto si quieres mi perdón, lo tienes y si quieres mi odio también lo tienes.- Anna lo miro, nada más así como si no viera a nadie solo al vacío, su cara estaba llena de lágrimas secas y sus ojos redondos y brillantes ahora solo estaban tristes y rojos.

Anna se despidió con una venía a lo tradicional sin la mínima muestra de dolor en su mirada o gestos -Anna escucha, sólo me gustaría que vuelvas a ser como la de antes por favor se feliz.- le grito Kristoff mientras se alejaba, Anna de inmediato paró su marcha y dio media vuelta, caminó hasta donde estaba él, caminó como sí estuviera de paseo en el parque, se detiene frente a él y lo analiza de pies a cabeza.

-si no fuera por mi aún te estuvieras muriendo de frío en las montañas por pedazos de hielo, no me digas que hacer con mi vida- Anna lo miró con desprecio -eres y siempre serás un campesino vende hielo, así te acuestes con toda la realeza del mundo- le grito Anna y lo abofeteo -no me vuelvas a dirigir la palabra campesino vende hielo-.

Kristoff realmente estaba ... Bueno no sabía como se sentía era una mezcla de frustración y enojo pero luego algo bloqueaba esos sentimientos, había algo que le decía que no tenía que haberse sorprendido, le habían roto el corazón por eso se sentía enojada y con resentimiento, era totalmente lógico.

Primero fue Hans por el reino y luego fue él por Elsa, todos la pisotean y destruyen sólo espera que Anna se recuperé y encuentre al amor de su vida, tal vez tiene que abrir bien los ojos.

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Anocheció en Arandelle y el pueblo estaba sereno hasta que pasó la media noche, siempre en los aposentos de su amada Elsa, haciéndola suya cada vez que puede. Ambos escuchan gritos a lo lejos y cuando se asoman se ven llamas, Kristoff de inmediato supo que los piratas estaban atacando al puerto, la única salvación es escapar con su amada, con Anna y con la gente que más se pueda.

-tenemos que escapar con dinero, joyas, sirvientes suficientes y todo aquel que pueda venir que venga- le comento a Elsa en el odio mientras la tomaba de la mano, él sabía cual sería la respuesta de Elsa, pero de todas formas le sugirió la idea para así tal vez cambiar su opinión pero no lo logro.

-tenemos que pelar Kristoff, no puedo dejarlos ahí y yo huir de mi reino- gritó entre llanto y frustración -es mi pueblo, ellos mueren por mi y yo...- esta vez no pudo terminar la frase, Elsa lo miró, Kristoff percibió algo raro en ella, algo diferente.

-estoy embarazada, Kristoff. mi hijo y tu son lo más importante ahora...sí nos esconderemos en lugar secreto hasta que todo pase- respondió Elsa tomando su mano.