⌗︙frotteurisme 2/2
─ ¡Mierda, j-justo ahí! ─las jóvenes habían cambiado de posiciones.
La pelinegra se encontraba gimiendo fuertemente por los toques en su punto dulce, que le propinaba su novia, y por otro lado, la castaña, se encontraba con las piernas abiertas, tocándose, en el piso de aquella cabina, el rostro de Mina estaba a centímetros de su intimidad.
Sana gruñía y jadeaba, con solo escuchar la palabra trío, ella estaba más excitada que nunca, y no había duda de ello.
Ahora por fin está cumpliendo su fantasía.
Mina dió un pequeño manotazo a Nayeon, para que dejara de masturbarse, y en ese momento, hundió su cara justo en su entrepierna, la más bajita gimió a lo alto...
¿Era esto estar en el paraíso? Nayeon se preguntaba.
─ Oh... ¡Joder, sí! ─a la menor se le formó una amplía sonrisa en el rostro, Mina hacía muy bien su trabajo, moviendo su lengua de un lado al otro, y metiendo uno que otro dígito en su interior.
Pasaron unos cuantos segundos así, hasta que Nayeon se levantó, y separó con lentitud a la pareja. Sana por impulso, besó a la castaña, y esta correspondió gustosa, la pelinegra solo observaba con una sonrisa ladina.
Al separarse las dos, la del medio, le susurró algo a la más bajita, algo que claramente no escuchó la rubia, Nayeon asintió con entusiasmo, y con delicadeza, posaron a Sana en el suelo, recostada, y con las piernas levemente abiertas, esta estaba un poco confundida, ¿Que harían ese par ahora?
La menor se posicionó en el regazo de la que estaba tumbada en el piso, y se removió en el con rapidez, las dos gimieron ante el tacto. Por otro lado, Mina, se puso de rodillas, pero dejando su intimidad, expuesta a su novia, básicamente, en su cara.
Sana por fin entendió, y sin reproches ni dudas, le dió una gran lamida a aquél pedazo de carne que se encontraba en su rostro, cosa que hizo chillar de placer, a la pelinegra. La castaña, sin poder aguantar ni un segundo más, hundió el enorme miembro felizmente alzado en su interior, suspiró al tenerlo muy dentro.
Tanto Nayeon, como Mina, comenzaron a gemir de forma desesperada, la castaña saltaba con fuerza sobre el falo de la mayor, quién gruñía por aquella brusquedad. Mientras que la pelinegra, se apoyó de los hombros de su amante, y se movió de adelante a atrás, dejándole el trabajo más fácil a Sana.
La menor al ver la excitante imágen de Mina gimiendo, mordió su labio inferior, lastimándose en el intento. Con su diestra, tomó de la nuca a la chica, y juntó sus frentes, sus cuerpos se encontraban calientes y húmedos, sus respiraciones agitadas, y sus miradas desbordaban lujuria y deseo. Las jóvenes que disfrutaban del placer que les brindaba la pelinegra, juntaron sus labios fugazmente, dándose así cortos pero apasionados besos.
─ M-Me corro ─musitó Nayeon en los labios de la pelinegra, quien jadeante sonrió, y la besó, y al separarse, las dos japonesas murmuraron un "Házlo".
Y claro, la menor obedeció.
Sus fluidos recorrieron toda la longitud de la rubia, la cuál gruñó al sentir como la entrada de la castaña, se contraía con cierta fuerza. Mina estaba más que extasiada, deleitándose con la comprometedora imágen de la cara de orgasmo de Nayeon, la cuál seguía sin poder articular palabra alguna, con una capa de sudor cubriendo su frente, provocando que sus suaves hebras se pegaran a esta.
─ ¡Otra por favor!
─ ¡Sí, por favor!
─ ¿Quieren otra?
─ ¡SI!
─ Bien...─el hombre se dirigió al staff con una sonrisa, y les susurró algo inaudible. ─ ¿Recuerdan está canción, eh? ─ uno o dos minutos fueron los que el estadio estaba completamente en silencio, hasta que apenas las fans escucharon la melodía de Earned It, gritaron como nunca. Y comenzó a cantar, complaciendo a sus queridos y queridas fans.
La pelinegra mordió su belfo con fuerza, y llegó al clímax en la cara de su novia, la cuál gustosa, lamió cada parte de su orgasmo con desespero. Las tres se separaron, Mina y Sana en una esquina, y Nayeon en la otra, está última seguía analizando la situación, con la mirada perdida, pero a pesar de ello, su cuerpo seguía caliente y necesitado.
Las japonesas se sonrieron cómplices, y gateando, se acercaron a la más bajita peligrosamente, esta las miró con el ceño fruncido.
"Mierda, tan tierna y sexy" pensó Mina.
Ssna le dió un corto beso, para así bajar hasta su cuello, dejando lamidas, la rubia solo se limitó a imitar su acción, al final, las dos dejaron unas notorias marcas, indicando que la coreana, ya era suya.
La mayor de las tres, guió su boca hasta uno se los senos de la castaña, la cuál gimió nuevamente.
─ N-No... ─logró susurrar con suerte, Nayeon.
─ ¿No qué, cariño? ─dijo Mina burlona ante la sensibilidad de la chica, sus labios se posaron en la suave y pálida piel de sus muslos, los cuales besó delicadamente. En ese momento, Nayeon era una princesa, recibiendo todo placer y cariño.
─ Dénme unos segundos, p..por fav- ¡Ah! ─su muslito había quedado rojo, Mina lo había abofeteado, claro, sin mucha fuerza, pues no quería lastimarla.
─ ¿Por qué? Solo queremos complacerte, amor... ─esta vez Sana habló, con la voz ronca, cosa que hizo que a la menor tuviera un cosquilleo en su parte baja.
─ P-Pero, yo- ─recibió otra bofetada en su muslo interno.
─ Recibirás más, si no te dejas hacer, cariño. ─la menor no sé podía sentir más sumisa y pequeña al lado de esas dos. Está asintió con lentitud, a lo que Mina besó nuevamente su muslo. ─ Muy bien.
Ni siquiera la pelinegra se dió cuenta cuando su novia introdujo su hábil y escurridiza lengua en la intimidad de Nayeon, la cuál dió un saltillo, claramente no se lo venía venir. La mayor succionaba su clítoris con suavidad, de una manera que la hacía delirar, pidiendo por más. Por otro lado, la más alta, por fin atendió con sus manitas, los erectos pezones de la castaña, los cuales apretó y sacudió.
Los gemidos, y jadeos suaves de Nayeon, pasaron a ser gritos y suspiros fuertes y con más ganas que antes, se la estaba pasando realmente bien con las dos japonesas, se sentía tan cómoda y excitada. El sentimiento era mutuo para las tres jóvenes.
─ b-bésame - Nayeon recibió una pequeña palmada en su intimidad. ─ ¡Joder, Mina bésame, lo deseo! ─suplicó con los ojos entrecerrados.
La bajita iba a volver a suplicar, pero la pelinegra se lo impidió, ya que había acatado, y había besado a Nayeon. Sus lenguas jugaban pícaramente, la menor gemía aún en aquél beso, por las sabrosas mamadas que le brindaba Sana, algo que calentó a Mina de inmediato. Está última, con descaro, se dispuso a chupar la lengua de la más bajita, la cuál solo se dejó.
Sus piernas temblaban, sin duda llegaría otra vez al orgasmo, y temía el no poder anunciarlo, pues con suerte podía gemir y balbucear. La pelinegra amasó los redonditos pechos de Nayeon, se separó de los carnosos labios de esta, y bajó los suyos hasta su pecho izquierdo, el cuál lamió y chupó como una bebé.
─ y-yo...
─ ¿Tu qué? ─habló Sana, sobando con su mano la mojada zona de Nayeon.
─ E-Estoy apunto, maldición ─cerró sus ojos al recibir palmaditas suaves en su entrada.
─ Tan sensible... ─murmuró la pelinegra mirando los orbes cafecitos de la castaña. ─ Vamos, córrete, estamos ansiosas de verte, pequeña.
Mina abandonó su lugar, y se posicionó su cara junto a Sana, esperando poder tener todo el líquido en su boca. Nayeon se masturbó un poco, hasta por fin llegar hasta su esperado, segundo orgasmo, algo que las japonesas saborearon y disfrutaron sin duda alguna.
El concierto había acabado.
─ Muchas gracias a todos por venir, ¡Los quiero!
─ ¡Nosotros también! ─gritaron un poco más, hasta que se cansaron. Finalmente, comenzaron a abandonar el estadio.
-
Las tres jóvenes ya se habían vestido, y arreglado de forma correcta. Salieron del lugar que se encontraban y fingieron que no había pasado nada, a pesar de que nadie les hacía caso.
─ ¿Y? ¿Nos volveremos a ver, verdad? ─cuestionó Nayeon, algo decaída, ni ella sabía el porque quería tener a esas dos cerca.
─ Nos iremos a Japón en unos días... ─musitó Sana. ─ Pero tal vez ─miró a Mina por un momento, y devolvió su mirada a la menor. ─ Puedes venir con nosotras.
La pelinegra saltó de felicidad y aplaudió, tomó las dos manos de la coreana, y las besó, cosa que hizo que se sonrojara.
─ Dí que sí, por favor ─hizo un puchero, Nayeon y Sana rieron por ello.
─ Claro, ¿Por qué no? ─respondió rápidamente y sin pensar, algo que alegró a las japonesas.
Las tres se dieron un beso de despedida, intercambiaron números para así estar en contacto, y al pendiente de la bajita.
─ ¡Unnie, Unnie! ─gritó la castaña, saltando, para que su mayor la viera. Nayeon rió, y corrió hasta la chica y la abrazó. ─ ¿Dime qué pasó? ¿Todo bien? ─cuestionó sonriente.
─ Ah, Jeongyeon... ─suspiró la mayor. ─ La mejor noche de mi vida, hasta ahora, y todo por mi maldita adicción.
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