Copos de nieve caían suavemente manteniendo el blanco paisaje que vio por primera vez hace varios días. Todo lo sucedido seguía sintiéndose como un lejano sueño, pero ya había comprobado que no lo era; YuGyeom en verdad es un príncipe.
Además de ajustarse a la realidad que olvidó, se ha mantenido en la biblioteca del palacio leyendo sobre la historia de Iceost, sus inicios, batallas, reyes y reinas, su magia y desgracias, honestamente sentía que leía libros de fantasías pero eran historias reales de sus antepasados.
—¿Desea más galletas, su majestad? —preguntó de manera cortés la chica junto a él.
Varios aperitivos han acompañado su larga lectura en estos últimos días. YuGyeom miró el plato junto a él, aún tenía varias galletas por lo que negó— No es necesario.
Su lectura de ese momento estaba por terminar, dio un vistazo hacía la ventana viendo los copos de nieve caer suavemente, verlos desde esa ventana se sentía tan familiar y siempre que lo hacía el recuerdo efímero de alguien llegaba a su mente.
—Disculpe —la peligris se acercó, dando una leve reverencia— ¿Puedo preguntarle algo?
—Claro que sí, su majestad.
Varias preguntas danzaron en la lengua del pelinegro, su curiosidad deseaba ser llenada, por ello se había encontrado leyendo y haciendo varías preguntas. Supo que para él habían pasado cuatro años, pero para Iceost solo unos siete meses desde su partida— ¿Cómo ha estado todo desde que me fui? —Aunque ya había hecho esa pregunta a su tío, la respuesta simple de este no lo llenó. La peligris se vio en un conflicto interno pensando en que responder—, sé honesta, por favor...
—Nayeon, ese es mi nombre, su majestad —respondió suave— Al inicio no fue sencillo, pero gracias a su majestad logramos volver a la tranquilidad en unos pocos meses.
—¿Su majestad? ¿Mis tíos?
Cautelosa, la chica miró a los lados acercándose un poco al verificar que nadie más escucharía— Habló de su majestad JungKook, él se ha encargado de todo el reino por sí sólo en su ausencia —explicó.
—¿Hablas del joven hermoso de ojos oceánicos? El que me devolvió mi magia.
Nayeon asintió— Su majestad JungKook es muy inteligente y perspicaz, además de poseer una gran belleza.
En automático el pelinegro asintió, aunque solo esa vez habían cruzado mirada, no puede negar que ha quedado cautivado tanto por la belleza como por el aura del peligris; lastimosamente solo lo ha podido ver de lejos desde ese momento. — ¿Desde cuándo vive aquí en el palacio?
La mujer lo pensó unos segundos, en su rostro se asomó una pequeña sonrisa nostálgica— Desde que usted se fue, pero su hogar está prácticamente al lado por lo que siempre ha estado en los alrededores.
Por alguna razón comenzó a sentir que estas simples preguntas eran mucho más íntimas de lo que parecían. Le notificó a NaYeon que su lectura había terminado por lo que ella comenzó a guardar los libros mientras él buscaba uno que leer más tarde en sus aposentos.
Se acercó a uno de los estantes cerca de la ventana y tomó un gran libro que indicaba tener las leyes de Iceost en su interior, suspiró pensando en todo el tiempo que desperdiciara en retomar todo en vez de comenzar a ejercer.
—Nayeon —llamó en voz alta. Llevó su vista a la ventana viendo el extenso bosque blanco— ¿su majestad JungKook sigue de regente por ahora, cierto?
La chica se acercó y asintió aunque YuGyeom no la veía— Sí, su alteza, él lo estará hasta que usted se sienta listo para tomar posesión.
Su concentración en el hermoso paisaje que sus ojos captaron evitó ver la mueca triste y el tono apagado que la chica tuvo al mencionar esas palabras.
Pequeños sonidos de pasos rápidos hacían sonreír un poco al peligris que veía juguetear a las ardillas alrededor. Había decidido tomarse un descanso y caminar alrededor alimentando a las pequeñas ardillas, hace mucho no lo hacía.
—Ya les traje más —miró hacía atrás encontrándose a JiMin discutir con los pequeños animalitos, este había ido a buscar más nueces y por ello lo buscaban— ¿por qué a ti no te atacan y a mi si?
—Porque yo les crié —extendió su mano hacía el menor y este le entregó la pequeña bolsa marrón en sus manos, la atención de las ardillas volvió a él—, pronto invernaran, debemos darles muchas para que tengan suficiente.
Estirando la blanca capa que llevaba sobre la nieve, JungKook se agacha sacando las nueces y entregarlas a las pequeñas ardillas de forma justa para que todas tengan la misma cantidad— ¿Él que hace?
Su amigo no necesitaba preguntar a quién se refiere— Otra vez está en la biblioteca, Nayeon me dijo que ya terminó de leer los libros de historia —miraba fijo a su amigo que se levantó sin despegar la vista de las pequeñas ardillas que volvían a sus hogares—, ha empezado con los libros de leyes del reino —Un poco inseguro, el menor comenzó a jugar con una de la ramas cerca a él, JungKook no parecía querer decir nada por lo que prosiguió—. Creo que sería buena idea que le ayudaras con ello.
—JiMin.
—¡Solo digo! —aunque el peligris seguía sin verlo, el menor elevó sus manos negando en señal de paz— Solo pienso que no hay nadie mejor que tú para que le guíe en cuanto al reino se trata.
Cuando la última ardilla se perdió de su vista, JungKook suspiró ante las palabras de JiMin.
—Yo también pienso lo mismo.
La tercera voz les sorprendió, ambos voltearon a sus espaldas y se encontraron con YuGyeom quien sonreía— Su alteza —los amigos hablaron al unísono mientras daban una reverencia.
—¿Se le ofrece algo, su alteza? —preguntó rápidamente JiMin.
El corazón de JungKook latía fuerte y acelerado, tanto por la sorpresa como por tener cerca a YuGyeom quien claramente tenía su completa atención sobre él, lo podía notar aunque él no se atreviera a verlo de vuelta; su vista estaba puesta en la blanca nieve.
—He terminado mi lectura del día —comienza YuGyeom dando unos pasos en dirección a JungKook, aún manteniendo distancia—, los he visto por la ventana y decidí que era buena idea tomar aire fresco.
—Espero que haya tenido una lectura plácida —Habló JiMin atrás de YuGyeom, este solo asintió.
—Escuche lo que has dicho JiMin —indicó dando otro paso hacía el peligris—, en verdad me gustaría que su majestad JungKook me ayudara con el aprendizaje del manejo del reino; por ello vine también.
La confesión hizo que la cabeza del peligris por fin se levantara, olvidándose de su intento de no ver a YuGyeom — Su alteza, yo...
—Es solo una idea que me agrada —interrumpió el contrario. Este mantenía una sonrisa suave, que se puede catalogar como tímida mientras que el peligris se veía confuso—, sé que se encuentra ocupado por lo que solo me ayudaría si usted lo desea y puede.
Falto de palabras o pensamientos quedó el peligris, hace tanto tiempo que no tenía este tipo de acercamiento con el pelinegro. Tal vez era un situación completamente diferente ya que solo le estaba pidiendo tutoría, pero eso no evitó que las escondidas chispas en su corazón se encendieran un poco.
Pero debía negarse, no quería pero era lo mejor para ambos.
Antes de que pudiera pensar en sus palabras la atención de YuGyeom recayó a un lado de él, cuando menos lo notó vio cómo el pelinegro acercaba su mano a una ardilla de pelaje blanco y está tomaba uno de los dedos con sus dos manitas— Es muy bonita.
—Lo es —responde en automático JungKook, permitiéndose apreciar la sonrisa de YuGyeom; la había extrañado tanto. Se dió cuenta que las lágrimas querían volver a salir por lo que inhaló y extendió la bolsa café que aún mantenía unas nueces—, puede alimentarla y respecto a la tutoría... lo pensaré.
Una vez que YuGyeom tomó la pequeña bolsa, JungKook caminó en dirección al palacio para volver a ingresar en este, hasta ese momento no se había dado cuenta de que se encontraban solos; JiMin se había ido sin que lo notara.
Mientras, el pelinegro no lo perdió de vista mientras ingresaba al lugar. Regresó su vista a la pequeña ardilla blanca y comenzó a darle las nueces que quedaban en la bolsa— Eres de buena suerte, en verdad pensé que se negaría en absoluto.
Cuando las mejillas de la ardilla se llenaron, esta volvió al bosque en busca de su hogar. El príncipe se puso de pie y vió el gran bosque blanco que lo rodeaba, se preguntó qué memorias hermosas había hecho aquí y no recordaba, comenzaba a anhelar cada una de ellas pero no sabía si algún día las recuperará.
Volvimos señores owo
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