Epílogo
Se movió la corbata negra frente al espejo y se pasó con rapidez la mano por su cabello para acomodárselo.
—¿Estás listo? —preguntó al salir del baño y se encontró con el castaño.
—No encuentro toallas limpias. ¿No se supone que tenías que lavarlas tú esta vez? —interrogó el contrario y le envió una rápida mirada.
Rodó los ojos porque estaba cansado de tener siempre que buscarle las cosas a JiMin, dado que este nunca encontraba nada.
Pasó por su lado y se acercó al gran armario que estaba incrustado en una de las paredes del pasillo, sacó de este rápidamente la toalla limpia.
—Vamos atrasados. —El otro tomó la tela y la echó a su bolso fluorescente.
JiMin corrió hasta la puerta y se puso los zapatos para después salir. YoonGi rápida imitó sus acciones a la vez que tomaba sus papeles que estaban encima de la mesa y las zapatillas del castaño, también fluorescentes.
—¡Espera! ¡No cierres! —dijo el castaño justo en el momento en que él tomó el pomo de la puerta para cerrarla.
—¿Qué te falto? —Lo miró preocupado. Íban muy atrasados.
—Las zapatillas. —El otro se metió las manos en los bolsillos con la intención de buscar sus llaves.
—Aquí están —dijo pasándoselas y caminó hacia el ascensor.
—¡Oh, maldición! Cuanto te quiero.
Apretó con urgencia el botón y el gran aparato inmediatamente se abrió, los dos entraron rápidamente mientras JiMin metía las zapatillas dentro del ostentoso bolso. Pasaron solo unos cuantos minutos cuando las puertas del ascensor se volvieron a abrir para que entraran otras dos personas.
—Oh, no... Vamos atrasados —se lamentó.
—¿Acaso no están felices de vernos? —dijo JungKook mientras TaeHyung lo empujaba contra una de las paredes del ascensor para que se quedara quieto y pudiera ponerle bien la corbata del instituto.
—Hasta el momento es un día de locos, ¿no? —comentó TaeHyung y puso bien la mochila sobre su hombro.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, YoonGi salió de primero y casi corrió para pasar por las puertas de cristal.
—¡Hey! —gritó su novio, haciendo que me diera vuelta para mirarlo—, ¿a dónde vas?
—Tengo que tomar el autobús. —Caminó hacia atrás para seguir mirándolo.
—¿No quieres que te vaya a dejar? —JiMin se acomodó el bolso sobre el hombro al hablar.
—Vas retrasado y yo voy hacia el otro lado —dijo antes de darse la vuelta.
—¡Espera!
Se giró para decirle que no tenía tiempo para hablar con él, pero sin siquiera percatarse el otro lo tomó de las mejillas y lo besó.
—Bien, ahora sí puedes irte —susurró JiMin después de separarse.
Le dio una rápida sonrisa para después voltearse y echarse a correr hacia la parada del autobús, donde rápidamente se subió a uno de los vehículos.
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Cuando escuchó su nombre se levantó rápidamente y se acercó hasta la puerta que dejaron abierta para que él pasara. Se inclinó inmediatamente cuando vio al hombre sentado al otro lado de la mesa y notó de reojo como se mantenían sus dos libretas negras sobre el mueble de madera en el que el hombre apoyaba sus manos.
—Siéntate, por favor. —El sujeto apuntó a la silla que estaba al otro lado del escritorio. Cuando YoonGi se sentó confirmó que era tan incómoda como parecía—. Tengo buenas noticias.
—¿Me aceptaron? —Apoyó las manos sobre el escritorio con impaciencia.
—Sí, lo hicieron. —Le mostró una fugaz sonrisa—. Ahora serás parte de la empresa. Bienvenido, Min YoonGi.
—Gracias... —murmuró sin creer por completo lo que decía el hombre.
—Aunque deberías agradecerle a alguien más. —El otro rápidamente le alcanzó una pequeña ficha para que observara—. RM dijo que solo cantaría lo que tú compusieras. —Asintió y se llevó las manos a la cara. Sonrió inconscientemente, sin poder evitar acordarse del ostentoso rubio—. Dijo que trabajará contigo a pesar de que él esté en Canadá y tú aquí. Por el momento prepararé el contrato para que nos vendas estas canciones. —Tomó la libreta para acompañar sus palabras—. Te llamaré cuando esté todo listo.
Al ver que el hombre le hizo unos gestos para que saliera de la oficina rápidamente se paró y se inclinó para luego darse la vuelta y retirarse del lugar.
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—Realmente te lo agradezco —le insistió a NamJoon a través de la llamada.
—No fue... —El rubio se cortó a sí mismo, como si hablara con otra persona a la vez que tenía a YoonGi al teléfono—. Por cierto... Jin te da las gracias.
—Dile que estoy muy contento de que decidiera ir contigo. —Sonrió mientras se acercaba más a la academia.
—¿Puedes creerte que se trajo un perro a casa? —susurró NamJoon como si solo él escuchara.
—¿Qué tiene que lleve a un perro? —Rio por la preocupación exagerada del chico.
—Siempre lo saca a pasear y le da comida y...
—NamJoon —le cortó—, ¿estás celoso de un perro?
—¿Sabes...? Creo que sí. —Tomó la manilla de la puerta de cristal para entrar al recinto—. Si lo vieras ahora... Le está haciendo cosquillas en la pansa a la "cosa esa" mientras yo estoy aquí en el otro sofá...
—¡Te escuché! —Rio al escuchar a Jin un poco lejos a través del teléfono—. ¡Y no le digas "cosa"!
—Adiós, NamJoon. Envíale mis saludos a Jin —dijo divertido antes de cortar la llamada.
Abrió la puerta de madera para encontrarse con unas 15 personas y un espejo gigante en una de las paredes. Al parecer nadie le prestó atención, así que se acercó cautelosamente al chico de zapatillas fluorescentes que estaba bailando junto al resto.
—Me aceptaron. —Intentó elevar la voz para que le escuchara, pero el otro ni siquiera se volteó a mirarlo. Observó el espejo, pero el chico parecía más concentrado en él que en YoonGi.
—Disculpa —dijo una voz por detrás, pero no se giró—, no puede entrar aquí con zapatos de vestir... ¿YoonGi?
—Hola, HoSeok.
Sintió como la música se apagaba y todos prestaron atención hacia ellos. Inmediatamente se dio cuenta que JiMin paró de bailar.
—¿Te aceptaron? —preguntó el castaño, acercándose a él.
—¡Chicos!, ¿pueden hablar afuera? Interrumpen mi clase. —El pelinegro los tomó por los codos, pero ninguno de los dos se movió.
—Me aceptaron —murmuró mirando a los ojos de JiMin.
—¡¿Te aceptaron?! —gritó HoSeok, haciendo que YoonGi diera un pequeño salto—. ¡Oh, que emoción!
—¿Lo hicieron? ¿En serio lo lograste? —JiMin tomó sus manos.
—Lo logré, en verdad lo hice. —Hizo notar más su sonrisa—. Ahora soy el compositor de una gran empresa y de RM.
El pelinegro saltó sobre él, haciendo que cayera al suelo y que trajera a JiMin con ellos, ya que t tomados de las manos.
—Por cierto —dijo el pelinegro, aplastándole las piernas—, Tae me dijo que lo pasaras a buscar a la universidad.
—No puedo creer que... —intentó decir JiMin, pero fue interrumpido.
—También me dijo que era difícil estudiar pedagogía, pero que le va bien —volvió a decir HoSeok.
—YoonGi, entonces ahora...
—No quiero entrar... —interrumpió nuevamente el pelinegro.
—¡Cállate! —exclamaron JiMin y YoonGi al mismo tiempo.
HoSeok inmediatamente se encogió como un perrito asustado y luego se levantó de un salto, haciendo que solo JiMin quedara sobre él.
—Por favor no interrumpan mi pista de baile. —El pelinegro apuntó hacia la salida.
—Odio cuando te crees el mejor por ser el maestro —dijo el castaño con desgano mientras se levantaba.
—Soy el mejor —se jactó el chico.
—Solo salgamos de aquí. —Se levantó y tomó la mano de JiMin para salir de la sala. Una vez que estuvieron afuera la música sonó a sus espaldas.
—Por cierto, estoy muy feliz por ti. —JiMin pasó los brazos por sobre sus hombros.
—¿Me darás un regalo?
—Claro. ¿Qué quieres? —El castaño acercó el rostro al suyo.
—¿Qué tal si vamos a las duchas y ahí te digo? —JiMin sonrió pícaramente para después tomarlo de las manos y tirar de estas con la intención de llevarlo por los pasillos de la academia.
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From what to what?
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