Capítulo XXXIV
—Nos iremos mañana por la tarde —le dijo a JiMin y este asintió.
—Por mí está bien, es tu decisión. Además, no tengo nada que hacer en el departamento —respondió el chico mientras tomaba sus palillos y los untaba en la comida.
Su madre se acercó a paso rápido hacia ellos con una mirada de preocupación plasmada en el rostro—. El abuelo no está.
Le costó un poco responder por el impacto inicial—. Lo buscaremos.
Se levantó con urgencia de la silla y se acercó a paso rápido hacia la pequeña reja de madera, pasó por esta con el castaño siguiéndolo de cerca.
—¿Siempre pasa esto? —preguntó JiMin mientras intentaba igualar su caminar.
—De vez en cuando —dijo sin voltearse a mirarlo—. Supuestamente sale a comprar chocolate.
—¿Por qué no le dan chocolate?
—No lo sé —confesó con exasperación y se detuvo.
JiMin siguió caminando y se detuvo al notar que él lo hizo, quedando a unos cuantos pasos por delante de él. El chico se giró a mirarlo con curiosidad y él tomó un poco de aire antes de hablar.
—¿Quieres ser mi novio? —Se fijó en lo lindo que se veía el otro con la luz de la luna pegándole en el rostro.
—¿Qué? —JiMin se giró a verlo con el ceño fruncido—. No estoy para tus bromas, YoonGi. Hay que buscar a tu abuelo.
—Respóndeme —pidió urgido, demasiado ansioso.
—¿Hablas en serio? —preguntó el contrario después de unos segundos en silencio y YoonGi solo asintió.
—¿Acaso no quieres? —Frunció el ceño, sintiéndose un poco desilusionado.
—No es que no quiera, es solo que... ¿no estás jugando conmigo? —preguntó el contrario con extrañeza y se acercó hasta él.
—¿Quieres ser mi novio o no? —Mordió la punta de su lengua con nerviosismo.
—Yo... —Se quedó atento a JiMin, expectante, con ganas de que continuara—. Sí me gustaría, es solo que...
Se acercó hasta el castaño para tomarlo por las mejillas y besarlo. Movió su cuerpo contra JiMin, haciendo que el otro chocara con un árbol que tenía por detrás. Inmediatamente sintió los labios ajenos moverse junto a los suyos con brusquedad y las manos del contrario se dirigieron a su cintura para apegarlo a su cuerpo. Mordió fuertemente su labio inferior ante la excitación, con el calor y las ansias albergando todo su cuerpo. Al separarse vio el labio enrojecido y abultado del otro, el cual comenzó a sangrar ligeramente.
—Mierda, YoonGi —murmuró JiMin mientras se pasaba la muñeca por el labio con la intención de limpiarse.
Rio un poco, entre divertido y nervioso. Luego se acercó hasta el contrario para volver a besarlo y sintió como el sabor metalizado se mezclaba con la saliva de ambos.
—Tenemos que buscar a tu abuelo —susurró JiMin sobre sus labios.
—Pero quiero estar contigo —contestó sin moverme ni un centímetro.
Sintió su teléfono vibrar en su bolsillo, así que se separó de JiMin para tomarlo y ver el nuevo mensaje recibido: Tu abuelo ya está en casa. Otra vez sacó chocolate de la tienda.
—Encontraron a mi abuelo. —Miró a JiMin y este pasó otra vez la mano por su propio labio.
—No para de sangrar —se quejó sin mirarlo mientras se pasaba una y otra vez la muñeca por la zona dañada.
YoonGi se acercó lo suficiente al contrario para volver a besarlo lentamente, asegurándose de pasar repetidas veces la lengua por sobre la herida.
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—Adiós, hijo. —Su madre lo abrazó cuidadosamente por los hombros—. Cuídate mucho y ven a visitarnos.
Asintió mientras reía un poco. De reojo vio que a JiMin lo atacaban con abrazos en la entrada de la vivienda de sus abuelos.
—Estaremos bien, mamá. —Le dio un sonoro beso en la frente.
—Por cierto, tengo que decirte algo importante.
—¿Qué pasa? —preguntó con una calma fingida y apoyó ligeramente el cuerpo sobre el auto de JiMin.
—Me gustaría que te quedaras allá —murmuró ella, jugando con el dobles de la tela de su blusa.
—¿Estás loca? Cuando termine el instituto vendré enseguida. —La observó con el ceño fruncido, en total desacuerdo.
—¿Cómo trabajaras aquí, YoonGi? Será mejor que te quedes allá, tienes más oportunidades de trabajo y quizás puedas entrar a la universidad si así lo deseas. Hablé con el doctor y tu padre por teléfono, en realidad no nos parece mala idea que te quedes un tiempo más con JiMin y puedas...
—Me vendré a vivir contigo —replicó decidido.
—Es solo para una mejor vida, YoonGi. Me puedes venir a ver cuántas veces quieras. Incluso allá puedes mantener una relación más formal con JiMin y...
—¿Esto es porque estoy saliendo con JiMin?
—Lo estoy diciendo por ti. Quizás, si las cosas no salen bien con él, podría ir contigo. —Ella se encogió de hombros, como si ese no fuera realmente su plan y solo lo dijera para tranquilizarlo.
—Pero tú...
—Yo estaré bien, cariño. —Ella le acarició mejilla con ternura—. Solo asegúrate de vivir tu propia vida. Vive por ti, no por mí.
JiMin se acercó hasta ello con una sonrisa, claramente desconociendo la situación, sin embargo, no se tardó mucho en borrar el gesto cuando vio su rostro. El castaño frunció el ceño, pero luego se dirigió hacia su madre para sonreírle amablemente.
—Muchas gracias por dejar que me quedara en su casa —dijo JiMin, haciendo una clara reverencia.
—Cariño, deja de ser tan formal. —La mujer lo tomó por los hombros y lo acercó un poco a ella—. Por cierto, necesito preguntarte algo...
—¿Qué? —preguntó el castaño, haciendo que su entrecejo se frunciera con curiosidad.
—Cuidarás de YoonGi, ¿cierto? —cuestionó su madre y el castaño inmediatamente asintió.
—Por supuesto —contestó JiMin tan respetuoso como siempre.
—Entonces tienes que dejar de hacerle esas marcas, querido. —Ella asintió con los labios apretados para evitar que se asomara una sonrisa.
—¿A qué...? —El chico se calló a sí mismo y se dio volteó a verlo. YoonGi lo miró cuidadosamente porque tampoco entendió lo que dijo la mujer.
Para su sorpresa, el castaño abrió los ojos con asombro y pestañeó unas cuantas veces, se alejó de su madre y se inclinó otra vez hacia la mujer.
—Lo siento mucho. Yo...
—Está bien, cariño. Solo asegúrate de no mordisquearlo mucho, su piel es demasiado blanca y se...
YoonGi dejó de escuchar a su madre e inmediatamente se llevó las manos al cuello en un intento de cubrirse con los dedos.
—Los veré después, chicos. —La mujer les dio un beso en la frente a cada uno antes de ir hasta la casa para pasar por la puerta de entrada y cerrarla, sacudiendo finalmente la mano.
Corrió a subirse al automóvil de pura vergüenza, al igual que JiMin. A través del vidrio vio como sus abuelos y su tía se despedían con un movimiento frenético de manos, especialmente su abuelo que estaba aferrado a su barra de chocolate media derretida. Les sonrió por última vez y luego dirigió la mirada hacia JiMin, el cual mantenía los ojos fijos en él.
—¿Qué pasa? —preguntó frunciendo el ceño.
—¿Por qué eres tan blanco? —Resopló el castaño, encendiendo el auto.
—¿Te molesta mi color de piel? —Fingió sentirse ofendido. El chico se mordió el labio inferior con fuerza, justo donde tenía la herida de la noche anterior.
—Me encanta tu piel —murmuró el otro entre dientes y el auto no tardó en moverse.
—¿Cómo? —preguntó divertido solo para verlo apretar los dientes.
—Me encanta tu piel —dijo fuerte el contrario, haciéndolo sonreír con autosuficiencia—. Y asegúrate de ser siempre así porque me encanta marcarte, cariño.
Abrió levemente la boca, ligeramente ofendido. Sintió que empezaban una pequeña y estúpida discusión.
—¿Estás diciendo que serás el único que me marcará? —preguntó con la voz grave.
De reojo vio a JiMin mirar hacia otro lado a la vez que sonreía. Se reía sin malicia de él y eso lo hizo reír también porque sacarle una sonrisa al otro era lo primero que estaba en su lista 'cosas por hacer' con JiMin.
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