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Capítulo XXXII

—¿Qué haces? —preguntó JiMin con curiosidad mientras se asomaba por la puerta de su pequeña habitación.

—Mi bolso. —Guardó con rapidez las cosas.

—¿Qué? ¿A dónde vas? —El castaño se acercó hasta él, aunque se mantuvo a cierta distancia.

—Iré a ver a mi madre. —Levantó la cabeza para verlo—. ¿Quieres ir conmigo?

—¿Tu madre...? —preguntó el chico cuidadosamente.

—Sí, ella ahora vive con mis abuelos y no la he visto por petición del doctor, pero creo que ya es tiempo. —YoonGi sonrió un poco para tranquilizarlo.

—¿Crees que debería ir? —preguntó el contrario y jugó con el dobles de su ropa, viéndose demasiado tímido como para tratarse de JiMin.

—Por algo te pido que me acompañes, ¿no? —mencionó con cierto aire cómico antes de cerrar el bolso.

—¿Por cuánto tiempo irás? —cuestionó el otro mientras él dejaba el pequeño bolso bien posicionado sobre la cama.

—Este fin de semana. —Salió de la habitación con JiMin siguiéndolo—. ¿Irás conmigo o no?

—Yo... creo que sí. —El chico se encogió de hombros y él se acercó para darle un casto beso en los labios, acción que de seguro no debió hacer, pero que le salió de todas formas.

—Arregla lo que llevarás mientras preparo algunas cosas para el camino —dijo antes de ir hacia la cocina.

El castaño le obedeció, aunque no se tardó mucho para que lo volviera a escuchar—. ¿Iremos en mi auto?

—¿Quieres ir en tu auto? —Sacó algunos alimentos del refrigerador.

—¡Claro!

Ordenar las cosas y montarse en el auto fue algo rápido, por lo que no se tardaron mucho en detenerse delante de una rústica vivienda. El sol aún se mantenía superficialmente asomando por entre las montañas a lo lejos. Todavía no era ni medio día.

—Estoy nervioso —confesó JiMin, quien rio de forma inquieta.

—Estarás bien. —Sonrió con la intención de apaciguarlo. De seguro nunca lo vio tan intranquilo—. Por cierto, no creas todo lo que te diga el abuelo.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó el castaño mientras se acercaban hasta la pequeña reja de madera.

—Está un poco... 'loco'. —Dio una sonrisa incómoda.

—YoonGi. —Giró para ver a JiMin, el cual se detuvo para hablarle—, ¿tu familia estuvo de acuerdo con que viniera?

—Ni siquiera les dije que yo vendría —mencionó cómico y lo tomó de la mano para tirar de él hacia el interior del decorado patio delantero.

Estuvieron tomados de la mano hasta que llegaron a la puerta principal, donde JiMin se soltó casi de un manotazo, pero a YoonGi no me importó, supuso que estaba nervioso. Tocó el antiguo timbre que permanecía a un costado de la puerta.

—No sé, papá. Aún no abro... —Una voz femenina se escuchó mientras la puerta se abría.

Una mujer sonriente apareció delante de él mientras se secaba las manos con un paño de cocina, tenía una hermosa sonrisa y se veía sumamente sana. La miró fijamente a los ojos, sin apartar nunca la mirada. Estaba muy bonita.

—¿YoonGi? —preguntó ella, haciendo su cabeza a un lado mientras fruncía el ceño, como si no lo reconociera.

—Mamá... —murmuró y a ella le cambió completamente la expresión antes de estrecharlo entre sus brazos.

Pasó las manos cuidadosamente por la espalda de la mujer para atraerla hacia sí. No se dio cuenta hasta ese momento que estaba mucho más alto que ella.

—¿Quién es? —Una mujer se asomó por detrás de su progenitora, tratándose de su tía—. ¿YoonGi?

Rio nerviosamente para aguantarse las ganas de llorar y las mujeres, contentas, le hicieron gestos para que ingresara a la casa. Se volteó a ver a JiMin.

—Oh Dios. No quiero... —murmuró para sí mismo el castaño, como un niño pequeño asustadizo.

Tomó a JiMin de la mano y tiró de él para que entrara a su par. Cerró la puerta y se sacó rápidamente los zapatos al igual que JiMin. Caminaron hasta el living de la casa por detrás de las otras dos mujeres. En la pequeña mesa que se encontraba en el suelo estaba sentado el hombre mayor junto a su abuela, los dos comiendo de unos frutos secos. Vio de reojo como las mujeres se posicionaban en el suelo y él se quedó de pie para presentar correctamente a JiMin, el cual temblaba levemente a su costado, logrando que se diera cuenta que el chico se aseguró de que no los vieran con las manos tomadas.

—Hola —saludó con una sonrisa a toda la familia—. Él es JiMin... —Para su sorpresa el chico se agachó y se arrodilló en el suelo con la cabeza apoyada en este mismo para saludar formalmente—. ¡Hey, levántate! —Lo tomó por el brazo para alzarlo a su altura, a lo que JiMin se inclinó levemente hacia su familia con expresión avergonzada.

—No sabía que vendrían —dijo con voz agrietada su madre, pasándose las mangas del suéter por los pómulos para secarse las lágrimas.

—Lamento no avisarles. —Se sentó en el suelo alrededor de la mesa y luego tiró de JiMin para que lo imitara.

Su abuelo apuntó a JiMin casi acusativo—. ¿Quién eres?

—Se llama JiMin, es mi amigo y vivo con él. —Se esforzó en modular para que el hombre lo entendiera y este solo asintió en respuesta.

—¿Ya comieron? —preguntó su madre y él negó con la cabeza.

La mujer se levantó y se fue hacia la cocina seguida de su abuela. Su tía se levantó después de unos minutos y se acercó hasta las escaleras para empezar a subirlas. 

—GiGi, ¿me das chocolate? —le pidió su abuelo mientras se acomodaba los lentes, los cuales estaban al revés, llamándolo por un apodo extraño que aceptó únicamente porque al hombre a veces se le olvidaba su nombre.

—¿Dónde está el chocolate?

—Lo esconde tu tía. —El mayor hico una mueca extraña.

—¿Por qué? —Se apoyó en la mesa después de hablar, acercándose hacia quien estaba del otro lado de la superficie para entenderlo mejor.

—¡Ahí viene tu madre! ¡Pide chocolates! —Su abuelo dirigió la mirada hacia el frente y se puso serio, lo que hizo reír levemente a JiMin.

—Mamá —la llamó cuando ella dejó algunas cosas sobre la mesa—, ¿el abuelo puede comer chocolate?

Sintió un manotazo en el antebrazo e inmediatamente se volteé con el ceño fruncido a ver a su abuelo, quien apretaba los labios con enfado.

—¡Papá! —exclamó su madre mirando hacia el hombre—, no le pegues.

—¡Él me pegó primero! —El anciano levantó ambas manos, inocente.

—¡Abuelo!

—Él tiene razón —mencionó JiMin, haciendo que frunciera el entrecejo.

—¿Se están poniendo en mi contra? —Fingió molestia y notó a JiMin riendo por lo bajo.

Por alguna razón entraña YoonGi nunca antes tuvo tantas ganas de besarlo como en ese momento, quizás porque se veía sencillo y feliz.

—No lo molesten. —Su madre lo abrazó por los hombros.

—Es por eso que no te quiero. GiGi siempre es tu favorito. —El abuelo hizo un puchero y se cruzó de brazos a la vez que miraba hacia otro lado, indignado.

—¡Papá! —volvió a exclamar la mujer mientras reía un poco.

—¡Hija! —Su madre se alzó ante el llamado de su abuela y desapareció por la puerta de la cocina.

—¡Chico! —chilló su abuelo, pegándole levemente a JiMin en el brazo, al parecer queriendo llamar su atención.

—Se llama JiMin, abuelo —mencionó suspirando. El anciano le sacó la lengua de manera burlona.

—¿Me pides chocolates? —preguntó el mayor de manera sugerente hacia al castaño, quien le envió a YoonGi una rápida mirada y luego volteó a ver al abuelo.

—Claro —murmuró el castaño sonriendo con timidez.

Su abuelo se acercó para abrazar a JiMin por los hombros y YoonGi bromeando lo empujó suavemente para alejarlo del chico.

—¡Es mío! —Divertido abrazó al castaño mientras le sacaba la lengua al mayor, obteniendo de inmediato una expresión pasmada que le indicaba la guerra ridícula que tendría con su abuelo.

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