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Capítulo XXVIII

—¡Déjame! —se quejó y empujó levemente el cuerpo que estaba a su costado.

—Solo dame un beso.

—Déjame levantarme. Ni siquiera me dejas ir al baño.

—¿Quieres ir al baño?

—Basta, JiMin. Estoy bien. —Se levantó, dejando al castaño acostado sobre el sofá de la sala.

Unos dedos envolvieron su muñeca y se giró entonces a ver al contrario con un suspiro entre los labios. JiMin se acomodó mejor sobre el sofá y tiró de él, logrando que quedara sentado sobre su regazo y al ver que el otro no parecía querer soltarlo se acomodó en el sitio.

—YoonGi... —murmuró el otro con suavidad.

—¿Qué? —preguntó y rodó los ojos. JiMin se puso muy cariñoso desde aquella mañana, cuando despertaron juntos en la misma cama.

—¿Quieres ser mi novio? —Se quedó estático mientras veía el florero que estaba a unos metros por detrás del castaño. Esperó unos segundos para repasar mentalmente lo que dijo el contrario—. YoonGi, te pregunte si...

—Lo sé —dijo interrumpiéndolo.

—¿Entonces qué dices? —indagó su compañero con cuidado mientras buscaba su mirada.

—No quiero. —Se levantó y caminó directo hacia su pequeña habitación con los pasos del castaño persiguiéndolo de cerca.

—¿Qué? ¿Por qué no quieres? —preguntó el contrario cuando llegaron a la entrada de la habitación.

—Porque no quiero —contestó con simpleza mientras lo empujaba fuera de la habitación.

—Pero... ¿Por qué? —Evitó su pregunta y se dirigió hacia la cama—. Contéstame.

—JiMin...

—Que me conteste —pidió, provocando que él se enfureciera.

—¡¿Qué logro al decirte que sí?! ¡De igual manera no seremos novios!

—¿De qué hablas? —cuestionó el otro extrañado y se sentó con lentitud sobre la cama.

—¿Acaso de verdad estaremos juntos? —preguntó con una media sonrisa burlona.

—Es lo que me gustaría —susurró el pelinegro mientras lo miraba directamente a los ojos—. Por eso te lo pido.

—¿Cómo piensas hacerlo, JiMin? Ni siquiera quieres hablar conmigo en el instituto —soltó sin ganas, desgastado incluso.

—Pero de igual forma...

—No creo que quieres que tengamos una oportunidad de verdad, si lo hicieras estarías dispuesto a sacrificar un poco... —YoonGi se volteó a mirar hacia la ventana con el propósito de evitar su insistente mirada—, para poder estar conmigo.

—Yo... —El contrarío quedó con la frase a medio terminar, al parecer sin saber qué responder.

—¿Te puedes ir de mi habitación? Quiero estar solo —dijo sin voltear a verlo.

—YoonGi...

—¡Vete! —exclamó, apuntado con uno de sus brazos hacia la puerta de la habitación.

Para su sorpresa JiMin solo se limitó a levantarse de la cama, tomarle de las mejillas y besarlo en los labios lentamente. Empujó con fuerza sus hombros, pero el otro se mantuvo decidido a besarlo. Suspiró fuertemente cuando sintió que ya no podría resistirse más y agarró al castaño por los hombros para profundizar el beso.

—Respeto tu decisión —dijo el castaño después de que se separaran—. Lo intentaré, ¿sí? Trataré de adaptarme mejor a ti y...

—Está bien —interrumpió y acercó al contrario hasta sí para abrazarlo.

JiMin parecía querer hacer un esfuerzo. ¿Eso quería decir que en verdad le gustaba?

—JiMin —lo llamó y el aludido hizo un sonido sin abrir la boca, casi como un ronroneo—, ¿te gusto?

Se separó del castaño para ver con claridad su reacción. El contrario le tomó de la mano y se dejó caer en la cama.

—Sí, me gustas —musitó, tirando un poco de la pálida muñeca, gesto que hizo que quedara acostado a su lado.

—¿Desde cuándo te gusto? —preguntó y acomodó la cabeza sobre el hombro ajeno. JiMin pasó suavemente la mano por sobre cabeza de YoonGi.

—No creo estar seguro. —Esperó unos cuantos segundo para después volver a escucharlo hablar—: Quizás hace mucho.

—¿Hace mucho? —preguntó levantando un poco la cabeza para mirarlo.

—Siempre llamaste mi atención —susurró el castaño con la mirada perdida, pensativo.

—¿Te refieres a estos últimos días? —interrogó aún sin comprender por completo lo que le intentaba decir.

—Creo que me interesaste mucho antes, desde la primera vez que te golpeé o incluso antes —dijo el contrario haciendo una mueca.

—¿Cómo? —Se levantó un poco del colchón para verlo directamente.

—Siempre me pareciste atrayente —JiMin se encogió de hombros—, pero nunca tuve el valor de acercarme a ti, así que...

—¿Desde hace mucho te gusto? —cuestionó con asombro.

—En realidad no sabría decirte si fue ahí cuando me empezaste a gustar, cuando nos vimos en el club gay o poco después. —Se volvió a encoger de hombros con una sonrisa—. O tal vez me empezaste a gustar ayer o hace unos días, aún no estoy muy seguro.

Asintió mientras se le escapaba una pequeña sonrisa porque era sumamente extraño lo que decía el otro, pero lo entendía; él se sentía igual.

Escondió la cara entre el brazo de JiMin y su pecho para amortiguar su diminuta risa.

—¿Y tú?

Levantó un poco la cabeza para mirar al castaño que estaba prácticamente debajo de él—. ¿Qué?

—¿Te gusto? —interrogó JiMin y pareció hasta nervioso.

Frunció un poco el ceño y miró hacia la pared que estaba detrás del castaño.

¿Le gustaba JiMin?

—No lo sé —murmuró luego de unos segundos en silencio y fue momento del otro de fruncir el ceño.

—¿No sabes? —preguntó, levantándose un poco de la cama, probablemente para mirarlo de frente.

—Me lo he preguntado, pero no creo tener una respuesta concreta —susurró, mirándolo a los ojos. JiMin agachó ligeramente la cabeza—. Aunque creo que ahora último fue cuando empecé a sentir cosas por ti. Me has tratado muy distinto.

—¿Eso es bueno? —preguntó el contrario jugando con el dobles de la camiseta de pijama de YoonGi.

—Claro que sí —murmuró sonriéndole—. Si comparamos al JiMin de antes con el de ahora... definitivamente me quedaría con este.

—¿Era muy malo contigo? —preguntó introduciendo sus dedos sutilmente por debajo de su camiseta y rozando con suavidad su piel, causándome leves cosquillas.

—Lo eras y mucho. —Suspiró mientras miraba el techo.

—YoonGi —lo llamó JiMin en un murmullo—, ¿por qué estás aquí?

—¿A qué te refieres? —Rio un poco ante su manera de expresarse.

—¿Qué sucedió con tus padres? —preguntó, poniéndose un poco impaciente—. A tu padre no lo he visto en la oficina y el mío no me quiere decir nada.

Suspiró fuertemente y miró hacia sus pies, los cuales estaban tocándose los unos a los otros sin vergüenza alguna.

—Mi padre nos golpeaba —dijo fuerte y claro, lo suficiente para que JiMin no le tuviera que repetir la pregunta—, a mi madre y a mí.

Espero pacientemente por la reacción de JiMin mientras miraba sus pies, pero pasaron segundos y esos segundos se le hicieron eternos.

—Tus... —Fijó su mirada en JiMin y se encontró de lleno con ojos. Se veía extraño, como si quisiera llorar—. Tus moretones... ¿no son solo culpa mía...?

—JiMin, ¿estás llorando? —preguntó, moviendo un poco la cabeza para verlo desde distintos ángulos.

—No tienes ni idea de lo mal que me siento —dijo sentandose en la cama mientras se cubría el rostro con las manos—. Te hacía daño en el instituto y tú ya tenías más que suficientes problemas en casa. En verdad lo siento.

—No es tu culpa lo de casa. —Pasó uno de sus brazos por sobre sus hombros para atraerlo hacia él.

Entendía que el contrario se sintiese mal. Claramente las cosas cambiaron entre ellos y YoonGi se sentía satisfecho con que se disculpara de forma sincera, como aparentemente estaba haciendo.

El llanto del otro no fue exagerado, para nada; simplemente el chico se quedó unos cuantos minutos en silencio con las manos cubriéndole el rostro. Después, sin decir nada, se dejó caer en la cama con los brazos de YoonGi envueltos a su alrededor y él acarició una de las mejillas sonrojada por el llanto.

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