Capítulo XXII
—JiMin —lo llamó, pero el aludido no hizo más que evitarlo—, no te molestes.
—No estoy molesto —le contestó el otro a unos metros por delante de él.
—¿Entonces por qué no me dejas alcanzarte?
JiMin se detuvo, pero no volteó a verlo—. Nos besamos y tú solo fuiste y le diste tu número a un chico que no conoces.
—¡Tú mismo dijiste que no significaba nada! —exclamó un poco alterado.
—¡Yo nunca dije que no significaba nada! —El chico se giró para encararlo—. Solo pedí que no le dijeras a nadie.
—¿Si nos besamos nuevamente será igual, siempre? ¿Por qué? ¿Por qué debes repetir lo mismo una y otra vez? ¿Por qué te avergüenzo? —preguntó haciendo que el castaño guardara silencio—. Te avergüenzo... —murmuró, dándose cuenta de la situación.
Caminó rápidamente, pasando por el lado del otro sin prestarle atención.
—YoonGi —susurró el contrario suavemente y lo sujetó del brazo.
—¡Suéltame! —Se alejó con un movimiento brusco y rápidamente pasó por las puertas de cristal que daban a la recepción de su edificio.
—¡YoonGi! —Apretó varias veces el botón del ascensor con la urgencia de que este se abriera.
En cuanto se abrió entró y empujó a JiMin para que saliera cuando quiso entrar. El chico simplemente se quedó fuera, mirándolo con tristeza mientras las puertas se cerraban.
Una vez solo le pegó un manotazo casi de manera inconsciente a uno de los espejos del elegante ascensor, pero a este no le sucedió nada.
Cuando las puertas se abrieron nuevamente caminó hasta el departamento, tomó la llave que se encontraba en mi bolsillo y entró al lugar azotando la puerta detrás de sí. Apenas caminó unos metros escuchó la puerta abriéndose nuevamente.
—YoonGi...
—¡Es la única mierda que has dicho! —exclamó y se volteó para ver al otro—. ¿No puedes decir otra cosa?
Aprovechó el leve impacto del otro y se apresuró en ingresar al baños para encerrarse ahí, al menos un momento en el que intentaba calmar la incomodidad de su pecho.
—YoonGi... —Rodó los ojos al escuchar su nombre otra vez salir por entre los labios de JiMin.
Abrió la llave de la ducha porque ya no quería escuchar más al castaño, además, sentía que necesitaba urgentemente algo para relajarse. Se desvistió lentamente y luego entró al pequeño espacio.
No quería ver a JiMin, quería evitarlo todo lo que fuera posible.
Cuando se sintió suficientemente limpio y relajado salió de la ducha para después envolver su cintura con una toalla. Abrió la puerta del baño y caminó hasta su habitación. Se sorprendió bastante al encontrarse a JiMin durmiendo en su cama, pero procuró no prestarle atención y fue hacia su armario para sacar algo de ropa. Se vistió rápidamente y luego se enfocó en el castaño.
—JiMin —lo llamó desde los pies de la cama, pero el aludido no se movió—. ¡JiMin! —El chico dio un pequeño gruñido, pero aun así no se movió para nada. YoonGi bufó y se acercó hasta el otro—. JiMin, sal de mi cama —exigió mientras lo tomaba del hombro y lo sacudía un poco para que despertara.
—¿Qué quieres? —De a poco el contrario fue abriendo los ojos hasta que finalmente su mirada se conectó con la suya.
—¿Puedes salir de mi cama? —preguntó levantando una de sus cejas.
El castaño bufó, pero aun así se levantó y caminó hacia la entrada de la habitación. A YoonGi le extrañó que no le hablara después de la discusión que tuvieron.
—JiMin —lo volví a llamar con suavidad, de repente sin querer que el otro se fuera mientras él estaba con tantas dudas—, ¿por qué...?
—Yo soy quien debería estar molesto contigo —se quejó el otro cruzándose de brazos. YoonGi supuso que quería revertir la situación de algún modo, pero no se puso a pensar mucho en ello porque le sorprendió encontrar al otro tan infantil.
—¿Por qué deberías? —preguntó confundido y suspiró, prestándole atención finalmente.
—Porque le diste tu número a otro chico —dijo mirando hacia la puerta de su habitación.
—Primero, no se por qué mierda eso te importa —espetó ente dientes. Era verdad que ya no estaba tan molesto como antes, pero eso no quería decir que el sentimiento desagradable que provocaron las palabras del otro simplemente se fuera—. Segundo, no le di mi número.
—¿No lo hiciste? —preguntó el otro, al parecer reparando solo en lo segundo.
—No, no lo hice.
Miró de reojo como JiMin sonreía levemente, prácticamente para sí mismo. YoonGi quiso decirle unas cuantas cosas, quiso hacerlo sentir tan mal como lo hizo sentir a él, pero en un rápido movimiento el contrario se lanzó a la cama y cayó a un costado de él.
—¿Ahora qué...?
Los labios de JiMin se posicionaron sobre los suyos sorpresivamente para besarlo otra vez. Ante ello se preguntó si aquello se convertiría en una acción recurrente entre ellos, aunque se dio cuenta que realmente no le importaba la respuesta, ya que se halló pasando los dedos por entre el cabello del castaño con la intención de atraerlo más hacia sí. JiMin se posicionó mejor sobre su cuerpo mientras seguía besándolo.
Se separaron para respirar y después volvieron a besarse, aunque en un punto la duda volvió a carcomerlo—. ¿Por qué me besas? —preguntó después de unos tranquilos segundos en que se estuvieron mirando.
—Solo quiero besarte. —El contrario se encogió de hombros con una sonrisa.
—¿Así que ahora me besarás cada vez que quieras? —Frunció el ceño con una mínima gota de molestia.
—¿Acaso no quieres que te bese? —cuestionó el otro con una sonrisa y una ceja alzada.
—En realidad... —Se hundió en sus propias palabras. No supo qué responderle.
JiMin volvió a tomar lentamente su labio inferior con la boca, dando inicio a una nueva sesión de besos.
Al poco raro se separaron y el castaño se dejó caer a su costado. Para su sorpresa el chico tomó su teléfono de la mesilla de noche, pero al segundo volvió a dejarlo sobre la superficie. El chico rápidamente se levantó de la cama.
—Son la una de la madrugada. —JiMin presionó los labios contra los suyos antes de salir de la habitación, dejándolo completamente confundido, aunque al segundo dedujo que se refería que era muy tarde para continuar despiertos.
Se levantó de la cama y movió las sábanas para acostarse debajo de ellas. Era demasiado tarde y al día siguiente los dos tendrían que asistir a clases, así que no debatió mucho más y se quedó dormido.
—Déjame —dijo pegando un manotazo al aire, aún con los ojos cerrados.
—YoonGi, levántate. Hay que ir al instituto —escuchó la voz de JiMin desde algún lugar de la habitación.
Suspiró y pestañeó unas cuantas veces para luego abrir por completo los ojos, en realidad no tenía ni la más mínima gana de levantarse, pero aun así lo hizo. Tomó su teléfono, el cual estaba a un costado de la cama.
—Mierda —murmuró e inmediatamente se destapó para correr hacia el armario.
—YoonGi —La voz de JiMin lo hizo voltearse.
El castaño estaba parado en la puerta de su habitación con los pantalones del instituto, el torso desnudo y un cepillo de dientes en la mano. Él solo atinó a tragar saliva sonoramente.
—¿Sabes dónde está la pasta de dientes? —preguntó el contrario adentrándose por completo a la habitación.
Le dio la espalda porque tenía que buscar su ropa y no quería ver su pecho desnudo, extrañamente lo ponía nervioso.
—Tiene que estar en el baño. —Cerró los cajones con la ropa ya en las manos.
—No está —dijo como niño pequeño.
Volteó a verlo—. ¿Y qué? ¿Quieres que la busque?
—¡Pero no la encuentro! —El chico contrajo el rostro en un género infantil y él rodó los ojos.
Pasó por un lado del contrario con la mirada fija en la pared de enfrente para no ver su cuerpo y se dirigió al baño. Inspeccionó el lugar rápidamente y se agachó para recoger el tubo de pasta del suelo.
—Aquí tienes —dije pasándole el objeto sin mirarlo, yéndose luego directamente hacia su habitación.
Se sacó rápidamente los pantalones y se puse los del instituto, luego hizo lo mismo con la camisa, aunque no terminó de abotonarla y tomó la corbata para dirigirse hacia el baño, donde JiMin todavía se cepillaba los dientes.
Corrió la corbata por su brazo y tomó su cepillo de dientes que estaba a un costado del gran espejo. Se cepilló los dientes mientras JiMin, quien estaba a su lado frente al espejo, terminaba de enjuagar la boca. Una vez estuvo listo dejó todo en su lugar y se dispuso a salir del baño, pero el castaño bruscamente atacó su boca e hizo que su cuerpo chocara contra el mueble del lavamanos. Le siguió el beso por un momento, pero luego se alejó rápidamente.
—Tenemos que ir al instituto —razonó, pero el contrario volvió a besarlo.
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