Capítulo XX
Entró al departamento y dejó caer su mochila sobre el sofá. Se dirigió hacia la cocina y tomó una manzana con la intención de alimentarse con algo rápido; ya que no comió nada durante el almuerzo por la maldita culpa de JiMin.
Cuando mordió la fruta escuchó la puerta principal abrirse y al asomarse vio al chico castaño entrando con el ceño fruncido, incluso parecía enfadado. El otro simplemente pasó por su lado, dándole un empujón por el hombro, haciendo que se golpeara con uno de los muebles del pasillo y que su manzana cayera, rodando así hasta debajo de la mesa de la cocina. El castaño entró a su habitación sin decirle ninguna palabra.
YoonGi refunfuñó y luego de recoger y botar la manzana fue hacia su cuarto, ya perdiendo totalmente el hambre ante la actitud de su compañero.
Apenas se recostó en la cama sintió su celular vibrar, así que se apresuró en responder la llamada.
—¿YoonGi?
Se levantó de un solo movimiento del colchón, haciendo que se mareara momentáneamente.
—¿Tae? —preguntó con una voz estúpidamente aguda. Se aclaró la garganta—, ¿cómo estás? ¿Todavía no piensas en cuándo volverás?
—Bueno... —El contrario pareció dudoso de continuar o no—. No creo que vaya hasta que termine el instituto.
—¿No volverás hasta que termines el instituto? —repitió más para sí mismo que para el contrario.
—Me esperarás, ¿cierto? —Escuchó su risa fingida desde el otro lado.
—¿Por qué siento que tienes miedo? —preguntó y se volvió a acostar en la cama.
—Quizás porque en verdad tengo miedo —dijo su amigo riendo.
—¿Y por qué tienes miedo? —interrogó y rodó sobre la cama, poniéndose en posición fetal.
—Eres mi único amigo —argumentó lentamente el chico—. Siento que por las tonterías que estoy haciendo quizás podría perderte.
—No me perderás —aseguró y apretó los labios con tristeza—. TaeHyung, mis padres...
—¡Lo siento, YoonGi! —Se escuchó un leve grito desde la otra línea—. Me llaman. Tengo que cortar.
La llamada se cortó inmediatamente, por lo que dejó el teléfono lentamente sobre el mueble y se volteó para mirar hacia la pared. Dejó escapar un suspiro y cerró los ojos para dormir, en un intento de no reparar mucho en la sensación desagradable que se instaló en su pecho.
Al día siguiente se despertó e inmediatamente se dio cuenta que JiMin no estaba en el departamento, aunque no reparó mucho en ello y continuó con sus cosas. Fue al instituto, tuvo sus clases y todo pareció ir medianamente normal, así que logró llegar al departamento sin mayor inconvenientes más allá de mucha tarea.
Fue a la cocina porque su estómago ya no podía aguantar sin ingerir comida, así que buscó por entre los cajones, pero no había nada realmente comestible. Volvió a su habitación y se sacó los pantalones del instituto para ponerme unos jeans. Soltó la corbata y empezó a desabotonar la prenda, aunque solo alcanzó a desabrochar unos cuatro botones porque el timbre de la puerta principal sonó. Tuvo intenciones de terminar de cambiarse la camisa, pero el timbre volvió a sonar nuevamente, cada vez con mayor insistencia.
—¡Ya voy! —gritó, dándose por vencido con los últimos botones que inconscientemente desabotonó en el camino hasta la entrada del departamento.
Abrió la puerta mientras tiraba un poco de su corbata al sentirla incómoda. Una chica de su edad se encontraba parada fuera. Tenía el cabello extremadamente liso y negro. Su amplia sonrisa se convirtió en una extraña mueca al verlo.
—Lo siento —murmuró avergonzado e intentó abotonar la prenda.
—¿Quién eres y qué haces en este departamento? —preguntó ella bruscamente.
—Vivo aquí. —Apuntó distraídamente hacia el interior del hogar.
—Pensé que aquí vivía JiMin —dijo ella frunciendo el entrecejo. Incluso le pareció tierna.
—Vivo con él —murmuró y se mordió el labio inferior al sentirse ligeramente atosigado.
—¿Por qué vives con él?
Frunció el ceño ante su curiosidad e insistencia—. ¿Quién eres tú? —preguntó suavemente en un intento de no sonar molesto.
—Vivo a unas puertas más allá. —Apuntó hacia su derecha, pero se mantuvo con su expresión de desagrado.
—¿Y qué necesitas?
—Vine a ver a JiMin. —La chica parecía cada vez más enfadada.
—Él no está ahora mismo. —Cambió su peso hacia su otro pie—. ¿Quieres dejarle algún recado?
—No. —Se sorprendió que le sonriera cínicamente.
—¿Qué mierda hacen? —Giró su rostro hacia la nueva voz que se incluía a la conversación.
Suspiró de alivio al ver a JiMin a unos pocos metros de distancia. Ya más relajado se sacó la corbata y se volteó para entrar al departamento, suponiendo que el otro podría atender a la desconocida. Fue directo hacia su habitación mientras se terminaba de sacar la camisa del instituto en el transcurso.
Poco después escuchó la puerta sonar de un portazo estruendoso, haciendo que se encogiera inconscientemente y acabó soltando un suspiro con pesadez. Abrió su cajón con rapidez y sacó una camiseta cualquiera para ponérsela con urgencia.
—YoonGi —La fuerte voz del castaño lo hizo voltearse asustado—, ¿por qué la recibiste sin camisa?
—Sí tenía camisa —se excusó mientras sacaba una chaqueta y se la ponía.
—¡Pero...! —El chico cortó su propio diálogo y lo cambió por otro—: ¿Hacia dónde vas?
Metió la billetera en uno de los bolsillos de su chaqueta y pasó por un lado de JiMin para salir de la habitación.
—Voy a comprar algo. En esta casa no hay nada para comer —se burló mientras tomaba las llaves de la mesilla de centro y se las echaba al bolsillo.
Escuchó el estruendoso y exagerado suspiro del castaño—. Iré contigo.
—No tienes por qué venir conmigo —soltó algo tosco y abrió la puerta del departamento.
—Aprovechando que vamos los dos hay que comprar todas las cosas que nos faltan —mencionó el contrario y pasó por la puerta que él acababa de abrir.
Suspiró resignado y salió detrás del chico antes de asegurarse de cerrar correctamente la puerta de la vivienda.
Se dirigieron hacia al ascensor. JiMin apretó uno de los botones y YoonGi se removió incómodo a la vez que metía sus manos en los bolsillos de la chaqueta.
—¿Quién era ella? —preguntó con poca voz mientras miraba las puertas del ascensor, sintiéndose nervioso incluso por meterse en cosas que no le correspondían.
—Una vecina —dijo el otro con simpleza.
Las puertas del ascensor se abrieron, haciendo que rápidamente los dos entraran.
—Sé eso. —Apretó el botón para ir al primer piso—. Pero... ¿Por qué te buscaba?
—Me metí con ella. —JiMin simplemente se encogió de hombros.
—¿A qué te refieres con meterte? —murmuró confundido y optó por concentrar sus ojos en otra cosa.
—Tuve sexo con ella —soltó el chico como si nada y se giró para mirarlo directamente.
Abrió la boca levemente ante la sorpresa que generaron las palabras del otro y asintió. Prefirió centrar su vista en las puertas cerradas del ascensor en vez de reparar en los ojos del chico.
—YoonGi —Se giró ante el llamado de JiMin, encontrándose con sus ojos—, ¿has tenido sexo?
Las puertas del ascensor inmediatamente se abrieron, como si estuvieran haciéndole un favor. Sin dudarlo salió rápidamente del lugar sin responder la pregunta ajena. Cuando llegó a recepción se inclinó levemente ante el guardia a modo de saludo y salió rápidamente por las puertas de cristal.
—¡Eres virgen! —le gritó JiMin a unos dos metros por detrás, como si recién hubiera encajado todo.
—¡Y tú eres idiota! —se quejó, volteándose para encáralo, cosa que provocó que chocara contra el castaño y trastabillara en el intento de dar un paso hacia atrás para estabilizarse, cayendo finalmente al suelo.
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