Capítulo XVI
—¡JiMin, no quiero!
—Intentaré que no duela —dijo el aludido mientras lo tomaba del brazos para empujarlo a la cama. YoonGi cayó sobre el colchón y JiMin dejó el frasco sobre el velador.
—No quiero. —Rio inconscientemente cuando las manos ajenas le apretaron la cintura.
—¡Vamos! Sácate la camiseta.
—¡No quiero! —repitió, pero lo hizo sin reírse porque la insistencia del chico le fastidió.
—Por favor —murmuró el otro, haciendo un puchero que de seguro le salió de forma inconsciente.
Bufó a modo de respuesta—. Si haces que me duela te golpearé —amenazó y giró el rostro para no mirarlo.
Vio de reojo como las manos ajenas se dirigieron hasta el borde de su camiseta e inevitablemente se sonrojó cuando el tacto tibió rosó su piel. El chico subió la prenda lentamente mientras agachaba la cabeza hasta su estómago, como si estuviera inspeccionando cada parte de su piel y eso no le terminó de gustar. Se levantó un poco cuando la camiseta llegó por debajo de sus brazos y con rapidez se la sacó para luego dejar la prenda olvidada a los pies de la cama.
—Deberías darte la vuelta —dijo el otro sin dejar de inspeccionar su cuerpo y YoonGi agradeció que el castaño no reparase mucho en sus cicatrices. No eran muchas marcas, pero llamaban la atención.
—¿Qué? ¿Para qué? —JiMin no le respondió y simplemente lo volteó con algo de brusquedad.
—Aquí tienes más —susurró el contrario para sí mismo, probablemente refiriéndose a las cicatrices.
El chico tomó el frasco de crema que estaba sobre el velador y se echó un poco en una de sus manos. El contacto frío hizo su espalda se arqueara levemente y sintiera escalofríos, aunque JiMin no reparó mucho en ello y continuó con las manos viajando suavemente por sobre su piel, deteniéndose un poco en algunas partes de su espalda donde dolía ligeramente.
—¿Por qué tienes tantas marcas? —Escuchó murmurar al otro para sí mismo.
—JiMin. —Volteó un poco la cabeza para verlo.
Ya con su mirada puesta en él se dio cuenta que las piernas del otro estaban alrededor de su cadera y que se sentó sobre su espalda baja.
—¿Qué pasa? —cuestionó el chico y volvió a masajear su espalda.
Dejó de mirar a JiMin y apoyó la cabeza en la almohada mientras suspiraba—. ¿No te sientes incómodo?
—¿Te refieres a lo del beso? —El castaño se detuvo con los masajes y dejó las manos reposando sobre su piel. —Asintió a modo de respuesta—. En realidad... —Las manos ajenas volvieron a masajear su espalda—, sí me siento un poco incómodo.
—¿Y por qué haces como si no pasara nada?
—¿Entonces qué se supone que debería hacer? ¿Besarte?
Movió un poco el cuerpo para que JiMin saliera de encima, haciendo que este casi cayera de la cama por lo imprevisto de sus movimientos. Se acomodó mejor sobre el colchón y quedó frente al contrario.
—No quiero que me beses —dijo con el ceño fruncido.
—¿Entonces quieres que haga algo distinto? —preguntó el otro acomodándose frente a él.
—Solo compórtate normal. Es extraño que actúes de esta manera. —Bajó la mirada y empezó a jugar con el borde de las sábanas.
—YoonGi —lo llamó y de inmediato se fijó en el contrario, logrando que se diera cuenta que estaban demasiado cerca—, ¿quieres que te bese?
—¡¿Qué?! ¡Hey! ¡No te me acerques! —exclamó cuando el chico se acercó aún más.
Lo empujó por los hombros, haciendo que se fuera hacia atrás y cayera de la cama. Lo escuchó reír a pesar de que se cayó sobre el suelo y él se asomó por el borde de la cama para mirarlo con mala cara. Su boca la tenía levemente abierta al reírse y era acompañada por sus ojos achinados.
Bufó y se recostó sobre la cama antes de rodar un poco para quedar mirando hacia el techo. Sintió que JiMin se subió al colchón y, para su sorpresa, se posicionó sobre él, quedando con el rostro a centímetros del suyo.
—¿Qué haces ahora? —murmuró temeroso, sin quitar la vista de los ojos ajenos al sentir cierto miedo de que su mirada se fuera hacia sus labios.
—Solo seguiré echando crema —dijo el otro tomando de nuevo el frasco que estaba a un costado de la cama.
—No es...
Las manos con el frío líquido espeso pasaron por su piel, haciéndolo estremecer otra vez. Sintió las palmas del otro recorrer su cuerpo lentamente y él no hizo nada más que mirarlo.
¿Qué me está pasando?, pensó al darse cuenta que el otro estaba como... atrayéndolo.
Tomó impulso para levantarse del colchón porque sintió que no podría continuar ahí, pero una de las manos de JiMin lo detuvo. Al mirarlo se dio cuenta que su vista estaba en el costado de su cadera, por lo que frunció el ceño y se apoyó sobre sus codos para observar lo que miraba el chico, quien pasó suavemente las manos por sobre su pelvis, a un costado de su cinturón.
—¿Todavía tienes esto? —Los dedos ajenos hicieron un recorrido por sobre el hematoma que le hizo en su pasado mediante un golpe; marca que por suerte ya desaparecía.
—Solo asegúrate de no volver a hacerlo —dijo mirando hacia el techo.
Sintió algo tibio y ligeramente húmedo tocar la zona con delicadeza. Al bajar la cabeza se sorprendió al encontrarse con la mirada de JiMin. El chico le besó el hematoma que él mismo causó y no supo si tomarlo como un gesto tierno o sexy, pero lo tomó bien porque el estremecimiento que le provocó fue gustoso.
—Me iré a duchar —dijo el otro levantándose y se fue hacia el pasillo, dejándolo sin palabras.
Al escuchar su celular sonar se esforzó en despabilar y con rapidez tomó el aparato, aunque ni siquiera se fijó en quien lo llamaba—. ¿Hola?
Aún no asumía por completo lo que sucedió con JiMin.
—¿YoonGi? ¿Cómo estás? —La voz del doctor sonó desde el otro lado y él se sentó en la cama. A lo lejos escuchó el agua de la ducha correr, así que se sintió cómodo para hablar con el hombre.
—Sí. Bien. Lamento cortar la llamada ayer —dijo y se pasó la lengua por los labios secos.
—No te preocupes. Aunque tengo que hablar algo importante contigo. —Se dejó caer en la cama y miró hacia el techo—. Aún es temprano. ¿Te parece que nos encontremos para almorzar?
—Claro —acordó y anotó mentalmente la dirección que el otro le dio—. Nos vemos después.
Cortó la llamada, y se levantó de la cama después de dejar el celular sobre el velador. Se acercó hasta la puerta del baño que estaba en el pasillo.
—¡¿Te falta mucho?! —gritó un poco para que se escuchara por sobre la ruidosa lluvia artificial.
—¿Por qué? ¿Pasa algo? —contestó JiMin desde el otro lado de la puerta en el mismo volumen.
—Necesito ducharme.
—Me apuraré.
Se alejó de la puerta y caminó hasta la habitación donde se quedaba, una vez ahí se volvió a acostar en la cama y dio unas cuantas vueltas sobre esta. No tenía nada que hacer, solo esperar a JiMin.
Su celular volvió a vibrar y ante ello frunció el ceño. Cuando tomó el aparato se dio cuenta que era NamJoon quien llamaba.
—¡Hola! —gritó el chico apenas contestó.
—¿Qué pasa? —preguntó con suavidad y se permitió sonreír.
—¿Puedes pasar después de almuerzo por mi oficina? —interrogó el otro, haciendo que YoonGi frunciera el ceño.
—¿Para qué? —Se sintió extrañamente temeroso.
—Recuerda que tenemos un trato. —Su voz sonó extraña, como si se estuviera burlando—. Aunque asegúrate de no llegar muy temprano.
—¿Por qué?
—Lo que necesito que hagas será en la noche —dijo misteriosamente y YoonGi puso los ojos en blanco.
—Dijiste que sería tu asistente. —Frunció el ceño.
—Y lo serás —dijo NamJoon casi con picardía—. Nos vemos luego.
El contrario cortó la llamada y él alejó el teléfono de su oreja para mirarlo con el ceño fruncido. En realidad no sabía cómo debía interpretar aquello.
—¡YoonGi! —Se asustó un poco ante el grito de JiMin—, está desocupado el baño —dijo el otro desde el pasillo y sin ni siquiera asomarse por la puerta.
Salió de la habitación, dejó el teléfono sobre la cama y se dirigió hacia el baño para tomar una ducha rápida e ir donde el doctor de su padre.
Esperaba que todo estuviera bien con su madre y que NamJoon no le pidiera hacer alguna cosa extraña.
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