Capítulo XV
—¿Crees que esté bien seguirlos? —preguntó mientras se escondían entre la ropa y probaban lentes de sol.
—Lo importante es que no se den cuenta. —JiMin se pasó la mano por el pelo mientras se miraba al espejo y se acomodaba los lentes. Le quedaban realmente bien.
Otros dos chicos a unos metros veían unas zapatillas en la tienda de enfrente. Suspiró frustrado y dejó los lentes en donde se exponían.
—¿No quieres llevarte algunos? Será un regalo —dijo JiMin mientras se sacaba los lentes y llamaba la atención de una de las trabajadoras.
—En realidad no quiero. Gracias —dijo desanimado—. Te espero afuera.
Salió del local sin esperar a JiMin y sin preocuparme que los otros chicos podrían reconocerlo en cualquier momento. Se sentó en una de las bancas que habían en el ancho pasillo y jugó unos segundos con sus dedos para después pasarse las manos con frustración por la cara. Tomó su teléfono y buscó el número de su mejor amigo. Marcó una y otra vez, pero no contestó. Evitó lanzar el teléfono a lo lejos.
A unos metros vio que JiMin se acercaba—. ¿Te sucede algo? —preguntó sentándose a su costado con una pequeña bolsa de cartón en las manos.
—Nada. —Se encogió de hombros porque no quería seguir hablando.
—Creo que están saliendo de la tienda —dijo el contrario apuntando hacia la pareja que caminaba tomada de la mano.
—Vamos —dijo con desgano y se levantó de la banca para seguir a los dos chicos, a unos segundos JiMin estuvo junto a él.
Avanzó detrás de los otros dos con unos cuantos metros de distancias mientras JiMin le hablaba de las cosas que estaban a su alrededor, pero en realidad no tuvo ganas para escucharlo.
—YoonGi —lo llamó el contrario y este tiró de su brazo, haciendo que quedaran en un pequeño pasillo en donde al fondo había una puerta que tenía un cartel que decía "área restringida".
—¿Qué pasó? —preguntó asustado por el breve impacto.
—Creo que se están devolviendo. —Notó en los ojos de JiMin un poco de miedo y adrenalina.
—¡Mierda! —siseó al ver por el rabillo del ojos que JungKook se acercaba junto a Jin—. Vienen.
Miró a JiMin asustado y este cerró los ojos con fuerzas mientras se apegaba más a él, como si quisiera desaparecer, acorralándolo contra la pared. YoonGi volvió a fijar cautelosamente la mirada en su izquierda y se encontró con los ojos curiosos de los otros dos chicos. Solo rezó para que JungKook no lo reconociera.
—JiMin —lo llamó en un murmullo, ya entrando en pánico.
Algo extraño pasó. Tuvo pocas cosas claras en ese momento, pero el recuerdo de las cálidas manos que le envolvieron las mejillas hacía que se sonrojara de inmediato. Y esos labios... Los labios de JiMin chocaron contra los suyos por voluntad propia del castaño. Lo estaba besando... JiMin lo estaba besando en pleno centro comercial, con el que era su amigo y el amante de este mirándolos. Fue justamente eso último lo cual lo aterró y lo llevó a tomar a JiMin de la camiseta para acercarlo más a hacia sí con la finalidad de profundizar su primer beso, el cual era totalmente inexperto por su parte. Aunque en realidad no estaba muy seguro de si ese era el primero porque tuvieron un extraño encuentro en el club homosexual hace unas semanas.
JiMin a los segundos se separó con los ojos bien abiertos, como si YoonGi fuese quien comenzó el beso y él estuviera realmente ofendido por aquello.
Se enfocó en su izquierda y los chicos seguían ahí viéndolos, pero no reconociéndolos. Temeroso por ello tomó al castaño por el cuello y lo atrajo hasta sí para besarlo nuevamente, giró un poco la cabeza en ese momento para profundizar el beso, aunque solo quiso dejar de aparecer en el campo de visión de JungKook y su "nueva pareja".
El contrario se opuso al beso e intentó separarse de él, logrando que por fin sus labios dejaran de tocarse, pero solo por unos centímetros.
—No dejes de besarme —murmuró sobre sus labios de manera asustada—. Están detrás de ti.
El ceño de JiMin se frunció y fijó su vista por sobre su hombro. Los chicos estaban de espaldas a ellos y ya se alejaban del lugar, así que pudo suspirar y apoyé la cabeza en el hombro ajeno.
—Lo siento mucho —musitó avergonzado sin alzarse aún—. Todo es mi culpa.
—Yo te besé primero —mencionó el castaño separándose de él y se rascándose la nuca.
A pesar de que quiso responder no pudo hacerlo porque su teléfono vibró en su bolsillo y lo sacó rápidamente, sintiéndose infinitamente agradecido con la persona que osaba molestarlo un fin de semana.
—¿YoonGi? —Al escuchar la voz del doctor al otro lado se alejé de JiMin lo más que pudo.
—¿Qué sucede? —preguntó cuando ya estuvo lo suficientemente lejos.
—¿Puedes venir al hospital? Necesito hablar contigo. —El hombre sonó ronco desde el otro lado.
—¿Sucede algo con mi madre? —preguntó preocupado y se volteó para ver a JiMin a unos metros con las manos en los bolsillos de los pantalones y la cabeza gacha.
—Sí, tiene que ver con tu madre. —Alejó la vista del cuerpo del chico—. Necesito que vengas para que lo hablemos en persona.
—¿Aún no puedo verla? —Su voz sonó extremadamente triste ante la obvia respuesta.
—Lo siento, chico, pero tu madre aún no está en condiciones de levantarse.
—Eso sonó muy cruel de su parte como médico—dijo y rio sin gracia alguna.
—Lo siento, YoonGi. No fue mi intención ofenderte. —La voz ajena sonó apenada.
—No se preocupes. En cierto modo supongo que tiene razón.
Se quedaron en silencio unos segundos en que no dejó de ver como su pie se movía sobre las baldosas de color blanco del centro comercial.
—¿No preguntarás por tu padre? —preguntó el otro con voz amable, casi enternecida.
—¿Debería hacerlo? —Se detuvo un momento a pensar—. De hecho, ¿tengo derecho a hacerlo?
—Por supuesto que lo tienes, YoonGi. Es tu padre después de todo.
—Entonces... ¿Cómo está? —Su voz sonó raramente inexpresiva.
—Muchacho, si te soy sincero —El hombre esperó unos segundos para continuar—, casi lo matas.
—Eso me hizo sentir mal —murmuró con total sinceridad.
—Pensé que podía ser claro contigo respecto a estas cosas, YoonGi, pero al parecer eres igual de sensible que tu madre —Quiso a hablar para encararlo, pero el hombre lo interrumpió—, aunque no te preocupes, será otro de tus encantos.
—¡YoonGi! —Un grito a su costado hizo que levantara la mirada—. ¡Cuidado!
Sintió que algo duro golpeó su cabeza, haciendo que todo se volviera extrañamente incómodo. El sonido y la imagen se distorsionaron, haciéndolo sentir tan confundido que ni siquiera se esforzó por mantenerse estable.
Abrió los ojos lentamente poco después mientras sentía un leve peso en el abdomen. Lo primero que distinguió fue el techo blanco y una lámpara encendida a su lado. Giró la cabeza con cuidado para encontrarse con JiMin sentado a su izquierda y prácticamente acostado sobre su cuerpo, con el brazo en su abdomen y la cabeza apoyada en la cama. Aparentemente dormía y admitía que le pareció realmente encantador.
—JiMin —murmuró, pero el nombrado no tuvo ningún indicio de responder.
Suspiró y volvió a fijar la vista en el techo a la vez que escuchaba la suave respiración de JiMin.
—Te odio, de verdad creo que te odio —susurró para sí mismo sin apartar la vista del techo—. ¿Por qué eres así?
El chico se removió sobre él y luego se levantó mientras se tallaba los ojos con las dos manos, en cuanto las sacó de su rostro pestañeó unas dos veces y lo miró—. ¿Cómo te sientes?
—¿Qué pasó? —preguntó y frunció el entrecejo, extrañándose por su voz claramente más ronca.
Se llevó las manos a la frente al sentir una incomodidad, encontrándose entonces con el pedazo de tela que le cubría un poco la zona.
—Te tiraron un zapato en la cabeza —dijo el otro sonriéndole como si se burlara de él.
—¿Un... Un zapato? —Se elevó un poco del colchón con la ayuda de su manos.
—Un zapato de tacón. Justo aquí. —El contrario apuntó con uno de sus dedos la venda, casi rosándole la piel con los nudillos.
—¡¿Cómo me llegó un zapato de tacón en la cabeza?!
JiMin se encogió de hombros y se levantó de la silla, en la que recién ahí se dio cuenta que estaba sentado, y se dirigió hacia la puerta mientras se estiraba.
—¿Tienes hambre? —le preguntó el otro, pero ni siquiera lo dejó contestar—. Supongo que sí. Dormiste por tres horas y yo estoy cansado. Corrí por todo el hospital por tu culpa.
—¿Tuviste que llevarme al hospital? —preguntó un poco asustado ante la gravedad de la situación.
—Literalmente el zapato te noqueó. ¿Qué esperabas que hiciera? —JiMin sonrió, haciendo que sus ojos se achinaran. Luego se dirigió hasta la puerta—. Esta noche tendrás que quedarte aquí, YoonGi.
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