Capítulo XLV
—Está a tu lado —murmuró hacia JungKook y este giró un poco la cabeza para observar al castaño que no dejaba de mirarlo con preocupación.
YoonGi notó como los ojos del pelinegro se cristalizaron para luego dejar que las lágrimas cayeran silenciosamente.
—Él no está aquí. No existe —murmuró el menor, dándole la espalda a TaeHyung—. YoonGi, necesito mi medicación.
Abrió la boca asombrado. La desesperación del contrario le sorprendió.
—¿Te has estado drogando, Kookie? —preguntó divertido el chico desde el asiento delantero.
—No es momento, HoSeok —regañó entre dientes.
Luego del comentario el auto quedó en completo silencio a excepción del llanto de JungKook.
—Me la recetó el médico. —El pelinegro intentó explicarse y luego se puso a respirar con determinación, intentando calmarse.
—¿Por qué tienes que tomar pastillas? —Pasó uno de sus brazos por sobre los hombros del menor y lo acercó hacia sí.
—Tae —murmuró, como si aquello fuera la respuesta de todo—. Desde que se fue no puedo dejar de verlo. Alucino con que siempre está a mi lado.
—JungKook. —YoonGi se quedó estático y pasó la mirada desde el pelinegro hasta el castaño.
Recién entonces se dio cuenta que JungKook pasaba por todo eso completamente solo. YoonGi nunca estuvo pendiente de lo destrozado que lo pudo dejar la partida de TaeHyung.
—Esta vez Tae está aquí. Todos lo vemos.
JungKook giró la cabeza hacia TaeHyung y él se alejó del chico cuando lo vio con la mano elevada para intentar acercarse a la cara del castaño. Apenas la tocó se alejó rápidamente.
—Lo lamento —murmuró JungKook de manera avergonzada.
—Muy bien... —dijo HoSeok lentamente y le envió una rápida mirada a JiMin, quien lo observó con el ceño fruncido—. Kookie, ¿ahora nos dirás dónde vive Jin?
—Lo siento. —JungKook se disculpó y después se acercó a los asientos delanteros para darle indicaciones a JiMin.
Durante el transcurso JungKook se sentó en la punta de los asientos traseros para decirle a JiMin por dónde tenía que ir. Ni siquiera se volteó para darle una rápida mirada a TaeHyung.
—Aquí es. —El pelinegro apuntó hacia el edifico—. Debes ir a la puerta número 5.
YoonGi se bajó rápidamente para correr hacia el edifico que le indicó el pelinegro y subió por las escaleras para llegar al departamento. Cuando estuvo delante de la puerta desgastada tocó repetidas veces y apenas esta se abrió identificó a Jin, quien se restregó un ojo con sueño y cansancio.
—¿Quién mierda eres y por qué me despiertas?
—Jin, soy un amigo de NamJoon. —El chico inmediatamente tuvo intenciones de cerrar la puerta, pero evitó que lo hiciera.
—¿Qué quieres?
—Nam Joon se va.
SeokJin asintió, como si fuera algo que no importaba—. Pues bien por él. —El castaño se dispuso a cerrar la puerta.
—Se ira a Norteamérica, Jin. Debes impedir que lo haga.
El chico se quedó mirándolo unos cuantos segundos y se encogió de hombros—. Es cosa suya, no tiene por qué importarme.
—Te quiere, de verdad lo hace. No lo dejes ir —dijo rápidamente, pero el contrario no cambió su expresión.
—Me da igual si me quiere o no. Nunca funcionará. —Negó con la cabeza, aunque mantuvo una sonrisa—. ¿Acaso no lo haz visto? Siempre anda con traje y corbata, mientras yo...
—No pienses en esa mierda —gruñó con molestia—. Es tu decisión, ¿bien? —Le dio una mirada antes de dar un paso atrás y dejar que el otro hiciera lo que quisiera.
—¿De verdad se irá?
—De verdad —confirmó.
Jin se pasó lentamente la lengua por sobre los labios, como si estuviera pensando.
—Pues que se vaya —musitó mirándolo a los ojos para luego cerrar con fuerza la puerta.
YoonGi suspiró y dejó caer la cabeza sobre el gran tablón de madera que estaba delante de él. Se quedó ahí unos segundos para después darse la vuelta y bajar por las escaleras.
—¿Cómo te fue? —preguntó HoSeok, quien estaba recostado en el auto.
—NamJoon se irá —contestó sin más.
El pelinegro simplemente asintió mientras apretaba los labios—. Al menos lo intentaste.
Le pegó una suave palmada a HoSeok en el hombro y este entró por la puerta trasera del auto, así que YoonGi se subió de copiloto, logrando que el vehículo se dirigiera hacia la casa de JungKook.
Envió una rápida mirada hacia atrás. HoSeok le hizo una divertida mueca, pero solo él le respondió con una suave sonrisa, no era el momento de reír. JungKook mantenía las manos sobre sus rodillas y se balanceaba suavemente en el asiento mientras que TaeHyung no dejaba de mirarlo con el ceño fruncido, casi como si estuviera preocupado y pensara en qué hacer para despabilarlo.
En cuanto llegaron a la casa del pelinegro este inmediatamente se puso alerta, como si lo que más quisiera era bajarse del auto. JungKook le dio una suave sonrisa a HoSeok y este abrió la puerta para dejar ir al pelinegro.
—Ojalá les haya sido de ayuda —dijo el chico antes de salir por completo del vehículo y cerrar la puerta.
A través del espejo YoonGi vio como JungKook caminaba con pasos rápidos hacia su casa.
—Como que dejaste traumatizado al chico —dijo HoSeok mirando a TaeHyung mientras se ponía más cómodo en el asiento de atrás—. Es triste su relación. Deberían arreglar las cosas o al menos hablarlas. Cada uno de ustedes tiene una idea equivocada del otro.
—¿Debería hacerlo? —murmuró TaeHyung para sí mismo mientras miraba a través del vidrio hacia la casa de JungKook.
El auto rápidamente se puso en marcha hacia la casa de HoSeok.
—Es una pena que NamJoon se vaya —volvió a hablar HoSeok, aunque sabía que lo hacía con la intención de alivianar el ambiente.
—¿No hay ninguna posibilidad de que Jin lo busque? —preguntó JiMin al detenerse
frente a la casa del pelinegro.
—No creo que la haga —murmuró mirando hacia la casa del extraño chico.
HoSeok se bajó del auto despidiéndose alegremente. Cuando vieron que el chico se tiró de la corbata y entró a su casa el vehículo empezó a andar.
—Tae —El aludido levantó la cabeza para verlo. El castaño pareció estar un poco decaído—, ¿estás bien?
—Sí, es solo...
—Podrás arreglar las cosas —alentó.
—Me sorprendió bastante JungKook —dijo el otro suavemente—. Nunca pensé que mi ida causaría ese cambio en él.
Con más rapidez de la que esperó, JiMin estacionó su auto frente al gran edifico. Todos se bajaron sin decir nada más y YoonGi se aseguró especialmente de bajar las cosas que le dio NamJoon. Cuando subieron por el ascensor todos estuvieron distanciados y Tae se bajó en su piso con una rápida despedida de manos.
—Me siento triste —comentó JiMin cuando estuvieron solos.
—Es el día de nuestra graduación —murmuró, sintiéndose extrañamente decepcionado.
—Y ni siquiera la pasamos bien. —Ambos salieron del ascensor cuando las puertas se abrieron—. ¿Puedes creer que NamJoon se vaya? O sea, no es que fuéramos mejores amigos, pero me llevaba realmente bien con él, siempre fue divertido y hacía lo que le apetecía a pesar de que estuviéramos en una importante reunión o algo.
—Creo que lo extrañaré. —Se acercó hasta la puerta cerrada para abrirla y los dos entraron lentamente a la oscura habitación.
Ambos se sacaron con lentitud los zapatos para avanzar por la oscura vivienda. YoonGi se tiró un poco de la corbata mientras que caminaba hasta la habitación de JiMin.
—¿Dormirás conmigo? —preguntó el castaños mientras él dejaba las cosas que le pasó NamJoon sobre el escritorio.
—¿Me voy a mi cuarto? —Apuntó hacia la puerta y claramente su pregunta sonó a broma.
—Quédate conmigo. —Se acercó JiMin hasta él para abrazarlo.
Los dos se desvistieron rápidamente para ponerse sus pijamas y acostarse debajo de las mantas.
—No te preocupes demasiado —dijo JiMin por milésima vez ese día mientras pasaba su mano lentamente por el cabello de YoonGi y lo apegaba a él.
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