Capítulo XIX
—¿Dónde estabas? —Se sorprendió al ver a JiMin apenas abrió la puerta del departamento.
No le contestó y solo pasó por la puerta con su gran bolso al hombro, la mochila en una de mis manos y una caja en la otra.
—¿Qué pasó? —Frunció el ceño ante la insistencia de JiMin—. ¿Pasó algo con tus padres?
—¿Tu padre ya te avisó? —murmuró mientras caminaba hacia la que ahora sería su habitación y dejó las cosas sobre la cama.
—En realidad no me dio muchos detalles. Solo me dijo que te quedarías conmigo porque habló con tu padre.
Dejó caer todo en la cama—. ¿Puedo dejar mis cosas en el cajón?
JiMin asintió con el ceño fruncido, como si eso no fuera el tema realmente importante. Y no lo era.
Empezó a sacar la ropa de su bolso y la metió dentro de los cajones vacíos del gran ropero.
—YoonGi —Se volteó para ver a JiMin, pero no dejó de ordenar sus cosas—, quiero que sepas que no me molesta para nada que te quedes aquí.
—Gracias —susurró y volvió a concentrarse en los cajones.
—YoonGi —lo volvió a llamar el contrario y cuando se volteó se dio cuenta que estaba demasiado cerca—, ¿está todo bien? —preguntó el castaño poniendo sus manos sobre sus hombros para después abrazarlo.
Se quedó estático ante el acto de JiMin y se preguntó desde cuándo se volvieron tan cercanos, pero no obtuvo ninguna respuesta. Con ese chico nada era claro.
Pasó las manos temblorosas por la espalda ajena y cerró los ojos fuertemente. Sintió que lo necesitaba, que debía abrazar a alguien para dejar de sentirse solo y desdichado. Verse confortado lo hizo librar los sentimientos y sollozó.
—YoonGi, ¿qué pasó? —JiMin sonó alterado, por lo que se separó del chico para verlo, aunque este lo tomó por las mejillas.
Al darse cuenta que no podía alejar la cara de las fuertes manos ajenas cerró los ojos como si así el otro no lo pudiera ver.
—Todo estará bien. —Se sorprendió al escuchar tales palabras, especialmente porque era JiMin quien las decía e incluso este volvió a abrazarlo durante un rato para luego separarse y sentarse con cuidado en la cama—. Iré a prepararte algo.
No le dejó contestarle y el otro simplemente se levantó para dirigirse a la cocina. YoonGi se puso de pie y fue hasta su bolso para sacar su pantalón de pijama, el cual cambió por el que tenía puesto. Hizo a un lado las sábanas y se acostó debajo de ellas, cubriéndose hasta la cabeza.
—YoonGi, toma un poco —pidió JiMin tan sólo unos pocos minutos después.
Destapó un poco su cabeza para mirar al chico, quien tenía una taza humeante entre las manos. Se levantó y tomó la taza con los dedos temblorosos para beber del líquido tibio. Poco después lo terminó y dejó la taza sobre la mesilla de noche.
Se sintió nervioso una vez que todo quedó en silencio, especialmente porque JiMin no dejaba de mirarlo, pero no pudo comentar nada al respecto porque su cuerpo pareció moverse solo, acercándose así al rostro del contrario tanto así que sus labios se toparon con los ajenos, ofreciéndole un contacto suave y húmedo. Aunque al ser consciente de ello se separó de golpe.
—Lo siento —soltó casi sin voz.
JiMin no dijo ninguna palabra por unos cuantos segundos que se le hicieron eternos—. Me acostaré —soltó el castaño sin mirarlo y salió de la habitación cerrando la puerta a sus espaldas.
Una vez solo dejó caer la cabeza con pesadez sobre la almohada. Eso era horrible... ¿Qué mierda acababa de hacer? ¿Desde cuando refugiarse en JiMin le pareció una buena idea?
A pesar de muchas divagaciones logró dormir, por lo que al día siguiente se vio en la necesidad de tomar su mochila y echar todos los cuadernos necesarios. Por primera vez llevó los materiales necesarios para el día correspondiente.
Puso la mochila sobre su hombro y salió de la habitación con la intención de llegar hasta la puerta del departamento, pero se detuvo al ver a JiMin en la cocina solo con bóxers.
—Buenos días —dijo el otro sin siquiera mirarlo.
—Buenos días —murmuró para luego tomar las llaves del departamento que estaban sobre un mueble a un costado de la puerta principal.
Una vez con el objeto asegurado en su bolsillo salió casi corriendo del departamento y caminó por el pasillo para luego subir al ascensor que ya estaba abierto. Las puertas se cerraron y esperó ansioso a que se abrieran de nuevo para poder escapar hacia el exterior.
Salió del edificio con la cabeza gacha, se puso los audífonos y los conectó a su teléfono. Caminó hasta la parada de autobuses y se subió inmediatamente a uno que se dirigía hacia el instituto. Se sentó junto a la ventana y puso atención al paisaje.
¿Cómo debo reaccionar ahora?, pensó afligido al recordar lo que sucedió con su compañero de piso el día anterior.
Viviría con JiMin hasta que acabara con el instituto, así que se tendría que llevar bien con él, pero después de besarlo... ¿Qué pensará? ¿Huirá de él? ¿Lo molestará aún más?
En cuanto el autobús se detuvo en la parada más cercana al instituto se bajó rápidamente y caminó hacia el edifico. Como de costumbre recibió algunos empujones de unos chicos que estaban en su clase, pero no le tomó mayor atención y caminó hacia su salón.
Normalmente llegaba después que JiMin, pero ese día lo único que quería era escapar del castaño, no verlo, desaparecer. Así que supuso que fue normal que la gente lo mirara un poco raro por llegar tan temprano.
Una vez que llegó a su salón se sentó en el último puesto y subió la mochila sobre la mesa con la intención de sacar lo necesario para la primera clase. Probablemente aquella fue la primera vez que iba al instituto a hacer lo que realmente tenía que hacer.
Su teléfono vibró en su mano y se vio en la necesaria de desconectar los audífonos para llevarse el aparato a la oreja.
—Hola, YoonGi. —La voz del doctor lo hizo pestañear unas cuantas veces, aturdido por su imprevisto contacto.
—¿Pasa algo? —preguntó por su llamada tan temprana en la mañana.
—Solo quería avisarte que tu madre acaba de tomar el bus hacia su nuevo hogar.
Sonrió al pensar en su madre—. ¿Cómo estuvo? —preguntó y recostó la cabeza sobre su mochila, la cual seguía sobre la mesa.
—Lloró mucho, pero fue por la emoción y porque te echaría de menos —murmuró y luego rio suavemente—. Me tengo que ir, YoonGi. Hablamos después.
La llamada se cortó y YoonGi alejó el aparato de su oreja, cosa que hizo que de reojo viera a JiMin entrar al salón, aunque el chico ni siquiera le dirigió una mirada y eso fue suficiente para dejarlo tranquilo durante la mañana porque luego, ya entrando el almuerzo y con la bandeja de comida recién puesta sobre la mesa vacía, sintió algo chocar contra la parte posterior de su cabeza, haciendo que su rostro casi se sumergiera en la sopa. Se llevó la mano derecha hasta el lugar del impacto para encontrarme con algo espeso y líquido a la vez.
Bufó y se levantó de la mesa tomando su mochila con la mano desocupada. Cuando volteó se asombró al ver a JiMin reír junto a sus amigos. Tenía la leve esperanza de que actuara de otra manera después de lo que pasó, pero en realidad seguía siendo el mismo chico idiota que se burlaba de él.
Salió del comedor para dirigirse hacia los baño. Aún mantenía su mano sobre su cabeza, percatándose de que el objeto que le lanzaron era un huevo.
Ya en el sitio se acercó hasta el lavamanos y abrió la llave para meter la cabeza debajo del agua. Esperó a que todo lo que quedaba de huevo se fuera por el pequeño orificio del lavamanos.
Todo eso era horrible. ¿Qué debía hacer? Lo único que tenía claro es que tenia que quedarse con JiMin hasta terminar el instituto, así podría ir con su madre sin generar mayores problemas.
Salió del baño y se dirigió hacia el gran patio del instituto junto con su mochila en el hombro. A la mierda con el almuerzo. Se sentó sobre el pasto y se apoyó sobre uno de los tantos árboles que había. Atrajo su mochila hacia sí y sacó su teléfono para escuchar algo de música. A la par, rebuscó en él interior del bolso para encontrarse con la libreta negra que NamJoon le devolvió el día anterior.
Abrió el cuadernillo y se dispuso a leer superficialmente unas cuantas páginas. Sus palabras estaban en todos lados, con los sentimientos escurriéndose por entre las páginas y dejando en evidencia el desastre que realmente era su vida.
Se dirigió hacia la primera hoja en blanco y escribió.
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