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Capítulo XI

—Serás mi ayudante personal. —La expresión ajena cambió, convirtiéndose en una sonrisa distinta, casi malévola.

Se lo pensó durante unos exiguos segundos porque no sabía qué implicaba realmente trabajar con el otro y tampoco tenía asegurado que su ayuda le serviría, pero aun así concluyó que no podría ser tan malo. Le bastaba con que hicieran el anzuelo perfecto para que TaeHyung volviera.

—¿Eso es malo? —se atrevió a preguntar mientras hacía tamborilear los dedos sobre sus rodillas al sentirse nervioso.

—Un poco. —La sonrisa de NamJoon se hizo ligeramente más grande. 

—¿Solo un poco?

—Averígualo tú mismo. —El hombre rio levemente para luego levantarse de su asiento—. ¿Qué te parece si vienes mañana en la tarde y así me presentas al chico que te gusta?

Asintió y se levantó de la silla para inclinarse levemente y salir por la puerta luego de un adiós de parte de ambos. Una vez fuera se encontró con JiMin, quien seguía charlando con la chica. YoonGi no tenía tiempo para preocuparse por él, así que simplemente fue hacia el ascensor para bajar. Ya estaba demasiado oscuro y necesitaba llegar a casa, aunque todo pareció convertirse en un caos cuando llegó.

Se afirmó del marco de la puerta para no perder el equilibrio. Su cabeza dio vueltas y creyó que fue la primera vez en su vida que sintió que en realidad moriría.

—Mamá —la llamó, pero ella no le contestó. Su cuerpo lentamente cayó al no poder soportar sus propias piernas—. Mamá...

Respiró agitadamente por unos segundos hasta que el llanto se hizo presente. Quiso correr hacia ella, pero no pudo moverme, solo estaba ahí, estático, sin saber qué hacer.

—¡Mamá! —Ella no hizo nada, solo permaneció ahí.

Rebuscó en sus bolsillos con rapidez la billetera y cuando la encontró sacó la pequeña tarjeta que el médico le dio. Tomó su celular y marcó el número que salía en el papel con rapidez.

Uno, dos, tres...

—Hola, buenas. ¿Qué...?

—Tienen que venir. —Mi voz se hizo inaudible por el llanto—. Mi padre...

—¿Cómo se llama tu padre? —La voz femenina preguntó desde el otro lado de aparato, pero YoonGi se mantuvo un momento en silencio. Se sentía demasiado afectado por todo.

Dijo con rapidez el nombre de su padre y después de cortar la llamada se acercó hasta la mujer que estaba tendida en el suelo.

—Mamá —la volvió a llamar, pero ella permaneció inmóvil en el sitio, con el rostro aún sangrándole por los golpes.

Se detuvo un momento ahí, aunque rápidamente llegó su padre a su cabeza y se trasladó por toda la casa con la intención de buscar al hombre, pero no lo encontró por ningún lado, hasta que llegó a su propia habitación. Ahí estaba el otro, tirado en el suelo murmurando cosas que no entendía y con las manos llenas de sangre, sangre de su madre. Se acercó enormemente furioso. Subió sobre su cuerpo inconsciente y dio el primer golpe justo en la nariz. Luego apareció el segundo, el tercero y el cuarto...

La puerta se abrió, pero eso no le importó para nada. Solo se concentró en golpear al hombre, el cual no tenía ni conciencia para defenderse. Alguien lo tomó de las manos y lo alejó del cuerpo inerte de su padre. En ese momento vio muchas cosas, pero especialmente el color blanco lo segó.

—Joven Min —llamó alguien, pero no supo quién era, no cuando tantos hombres de blanco se acercaban a su padre.

—Mamá —la llamó otra vez.

Se levantó del suelo e intentó soltarse del agarre que no lo dejaba acercarse a la mujer.

—Tranquilo, YoonGi. Ella está bien y ahora va camino al hospital.

—Necesito ir con ella. —Intentó que el agarre se aflojara, pero el hombre no parecían querer soltarlo.

—Yo te llevaré con ella. —Cuando se enfocó en quien lo sujetaba notó al doctor que los atendió hace pocos días.

Se largó a llorar ahí mismo a la vez que sentía que el hombre aflojaba su agarre. Ante ello su cuerpo cayó lentamente ante su propio peso y se encontró llamando a su madre a susurros, como un niño pequeño.

—YoonGi —No quería escuchar a nadie, pero la voz de igual forma resonó en su cabeza—, esta noche tu madre estará en el hospital al igual que tu padre, pero tú no te puedes quedar solo en casa teniendo en cuenta lo que sucedió. —El hombre se tomó un tiempo antes de continuar—: ¿Tienes algún familiar o amigo con el que te puedas quedar?

Se quedó quieto al pensar que no, maldición. Su familia era su madre y no tenía a nadie más aparte de ella. Por otra parte, ¿un amigo...? No, en ese momento no tenía a nadie en quien confiar ni con quien sentirse cómodo. JungKook parecía demasiado preocupado de sí mismo como para reparar en él y TaeHyung no estaba, pero de ser así YoonGi sabría que ciegamente podría confiar en él. En cuanto a más personas...

JiMin.

Se enfocó en el médico y negó con la cabeza. Su compañero de clases de ninguna manera podría ser una opción.

—Me quedaré con mi madre —zanjó y se levantó del suelo mientras apretaba los puños a los costados de su cuerpo.

—No puedes acceder al área donde ellos estarán dentro del hospital. Aunque decidas quedarte fuera estarás solo allí. —Hizo una mueca y se encontró con los ojos preocupados del hombre—. Prefiero que alguien que conozcas te acompañe.

—Está bien. —Suspiró y se dio por rendido.

—Entonces prepara unas cosas para llevarte.

—No es necesario que me lleve. —Frunció el ceño porque ya no quería llorar más y los ojos le ardían bastante.

De reojo vio a los hombres tomando a su padre y lo sacaron de la habitación. El doctor tenía razón, no podría quedarse en esa casa, al menos no solo.

Suspiró y fue hacia su armario, de donde sacó un bolso para echar un poco de ropa junto con otras cosas necesarias.

—¿Estás listo? —le preguntó el médico en cuanto se dio vuelta con el bolso colgando del hombro.

Asintió y el contrario le hizo un ademan con la cabeza. Los otros doctores ya se llevaron a su madre junto con su padre, por lo que la casa de a poco se estaba silenciando.

Salieron de la vivienda y se aseguró de que ninguna persona quedara dentro del hogar antes de cerrar con llave.

—¿Hice mal en golpear a mi padre? —se atrevió a preguntar mientras entraba al elegante auto del contrario.

—En cierto modo sí. —El otro hizo una mueca—. Pero digamos que se lo merecía.

—Si soy sincero... —Se detuvo un momento para tomar un poco de aire y sus manos jugaron entre ellas con nerviosismo—. Tengo miedo.

—¿Miedo de qué? —El médico encendió el auto.

—No estoy muy seguro, pero no quiero que esto vuelva a pasar. —Miró hacia la ventana porque no quería que el contrario se diera cuenta que sus ojos se cristalizaron.

¿Qué tan patético podía ser?, pensó en un intento de presionarse a sí mismo y evitar que lo consumieran el cúmulo de sensaciones producidas en ese momento.

—Tienes razón. De seguro sientes mucho miedo. —El doctor le dio una rápida mirada—. Tienes que sentirlo; eso es lo sano, aunque no sea satisfactorio.

Observó a través del parabrisas porque no quería seguir mirando la cara del hombre, no quería que se diera cuenta de lo que sentía y cómo lo conmocionaba toda la situación. Si el pilar de la familia estaba así, ¿cómo se suponía que estaban todos los otros integrantes?

—YoonGi —lo llamó el contrario, así que giró la cabeza para mirarlo—, también tengo un poco de miedo.

—¿Por qué? —Frunció el ceño.

—En realidad tengo mucho miedo. —El otro soltó una risa nerviosa e hizo una larga pausa—. Tengo miedo de que te conviertas en un hombre como tu padre. —El sujeto pareció notar su expresión porque se apresuró en aclarar—: No nos conocemos y no sé qué tan cerca o lejos estés de ello, pero probabilidades hay.

Miró hacia el frente y razonó que él también tenía miedo de ello.

—Intentaré evitarlo —dijo decidido. Convertirse en una persona como su padre era lo peor que le podría pasar.

—¿Dónde tenemos que ir exactamente?

Fijó la vista en el doctor y rio un poco. El otro ni siquiera le preguntó la dirección y ya se puso a conducir. Por ello mismo cambiaron brutalmente de rumbo después de decirle la dirección correcta y cuando ya fueron acercándose al lugar se sintió nervioso, principalmente porque esperaba ser bien recibido, después de todo era su última opción.

—¿Es aquí? —Miró por las ventanillas para luego asentir. Abrió la puerta del auto y salió, pero la voz del doctor lo detuvo—. Iré contigo. Tengo que asegurarme que estés en buenas manos.

Se quedó estático, quizás con la boca levemente abierta ante la sorpresa.

El hombre salió del vehículo y caminó hacia su hogar momentáneo. YoonGi cerró la puerta un poco asustado y a grandes zancadas se dirigió hacia él para alcanzarlo.

—No es necesario que me acompañe hasta la puerta. Estaré bien.

—Es mi deber asegurarme de ello —Lo sujetó por el brazo para luego tirar suavemente de él—, así que vamos.

—En realidad no quiero que me acompañe —intentó ser lo menos ofensivo al decir aquello.

—No te avergonzaré. —Le revolvió el pelo con su mano.

—Pero...

—Entonces, ¿qué piso es? —lo interrumpió el hombre mientras posicionaba uno de sus dedos sobre la pequeña pantalla con números.

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