Capítulo VI
Se removió una y otra vez la corbata frente al espejo con la esperanza de que en algún momento dejara de ahorcarlo. Vio en el reflejo como su madre lo miraba desde el marco de la puerta del baño de la habitación.
—Estás muy guapo —alabó ella con una sonrisa.
—Tú también estás muy bonita.
Su vestido verde agua le llegaba casi hasta el suelo, era bastante simple excepto por ese gran detalle plateado que estaba en torno a su busto. Las joyas colgaban desde todos lados, las cuales siempre guardó en espera de una ocasión como esa.
Caminó por un lado de su madre para salir del baño y pasó las manos sobre su ropa para evitar tirarse de la corbata nuevamente.
—Estoy muy ansiosa —dijo la mujer sacudiendo un poco las manos.
El maquillaje la hacía ver diferente, extrañamente parecía mucho más joven o quizás solo se veía más viva.
Escuchó un sonido desde la puerta y pudo ver entrar a su padre sonriendo como nunca antes—. ¿Están listos?
YoonGi no parecía tan elegante como su padre con su traje azul marino. De hecho, tenía miedo que lo confundieran con un camarero o algo por el estilo. Al principio su vestimenta le pareció bien y pensó que no tenía que preocuparse por algo como una fiesta de adultos. Sin embargo, al ver a sus padres tan arreglados tuve miedo de pasar vergüenza solo.
Su vestimenta consistía en un esmoquin negro y una camisa blanca con algunos pequeños dibujitos abstractos esparcidos por aquí y por allá; cabe destacar que no encontró nada más en su armario. Acompañó el vestuario con una corbata que le prestó su padre y, para su suerte, combinaba con esos pequeños dibujos que adornaban la camisa.
Al ver al hombre salir de la habitación junto a la mujer decidió que ya era hora de partir hacia la fiesta. Por ello no estaba nervioso ni ansioso, pero su madre lo ponía de los nervios con esa sonrisa suya y las sacudidas de manos constantes.
Se subieron al auto y YoonGi quedó en los asientos traseros, cosa que no le molestó en absoluto, especialmente porque su madre hablaba sin sacar la sonrisa de su cara mientras le preguntaba a al hombre cómo sería la fiesta.
Solo cuando sintió que el auto se detuvo se tomó el tiempo de mirar por la ventana. En un instante las luces lo cegaron, pero rápidamente logró tener mejor visual del amplio lugar. Las paredes eran blancas y de esta se sujetaban unos focos que brillaban tanto que tuvo que achinar los ojos para buscar la puerta.
Una vez que se bajó por completo del vehículo notó que el lugar no era el hogar de una persona, sino que un centro de eventos elegante y amplio.
Caminó detrás de sus padres sin dejar de mirar a su alrededor. Estaban entrando a un lugar donde habían muchas personas, todas sentadas en mesas con manteles largos y con copas que contenían un líquido dorado y burbujeante en sus manos.
Al sentir que sus progenitores se detuvieron lo hizo también y se colocó a un costado de su padre, quien puso una mano en su hombro aún sin soltar a la mujer.
—Esta es nuestra mesa.
Levantó la cabeza para mirar a las personas con las que tendría que compartir esa elegante cena y se esperó de todo menos ver a aquel chico en ese momento, aunque tampoco debía estar muy sorprendido, tenía el leve presentimiento de que estaría ahí, pero nunca pensó que compartirían la misma mesa. Park JiMin lo miró con los ojos grandes desde el otro lado de la mesa.
Con lo que pasó hace apenas unas noches no sabía cómo mirarlo sin sentir miedo de lo que podría hacer para que se mantuviera callado.
Reaccionó al ver que sus padres ya se sentaron y que era el único parado mirando a JiMin, por lo que tomó asiento rápidamente al lado de su madre y en frente de su compañero de clases, ya que era el único puesto desocupado.
—¿Cuál es tu nombre? —La voz ronca que provino de su costado lo hizo sobresaltar.
No se percató antes, pero tomó asiento al lado de un chico sonriente que tenía un impresionante cabello blanco, en el cual mantenía unas mechas rubias esparcidas por el ordenado peinado.
—YoonGi. —Se acomodó sobre su asiento, ya que se apegó a su madre por el susto.
—Soy NamJoon —dijo el chico sonriéndole, haciendo que se formaran hoyuelos en sus mejillas—. Conoces a JiMin, ¿cierto?
Dirigió la mirada hacia el aludido y logró darse cuenta que este lo estaba viendo, por lo que tosió un poco incómodo y miró hacia los mayores, quienes hablaban de algo animadamente. Aquello le dio un indicio acerca de la aburrida cena que tendría por delante.
Nunca esperó encontrarse en esa situación, pero ahí estaba. Miró su entorno e intentó buscar con la mirada algo con lo que entretenerme, aunque las patadas que llegaban a sus piernas por debajo de la mesa no lo dejaban concentrase. Se acomodó mejor en el asiento mientras intentaba poner atención en la conversación que tenían sus padres.
—JiMin —siseó entre dientes y lo miró. Sí, el chico estaba ahí, justo en frente mirándolo como si en cualquier momento se fuera a reír y YoonGi no sabía por qué.
El lugar era jodidamente grande y por ello agradeció encontrar el esmoquin que se puso hace unos años para el matrimonio de su tía. Estaba un poco ajustado, pero por suerte no parecía que le quedaba chico. A pesar de aquello vestido así concordaba con las personas que tenía a su alrededor. Por otra parte, JiMin llevaba un traje gris con una jodida corbata azul eléctrico que no dejaba de cegarle los ojos. NamJoon portaba un traje azul marino con unos diseños extraños, pero modernos.
Volteó la vista hacia JiMin, el cual le pegó una fuerte patada, haciendo que inconscientemente llevara la mano al lugar afectado para sobarse.
—¿Eso es normal? —escuchó a alguien hablarle muy cerca de su oído, cosa que lo asustó.
Hasta el momento lo único que sabía de NamJoon era que vino en representación de sus padres, los cuales tenían que firmar un contrato con la empresa del padre de JiMin.
Por lo que notó NamJoon y JiMin se conocían desde antes, ya que siempre reían y sacaban un tema de conversación rápidamente. También se percató de que JiMin no quería mantener ninguna conversación con él, pero NamJoon se esforzaba en intentar hablarle.
—Voy al baño. —Se levantó de la silla con cuidado y luego se inclinó levemente en señal de respeto.
Caminó lejos de ellos hacia el cartel del sanitario que vio hace unos minutos cuando buscaba algo con qué entretenerme. Se adentró por las elegantes puertas para entrar a un gran baño y YoonGi sintió que vomitaría de ver tanto color café, ya que estaba por todos lados, las paredes, lavamanos, adornos, incluso el jabón era de color marrón. Intento no darse muchas vueltas con los colores y entró a uno de los cubículo, donde bajó la tapa del inodoro para sentarme sobre esta. Metió la mano en el bolsillo del pantalón para sacar el teléfono y ver qué podía hacer. No quería salir del baño aún porque sería sumamente aburrido volver a la mesa y ya presentía que tenía las piernas moradas por tantas patadas de JiMin, así que necesitaba buscar algo con lo que entretenerse.
Hizo girar el teléfono entre sus dedos, aunque en realidad no tenía mucho que hacer con el maldito aparato, no cuando no tenía internet cerca.
La puerta de color marrón que estaba delante fue golpeada por lo que pareció ser un puño y al abrirla se encontró a JiMin, quien no lo dejó hablar para nada y solo lo empujó, haciendo que quedara sentado en donde estaba un rato antes mientras que el otro se mantenía de pie. El chico cerró la puerta y YoonGi recién se dio cuenta que su celular cayó al suelo, casi desapareciendo por debajo del cubículo del lado.
—No le digas a nadie lo que pasó —exigió el contrario agarrándolo del cuello de la camisa.
YoonGi se sintió confundido—. Ya dije que no mencionaría nada de aquello.
Al sentir la ligera pérdida de aire sus manos se dirigieron hacia las de JiMin con la simple razón de hacerle saber que su agarre pasaba de la incómoda a un ligero dolor.
—Si dices algo te mataré —soltó el chico acercándose hasta su rostro, a lo que él cerró los ojos y abrió un poco la boca buscando aire. Enterró las uñas en las manos ajenas para que se diera cuenta que ya no podía respirar.
Cuando lo soltó su cuerpo cayó ligeramente hacia delante y apoyó una de sus manos sobre su rodilla mientras la otra se sujetaba de la pared del cubículo en un intento de mantenerse estable para controlar su respiración.
—No es como si quisiera que todos sepan lo que pasó —susurró sin mirarlo. Quería que tuviera claro que ninguno de los dos estaba peor o mejor que el otro. Para YoonGi también era difícil afrontar todo lo que sucedió.
—Tener sexo contigo no fue precisamente algo fantástico —alegó el otro con una voz demasiado fuerte para su gusto, haciendo que se sobresaltara un poco—. ¡Ni siquiera recuerdo la mierda que hicimos!
El contrario abrió la puerta del cubículo para salir, pero el reflejo que se mostraba en el espejo hizo que diera un paso hacia atrás, cayendo estúpidamente sobre sus piernas debido al asombro, así que YoonGi lo tuvo que sostener por las caderas para que no llegara a rebotar en el piso.
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