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Capítulo IV

YoonGi tomó su teléfono al escucharlo sonar, esperó un poco y miró a JiMin, quien puso su atención en él, ya que la música no se dejaba de escuchar.

Contestó el celular al ver que se trataba de uno de sus amigos—. ¿Dónde estás?

Volvió a fijar la vista en JiMin mientras intentaba buscar una respuesta o al menos una buena excusa. ¿Qué debería contestar?

—¿Dónde estás tú? —Se le ocurrió preguntar para librarse de su interrogatorio.

—¡Dime dónde estás! —gritó el contrario enojado desde el otro lado del aparato.

—Estoy en mi casa —contestó sin más, aunque con un miedo terrible al pensar que ellos pudieron ir a buscarlo a su hogar.

—Que alivio —escuchó murmurar a TaeHyung entre un suspiro.

—¿Estás con JungKook? —preguntó al preocuparse por su otro amigo.

—Sí —contestó y apostaría que sonrió cuando lo dijo—. Está aquí conmigo.

JiMin le hizo señas en un intento de decirle que saldría por la puerta, así que fue detrás de él a la vez que seguía conectado con su amigo.

—¿Y dónde están? —indagó mientras salía detrás de JiMin de la habitación.

—Aún en el club —le dijo entre suspiros y YoonGi se asustó de inmediato.

A través de la llamada escuchó cómo abrían una puerta y JiMin a su costado miró hacia atrás, así que él también lo hizo. Se encontró con sus mejores amigos saliendo de una habitación, a unas siete puertas de distancia de donde estaban.

Tomó a JiMin de la mano y corrió con él aún con el teléfono en la línea de llamada. Se metió por un pasillo junto con el contrario y no dudó en aplastarlo con su cuerpo para luego poner su cabeza cerca de la ajena y así mirar hacia la derecha para que al menos los otros dos no le vieran el rostro.

Observó su teléfono y cortó la llamada rápidamente sin preocuparse en despedirse de su amigo. Presionó su frente contra la sien de JiMin mientras que escuchaba cómo unos pasos se acercaban.

—¿Qué haces? —susurró el contrario con horror, pero no le contestó y solo le tapó la boca con una de sus mano.

Cerró los ojos fuertemente mientras sentía la presencia de los otros dos chicos a un costado. Escuchó atentamente cómo sus pasos continuaron sin ningún problema y luego bajaron las escaleras. Posteriormente todo volvió a estar en silencio. Dejó salir el aire que tenía acumulado y abrió los ojos, encontrándose con un JiMin que mantenía los suyos bien abiertos, sin dejar de mirarlo.

Se separó lo más rápido que pudo, logrando que su espalda chocara con la otra pared del pasillo—. Lo siento —murmuró impactado.

Sintió un golpe en la sien, lo que hizo que se fuera hacia un lado y quedara levemente agachado. Se afirmó de la pared con una mano mientras que la otra la apoyaba en su pierna para mantener el equilibrio y no caer al suelo.

—No te me acerques —zanjó JiMin, el cual se apegaba a la otra pared.

YoonGi se levantó lentamente y se pasó la mano por la zona adolorida, notando así que un poco de sangre se desprendía de la ceja izquierda y él no dudó en pasarse la manga de la chaqueta para quitar cualquier indicio de una visible herida. Pestañeó unos segundos al darse cuenta que JiMin le recordó a su padre y aquellos lo llevó a pensar en su madre, a quien dejó sola esa noche, por lo que aún no sabía lo que pasó en la casa con ese hombre.

—Vámonos —demandó JiMin y él solo acató.

Bajaron por las escaleras teniendo al contrario siempre por delante mientras YoonGi presionaba suavemente su ceja con el dorso de la mano para que esta no sangrara. Terminaron de bajar las escaleras y JiMin caminó derecho hacia la salida, pero él se sentó en uno de los escalones, ya que sintió un fuerte dolor de cabeza y un ligero mareo.

—Te llevaré a casa.

Levantó la cabeza para encontrarme con la mirada seria de JiMin, quien lo miraba serio unos metros por delante.

Se levantó con la ayuda de la pared y caminó hacia JiMin, quien se puso en marcha en dirección a la salida y él solo fue por detrás. Salieron del local y avanzaron por las sucias calles, aunque se detuvieron al lado de un grandioso auto del que JiMin era dueño. El chico abrió la puerta del piloto y se subió, por lo que a él no le quedó mucho más que dirigirse hacia la otra puerta para sirviese al vehículo.

—No le dirás de esto a nadie, ¿me escuchaste? —gruñó JiMin con la vista fija en el parabrisas y sin echar a andar el auto aún.

Asintió en concordancia con el otro. Tampoco tenía muchas ganas de decirle a alguien que se acostó con el chico que lo golpeaba todos los días que asistía al instituto.

—¿Dónde vives? —preguntó el otro una vez que puso el auto en marcha.

Le dijo la dirección y se recostó en el asiento mientras cerraba los ojos. Ya no se sentía mareado, pero aún le dolía la cabeza, aunque era más probable que fuera por todo lo que tomó la noche anterior.

Sintió que el auto bajó la velocidad, así que abrió los ojos para encontrarme con la calle de su casa. El sol ya salió hace un rato, por lo que las personas caminaban por las calles y regaban sus jardines.

—Es aquí —murmuró hacia JiMin para que se detuviera en una casa cualquiera.

El contrario frenó de un tirón y él abrió la puerta para salir del auto sin decirle alguna palabra al contrario, ya que pensó que ya hablaron todo lo que tenían que hablar. Una vez estando fuera el auto siguió andando y él suspiró de alivio. Caminó hasta su casa y sacó las llaves del bolsillo de su chaqueta para abrir la puerta, encontrándose todo en silencio. Se adentró en el hogar y se dirigió hacia las escaleras, las cuales subió lentamente por estar pendiente de los sonidos que podían haber en la casa. No obstante, no se escuchó nada, por lo que fue hasta la habitación de su madre y ella aún seguía durmiendo. Ante lo mismo frunció el ceño extrañado porque ella normalmente se despertaba muy temprano.

Se dirigió hasta su habitación para dejarla dormir y se sacó la ropa mientras caminaba hacia el baño de la habitación. Fue entonces cuando se miró en el espejo y notó que los chupetones seguían ahí. Bueno... No sé irían en solo unos minutos. El detalle era que no recordaba nada y eso solo hacía que su cabeza doliera más.

Acercó la cara al vidrio para ver la pequeña cortada que le hizo JiMin en la ceja, solo tratándose de algo superficial que sabía que sanaría en unos días.

Se metió a la ducha cuando terminó de sacarse toda la ropa y dejó que su cuerpo se relajara entre el agua tibia. No tenía ganas de pensar, pero se obligó torturarse con la nueva pregunta que haría su vida un gran problema: ¿Qué hizo con JiMin?

El chico le haría la vida imposible, estaba seguro de eso, pero... ¿Qué debería hacer, simular que nada pasó?

Todo eso le comía la cabeza y lo odiaba. Concluyó que resolver todos los problemas que creó con JiMin tenían que ser su mayor prioridad, eso y su madre.

Terminó de ducharse y se vistió sin ganas de hacer nada más que dormir un poco, así que eso terminó haciendo. Fue hasta su cama, se tiró sobre esta, se metió por debajo de las sábanas y se dispuso a dormir.

Despertó al sentir una caricia en la mejilla, pestañeó unas cuantas veces y abrió los ojos para ver a su madre sentada a un costado de la cama.

—¿Cómo estás, cariño? —le preguntó con una tierna sonrisa.

—Bien —dijo sonriendo y se sentó en la cama para tener mayor comodidad—. ¿Cómo estás?

—Estupendo —contestó con una sonrisa, pareciendo mucho más feliz que en cualquier otra oportunidad y eso lo sorprendió.

—¿Por qué estás tan feliz? —interrogó con una sonrisa sincera y se sintió feliz por ella.

—Tu padre —dijo soltando una risilla y bajando la miraba sin cambiar su expresión risueña.

—¿Qué pasó? —preguntó preocupado mientras se acercaba un poco más a ella.

—Ayer no...

La tomé de las manos en un intento de tranquilizarla—. ¿No qué? —Apretó cariñosamente las manos ajenas a la vez que sentía la preocupación consumirlo.

—No me golpeó —susurró suavemente sin quitar su pequeña sonrisa—. Llegó del trabajo y se sentó en la mesa. Se comió toda la cena, me dijo que estaba muy buena y que tenía una muy buena noticia, pero lo quería decir delante de toda la familia, así que lo conversará hoy.

Mierda... YoonGi no quería que su madre se ilusionara con que su padre estaba cambiando. Nunca era sincero con ese tipo de acciones.

Asintió hacia la mujer a pesar de que no pensaba darle otra oportunidad al hombre o estar tan confiado de su "cambio".

Su madre se levantó de la cama con una sonrisa y salió de la habitación, así que YoonGi se recostó en el respaldo de la cama mientras añadía otra interrogante a su lista.

No tenía ni idea de qué haría con todo lo que sucedía. Lo de JiMin le preocupaba, principalmente porque no sabía cómo reaccionaría en el instituto. De seguro todo sería normal; lo agarraría a golpes, después se reiría de lo patético que era y se iría como siempre hacía. La verdad es que prefería que fuera así. Sabía que si JiMin se comportaba de manera distinta se crearían los rumores y YoonGi no quería añadir más cosas por las cuales debiera preocuparse.

Se volvió a recostar mejor sobre el colchón y se tapó hasta la cabeza, intentando desaparecer entre las sábanas de su cama.

—¡YoonGi! —gritó su madre desde la planta baja de la casa con una alegría que hacía que su corazón diera un salto de felicidad—. Llegó tu padre.

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