La historia de Ann V
Día 3: Madrugada
Ann:
Se había hecho muy tarde. Miré a las chicas, en su cara claramente no había ni gota de sueño, siquiera habían bostezado en lo que iba de noche. Yo había dormido gracias a ellas hasta la 1:00 pm por lo que no podía ponerme a fingir que estaba cansada. Entonces, proseguí:
Dormir era algo que definitivamente no pude hacer bien después de aquel mensaje. No sabía qué hacer. Llamé a Jessi esa mañana, supongo que intentaba pedirle algún consejo. Tartamudeé varias veces antes de poder preguntarle:
—Me ... me...
—Claro que te extraño tonta —respondió sin dejarme terminar la frase.
—Esa no era mi pregunta idiota.
—Vamos, no tienes que avergonzarte. ¿Somos o no mejores amigas?
Después de oírla decir eso mi valor se había ido.
Volví a la actualidad por un minuto cuando sentí sus manos sobre las mías, Jessi estaba frente a mí, totalmente apagada, entonces dijo:
-lo siento, no sabía que... tenías que haberlo dicho, eres muy tonta -y de la nada me acarició el pelo como si fuese una mascota.
—No importa —respondí y continué con la historia.
Aunque no sabía qué hacer con Ariel por lo menos podía hacer que Jessi no me extrañara y por eso al día siguiente regresé a la ciudad. Una vez allí sabía que tenía que hacer algo, por lo menos tenía que dignarme a abrir el WhatsApp. Entonces lo hice y encontré un mensaje más, de un minuto después de que me desconectara la noche anterior
-Si te sirve de algo, a Claudia, la chica de aquel día no le gustan los hombres.
De alguna manera no servía de nada. Daba igual que le gustasen o no los hombres. Ese no es el problema, lo que necesitaba saber era cual era el motivo por el que aquel chico dulce que había conocido se dejaría besar por alguien más.
Tenía que verle. Le escribí que había vuelto y que quería verle, sin embargo, me dijo que no podía ser que estaba en casa de su padre. Que decepción. Pensé que quizás la vida me estaba dando señales de que no era correcto seguir por ese camino. Pero después recordé que nunca he creído en esas cuestiones de la vida y las conspiraciones del universo.
Como si mi vida no pudiera ser peor aún, tenía que acompañar a una peluquería que según mis cálculos quedaba cerca de su casa. Era horrible estar tan cerca de donde él vivía sin saber cuál de aquellas casas era la suya. Entonces supe algo que nunca habría descubierto.
En las peluquerías suele hablarse de cosas que no soporto en lo más mínimo, pues nunca he sido una chica de hablar sobre cosas superficiales. Pero a diferencia de muchas otras veces, mi hermana se encontró con una amiga con nuestros mismos gustos, que, por casualidad, porque supongo que después de tantas estoy empezando a creer en ellas, vivía cerca. Mi hermana le preguntó si había comprado el nuevo disco de Avenged, ella como siempre especulando. Ella respondió que se lo había enviado de la misma ciudad comercial donde compré el mío el padre de Ariel uno de sus vecinos.
No podía ser casual que él solo hubiese ido a casa de su padre sabiendo que yo estaba cerca de aquella ciudad. Quizás él había ido a verme o quizás solo había ido a visitar a su padre. Cualquier cosa era posible y después de todo yo le había comentado que iba allí cada verano. Entonces aquel hombre... no lo sé, sería demasiada coincidencia.
—Me encantaría saber que hubiese pasado si te quedabas —dijo una voz que apenas había escuchado desde que empezamos a contar estas historias, Mel.
—Nunca lo sabremos, pero conociéndole aprovecharía cualquier cosa para encontrarme —le respondí inmediatamente, a pesar de que nunca me había preguntado eso a mi misma. Luego, continué
Pensando en la posibilidad de que hubiese emprendido dicho viaje solo por mí, tomé la decisión de darle una oportunidad. Comenzamos a escribirnos de nuevo, incluso más que antes, íbamos a todos los eventos de Discssong juntos y sus amigos hasta cierto punto me agarraron cariño e incluso me pidieron disculpa, todos, sin excepción... sin embargo, nunca volvió a ser lo mismo.
—¿Han escuchado que cuando las personas viven una experiencia muy fuerte a veces olvidan parte de esos sucesos? —pregunté pero una vez más parecía una pregunta retórica y nadie respondió— pues, lo que les contaré mañana, permanece borroso en mi memoria.
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