La historia de Ann I
Día 1: noche
Raven Ann Darfe:
Supongo que buscamos el amor porque nos enseñan que es lo mejor de la vida, lo más hermoso que podemos alcanzar. Mi mejor amiga siempre dice que si Walt Disney estuviera vivo, lo demandaría, que él tiene la culpa de ponerle un final feliz a cuentos que terminaban en tragedia como el de la sirenita. Realmente pienso que no es su culpa, que lo creemos porque es lo que necesitamos creer, lo que queremos creer.
Con el tiempo las personas van afrontando los golpes del camino que eligieron seguir, cargando el peso de sus errores y van dejando de creer en los finales de cuentos de hadas. Pero yo, creo que existen, es más las he escuchado, presenciado y hasta vivido. Pero sé que no son exactamente como la sirenita de Disney, sino como la de Andersen, trágicas, tristes y a veces manchadas de sangre.
Que reflexión más extraña hice sobre el amor, eso deben creer todos, estoy segura de que la profe se arrepintió de haberme hecho leer la tarea. No sé para que lo intenta. Al fin y al cabo, siempre he pensado en Romeo y Julieta, justo como Eleanor (personaje protagónico del libro Eleanor y Park de Rainbow Rowell), siempre he sido de las pocas que recuerdan el personaje de Rosalina, de las que piensan que hay más como ella que como Julieta...
Fui salvada por la campana, que suerte, ella no lo entendería y podría convencerme de que hay errores en mis ideas, de todas formas, que se yo de amores... Solo tengo 20 años o eso es lo que diría ella después de una larga charla sobre positividad y energía. Pero a pesar de eso me gustaría que lo intentase.
Las clases acababan ese día, por fin podría irme a casa. Pero para mi sorpresa no podía volver. La ciudad estaba en cuarentena, lo que parecía una amenaza lejana se volvió real, y todos los alumnos extranjeros tuvimos que quedarnos. En total éramos 5, casi todas de nacionalidades distintas. La mayoría apenas nos conocíamos. Estábamos allí sin poder escapar a los silencios incómodos y aun así teníamos que convivir allí quien sabe cuánto.
Nos entregaban los suministros una vez a la semana, nos turnábamos para todo y las cosas marchaban bien.
Se pasaba bastante extraño, éramos casi desconocidos, lo único que sabíamos común era el insomnio y las ganas de volver a casa. Por suerte a Jessi, mi mejor amiga, se le ocurrió la idea de que debíamos conocernos mejor, y así comenzamos a contarnos cosas simples, lo que sabes de alguien por su perfil de Facebook.
Pasaron los días, y cada vez hablábamos más. Generalmente lo hacíamos sentadas en el suelo en algo que no se podría nombrar exactamente como círculo, pero era algo así. hablábamos tanto que ni siquiera recuerdo cómo es que empezamos a hablar sobre amor.
La mayoría habían escuchado la reflexión que hice en clases y aun así me hicieron contarle una historia, una hermosa, una de amor.
—Vamos Ann, todas vamos a contar una historia, no tenemos culpa de que te haya tocado de primera. —exclamó Jessi.
—Ah, siempre tuve mala suerte para esto de sacar el palillo más pequeño —dije después de suspirar.
—Ann, cuéntales la historia de Ariel. Esa es preciosa —sugirió Jessi con su característica e insistente voz.
—Pensaba contar la historia de Dan, porque esa termina bien —comenté.
—La vida es dura, ya somos grandes para saber que no todo es color de rosa. Pero esa historia, esa historia es genial a pesar de terminar en gris. Me entiendes —continuó insistiéndome.
—Jessi tiene razón y además nosotras somos muy curiosas —la apoyó Ali.
—Chismosas más bien —dijo Chelsea a modo de aclaración.
Y entonces comencé a contar aquella triste historia de amor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro