
Viaje
#Superbat #OmegaClark #AlphaBruce
Capítulo 8: Viaje.
𝘝𝘪𝘢𝘫𝘦. 𝘚𝘦𝘨ú𝘯 𝘦𝘭 𝘥𝘪𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘳𝘪𝘰, 𝘵𝘳𝘢𝘺𝘦𝘤𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘢 𝘰𝘵𝘳𝘢. 𝘕𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘦𝘴, 𝘢𝘭𝘧𝘢, 𝘩𝘰𝘺 𝘩𝘪𝘤𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘭𝘦𝘵𝘢𝘴.
Los sucesos extraños no se detuvieron con los dos acontecimientos que Barry y Diana habían encontrado. Fueron más que eso, pero siempre muy cortos, siempre en una especie de control que terminaba cuando la Liga iba a intervenir, pero dejaron muchos destrozos y miedos por la ciudad. Bruce estaba totalmente seguro de que todo era obra de Lex, pero el alfa estaba disfrutando de unas buenas vacaciones lejos del país y no lograba encontrar la manera de conectar los casos con su empresa; se sentía totalmente perdido.
—Descansa. —Clark se asomó en la cueva. Finalmente comenzaba a notarse algo abultado su vientre, aunque su fuerza y sus poderes simplemente parecieron hacerse más fuertes. Bruce imaginó que fue con el fin de proteger al bebé y se sintió más seguro con eso de alguna manera.
—Ellos no descansan. —Nunca había descansado por cosas como esa y, definitivamente, no ahora. No cuando su hijo estaba en camino y estaría expuesto a ese mundo vil y cruel. Tenía que deshacerse de eso antes de que su cachorro llegase al mundo. —No voy a dejar que mi hijo nazca en un mundo donde no estamos seguros.
—Nunca hemos estado exactamente seguros, pero No podrás salvarlo si sigues sin dormir, ¿Sabes?
—Humm
—Además, hice un nido nuevo.
Maldito Clark y su forma como se frotaba contra él, ronroneando y acariciando en los lugares correctos mientras besaba también su mejilla. Su perdición era moverse y llenarse de su aroma, el que compartían, junto a ese tenue olor a uvas que pululaba en su pelo de una manera deliciosa.
—Eso es hacer trampa.
—A parte, no sé por qué, pero he estado toda la mañana tan mojado —ronroneó cerca de su oído. —Y mis dedos ya no son suficientes.
Bruce gimió molesto. —Clark —Sus manos subieron por la mejilla del omega, aún tenía su nariz enterrada cerca de su cuello mientras el omega estaba inclinado a su lado. —No seas tan descarado.
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—Lo siento, de verdad. Lo siento mucho.
Barry estaba algo acongojado. El último ataque había sido en medio de una misión y la bomba de humo logró alcanzarlo. Había conseguido hacer daño a un par de personas, aunque nada de gravedad, porque los demás llegaron allí a tiempo.
—No es tu culpa. —Kal-El pasó una mano alentadora por la espalda de Barry. —No es algo que se pueda controlar.
—Pude hacerle daño a alguien; pude hacer algo sin remedio.
—Pero no lo hiciste. Además, todos somos conscientes de que nunca harías algo así. Ninguno de nosotros lastimaría a alguien porque sí, ¿Verdad? —El omega se sentó a su lado. Incluso Batman había pasado por lo mismo y no lo culparía. —Si de repente me pasara a mí e hiciera algo horrible, ¿Me culparías igual?
—¡¿Qué?! ¡No!
—Entonces, no lo hagas contigo.
—Batman dijo que a ti no te afectó.
—Supongo que la kryptonita no natural no funciona conmigo. —Se encogió de hombros. El alfa seguía intentando averiguar el porqué.
Iba a seguir divagando sobre el asunto, pero los pasos de Batman resonaron por el pasillo.
—Ha habido otro ataque. Diana y Hal están ayudando; no ha sido muy grave, pero esta vez ha sido más en el centro de la ciudad.
—¿Oh? ¿Hemos podido rastrear algo? —preguntó Oliver.
—No, pero Diana y yo creemos que intentan hacerlo en un lugar lo suficientemente público o siguen probando con nuevos inventos. Mirad esto. —Encendió la pantalla. —Los ataques han pasado de lugares marginales a sitios residenciales y los últimos a lugares públicos. Además, el efecto de control mental es cada vez más prolongado.
—¿Qué se supone que quieren lograr con todo eso?
—No lo sabemos, pero al menos las mascarillas de gas están funcionando. Al menos ni Diana y Hal se han visto afectado por ellos. Ya vienen de camino.
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Bruce pasó sus dedos por el vientre levemente redondo de Clark. Estaba un poco emocionado de ver como pronto se haría más y más grande. Detuvo el recorrido cuando llegó al final de la panza redonda y quedó en medio de sus pechos, a esos también quería verlos de la misma manera. Volvió a mover su mano hacia atrás, un leve movimiento, casi imperceptible se levantó justo por donde estaba tocando. El omega abrió los ojos y el alfa se quedó en su sitio.
—¿Has sentido eso?
—¿Sí?
—Uh, uh. Mira, por aquí. —La mano de Clark atrapó la suya y la movió más abajo. De nuevo un leve movimiento sutil se sintió. —Creo que tu cachorro dice 𝘩𝘰𝘭𝘢.
—Esto es —Ni siquiera sabía cómo explicar qué sentía en ese momento. Solo pudo inclinarse, besar la pancita de Clark y hacer de cuenta que no estaba a punto de llorar. —¿Por qué me haces tan feliz?
—Es mi nuevo trabajo, ya que nadie quiere dejarme salir de la Atalaya a ayudar.
Chasqueó la lengua, se inclinó y se recostó junto a Clark dejando que el omega recostara su cabeza sobre su pecho.
—Barry estaba bastante ansioso por lo que pasó.
—Supongo que es normal. —Las dedos de Bruce comenzaron a pasarse por los cabellos de Clark, el omega ronroneó en respuesta. —Pero no es su culpa. Y todos estaban allí para ayudar, así que no es algo que deba preocuparle más.
—Aún así, me sentiría mal estar en sus zapatos, ¿Sabes? La sensación de que has lastimado a alguien sin querer tiene que ser muy fea.
—No lastimó a nadie de gravedad. Tampoco dejaremos que suceda de nuevo.
—Igual, si yo fuera él No me gustaría pensar que lastimé a nadie aunque fuera no grave.
—Tú nunca lastimarías a nadie. Eres Superman. Eres demasiado bueno para ser verdad.
—¿Y si me volviera loco? —El omega abrió los ojos, preguntando ya en son de broma.
—Sé que no. A ti no te afectó. Y por lo único que te vuelves loco es por comer tanto azúcar.
—Oh, pero así me quieres.
—Loco y todo.
—¿Y si lastimara a alguien? Digo Sin querer, ¿Aún seguirías queriéndome así?
—Hum, aunque te volvieses loco y me mataras, te seguiría queriendo.
—Lo bueno es que la única manera que podría matarte sería a sent0nes. —Bruce abrió los ojos.
—Eres un descarado. Estoy diciendo cosas cursis y me respondes así. Pero sí me gustaría.
—Lo sabía.
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𝘓𝘦𝘴𝘭𝘪𝘦 𝘥𝘪𝘫𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘣𝘪𝘳 𝘤𝘢𝘳𝘵𝘢𝘴 𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘭 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘥í𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘶𝘯𝘪𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘪𝘨𝘰. 𝘗𝘦𝘳𝘰, 𝘭𝘰 𝘰𝘥𝘪𝘰, ¿𝘚𝘢𝘣𝘦𝘴? 𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘭𝘭𝘰 𝘶𝘯𝘢, 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘴𝘦 𝘮𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘦 𝘦𝘵𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘴é 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘵𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘦 𝘥𝘪𝘧í𝘤𝘪𝘭 𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘣𝘪𝘳. 𝘓𝘢 ú𝘯𝘪𝘤𝘢 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘳𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘥𝘢𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘩𝘰𝘫𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘱𝘢𝘱𝘦𝘭 𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘷𝘢 𝘢 𝘭𝘦𝘦𝘳𝘭𝘢𝘴, 𝘢𝘴í 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘷𝘢 𝘢 𝘦𝘷𝘪𝘵𝘢𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦 𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘢 𝘮𝘪 𝘷𝘪𝘢𝘫𝘦 𝘥𝘦 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘵𝘢 𝘢 𝘵𝘪. 𝘛𝘦 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘯𝘧𝘢𝘥𝘢𝘳 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘮𝘦 𝘷𝘦𝘢𝘴, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘷𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘰 𝘷𝘢𝘭𝘥𝘳á 𝘭𝘢 𝘱𝘦𝘯𝘢.
𝘔𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢 𝘑𝘰𝘯, ¿𝘚𝘦𝘳á 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘷𝘪𝘢𝘫𝘦 𝘴𝘦𝘳á 𝘣𝘶𝘦𝘯𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 é𝘭 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪é𝘯? 𝘌𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘢𝘴 𝘢𝘣𝘳𝘢𝘻𝘢𝘳𝘭𝘰.
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Clark estaba comiéndose el quinto postre de la mañana. Bruce seguía tecleando furiosamente en la cueva. Las cosas habían ido a peor en tan solo una semana; el gas púrpura cada vez se hacía más fuerte y más prolongado. Las ideas se le acababan.
—¿Y si creamos algún antídoto?
—Lo intentamos, no salió nada.
—¿Y si?
Una alarma fuerte del baticomputador los hizo guardar silencio. El alfa abrió las líneas de comunicación y Diana habló desesperada al otro lado de la línea diciendo que mirara las noticias: Metrópolis. La ciudad era un maldito caos. Una nube púrpura se esparcía a lo largo y ancho de toda la ciudad, la gente gritando, atacándose entre ella, parecía que el mismísimo infierno había emergido de repente en la ciudad.
—Por Rao. —Clark levantó el vuelo. En menos de un minuto estaba vestido como Superman.
—¿A dónde vas? —Bruce preguntó en cuanto se dio la vuelta y lo vio.
—A ayudar.
—¡No!
—¿Cómo que no? Mi ciudad está en peligro. No me voy a quedar aquí viendo como todo se viene abajo mientras como pastel.
—Tú no vas a ningún lado. Te pueden hacer daño ¡Tienes a mi hijo dentro! ¡No puedes ir!
La comunicación zumbó de nuevo. Linterna Verde estaba pidiendo refuerzos rápido; Diana había sido afectada cuando su máscara se rompió.
—¡Tengo que ayudar!
—¡Tú no puedes ayudar!
La comunicación siguió en pie. Linterna de pronto dejó de hablar y ambos miraron a la pantalla y vieron como Hal caía.
—¿Hal? ¡Hal! —Bruce se acercó a la pantalla. —No puede ser, tenía la máscara puesta.
Le dio a más botones, intentando abrir comunicación con los demás, pero nadie le respondió. Conectó los satélites solo para ver cómo la liga de la justicia estaba sumergida en el mismo caos.
—Maldita sea.
Se puso la capucha y se dirigió al auto, pero Clark lo jaló de la mano antes de que pudiera llegar.
—¡No!
—Voy a ayudar. Quédate aquí. Estarás a salvo aquí.
—¿Yo soy el que estoy en peligro? Ambos sabemos que no me ha afectado ¡A ti sí! ¡Nuestros amigos están siendo afectados incluso con nuestro plan de contingencia! ¡Bruce!
El alfa lo miró, solo se soltó de Clark para seguir.
—Quédate aquí, Clark. —Entonces, lo volvió a mirar. —Te amo, ¿Está bien? —Soltó un suspiro que estaba conteniendo. —Sea lo que sea que suceda hoy, prométeme que nunca vas a olvidar que eres lo que más amo en esta vida.
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𝘕𝘰 𝘮𝘦𝘳𝘦𝘻𝘤𝘰 𝘴𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘩é𝘳𝘰𝘦, 𝘯𝘪 𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘰, 𝘯𝘪 𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘥𝘳𝘦 𝘥𝘦 𝘯𝘢𝘥𝘪𝘦. 𝘕𝘰 𝘮𝘦𝘳𝘦𝘻𝘤𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘢𝘮𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘢 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢. 𝘉𝘳𝘶𝘤𝘦, ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶é 𝘩𝘢𝘣𝘳í𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰? 𝘏𝘰𝘺, 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘯𝘰𝘴 𝘷𝘦𝘢𝘮𝘰𝘴, 𝘱𝘰𝘳 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘢 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘮𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘢 𝘥𝘰𝘳𝘮𝘪𝘳 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦𝘴.
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—¡Clark! ¡No! No me hagas esto.
Las manos del omega terminaron por retorcer la barra de hierro. Era una exageración, pero conociendo a Bruce como lo conocía, si lo ataba con una cuerda solo le bastarían un par de segundos para liberarse. Quería reírse, de lo ridículo que se veía el alfa luchando por escapar de su amarre improvisado; podía ser muy bueno, pero una barra de hierro sería difícil de quitar incluso para él.
—Te quiero, Cariño.
Se inclinó y le dio un beso en la frente. El alfa le gruñó con molestia.
—Tú también eres lo que yo más amo en esta vida. —Y diciendo aquello, salió de la cueva dejando atrás a un Bruce preocupado.
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𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘑𝘰𝘯 𝘯𝘢𝘤𝘪ó, 𝘯𝘰 𝘵𝘶𝘷𝘦 𝘦𝘭 𝘷𝘢𝘭𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘴𝘰𝘴𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳𝘭𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴. 𝘌𝘴 𝘲𝘶𝘦 é𝘭 𝘦𝘳𝘢 𝘵𝘢𝘯 𝘧𝘳á𝘨𝘪𝘭 𝘺 𝘺𝘰 𝘵𝘢𝘯 𝘍𝘶𝘦 𝘋𝘪𝘢𝘯𝘢 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰 𝘴𝘰𝘴𝘵𝘶𝘷𝘰.
𝘈𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰 𝘷𝘦𝘰 𝘥𝘰𝘳𝘮𝘪𝘳 𝘵𝘢𝘯 𝘱𝘭á𝘤𝘪𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘮𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘦𝘱𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘯𝘤𝘢𝘳𝘭𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘳𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘵𝘢𝘤𝘪ó𝘯, 𝘥𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘭𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘴𝘶𝘴 𝘵í𝘰𝘴, 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘈𝘭𝘧𝘳𝘦𝘥 𝘭𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘰𝘳𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢 𝘺 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘯 𝘮𝘪𝘭 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘮í𝘰𝘴. 𝘕𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘵𝘢𝘳𝘭𝘰, 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘯𝘰 𝘭𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘮𝘪𝘨𝘰. 𝘓𝘦 𝘷𝘰𝘺 𝘢 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘧𝘰𝘵𝘰 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘢𝘭𝘮𝘰𝘩𝘢𝘥𝘢, 𝘦𝘷𝘦𝘯𝘵𝘶𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘭𝘰.
𝘖𝘫𝘢𝘭á 𝘯𝘰 𝘯𝘰𝘴 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢ñ𝘦 𝘥𝘦𝘮𝘢𝘴𝘪𝘢𝘥𝘰, 𝘰𝘫𝘢𝘭á 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪é𝘯 𝘮𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘰𝘯𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰 𝘢𝘣𝘢𝘯𝘥𝘰𝘯𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦.
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Cuando llegó al campo todo era un desastre. Lo primero que hizo fue intentar aplacar a la Liga de la justicia, que eran los que más daño podían hacer. Barry y Oliver no fueron tan difíciles de detener, con encerrarlos bastó para que acabara. Hal dio un poco más de pelea, pero sin el anillo quedó atrapado también en alguna lugar donde Kal-El lo encerró. Mientras recorría, intentaba dejar a los policías sin armas para que dejaran de disparar. Diana fue la que más pelea le dio, pero al final, pudo contenerla.
Se elevó por encima de la ciudad y terminó flotando cerca de un centro comercial intentando ayudar por donde podía. Ahora estaba solo, la seguridad de su ciudad, de su familia, estaba en sus manos.
—Tengo que
—¡Kal!
Giró con angustia cuando escuchó la voz de Bruce. Miró a todos lados esperando que ninguna bomba de humo contaminada estuviera cerca y pudiera hacerle daño. Se quedó flotando en el aire, pero se irguió y puso sus manos en la cintura en una pose de regaño blando.
—No sé cómo te has escapado, pero no me hace gracia.
Batman tuvo que sortear un par de personas, antes de empezar a subir las largas escaleras que daban al segundo piso del centro comercial.
—Soy Batman. Si quiero, lo hago.
—Alfa tonto.
—Omega testarudo.
—Qué bonito. —Una tercera voz se unió a la conversa. Batman se movió por las escaleras cuando vio a Luthor a solo un par de metros de Kal-El con una de las bombas de humo en la mano. —Lamento interrumpir, pero tengo algo que probar.
Cuando el alfa llegó a la cima, era demasiado tarde. La bomba estaba rodando por el suelo y dejó escapar el aire púrpura contenido, pero esta vez fue totalmente diferente, porque también tenía franjas verdes, toda una explosión de color que, lejos de ser hermosa, dio miedo.
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𝘕𝘰 𝘴é 𝘱𝘰𝘳 𝘲𝘶é 𝘩𝘰𝘺 𝘩𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘵𝘰 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰. 𝘏𝘢 𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘳 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘯𝘦𝘳𝘷𝘪𝘰𝘴𝘰. ¿𝘚𝘦𝘳á 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘥𝘳é 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘳 𝘩𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘵𝘪?
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Negro.
Todo en la visión de Kal-El se volvió negro. Había ruido por todos lados, sonidos desfigurados y en el fondo negro figuras fantasmales en color neón se dibujaban horribles, como en una pesadilla. Sacudió la cabeza confundido y dio un par de pasos atrás.
Mátalo.
La orden se instaló en su cerebro como una sed animal salvaje. Cuando dio dos pasos más atrás y chocó con Batman, fue como lanzarse desde lo alto de una montaña y empezar a rodar sin lograr detenerse.
Lo empujó por las escaleras.
El alfa rodó por las mismas dándose un fuerte golpe al final de las mismas. No tuvo tiempo de recuperarse porque el golpe de Kal-El lo envió aún más lejos, haciendo que se estrellara contra una fuente.
—¡Kal!
Gritó el nombre del omega cuando este lo agarró de un tobillo totalmente fuera de sí y lo arrastró al centro del lugar. Lo siguiente que supo es que tenía al omega encima suyo, con sus manos, que solían prodigar caricias, alrededor de su cuello aprisionando cada vez más. Sus manos se prendieron de las muñecas de Kal-El, inútilmente intentando quitárselo de encima.
Él, un hombre, contra un Kryptoniano. Él, su alfa, contra su omega.
—Clark —dijo apenas, con el aire que apenas le llegaba y con la voz aprisionada por la fuerza sobre humana. —Soy yo soy Bruce.
Batman movió su mano hacia su cinturón. Nunca dejó de cargar kryptonita, pero no podía. Apuñalar a Clark sería Sería acabar consigo mismo, con su hijo, con lo único bueno y amable que hizo en esa vida. Miró a Clark a los ojos por última vez, pero se dio cuenta que la última vez que lo vio a los ojos fue cuando estaba flotando hace unos minutos, este no era su Clark.
Más fuerte.
Cegado por el efecto de la kryptonita púrpura mezclada con la verde, Kal-El aprisionó más fuerte.
—Clark 𝘗𝘰𝘳 𝘧𝘢𝘷𝘰𝘳, 𝘯𝘰 𝘵𝘦 𝘦𝘤𝘩𝘦𝘴 𝘭𝘢 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢. —Pero eso último solo reverberó en sus últimos pensamientos y nadie los escuchó.
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𝘛𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦𝘴 𝘮𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘪𝘦𝘳𝘵𝘰 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘤𝘳𝘶𝘫𝘪𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘩𝘶𝘦𝘴𝘰𝘴 𝘳𝘰𝘮𝘱𝘦𝘳𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴. 𝘕𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭𝘭𝘰. 𝘗𝘰𝘳 𝘦𝘴𝘰 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘩𝘦 𝘵𝘰𝘮𝘢𝘥𝘰 𝘢 𝘑𝘰𝘯 𝘦𝘯 𝘣𝘳𝘢𝘻𝘰𝘴, 𝘴𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘪 𝘭𝘰 𝘵𝘰𝘤𝘰 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪é𝘯 𝘷𝘰𝘺 𝘢 𝘭𝘢𝘴𝘵𝘪𝘮𝘢𝘳𝘭𝘰; 𝘮𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘴𝘪 𝘢𝘭𝘨ú𝘯 𝘥í𝘢 𝘷𝘢 𝘢 𝘳𝘦𝘤𝘭𝘢𝘮𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘰.
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No tiene que haber sido una buena mezcla de kryptonitas, no todavía, porque cuando los efectos del gas pasaron, las manos de Clark aún estaban alrededor del cuello de Bruce.
—¿Bruce?
Quitó sus manos lentamente, como si estuviera en una pesadilla. Miró a su alrededor. Los gritos, los llantos, los disparos comenzaban a menguar, las personas parecían confundidas y otras comenzaban a apilarse alrededor de ellos, donde Superman estaba sobre el cuerpo inerte de Batman.
—No, no, no. Espera. No. ¡Bruce!
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¿𝘔𝘦 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳í𝘢𝘴 𝘢𝘮𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘢𝘶𝘯𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘪𝘦𝘴𝘦 𝘭𝘰𝘤𝘰 𝘺 𝘵𝘦 𝘮𝘢𝘵𝘢𝘴𝘦? 𝘘𝘶é 𝘩𝘰𝘳𝘳𝘪𝘣𝘭𝘦 𝘦𝘭𝘦𝘤𝘤𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴, 𝘊𝘢𝘳𝘪ñ𝘰. 𝘓𝘭𝘦𝘷𝘰 𝘶𝘯 𝘢ñ𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘳𝘰 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘰 𝘺 𝘮𝘦 𝘦𝘯𝘭𝘰𝘲𝘶𝘦𝘤𝘦 𝘯𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘢.
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Clark se levantó del escritorio. Dejó la carta un momento y como un alma errante volvió a pararse en la entrada del cuarto de Jon. No tenía el valor de volver a acercarse; fue la primera vez desde que Jon nació que se le acercó y solo fue con intensiones crueles.
Volvió al estudio. Se sentó en la silla de Bruce. Volvió a tomar la pluma.
𝘏𝘰𝘺, 𝘭𝘭𝘰𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰, 𝘢𝘤𝘦𝘱𝘵é 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳.
Selló la carta. La giró por la parte de atrás.
𝘍𝘳𝘰𝘮: 𝘔𝘺 𝘏𝘦𝘢𝘳𝘵.
𝘛𝘰: 𝘛𝘩𝘦 𝘚𝘬𝘺.
Dejó el sobre a un lado. Se tomó un momento para recostarse en el sillón y evocar la imagen de su alfa. Instintivamente su mano se deslizó por la madera que tenía muchos recuerdos de pasión que hoy le sabían a nostalgia. Dejó que sus dedos criminales, manchados por la sangre de su propio alfa, llegaran hasta la base de la copa y enrolló los mismos en esta. La levantó y se detuvo un momento para observar el color verdoso de la bebida.
La kryptonita verde junto a la púrpura en humo solo lo volvía mentalmente susceptible. La verde, bebida, pura, líquida... en fin. Toda su vida huyendo de ella y ahora era la única que podía darle la mano.
Bebió.
Hacía mucho tiempo que no se sentía tan feliz. Incluso el llanto de su cachorro al fondo, demandando los cuidados que nunca le prodigó por miedo a dañarlo como a su padre, lo hicieron sentir en paz.
Finalmente tuvo sueños felices.
𝘏𝘰𝘺, 𝘊𝘢𝘳𝘪ñ𝘰, 𝘮𝘦 𝘥𝘪 𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘧𝘪𝘯𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘳𝘵𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘷𝘪𝘢𝘫𝘢𝘳á𝘯 𝘢 𝘯𝘪𝘯𝘨ú𝘯 𝘴𝘪𝘵𝘪𝘰.
FIN.
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Extra:
Blanco.
Bruce dejó la carta apilada junto al otro montón. Se levantó de la silla y se dio la vuelta para negar levemente con la cabeza.
—Mira que eres
Suspiró. Dio un par de pasos hasta estar frente a Clark. Su mano se movió para limpiar una de las lágrimas que caía por su rostro y luego se deslizó como una caricia.
—Mi omega osado y testarudo. Ya para de llorar.
Terminó de cerrar el espacio entre ellos y lo envolvió en un abrazo mientras lo escuchaba sollozar.
—Recibí todas tus cartas.
FIN
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Espero que les haya gustado. Me haría muy feliz saber qué te pareció.
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¡Que el universo siempre sea favorable para ti!
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