Unir
#Superbat #OmegaClark #AlphaBruce
Capítulo 4: Unir.
𝘜𝘯𝘪𝘳. 𝘚𝘦𝘨ú𝘯 𝘦𝘭 𝘥𝘪𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘳𝘪𝘰 𝘑𝘶𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘥𝘰𝘴 𝘰 𝘮á𝘴 𝘦𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘴𝘵𝘪𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘳 𝘶𝘯 𝘵𝘰𝘥𝘰. 𝘕𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘮á𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘊𝘭𝘢𝘳𝘬 𝘺 𝘉𝘳𝘶𝘤𝘦, 𝘭𝘰 𝘴é, 𝘭𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴, 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘢𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘰 𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘪𝘳𝘮𝘢𝘳𝘭𝘰.
Superman caminaba por los pasillos de la Atalaya. Se detuvo justo en la puerta que daba al salón de reuniones y dudó un momento en entrar cuando vio a Batman frente a la computadora trabajando en algunos de los casos que compartían juntos. Respiró profundo. En realidad, tener que ver al hombre murciélago no debía significar nada para Superman, pero no podía separar por completo a Clark de él y, quiera o no, los suceso de la otra noche lo habían mantenido despierto y avergonzado cada vez que se acordaba de ello, que fueron casi las veinticuatro horas del día.
—¿Vas a quedarte allí parado toda la mañana?
—Estaba recordando algo.
No fue del todo una mentira, pero eso a Batman no le importaba si venía de Superman. Empujó a un lado sus preocupaciones y se acercó detrás del alfa, manteniendo su distancia porque sentía que una vez que lo tuviera cerca, iba a conectar todo.
—¿El caso, quizá? Hace ya dos semanas que no has dado informe de nada.
Y sí, desde la última vez que tuvieron una reunión, no volvió a dar nada nuevo; se excusó diciendo que estaba en un punto muerto. Aunque, siendo sinceros, tampoco descubrieron mucho y, en cualquier caso, había sido fruto del trabajo de Bats y Clark, no de Kal-El. Eso quería pensar.
—¿Tú has encontrado algo?
Batman pareció alterarse por un segundo, pero no pareció querer hacerlo partícipe de su investigación porque lo vio negar lentamente.
—Infructuoso —le dijo. —Un punto muerto igual que tú.
Kal-El sonrió ante la mentira descarada. Se sintió más en confianza de acercarse y se recostó sobre el borde del escritorio justo al lado de donde trabajaba el otro. El alfa detuvo su tecleo y lo miró de reojo por un momento antes de seguir. Ojalá pudiera también leer mentes, porque así sabría lo mucho que Batman se estaba debatiendo en ese mismo instante por dentro, recordando a Clark, porque de pronto se había convertido en su obsesión y en algo extraño para él, pero también intentando alejar el sentimiento añejo que tenía por Kal-El.
—¿Te puedo preguntar algo? —Kal-El habló después de unos minutos. Tal vez estaba caminando en la cuerda floja, pero tenía que saberlo.
—Ya lo estás haciendo.
—Si te acostases con alguien
—¿Qué clase de?
—Shh. No he acabado. —Ahora el alfa lo estaba mirando y sentía que lo estaba intimidando con su presencia en ese momento, lo cual fue bastante divertido. —Si te acostases con alguien, ¿lo harías solo por aprovechar o porque realmente sientes algo mínimo por esa persona?
—¿Qué clase de pregunta es esa?
Dejó de mirarlo solo para seguir tecleando en la computadora cosas aleatorias. Si tenía que ser sincero, no estaba muy seguro. Bruce fue el tipo de alfa que solo se acostó con alguien por tener una cara bonita, aunque hay que aclarar que solo ligó en las fiestas y, a la hora de la verdad, nunca llegó a nada; todo fue siempre una fachada. Si tenía que hablar de su verdadero yo, pues, siempre que estuvo con alguien sintió algo, lo fue con Catwoman y allí se podía acabar su lista porque no recordaba haberse acostado con alguien más a parte de ella y alguna pareja sin mucha importancia en la secundaria, pero por la que tuvo algún tipo de gusto más allá de solo lo físico.
Era un fraude. En realidad. Ni siquiera estaba seguro de que fuera un buen amante. Todo lo que sabía y decía lo aprendió de películas clichés, pero no es que haya practicado demasiado, a decir verdad. Ahora tenía la severa duda si había estado bien eso para Clark o fue decepcionante; quizá lo segundo. Ahora tenía una nueva inseguridad por culpa de Superman. Pero, lejos de lo carnal, sí sentía algo por Clark. Lo cual podía ser muy extraño teniendo en cuenta que solo lo conocía hace poco más de un mes, pero había algo en ese omega que simplemente lo estaba descontrolando por dentro.
—Esas cosas deberían hacerse por cariño. —Paró un momento el tecleo. A ese punto ya no estaba seguro de qué estaba escribiendo. —No dejes que solo te usen para un momento de placer.
.
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Superman lo dejó con un inquietud molesta. Si ya de por sí no pudo dejar a un lado lo que hizo con Clark, ahora se estaba atormentando porque no sabía si el omega lo hizo en un momento de liberación de tensión o porque realmente habían sentimientos en medio ¡Y maldita sea! Lo segundo no era nada bueno, pero aún así fue lindo, muy en el fondo, pensar en algo así.
¿Cuándo había dejado de ser él para convertirse en ese tipo de alfa y aflorar ese tipo de sentimientos cursis y vergonzoso? Se dio escalofríos.
—La entrega es dentro de tres semana más.
Aterrizó en la catedral. Clark estaba junto al bordillo mirando a la calle vacía y se dio la vuelta en cuanto lo escuchó.
—Lo sé.
Según lo último que pudieron averiguar, habría una entrega allí en tres semanas. Así que, como el omega no iba simplemente a dejarlo por la paz, trabajar juntos fue su única opción. Sin embargo, aún faltaban dos semanas y Clark no tenía nada que hacer allí; al menos eso vio en su horario que el muy idiota tenía la amabilidad de mantener actualizado en línea. Y antes de que nadie diga nada, hackear su teléfono no era un comportamiento obsesivo, era un método para estar seguro de que el otro estaba bien y entenderlo mejor. Sí.
—Traje esto.
Apenas y se percataba de la mochila que había traído. Sacó de allí un 𝘰𝘣𝘦𝘯𝘵𝘰 o así recordaba que los llamaban por internet. No es como que hubiera estado fisgoneando el historial de Clark y fuese consciente de lo mucho que parecía gustarle la comida asiática y esas cosas.
—Lo hice para ti.
Abrió la caja. Y era la cosa más adorable que había visto nunca o que le habían hecho nunca: el 𝘰𝘯𝘪𝘨𝘪𝘳𝘪 con forma de gatito, los rollitos de sushi tenían pequeñas caritas hechas con el alga y, ni siquiera sabía qué era eso otro, pero era igual de lindo. Se quedó con la caja en sus manos mirando todo y sin saber cómo sentirse; así hasta que Clark metió los palillos y agarró un rollito y lo acercó a su boca.
—Di ah~
De todas las cosas que pudo haber hecho en ese preciso momento, abrir la boca y comer sushi de la mano de Clark no estaba entre sus reacciones, pero fue lo que hizo. Y fue la mejor reacción que pudo tener, porque ver después la sonrisita del omega y sentir su aroma feliz llenar sus fosas nasales valió toda la humillación que sentía por dentro en ese instante.
No sabe en qué momento acabó sentado en lo alto de la catedral, medio recostado en una de las gárgolas, mientras Clark se quedó sentado en una de las cercas sin ningún tipo de miedo a las alturas mientras sacaba más y más cosas de la mochila. Porque, válgame Dios, ese chico tenía un restaurante entero allí adentro.
—Clark.
—¿Hum?
—Deberíamos detener esto aquí, ahora.
—Oh, un par de sushis no van a hacer que engordes.
—No, eso no. Esto, 𝘦𝘴𝘵𝘰 que estamos haciendo. Yo no Yo no puedo tener 𝘦𝘴𝘵𝘦 tipo de vida. Saliendo con alguien y comiendo juntos en un picnic. Soy Batman. Me sigue gente peligrosa, ni siquiera sabes quién soy, podría ser cualquier tipo, ni siquiera puede que sea un buen tipo. Tampoco estoy dispuesto a compartir esa información.
Hubo silencio un momento. El omega parecía encogerse de hombros en su sitio. Lo vio moverse hasta sentarse abrazando sus piernas, peligrosamente en ese borde como que si la altura no le importara en lo absoluto.
—No importa. No quiero saber quién eres. Me basta con lo que he visto que eres.
—Nos conocemos hace apenas un mes y medio. Ni siquiera el mes y medio entero, ¿Qué puedes saber de mí?
—Te sorprendería lo que puedo saber de alguien en tan poco tiempo. —Tenía la ventaja de que, en realidad, no lo conocí hace solo un mes y algo, pero no era algo que quisiera compartir con Batman por el momento porque implicaba su otra identidad, por eso estaba bien que él también mantuviera la suya en secreto por ahora. —Además, tú tampoco me conoces. Podría ser una persona horrible también, no sabes quién soy más allá de mi vida de reportero.
Clark le sonrió y él tuvo que rodar los ojos. Sí, no había mucho que decir de alguien que se quedaba hasta las dos de la mañana viendo videos de gatitos, que retuiteaba noticias sobre desgracias y escribía algunos muy airados sobre la injusticia del país ¡Por favor! Lo único que vio de porn0 fue un video vainilla y ni siquiera lo vio entero; luego borró el historial y Bruce estaba seguro que fue por pura culpabilidad.
—Tu vida secreta de reportero tiene que ser muy intensa —dijo con ironía. —Es en serio, no es bueno seguir con esto.
—¿Sabes? También supuse eso de ti. Que eras el tipo de persona que tomaba decisiones por los demás y siempre cree estar en lo correcto. —Solo había que verlo en medio de la liga. —¿Por qué no me dejas decidir a mí si quiero o no seguir así el juego? Eso es más justo que solo hacer lo que tú quieras.
Por un momento la voz de Alfred apareció en la cabeza de Bruce, diciendo Dese una oportunidad, amo Bruce, con todo y acento británico. Chasqueó la lengua con molestia.
—Tengo un piso franco cerca de aquí.
—¿Ah, sí? —Ahora Clark lo miró con interés.
—Sí. Deberíamos dejar de encontrarnos en los techos de Gotham.
.
.
Clark miró alrededor del piso. No era muy alejado de lo que estaba pensando: Un salón con muebles viejos que parecía habitado por cualquier cosa menos un ser humano, una cocina que estaba decente, pero igual haría gritar a su madre y una habitación sorprendentemente limpia, con un armario lleno de armas, batiarmas, por supuesto. Había alarmas de seguridad por todos lados y tardó más de media hora y la activación de una alarma entrar. Batman dijo que el edificio estaba vacío, que nadie podía entrar o salir sin que él lo supiera y, conociéndolo como lo conocía, le creía.
Ahora, tras ver eso, tenía demasiadas preguntas sobre el hombre murciélago que no podía formular.
—Pensé que lo de la cueva era cierto.
—Y lo es, pero no podemos ir allí.
El alfa se paró justo detrás suyo. Cuando menos lo esperaba, el hombre estaba envolviendo un pañuelo alrededor de sus ojos; tuvo que contener sus deseos de usar su visión para no arruinarlo todo para él; quería seguir en la tensión de no tener esa otra mitad de Batman para él.
Pero fue divertido estar a ciegas, todo con el fin de que el alfa se deshiciera de esa capucha molesta y poder estar en su verdadero él frente a Clark. Aunque no pudo verlo, tuvo la oportunidad de acariciar sus rostro con sus propias manos, sentir cada parte de él con las yemas de sus dedos, probar sus labios sin el cuero molesto de por medio. Se le figuraba guapo, por lo que podía percibir, sin ninguna cicatriz, no como el resto de su cuerpo que ya había mirado la otra vez; la cara de Batman estaba totalmente limpia. Su pelo era sedoso y olía a 𝘴𝘩𝘢𝘮𝘱𝘰𝘰 caro.
Y su aroma.
Batman olía a una madrugada en verano. Como cuando te has pasado toda la noche despierto y de pronto te das cuenta que está amaneciendo y hay un momento en que tienes que suspirar y todo huele a calma, paz y tranquilidad, pero con un toque de entusiasmo por el nuevo día que comienza. Clark siempre pudo cambiar su aroma a su antojo, lo que le vino bien para salvaguardar su identidad, pero nunca se sentía completamente él. Sin embargo, conociendo el verdadero olor del alfa y dejándole oler el suyo, el que pertenecía a su verdadera vida con sus padres y la gente que amaba, se sintió completo.
Estaba seguro que esa noche el alfa no lo había marcado porque aún se sentía nervioso tanteando el nuevo terreno en el que ambos se estaban metiendo y no era el momento, aún había mucho que experimentar. Eso sí, no fue nada temeroso a la hora de reclamar a Clark por cada esquina que se le ocurrió. Clark también descubrió que cuando tenía la visión bloqueada, sus otros sentidos funcionaban por tres y fue uno de los mejores hallazgos de su vida.
Lo de excusarse con Perry por llegar a trabajar tarde al otro día con el olor de un alfa desconocido fue toda una proeza.
𝘏𝘰𝘺 𝘮𝘦 𝘱𝘢𝘳é 𝘧𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘢𝘭 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘫𝘰. 𝘈 𝘭𝘢 𝘥𝘦𝘳𝘦𝘤𝘩𝘢, 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘰 𝘥𝘦𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘰𝘳𝘦𝘫𝘢, 𝘱𝘶𝘴𝘪𝘴𝘵𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘳𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘪ó𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘪𝘳𝘮𝘢𝘣𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘣í𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘵𝘳𝘢𝘴𝘤𝘦𝘯𝘥𝘪𝘥𝘰, 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯 𝘢𝘭𝘨ú𝘯 𝘱𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘷𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘳 𝘥𝘰𝘴 𝘢𝘭𝘮𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘢. 𝘠𝘢 𝘯𝘰 𝘦𝘳𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘶𝘯 𝘢𝘳𝘰𝘮𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘢𝘵𝘳𝘢í𝘢, 𝘦𝘳𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘶𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘰 𝘰𝘭𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘪𝘣𝘳𝘢𝘣𝘢 𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰. 𝘈𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘦𝘴 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘣𝘳𝘢, 𝘊𝘢𝘳𝘪ñ𝘰.
𝘝𝘢𝘴 𝘢 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘦𝘨𝘭𝘢𝘳𝘭𝘰.
𝘌𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘰𝘺 𝘮𝘦 𝘥𝘪 𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘢 𝘯𝘰 𝘰𝘭í𝘢 𝘮á𝘴 𝘢 𝘵𝘪.
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