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Lindes

#Superbat #OmegaClark #AlphaBruce

Capítulo 3: Lindes.

𝘓𝘪𝘯𝘥𝘦. 𝘚𝘦𝘨ú𝘯 𝘦𝘭 𝘥𝘪𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘳𝘪𝘰, 𝘭í𝘯𝘦𝘢 𝘳𝘦𝘢𝘭 𝘰 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘢𝘳𝘤𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘭í𝘮𝘪𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘵𝘦𝘳𝘳𝘦𝘯𝘰, 𝘶𝘯𝘢 𝘧𝘪𝘯𝘤𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘨𝘪ó𝘯, 𝘦𝘵𝘤., 𝘺 𝘭𝘰 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴. 𝘠 𝘲𝘶𝘪é𝘯 𝘥𝘪𝘳í𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘷𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘵𝘢𝘯 𝘥𝘦𝘭𝘪𝘮𝘪𝘵𝘢𝘥𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘭í𝘯𝘦𝘢𝘴 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘢𝘳𝘪𝘢𝘴.

—¿Qué piensas de Bruce Wayne?

Clark estaba recostado contra uno de los bordes de la torre de la catedral más antigua de Gotham. Batman estaba justo detrás de él, levemente inclinado por encima del omega, disfrutando del olor dulce a sandía de su nuevo 𝘴𝘩𝘢𝘮𝘱𝘰𝘰. Esta vez no le dijo nada sobre el aroma, solo gruñó con un asentimiento y se quedó a su lado mirando hacia la calle, con la esperanza de que sucediera algo en las calles del Club Bajo Cero. Parecía que habían encontrado su encaje perfecto: Clark inclinado y Batman sobre él, con su capa cubriendo al omega por los hombros. A ninguno pareció importarle tanta cercanía.

—¿Debería pensar algo sobre él? —Cuando Clark se encogió de hombros, el alfa sintió su movimiento, pero solo se inclinó un poco más contra él. Ni se inmutó, tan solo mantuvieron la vista sobre el club como si nada; ninguno pensó en los peros o razones de cómo habían llegado a esa situación tan estrecha.

Según lo que dijo Clark y que el alfa vio con sus propios ojos en su otra identidad, Luthor estaba creando algunas sustancias ilícitas con algo del gas del miedo y unas muestras de kryptonita que ninguno de los dos conocía; por si fuera poco, estaban siendo repartidas por el Pingüino, por eso estaban allí y por eso la bahía estada inmiscuida, solía ser el sitio de entrega entre ambas partes. Batman sabía que debió decirle a Superman, pero si había kryptonita, prefería no tener al super hombre volando a su alrededor y siendo una posible carga.

—Eres de Gotham, ¿no? Y él es como muy famoso. Deberías tener alguna opinión formada.

La pregunta era bastante irónica. Clark pidiéndole la opinión sobre sí mismo, un sí mismo que había inventado y que él mismo no recomendaría a nadie, pero que consiguió una cita con Clark a punta de chantaje.

—No.

—Oh, vamos. Seguro que alguna vez has encendido la tele o visto algo en los periódicos. —De pronto el omega se giró y Batman tuvo que dar un paso atrás porque sin querer se sintió empujado. —¿No me digas que vives en una cueva? —Batman no respondió, pero Clark comenzó a reír de algo que no entendió. —No puedo creer que algo como eso sea cierto, ¿En serio vives en algo así como una cueva?

Una cueva, debajo de una mansión. Sí. No iba a declarar nada sobre el asunto.

—Supongo que tiene sentido.

Clark volvió a girarse, Batman ve su pelo revolotear y esparcir el aroma dulce de la sandía nuevamente; vuelve a inclinarse porque de alguna manera le gusta el olor y el calor que desprende el omega.

—Creo que tengo una cita con Bruce Wayne.

Gruñe de celos, aunque se trata de sí mismo. Pero Bruce Wayne no es exactamente la parte de la que se siente orgulloso. Además, si quiere una cita con Clark, la quiere con él, con Batman, porque ese es su verdadero yo. Sin embargo, aleja eso de su mente cuando Clark se recuesta contra él descaradamente y se muerde el labio inferior. Maldición. No sabe porqué ese omega lo vuelve loco, pero se había robado su sentido y atención desde que lo vio en ese almacén en la bahía por una razón que no lograba entender. Hasta había logrado hacer que olvidara el gusto estúpido que tenía por Superman.

Enamorarse de un civil aleatorio. Nadie se lo creería.

—¿Estás celoso? —preguntó siendo consciente del gruñido y del cambió repentino del latido de su corazón. Hay que dejar algo claro, Clark podía escuchar esos cambios y no se los pensaba perder— Deberías detenerme, quizá haga algo estúpido.

—¿Más estúpido que arriesgar tu vida por un artículo?

Batman se negó a mirarlo, pero el otro sigue recostado hacia atrás contra él. El omega mueve su cabeza hacia arriba, es lo suficientemente alto para que esta pueda usar el hombro de Batman como una especie de almohada improvisada. Está tan cerca de su rostro que el alfa sabe que si se mueve solo un poco, podrá conectar su vista con los pozos azules que tiene Clark por ojos. No puede evitar querer empujarse adelante para tenerlo más cerca si es posible, así que lo hace, pero se mantiene sin mirarlo. Se siente un poco intimidado porque sabe que el omega lo está escrutando detenidamente, como queriendo ver bajo su máscara.

—Tal vez lo bese o algo —responde. — Tal vez lo bese por algo de información.

Gruñe ante eso. Imaginarse a Clark besando a alguien (a él), como una especie de prostituta por una suerte de dato innecesario le hace arder por dentro en celos. Tiene un problema con sí mismo desde ese momento.

—No me gusta Bruce Wayne.

—Es guapo.

—Qué mal gusto. —Ni siquiera sabe porqué dice eso, solo sale y ya. A ese punto no está seguro si es contraproducente o bueno pelearse por su 𝘢𝘭𝘵𝘦𝘳 𝘦𝘨𝘰, pero igual lo hace.

—¿Tú crees? Podría ser rico si me caso con él Tengo una noche para convencerlo.

Su alfa vuelve a gruñir. Sabe que es una broma, pero siente un recelo de imaginar a Clark en una boda ficticia. En venganza y como reafirmando que es él el alfa que está en ese momento a su lado, su mano se desliza fortuita por la cadera de Clark, se queda allí, suavemente, pero segura. Sabe que el omega es consciente del toque, pero no le importa; él parece feliz de conseguir un poco de tacto suyo, lo siente en su olor y lo ve en su sonrisa cuando finalmente se digna a mirarlo.

—Luego, puedo envenenarlo y heredarlo todo.

No sabe qué instinto animal lo posee en ese momento, pero, más allá de ponerle atención al macabro plan del omega, deja que su mano se deslice más, rodeando su cintura. Palpa con sus dedos un lado de su vientre y resbala su toque más hacia el centro. Por un breve instante, se detiene y piensa en retirarse; la mano de Clark es más rápida y se posa encima para seguirlo guiando en su camino. Lentamente Bruce la deja caer guiado por el omega hasta que ve los labios de este entreabrirse y soltar una suerte de suspiro.

—Es un plan horrible y vulgar.

—¿Crees?

La respuesta de Batman llega en un toque en medio de sus piernas. Clark se encoge de gusto y casi ronronea. No le importa que el jodido Batman lo esté manoseando en una azotea cualquiera, en realidad, le gusta. Lo ha deseado tanto tiempo que nada podría importarle menos en ese instante. Bajo la mirada de Batman, intenta aspirar el aroma del alfa; pero recuerda que no tiene ninguno, solo un olor insípido a supresores y parches de olor.

—No lo creo. Lo sé.

Batman lo toca y él se deja llevar por los movimientos suaves con los que el alfa lo masturb4 por encima de la ropa. Se pone duro en un tiempo ridículamente pequeño porque no puede parar de reproducir todas las veces que había llegado al orgasmo pensando en el alfa. Hacía más de cinco años que lo conocía como Batman, pero había pasado casi un mes desde el encuentro en la bahía y tenía gracia que consiguió más como Clark que como Superman. Daba igual, lo estaba disfrutando y por un momento se permitió disfrutar.

—No me gusta la sandía, pero en ti huele bien.

Y entonces, se inclina un poco para mandar todo a la mierd4: Su política de no relacionarse con nadie, su estatus de Batman, su personalidad irritante, hierática y fría. Todo, solo para besar los dulces labios de Clark que lleva deseando probar desde hace unas cuantas semanas.

—Y esa osadía tuya

—¿Te gusta?

—Me pone de los nervios.

Clark intenta no agarrar con fuerza el borde para no romper la piedra. Jadea contra los labios de Batman y siente algo dentro de él calentarse ante sus palabras. En algún momento ha de haberse acabado el beso, porque se inclina de nuevo hacia adelante contra el bordillo, pero el alfa no lo deja de tocar. En su lugar, lo hace más rápido, se inclina más sobre él y puede sentir sus labios pegarse a su nuca en un suave beso que lo obliga a venirse torpemente en su ropa interior como un adolescente sin experiencia que acaba de tener su primer encuentro aleatorio.

—Puedo darte todo lo que quieras sobre Bruce Wayne, así que no es necesario que vayas con él.

Clark traga saliva cuando la voz de Batman suena en su oído. Parpadea un par de veces avergonzado de sí mismo y se queda mirando hacia la calle de abajo que sigue tranquila. La noche era laboralmente infructuosa, pero eficaz en otros aspectos.

—Yo

—No hace falta que digas nada, somos ambos adultos.

Batman también mira por encima de él. Su mano dejó ya el vergonzoso desastre de sus pantalones, pero parece curioso en deslizarse hacia arriba y envolver uno de sus pechos en su mano, como si estuviera estudiando algo o probando alguna teoría con eso.

—Además, has sido tú el que ha empezado a seducirme y no he podido mantenerme en mi línea.

Si alguna vez contaba que había escuchado algo así salir de Batman, nadie se lo creería. Era como si hubiera cruzado todos los límites que se había marcado y fuera otra persona; era verlo en un terreno desconocido.

—También me gustas.

—Lógico.

—Eres realmente presumido, ¿No te lo han dicho?

Batman no le responde. Lo siguiente que sabe es que lo está arrastrando lejos del bordillo y su espalda está contra la pared, mientras el alfa lo aprisiona con su propio cuerpo, con sus propios labios y que su otra mano se está encargando del pecho abandonado. Susurra algo vulgar contra el oído de Clark y este se pone rojo ante la insinuación de todo lo que le piensa hacer por hablar de más. Y se dejan llevar, porque ha pasado demasiado tiempo como para seguir dándole vueltas al asunto.

𝘌𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘢ñ𝘢𝘯𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘶𝘷𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘵𝘦𝘥𝘳𝘢𝘭. 𝘈ú𝘯 𝘮𝘦 𝘢𝘷𝘦𝘳𝘨ü𝘦𝘯𝘻o 𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘺𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘱𝘳𝘰𝘧𝘢𝘯𝘢𝘥𝘰 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘵𝘢𝘯 𝘴𝘢𝘨𝘳𝘢𝘥𝘰. ¿𝘠 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴 𝘲𝘶é? 𝘌𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳é 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘳𝘪𝘯𝘤ó𝘯 𝘦𝘭 𝘣𝘢𝘵𝘢𝘳𝘢𝘯𝘨 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘳𝘦í𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘪𝘥𝘰. 𝘌𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘵𝘢𝘯 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘴 𝘤ó𝘮𝘰 𝘢𝘤𝘢𝘣ó 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘷𝘪𝘢𝘥𝘰 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘨𝘳𝘶ñ𝘪𝘳 𝘺 𝘧𝘳𝘶𝘯𝘤𝘪𝘳 𝘦𝘭 𝘤𝘦ñ𝘰 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘢 𝘮𝘢𝘯𝘦𝘳𝘢 𝘵𝘢𝘯 𝘱𝘦𝘤𝘶𝘭𝘪𝘢𝘳 𝘺 𝘵𝘦 𝘱𝘰𝘯𝘥𝘳á𝘴 𝘢 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘳 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘺 𝘶𝘯 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢𝘥𝘰 𝘺 𝘵𝘦 𝘩𝘢𝘨𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘦𝘳 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘤𝘪ó𝘯.

𝘔𝘦 𝘥𝘪𝘴𝘵𝘳𝘢𝘦𝘴, 𝘊𝘭𝘢𝘳𝘬

𝘓𝘭𝘦𝘷𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘥𝘢𝘳 𝘤ó𝘮𝘰 𝘭𝘰 𝘥𝘦𝘤í𝘢𝘴 𝘺 𝘮𝘦 𝘥𝘪 𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘦 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘰𝘯𝘢𝘣𝘢 𝘵𝘶 𝘷𝘰𝘻. 𝘕𝘰 𝘱𝘦𝘯𝘴é 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘳í𝘢 𝘢 𝘤𝘳𝘶𝘻𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘦 𝘭𝘪𝘯𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢.

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