Tercera parte.
Cariño, eres familiar como mi espejo
años atrás.
El idealismo se encuentra en la cárcel,
la caballería cayó sobre su espada.
La inocencia murió gritando, cariño,
pregúntame qué debo saber.
Me deslicé aquí desde Edén sólo para
sentarme afuera de tu puerta.
Cariño, eres familiar como mi espejo años atrás.
El idealismo se encuentra en la cárcel,
la caballería cayó sobre su espada.
La inocencia murió gritando, cariño,
pregúntame qué debo saber.
Me deslicé aquí desde Edén sólo para
ocultarme fuera de tu puerta.
🌼
- Así que éste es el Eden, eh. No sabía que podía existir una calle con ese nombre, vi un documental sobre estas casas, creo que fueron las primeras en construirse en Seúl... -musitó Jimin, entrando detrás de Yoongi, apuntando hacia todas partes con su linterna. Había telarañas en el techo y todo estaba cubierto por una manta de polvo-. Esto es tan aterrador.
- Jimin, a ti todo te parece aterrador.
- Tú cara me parece aterradora y nunca lo dije.
Yoongi se dio la vuelta, apuntando directamente a los ojos de Jimin con su linterna. Éste último la tapó con su mano y se rió maliciosamente, mientras abrazaba el brazo de Yoongi.
- Yah, aléjate. -murmuró Yoongi molesto. Jimin lo ignoró, como siempre, y siguieron caminando por el viejo salón hasta el pasillo, lleno de viejos cuadros en blanco y negro, un poco rotos. Después de unos segundos y viendo que estaba vacío, Jimin soltó a Yoongi.
Siguieron caminando, hasta poder divisar las escaleras del segundo piso pero se detuvieron pasmados al escuchar el ruido de la madera del segundo piso crujir.
- Mierda, ¿Qué fue eso? -balbuceo Jimin, temeroso, acercándose a Yoongi-. ¿Fue en el segundo piso, no? Hyung, ¿Y si hay un fantasma?, ¡No quiero ver un fantasma!
Yoongi rodó los ojos, indiferente-. Pues si hay alguien sólo tenemos que ir a saludar, ¿No?
- ¡Pero no si es un puto fantasma! -casi gritó Jimin, siendo callado por la palma de Yoongi quien tapó su boca y lo miró alarmado.
- Shh, no grites. -lo calló y Jimin le lamió la palma, frunciendo el ceño-. Yah, serás asqueroso.
- No pongas tu sucia mano en mi boca, Yoongi.
- Haz tenido otras cosas sucias en tu boca y no te quejas. -ante eso Jimin le golpeó el brazo con un puñetazo-. ¡Yah, eso dolió!
- ¿Ahora quién está gritando? -se rió Jimin.
Yoongi abrió la boca para refutar, pero al instante ambos pudieron escuchar pequeños pasos encima de sus cabezas. Se quedaron estáticos hasta que Yoongi, tomando la mano de Jimin y haciendo que agarrara su chaleco, siguió caminando hacia las escaleras.
- Hyung, lo más razonable en estos momentos es que tomemos nuestras cosas y nos vayamos a a mier-
- Jimin, si quieres puedes esperarme fuera de la casa, no hay problema.
Jimin suspiró, derrotado-. Mis ganas de contrariarte son más grandes que mi cobardía, sigamos caminando.
Yoongi sonrió de lado, sin poder evitar echarle un vistazo a la mueca de disgusto de Jimin, el cual aun seguía apretando su chaleco. Subieron las escaleras, paso por paso, ambos alumbrando con la linterna y agudizando el oído para saber de dónde provenían los ruidos. Al llegar a la segunda planta, se encontraron con tres puertas.
Yoongi podía ver que una era del baño, otra estaba totalmente vacía y una al final, que estaba semiabierta y en la cual no podía divisar nada más que un escritorio. Siguió escuchando ruidos, como si estuvieran moviendo un mueble demasiado despacio. Supo que era aquella habitación del fondo, así que echándole una mirada a Jimin, quien también había escuchado los ruidos provenientes de esa habitación, asintió con la cabeza y siguió caminando.
Yoongi tocó aquella puerta con la yema de los dedos, e impulsándola lentamente hacia dentro la abrió del todo, pasando la luz de la linterna por toda la habitación. Pudo ver un colchón roto en el piso con sábanas arrugadas, el cual tenía esparcido envases de galletas vacíos y un conejo de felpa.
Jimin tiró el chaleco de Yoongi, llamando su atención. Ambos se miraron, preguntándose lo mismo, pero fue Jimin quien lo vio primero al entrar a la habitación.
Un gran mueble en la pared, con las rendijas de la puerta de madera rota a su derecha. Con la linterna la alumbró y pudo ver el brillo de unos ojos grandes y temerosos. A Jimin se le vino a la mente un conejo siendo pillado por un cazador.
- Yoongi... -susurró, llamando la atención de Yoongi hacia lo que estaba viendo.
Yoongi también lo veía.
Un niño abrazando sus rodillas en el armario, detrás de la puerta rota.
Sucio, sudoroso y asustado.
Por alguna extraña razón se vio así mismo en su habitación, tratando de huir de los gritos de sus padres.
Así que se quedo quieto, viendo como Jimin se acercaba sigilosamente, arrodillándose frente a él. El niño temblaba, cerrando los ojos con la respiración entrecortada. La puerta rota se interponía entre ellos y el niño.
- Hola. -saludó Jimin, con su voz dulce y aterciopelada-. Me llamo Park Jimin, y ese sujeto pálido que parece un fantasma detrás de mí, se llama Min Yoongi.
Yoongi vio como el pequeño abría un ojo, lentamente, para mirarlos aterrado.
Jimin le sonreía con ternura, esa clase de sonrisa que hacía sus ojos dos rendijas y por la cual todos caían ante él. Pero el niño aun seguía asustado.
- ¿Cómo te llamas? -preguntó, pero el niño se quedo callado viendo para todas partes, como si estuviera decidido a huir. Jimin se sentó en posición de indio y miró a Yoongi para que hiciera lo mismo, el cual lo hizo-. No vamos a hacerte nada, sólo estábamos paseando por aquí. No tenemos donde quedarnos, ¿Sabes? Pensamos que ésta casa estaba vacía, no sabía que era tuya. Lamento si te asustamos.
Ante eso, el niño pareció meditarlo. Ya no era temor lo que había en sus ojos, sino curiosidad. Jimin lo notó, así que se inclinó más hacia el pequeño.
- ¿Te cuento algo? Nosotros somos fugitivos. -susurró Jimin al pequeño, quien abrió los ojos sorprendido-. ¿Quieres saber el por qué?
El pequeño movió la boca, como queriendo decir algo, pero calló, mirando sus manos. Jimin suspiró, sacando un paquete de galletas de su bolsillo. Al pequeño le brillaron los ojos al ver las galletas y, dejando de abrazar tanto sus piernas, se irguió.
- ¿Por qué? -preguntó el pequeño, ante la sorpresa de ambos. Jimin abrió el paquete de galletas, se llevó uno a la boca y le pasó el paquete de galletas a Yoongi, quien también empezó a comer.
- Porque nuestros padres son unos malditos bas-
- ¡Yoongi! -le regañó Jimin, frunciendo el ceño. Volvió la vista hacia Jungkook y le sonrió-. No le hagas caso. Nosotros venimos desde muy lejos para cumplir nuestros sueños, pequeño, por eso-
- Me llamo Jungkook... -balbuceó. Jimin se calló, ladeando la cabeza.
- Lo siento, no te entendí.
- Se llama Jungkook. -aclaró Yoongi rodando los ojos y comiéndose otra galleta, para luego inclinarse hacia el pequeño y pasar el paquete de galletas por la rendija rota-. Come.
Jimin volvió a fruncir el ceño, pegando un palmazo a la pierna de Yoongi-. Quería que lo dijera más alto, tonto.
- ¿A quién llamas tonto?
- ¿Ves algún tonto más por aquí que no seas tú?
- Lo estoy viendo a mi lado.
Y de repente, ambos escucharon una risita dentro del armario. Se giraron a la vez, viendo como el pequeño se reía, con el paquete de galletas entre sus dedos.
- ¿Y tú de qué te ríes, mocoso? -gruñó Yoongi, frunciendo el ceño. Jimin lo empujó, incrédulo.
- ¡Vas asustarlo!
- Pero se está riendo de nosotros. Sé que estás acostumbrado a que se rían de ti, pero yo no.
Ésta vez, se escucho como el pequeño se carcajeaba ruidosamente. Jimin no pudo evitar reírse también, contagiado por su risa.
- Yah, mocoso, devuélveme el paquete de galletas. -exigió Yoongi mostrando sus encías, siendo contagiado también por la risa del niño. Jungkook negó con la cabeza divertido, masticando ruidosamente-. Agradece que sea tu armario, porque te sacaría a patadas.
- Hyung, ya, basta. -siguió riéndose Jimin, para luego suspirar y mirar con una sonrisa al pequeño-. Jungkook, ¿Qué te parece, si a cambio de paquetes de galletas, tú nos dejas vivir en ésta casa por mientras?
Jungkook dejó de masticar ruidosamente para quedarse quieto. Agachó la mirada y apretó el paquete de galletas contra su pecho, con una expresión triste.
- ¿Qué pasa, Jungkook? -preguntó Jimin, preocupado, posando su palma en la rendija. Jungkook pegó un salto, alarmado-. No vamos a hacerte daño, lo juro.
Jungkook hizo un puchero lastimoso y sus ojos destellaron por las lágrimas que amenazaban por salir.
Yoongi suspiró cansado y decidió acercarse al igual que Jimin y posar una mano en la rendija.
- Mocoso, sé que tienes miedo. No sé que te habrá pasado para que estés aquí, no sé si estás huyendo o si no tienes lugar a dónde ir o no tienes padres, pero... Nosotros estamos aquí ahora, no tienes porqué temer. No vamos a llamar a la policía, ni a nadie. Ésta es tu casa, ¿Si? No vamos a quitártela, ni obligarte a irte.
Jungkook lo miró, viendo la expresión seria y sincera de Yoongi. Le creyó, sabía que ambos chicos frente a él, pidiéndole salir, no eran malos.
Pero tenía miedo.
Había pasado tanto tiempo solo en aquella casa, que ver nuevas personas le aterraba. Odiaba a los adultos, los detestaba con toda su alma, porque ellos habían sido los culpables de que haya tenido que huir. Y aunque sabía que aquellas dos personas frente a él también eran adultos, algo dentro de él le decía que no eran malos, sino todo lo contrario.
Podía recordar a sus padres en ellos.
Su madre siempre le pegaba palmazos cariñosos a su padre y su padre se dejaba, mordiéndose el labio para no reírse, mientras seguía burlándose. Podía recordar a sus padres molestarse entre ellos, para luego mirarse cariñosamente, igual como aquellos dos chicos frente a él.
Tal vez por eso sentía aquel sentimiento sobrecogedor en el pecho, porque sus padres ya no estarían nunca más con él, porque ya no los vería hacerse morisquetas burlonas para luego reconciliarse y amarse el doble de lo que ya se amaban.
- Oh, no llores... no llores... -pidió Jimin, alarmado ante los sollozos del pequeño.
Con un instinto protector que emergió de él, abrió la puerta rota del armario y tomó al pequeño entre sus manos, quien ni siquiera se alejó, sólo sollozo entre sus brazos.
- Jungkookie, ¿Quieres jugar un juego? -murmuró contra el cabello del menor, meciéndolo entre sus brazos. Jungkook pasó sus manitas alrededor de su cuello, escondiendo su rostro entre su cuello-. Podemos jugar... podemos jugar a que nosotros somos tus padres, ¿Sabes por qué? Porque vamos a cuidarte desde ahora, vamos a darte galletas y no dejaremos que nada malo te pase.
- Jimin... -murmuró Yoongi, tocando el brazo de Jimin para mirarle con lástima.
Podía escuchar la voz de gruesa de Yoongi en su cabeza.
No le mientas así.
Pero Jimin no podía dejar las cosas así, no podía al ver como ese pequeño entre sus brazos estaba tan solo y destrozado.
- Papá Jimin. -oyó como el pequeño murmuro contra su cuello, cuando dejó de llorar. Jimin se alejó, un poco sorprendido, y con la manga de su chaleco secó las lágrimas de Jungkook.
- Jungkookie, ¿Haz dicho algo?
- Papá Jimin. -repitió, ésta vez esbozando una sonrisa ingenua. Jimin también sonrió, enternecido. El pequeño se giró hacia Yoongi, quien lo miraba entrecerrando los ojos-. ¡Papá Yoongi!
- Ah, no, niño. -negó Yoongi aterrado-. Yo no seré tu padre.
- ¿Mamá Yoongi? -ladeó la cabeza el pequeño, confundido. Jimin se carcajeó tan fuerte que resonó por toda la habitación y Yoongi esbozó un puchero, irritado.
- Te digo que no seré-
Y ahí estaba, esos ojos redondos como almendras, mirándole con suplica y tristeza. Yoongi se calló, porque si no podía con los ojos de perrito de Jimin, menos podría con aquellos ojos. Así que se repimió así mismo y abrió los brazos hacia el pequeño, quien sonrió, corriendo hacia él y tirándose encima.
- No soy mamá Yoongi, soy papá Yoongi. -corrigió, tomando al pequeño en brazos y levantándose del suelo. Señaló a Jimin con el mentón, quien también se paró del suelo-. Él es tu mamá.
- ¿Mamá Jimin?
- ¡No soy mujer! -se quejó Jimin, tomando las dos linternas del suelo-. Soy un chico, así que seré el padre. Hyung, tú tienes cara de chica, así que serás la mamá.
- Yah, por favor, no soy yo a quien eligen para bailar coreografías de chicas.
- Eso es porque no sabes bailar.-rebatió Jimin, riéndose.
- Touché. -fue lo último que dijo Yoongi, para luego mirar a Jungkook, descansando su cabeza en su hombro, con una expresión totalmente relajada.
Estaba empezando a quedarse dormido en los brazos de Yoongi. Jimin se acercó al pequeño, mirándole con ternura y acarició su cabello delicadamente. Yoongi lo llevó al colchón en el suelo, acostándolo y tapándolo con las sábanas, mientras le sacaba los zapatos.
- ¿Qué vamos hacer ahora, hyung? -susurró Jimin, mordiéndose el labio inferior, alejándose un poco del pequeño Jungkook dormido en el colchón.
Jimin se apoyó contra la pared del pasillo, con Yoongi a su lado.
- Hyung, ni siquiera sabemos cuidarnos a nosotros mismos, y vamos a cuidar a un niño...
- Lo sé, lo sé... Pero tanto tú como yo sabemos que no podemos dejarlo solo. -susurró Yoongi, apretando los puños-. ¿Haz visto los moretones en sus brazos?
Jimin asintió, cabizbaja.
- Es sólo un niño... Yo...
Jimin sintió como la mano de Yoongi buscaba la suya, tomándola entre sus manos y sobándolas. Aquel gesto lo reconfortó.
- Está bien, vamos a estar bien, Jiminnie. Vamos a hacerlo por nosotros, por Jungkook.
- Tengo miedo de que las cosas salgan mal, de que nos arrepintamos...
- Vamos arrepentirnos de todas formas. -rió amargamente Yoongi.
- Pero estamos juntos en esto como siempre.
Yoongi sonrió, mostrando sus encías y asintiendo con la cabeza.
- Como siempre.
Y de repente, detrás de Yoongi, apareció un soñoliento Jungkook, sobándose los ojos.
- ¿No van a dormir conmigo? -preguntó bajito, haciendo un puchero.
- Claro que sí, mocoso. -respondió Yoongi, tomándolo en brazos y dirigiéndose al colchón.
Ambos se acostaron en él, seguido de Jimin. Se sacaron los zapatos y se taparon con las sábanas porque mientras más tarde era, el frío se iba colando por sus huesos entumeciéndoles. Jimin apagó las linternas y las puso por sobre su cabeza, para luego ver como Jungkook se hacía bolita entre ellos, abrazando su conejo de felpa.
Ambos se miraron, compartiendo el silencio y los mismos sentimientos que empezaban a despertar por aquel niño. Habían estado viajando por horas desde la última parada que hicieron, y aun faltaba mucho para llegar a la ciudad donde iba a estudiar Jimin.
En total, habían sido tres días lejos de casa, pero parecían meses. Durmiendo en el auto, comiendo en paradas de autobús, bañándose en baños públicos. Sintiéndose solos, sintiéndose libres, sintiéndose acompañados. Ambos esperaban algo, pero no sabían qué. Y entre la oscuridad, observándose el uno al otro, era como si aquel fuera el punto de partida para algo más. Algo que no tenían ni idea de qué era, pero que iba a cambiar muchas cosas.
Porque ambos, dentro de sí, sentían la necesidad de cuidar y proteger aquel niño abandonado. Y tal vez, sólo era por la sencilla razón de que, tanto como él, se sentían totalmente desamparados. Y ambos sabían que la vida era difícil y también sabían que, sólo si alguien estaba allí para sostener tu mano, la vida sería un poquito más llevadera. Sabían que, si alguien estaba allí contigo en la oscuridad, vivir no sería tan agotador.
- Buenas noches, papás. -susurró Jungkook, bostezando y apretando más contra sí a su conejo.
Le gustaba sentir la palpitación de ambos junto a él. Tal vez estaba bien confiar, aunque sea un poco.
- Buenas noches, Jungkook.
🌼
- Manos detrás de la espalda, pecho contra el auto. -ordenó el policia, esposando las muñecas de Yoongi detrás de su espalda-. Están detenidos por asaltar una tienda, todo lo que digan podría ser usado en su contra.
Jungkook estaba tan asustado, que aunque los policías tiraran de él para alejarlo de los brazos de Jimin, él no quería alejarse.
- Kookie, Kookie, escúchame. -exclamó Jimin, bajando a Jungkook de sus brazos. El pequeño estaba tan aterrado que no soltaba la ropa de Jimin ni le quitaba los ojos de encima-. Está bien, está bien. No va a pasar nada malo, no voy a dejarte.
- Pero papá se va a ir... -balbuceó Jungkook, apartándose del policía que le arropó con una manta-. No quiero que ellos me lleven, quiero quedarme aquí con ustedes...
Jimin se mordió el labio, tratando de no llorar y ser fuerte por Jungkook. Se arrodillo frente a él, aun con el policía sosteniendo sus muñecas esposadas y se inclinó hacia el rostro de Jungkook.
- Vamos a volver a estar juntos. -susurró Jimin, para luego depositar un beso cariñoso en la frente del pequeño-. No estás solo, bebé. Vamos a volver a vernos. No olvides que te quiero muchísimo, Kookie.
- Ya, es hora de despedirse, levántate. -habló la dura voz del policía detrás de él.
- No hay nada dentro de la casa, sólo basura. -dijo otro policía, saliendo por la puerta-. Yo me llevaré al niño, ustedes llévense a esos dos.
- ¿A dónde se lo van a llevar? -preguntó Yoongi al policía que lo puso dentro del auto. Éste lo miró por el espejo retrovisor tras sus lentes negros.
- Al orfanato de Seúl, en Busan. -respondió tajante, para luego hablar entre dientes-. No sé como pueden ser tan enfermos como para secuestrar a un niño.
Yoongi empuño sus manos, conteniéndose en patear el asiento y tirarse encima del maldito policía. Le había escuchado, y quería gritarle que se callara. Pero en vez de eso, miró hacia la ventana hacia Jungkook arropado por una manta, mientras metían a Jimin al auto al lado de él.
Yoongi abrió la boca, esbozando tres palabras con sus labios. Vio como Jungkook le respondía en silencio, secándose las lágrimas en sus mejillas. Yoongi sabía que Jungkook no era de los chicos que lloraban fácil, así que le sonrió y volvió a esbozar esas tres palabras.
Nos vemos pronto.
🌼
¡Holaaa, estás llamando a la casa de Park Jimin y...!
Y de Min Yoongi, el chico con más swag de la población.
¡No estamos en casa ahora, pero déjanos tu mensaje con muchos, muchos corazones!
Cambio y fuera, tssshh.
🌼
El chico bajó del bús, con una mochila de militar detrás de la espalda que le quedaba tan grande que la mayoría de las personas que se bajaron con él se golpearon con ella. Miró hacia todas partes, viendo el paradero del lugar, que estaba repleto de personas con sus maletas, yendo de aquí para allá. Iba a irse cuando vio al asistente del conductor tickear los nombres de los pasajeros que se bajaban, así que se acercó a él.
- ¿Nombre? -preguntó el hombre, mirándole de soslayo para volver a su hoja.
- Min Jungkook.
El hombre levantó la vista, entrecerrando los ojos-. ¿Edad?
- 19 años, señor.
El hombre asintió, volviendo la vista hacia la lista en sus manos.
- Que tenga una buena estadía, señor Min.
El chico asintió, dándole las gracias, para luego entrar por los pasillos del paradero y cruzar la calle para tomar el autobús. Con el dinero de todos esos veranos trabajando en cualquier cosa desde sus 15 años, pudo juntar dinero suficiente como para comprarse un celular, lo que hacía mucho más fácil el hecho de no perderse en aquella ciudad desconocida para él.
Pero era emocionante, porque después de tanto tiempo, por fin podía volver desde el Eden, hacia donde ellos estaban. En cierta parte, quería quedarse en aquella casa, pero no aguantaba el tiempo alejados de ellos.
Aunque hubieron veranos atrás en los cuales ellos le fueron a visitar, pero no era lo mismo. Siempre tenían que irse, ya sea por trabajo o por cosas familiares, y él se tenía que quedar allí porque aun era un niño del gobierno.
Pero ahora era libre.
Y la sonrisa en su rostro no se iba, se sentía tan malditamente feliz que podría ponerse a bailar allí mismo, en medio del paradero de autobús.
Así que se subió al primero que llegó, sentándose en el asiento a la ventana y viendo como el sol comenzaba a salir en el horizonte entre los árboles de las plantaciones.
Aun podía recordar esos veranos pasados y la voz de ellos en su cabeza.
- Kookie, Kookie, ¡Despierta, despierta, es navidad! Santa te trae muchos regalos.
- Pero papá, ¿Ese no es...?
- Sí, mocoso, soy yo. Tú padre tiene cierto fetiche con los santa claus, ¿Sabes?
- ¡Hyung, eso no es verdad!
Jungkook no podía evitar reírse cuando se acordaba de ellos.
Le preguntó al conductor que cuanto tardaría en llegar a su destino, respondiéndole que una hora si es que no se formaba tráfico. Jungkook suspiró, rendido y apoyó la cabeza en la ventanilla, cerrando los ojos.
🌼
Jungkook entre abrió los ojos, soñoliento. Se encontraba con la cabeza en el regazo de uno de sus padres. Se sentía tan relajado. Supuso que era Jimin, porque sus manos acariciando su cabello siempre eran más suaves que las de Yoongi. Y por su voz, cantando sobre él, meciéndole como un bebé como si fuera una canción de cuna.
Era la canción favorita de ambos.
Entonces se dio cuenta que estaban en ese parque, acostados en el césped, cuando vio la suma de colores de los fuegos artificiales por el Hallyu. Pero todo estaba en silencio, excepto por la voz melodiosa que llenaba todo su ser.
- ¿Por qué no se puede? ¿Por qué no puedes venir a mí? No sé cómo calcular o cómo hacer para empujar de un tirón. Sólo te quiero a ti. ¿Estás seguro?, ¿No puedes tú tomar todo mi amor? Yo te haré feliz porque voy a darlo todo. Sólo tienes que venir a mí.*
- Papá, me gusta como cantas... -susurró Jungkook, entre sueños.
- Jimin-ssi, gracias.
- ¿Yoongi hyung?
- Gracias por venir conmigo.
- ¿Estás tonto? No me estabas obligando.
- Lo sé, sólo quiero darte las gracias.
- ¿Por qué?
- Porque lo más posible es que, si no fuera por ti, yo aun estaría colgándome de la ventana, incapaz de saltar. Lo más probable, es que si no fuera por ti, yo nunca sería tan libre como lo soy ahora.
- Hyung.
- ¿Sí?
- Ya lo sabes.
- Ya lo sé.
🌼
Bajó del autobús, con el estómago hecho un nudo de los nervios. No sabía porqué estaba nervioso, más bien, se encontraba tan ansioso que no podía dejar de ponerse de puntillas y golpear el viento como si fuera un boxeador profesional. Estaba haciendo el ridículo, lo sabía. Así que mientras zarandeaba su propio cuerpo de un lado a otro, caminó cuatro casas, viendo sus patios verdes con sus porches gigantes. Saludó algunos perros que salieron a ladrar y a mover la cola, asustándose a veces.
Cuando llegó a la casa que estaba buscando, pudo ver la credencial que tenía, al igual que las otras cosas. Ahí pudo ver sus apellidos.
Familia Min Park.
La casa era de dos pisos, con una reja delimitando el jardín delantero, repleto de rosales iguales a los del Eden. Se mordió la mejilla interna, demasiado emocionado y sacó de su mochila aquel objeto que había guardado por años y que sabía que ellos jamás irían a olvidar.
Lo puso dentro del buzón, acompañado de una de las postales que siempre enviaba. Aunque con un mensaje al celular era suficiente, Jungkook siempre se tomaba la molestia de escribirles a mano. Apretó el timbre y, como un niño, salió corriendo para esconderse detrás de los arbustos. Era el lugar ideal para verlos sin ser visto, así que esperó con cautela la presencia de alguno de ellos. Esperó con todo su corazón que estuvieran en casa.
Casi gritó cuando vio la cabellera azabache asomarse por la puerta.
🌼
- Cariño, ¿Puedes ir a ver quién está en la puerta? Este libro está tan genial... -murmuró Jimin, acostado en el sillón, con la vista fija en el libro entre sus manos. De vez en cuando sus lentes se resbalaban, volviéndolos a poner en su lugar con el dedo en el puente de su nariz.
Yoongi se encontraba en la otra esquina del sillón, jugando con los pies del menor entre los suyos. Tenía su computadora portátil en su regazo y tecleaba rápidamente.
- Estoy componiendo, bebé. Anda tú.
- ¡Piedra, papel y tijeras! -ambos levantaron la mano a la vez, mirándose fugazmente.
- ¡Perdiste! -celebró Jimin, riendo y sonriendo de oreja a oreja mientras se acomodaba en el sillón. Yoongi hizo un puchero, disgustado.
- Tsk... De todas formas ya había terminado.
- Sí, lo que tú digas, cariño. -siguió leyendo Jimin, recibiendo gustoso el beso fugaz de Yoongi al levantarse del sillón, ponerse las pantuflas y caminar hacia la puerta.
Salió hacia el porche. No había absolutamente nadie.
Estuvo a punto de darse la vuelta y volver al sillón, cuando vio que había llegado correspondencia. Así que, levantando sus manos por encima de la cabeza para estirarse, caminó perezosamente hasta el buzón.
Lo abrió, encontrándose con los ojos gigantes de un conejo de felpa dentro.
Y una postal de unos rosales.
¡Hola papás, aquí Jungkookie escribiéndoles!
Los extraño mucho.
¿Qué dicen ustedes?
¿También me extrañan?
Estoy seguro que antes de que digan la palabra mágica, estaré con ustedes.
Yoongi no pudo evitar sonreír de oreja a oreja, sacando el conejo de felpa dentro del buzón. Sabía que Jimin chillaría de felicidad al ver la postal. Siempre era distinto cuando enviaba postales en vez de mensajes de texto. Cuando enviaba postales, siempre significaba algo. La última vez, Jungkook les había enviado un vídeo cantándole una canción por su cumpleaños el 9 de marzo. Y en el cumpleaños de Jimin, había comprado una torta enviándola a la casa.
Extrañaba tanto a Jungkook que, si no fuera por su trabajo, lo iría a buscar ahora mismo a Busan. Faltaba poco, tan poco para su cumpleaños y por fin podrían traerlo a vivir con ellos.
- ¡Paaaaark Jimiiiiiiiin! -gritó Yoongi hacia la casa.
Bastaron cinco segundos para tener a un jadeante Jimin observarle desde la puerta.
- ¡¿Qué pasa?!, ¡¿A quién hay que golpear?! -exclamó exaltado, saliendo al porche descalzo, sin siquiera ponerse las pantuflas, con el palo de la escoba en la mano.
Cuando vio como Yoongi sonreía mostrando las encías, totalmente feliz, estirando hacia él la postal y el peluche, Jimin abrió la boca, tan sorprendido y emocionado que corrió hacia Yoongi, botando el palo de la escoba y saltando en sus brazos envolviendo sus piernas alrededor de su cintura y tomando la postal junto al peluche de felpa.
- ¡¿Las acaba de mandar?! -chilló ilusionado, apretando el oso de felpa contra su pecho mientras Yoongi asentía.
Se puso a leer la postal, pisando el césped y separándose un poco de Yoongi, quien lo miraba sonriente.
- ¿Palabras mágicas?, ¿Hakuna matata? -exclamó Jimin, ladeando la cabeza. Yoongi se carcajeó tan fuerte que le dolió el estómago. Negó la cabeza hacia un Jimin que lo miraba haciendo un puchero.
- ¿Entonces cuál es?
- ¡Quisiera ver a Jungkookie! -gritó Yoongi al cielo, para luego sentir la frente de Jimin en su pecho.
- Yo también lo extraño... ¿Vamos a verlo este verano, verdad?, ¿Y si... y si vamos a verlo antes? Ahora que él... -musitó Jimin, un poco decaído. Yoongi puso una mano en su cabello, acariciándole y besando su frente, cuando lo escuchó.
- Eso no hace falta.
Ambos se dieron la vuelta, totalmente sorprendidos.
Ahí estaba, frente a ellos, con esa sonrisa radiante y esos grandes ojos almendrados de conejo. Estaba más alto que ellos, fornido y maduro; no había nada de aquel niño de siete años. Lo único que perduraba, era aquel brillo en sus ojos que iluminaba sus vidas como dos faroles en la oscuridad.
- Estoy en casa.
🌈
* Canción de Homme, Just come to me.
¡Hola, hola! Gracias por dar estrellitas a esta historia corta y comentar, de verdad me hacen muy feliz ಥ_ಥ 💕💕💕
Por fin la terminé, me demoré harto.
Y tengo en mente otras historias cortas más, son éstas;
No soy Igot7 pero amo a Yugyeom y su canción. Y amo Mayday, Magnetic Girl, y otras más de Got7, ¡Escuchenlas!
Si les interesa alguna, comenten :3 sino les interesa, de todas formas publicaré cualquiera que me apetezca dkdndndn Y eso, muchas gracias por leer esta historia, las amo, ¡me hacen descabelladamente feliz! 💕
Nos vemos ✌✌
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