Capítulo tres
El Edén era un lugar hermoso y eso fue gracias a los esfuerzos de muchos ángeles dedicados a la creación de bellos seres, entre ellos plantas hasta animales que incluso dejaban asombrados a la poderosa Diosa que observaba con placer la tranquilidad obtenida después de toda la guerra.
No fue fácil tomar la decisión de eliminar los recuerdos, todos sabían de la caída, pero solo quedaron destellos de sus vidas pasadas, las caras de sus amigos o amantes habían desaparecido desde el primer segundo. Menos lagrimas que derramar, así lo veía ella y esta contenta de haber evitado un pesar gigante en sus amados hijos…o tal vez estaba intentando dirigirlos hacia ciertos caminos.
Ese día Miguel preparaba su ejército para darles lugares específicos de trabajo, unos eran guardias, otros inspeccionaban la condición del mundo y algunos vigilarían las entradas al infierno.
Aunque era un arcángel Rafael fue el asignado especial para revisar la salud de todas las criaturas del Edén, bajaba todos los días, curando heridas o arreglando las plantas secas, todo era nuevo para él, pero por alguna extraña razón sabia exactamente que hacer para solucionarlo.
El único conflicto que tenía era que los animales mas enfermizos eran aquellos grises con detalles azules. La primera vez fue una serpiente, después una ardilla e incluso un halcón, ocurría solo al verlos, se tiraban al suelo hasta que los recogía. El tratamiento era simple, solo los llenaba comida junto con algunos mimos, a veces los ponía en una pequeña bolsita pegada a su cintura mientras recorría el lugar.
—¿Por qué solo los tuyos se enferman? ¿quizás es por tu color? —siempre platicaba con aquellos animalitos—. Puedo platicarlo con Mamá
El día se acabó, odiaba despedirse, pero debía hacerlo su segundo trabajo era en el espacio creando más estrellas para el disfrute de los humanos.
Cierto día al regresar escuchó a Eva llorando, preocupado por su salud bajo a revisarla.
—¿Querida? —tomó sus manos, no notaba nada dañino en ella.
—Ese demonio, habló con tanta razón, terminé tomando el fruto y ahora sé tanto, me apena saber como funciona el mundo, solo Dios debería—se escuchaba llena de culpabilidad.
Rafael comprendió un poco, él tenía un Don más no sabia como funcionaba o podría explicarlo, en otras palabras, su conocimiento parecía ser algo limitado a ciertas reglas en especial aquella donde te pedían seguir todo sin rechistar—. Entonces debemos llevarte a algún lugar seguro ¿No? También a Adán.
La ayudó a levantarse, esa tarde partieron llenos de comida y bendiciones para cuidar su camino al igual que su salud. No entendía con exactitud las intenciones divinas, pero expulsarlos sonaba peor que ayudarles a hacer un pequeño viaje, por lo cual solo les ayudo un poco a hacer todo de forma más amena.
—Por cierto, querida Eva ¿A que te refieres con un demonio? Se supone que las puertas al infierno están vigiladas para evitar que salgan.
—Es una serpiente azul con puntos negros, disfruta cambiar su forma por otros animales.
Rafael sintió que su sangre celestial dejo de fluir ¡Todo este tiempo estuvo ayudando a un ser del infierno! Incluso dándole pequeños besos en la frente para hacerlo recuperar más rápido.
Ese sucio ser iba a pagarlo.
Extendió sus hermosísimas seis alas para llegar más rápido, por supuesto lo estaba esperando, su cuento ya no podía seguir después del accidente con Eva. Ahí arriba de las murallas se hallaba él en su forma humana, su cabello chino alborotado resaltando las partes blancas como pedazos de nubes atrapados.
—Pronto se va a inflar como un globo—murmuró aquel demonio
—¿Disculpa?
—Ellos tuvieron sexo, su vientre se va a inflar como un globo—explico señalando lo obvio, aunque Rafael no entendiera demasiado.
—Ah claro—sabia que algunos seres tenían descendencia, pero no veía nada de eso en sus dos humanos favoritos.
—Fue una reacción exagerada, si me preguntas—lo miró directo a los ojos, Rafael brillaba tanto que le molestaba un poco—. Fue su primer delito... el conocimiento no debe ser tan malo, ni siquiera con el puedes decir quien esta bien o quien esta mal.
—Lo malo es malo…eh.
— Astaroth.
—¡Bueno Astaroth! Eres un demonio, lo de la manzana lo hiciste porque sabias que todas tus acciones son malas ¡Así como tratar de engañarme!
No pudo evitar reírse—. Tu deber es ir repartiendo amor por todas partes, no te engañe, tal vez tu eras el que hacia algo malo cuidándome, siendo yo un demonio.
Rafael iba a reclamarle, pero no pudo, tenía razón—. Oh cielos.
—Ayudaste a uno de los tres demonios más poderosos del infierno.
—¿HICE QUÉ? —las piernas le temblaban, de seguro lo iban a castigar.
Decidió que ya había hecho sufrir mucho al pobre—. Bueno, no importa, siendo sinceros realmente solo has hecho actos buenos y los mios están en una línea muy delgada entre ambos extremos…eres un ángel, solo puedes ser etéreo.
—Oh…gracias—por fin suspiró aliviado—. Entonces… ¿Te parece si te cubro con mis alas? La lluvia ha sido creada, mi deber es hacer que no te enfermes con ella.
Astaroth aceptó.
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