En el silencio estéril de una habitación a medianoche, acompañado por una tenue vela, Rain escribió y, a su espalda oyó una voz cariñosa, atendió el sonido con el bolígrafo entre las manos, tratando de concentrarse en lo que tenía frente a él y continuar, pero los ruidos provenientes de su memoria le instan a voltear.

El trazo delgado de tinta en la hoja nunca llegó, Rain encontró una cama vacía cuando volvió la mirada, en conjunto a la respiración ininterrumpida de su compañero de cuarto. Ah, sí, Rain estaba solo.

Pero no descartó la idea, por más descabellada que resulte, lo imagina a él adentrándose en su alcoba, tomando nuevamente aquellas manos entre las suyas. La indulgencia de reconocer el diminuto avance social de Finn era un arma de doble filo, porque ya no tiene el tiempo de antes.

Y, en está ausencia se comienza a pregunta cómo reaccionará si llegaran a encontrarse. Seguir firme, exhausto, lucharía contra el impulso de atravesar sus cabellos negros con la yema de los dedos, el crujido de la silla no lo devolvió a la realidad, Rain decidió concentrarse en la carta pero sus manos no lucen capaces de escribir más.

Reconoció una de las llamadas de atención que solía ignorar. Pagó factura, detenido por algo ínfimo, los miedos a punto de alcanzarlo.

La vela alumbrando el escritorio no brillaba lo suficiente y los ojos pálidos de Rain arden debido a la falta de suelo, al cansancio, al mar de lágrimas negándose a salir, emociones que no quería analizar a fondo, jamás debieron existir.

Pero existían, hundiéndose, echaban raíces y crecían en lugares insospechados, como Rain.

Revivía las voces, sus pensamientos, al estar completamente solo tampoco podía creerlo del todo que lo quería; de esa forma romántica en la que un hombre no debería querer a otro (inevitable para él). Quería a Finn, con pecas en la nariz y boca fruncida, pidiendo la opinión de su hermano mayor.

Pronto cayeron las lágrimas que había retenido con los años, imposibles de frenar, nada más logró humedecerse las manos al intentar despejar su rostro torcido, lloró fuertemente pero la voz de Rain no se alzó y la única prueba de su llanto era una respiración entrecortada. 

Cuando niño creyó que la pérdida sería el dolor más grande.

Hasta que experimentó el rechazo y, luego, el hambre. Hasta que sus zapatos desgatados no le permitieron caminar y tuvo que andar con los píes descalzos, hasta que dejó de tener respuestas para las preguntas de Finn, hasta que se preguntó el propósito de su vida una y otra vez, abrazando a Finn para cubrirlo de la lluvia, miseria y pobreza.

Incluso esto no tenía comparación con el dolor vivido algunos años después.

Ese día tuvo a Finn sonriendo, apartado de la incertidumbre al hablar con él, solamente con él, un abrazo como muestra de orgullo y gratitud (también, para la buena suerte), una felicitación breve resquebrajó las emociones platónicas, fue el sol iluminando su tierna sonrisa, hizo que las palabras de amor atoradas en su boca parecían cercanas a ser pronunciadas. El cariño surgió, tan simple como un sueño.

Descubrió el peligro de creer en ello, cuando en realidad era complejo. Sus lágrimas continúan brotando, oponiéndose a concluir otro día incompleto. Ir al cuarto 301 del dormitorio le resultó un acontecimiento prohibido; no quería ensanchar la distancia entre los dos con insensibles revelaciones.

No valía la pena aventurarse a tanto. Rain evitaba apoyarse en esperanzas fugaces, para él no queda forma de volver a rozar discretamente el borde de su boca, en busca de sus labios.

Los recuerdos motivándolo también estaban hundiéndolo. En el llanto, pensó en Finn, maldiciendo cuando su corazón alborotado reventó con la realización de que la mayoría de sus recuerdos con él, en una habitación o en el asfalto de la calle, provenían de hace mucho tiempo atrás.

Pensaba en ello y volvió a pensar, desesperándose al no dar con el momento exacto, la última vez que lo miró sin observar en él todas las palabras crueles que decían los demás pero llevaba demasiado tiempo sin encontrarse con él, apenas puede recordar.

Entonces le rindió luto al cúmulo de recuerdos bonitos, increíblemente lejanos, mareado de tanto llorar, tumbándose en la cama vacía, desistir parecía la solución más surreal, viniendo de él, de los sentimientos indebidos hacia Finn, no era lógico.

Pero Rain ya estaba cansado de perseguir cosas fuera de su alcance (tan cansado que ya no puede dar marcha atrás).

¿Qué más puede hacer cuando el afecto lo descoloca, cuando ceder a sus anhelos ilícitos está fuera de discusión? Hundido en el despecho de una memoria ruidosa, no halla manera de ignorar su perseverante ansía, intentar sentirlo cerca de él aunque sea una vez.

Ojalá el cariño y todo lo demás fuera más débil. 

lo escribí mientras lloraba porque adoro hacer el ridículo, es decir, el contenido de este fandom es inexistente afuera de twitter qqvq

· ⸺ ❛Tanuki—dono·