Capítulo 4: La Traición
—¿Crees que se vaya a levantar algún día? ya son las 6 de la tarde y aún duerme como piedra—oí a Godric decir a lo lejos.
—No tengo la menor idea, pero te dejaré saber si algo pasa, así que ve y termina tus cosas tranquilo—contestó Erebos, reconocería su voz desde lejos.
—Sabes, no necesito niñera, estoy perfectamente bien y no me hace falta nadie velandome, en especial tú.
—Ten, te preparé sopa, come, que lo vas a necesitar— me contestó Erebos ignorando la manera en que le había hablado.
—De cuando a acá eres tan amable y atento—dije mientras tomaba la sopa.
—¿A caso no puedo preocuparme?
—Hola chiquita, ¿cómo amaneciste?—dijo Zataney mientras entraba a la habitación—Alistate tan pronto termines de comer que nos vamos.
Me levanté de la cama inmediatamente y fui hasta mi armario, agarré un vestido corto y mis converse, pues era lo más rápido, fui hasta el baño de mi habitación y me preparé lo mas rápido que pude.
—Listo, ¿Para dónde me llevas?—espero que sea algo divertido.
—Confia en mí, la pasarás de maravilla.
Nos montamos en el deportivo de Zataney y éste condujo hasta la costa, dejó su auto en un estacionamiento y allí nos bajamos. Caminamos un rato por un callejón, hasta que llegamos a una playa escondida, era un lugar de ensueño. El agua era cristalina, la arena blanca y estaba decorada con cientos de caracoles coloridos. En una parte había unas palmas que daban buena sombra y nos dirigimos hacia allá.
—Debí haberte dicho que veníamos para acá, pero no quería que el entrometido de Erebos escuchara.
—No te preocupes, pensé lo mismo, de hecho, ¿Porqué no invitaste a Ellius y Freia?
—Quería estar a solas contigo, hablar de unas cosas.
—Bueno, pues habla, soy todo oídos.
—Es sobre Ellius, él no te conviene Ania. Creo que lo mejor que haces es dejarlo ir.
—Así que solo me traíste aquí para hablar de él, honestamente Zate, no quiero saber nada de él por el momento, así que te agradecería que hablemos de otra cosa.
—¿Porqué no le das la oportunidad a alguien más? Alguien que se preocupe más por tí y que de verdad te quiera.—me dijo Zataney mientras se acercaba a mí para besarme.
Iba hablar para detenerlo, pero en ese momento llegaron mis hermanos, Kate, Nixe y la nueva mascota, Erebos.
—¿Pensaste que no te ibamos encontrar?—le dijo Godric con un tono medio molesto.
—Sabes que nunca le haría daño a tu hermana. Ella es muy importante para mí. Yo la ví nacer primo.
—¡Cállate! no sigas diciendo babosadas, ni tu mismo te crees que tus intenciones son buenas, ya sabemos todo lo de su plan.—Le dijo Freia mientras me halaba para su lado.
—¿Qué esta pasando? ¿De qué hablan? solo vinimos a pasar un buen rato aquí—Grite, pues no me escuchaba entre la discución que tenían.
—Pequeña—interrumpió Erebos—Este hombre que ves aquí, si se le puede llamar así, hizo un trato con tu padre. Mejor dicho, le vendió el alma a cambio de que le devolviera la vida. Las almas que el tiene que entregarle a tu padre son su precio a pagar.
—Pero hay una en específica que tengo que acabar.—dijo Zataney sonriendo malévolamente mientras acariciaba mi rostro.
—¡Ni lo sueñes maldito! Ella es un alma pura.—Le grito Kate.
—Además, no podrás hacerle daño, Kate le ha colocado un hechizo de proteción.—Exclamó Godric.
—Tontos, no le haré daño a la pequeña, solo la necesito para completar mi tarea y la entregaré casi sana y salva.—interrumpió Zataney.
De repente todo se tornó negro y no escuché a nadie más hablar. Cuando me levanté ya era el otro día, miré mi reloj y eran las 9am. No recuerdo nada de lo que pasó después de la discución en la playa, decidí pararme de la cama a ver donde rayos estaba y ví a Zataney asomado por una ventana.
—Levántate, te traje de comer. Vas a necesitar energías.—Me dijo Zataney sin voltearse.
Comí lo más rápido que pude, y luego me dirigí a el baño, cuando salí Zataney ya estaba en el carro así que seguí para allá. Todo el camino fue silencioso no me atreví a decirle nada, intenté escribirle a Godric pero no tenía señal en mi móvil. Me sentía nerviosa y mi cabeza estaba retumbando fuertemente. De repente llegamos a un edificio abandonado y allí nos bajamos.
—¡Hola hemos llegado! puedes salir de tu escondite ya.—Gritó Zataney a el aire.
De repente el ambiente se tornó frío e incómodo, sentí como una brisa helada acariciaba mi cuerpo hasta que escuché su voz.
—¿Qué sucede Zataney, para que interrumpes mi estadía en el inframundo? Ha de ser algo importante.
—Hola mi dios, vengo a pedir la mano de su hija.
Abrí los ojos como platos, pues era mi padre con el que Zataney hablaba, además, que rayos Zataney era mi primo, ¿Porqué le estaba pidiendo mi mano?
—Padre, ¿Me podrías explicar que rayos sucede? ¿Por qué mi primo esta pidiéndote mi mano?
Mi padre sonrió maliciosamente, como si Zataney hubiera logrado algo. Me quedé mirándolo fijamente para que hablara.
—Pequeña, tengo una historia que contarte. Hace 21 años atrás la que conoces como tu madre, me jugó una traición con el dios de el sol. Yo decidí vengarme y tuve una aventura con una humana. Ella quedó embarazada, dando a luz a una pequeña llamada Ania. Tu madre verdadera se llamaba Rigel Amara, tu te pareces demasiado a ella, lamentablemente ella falleció debido a una grave enfermedad y yo le prometí que te cuidaría. Todo iba bien hasta que conociste a el maldito de Ellius.
Estaba sumamente sorprendida, pues nunca me iba a imaginar algo así, no pensaba que papá me iba a ocultar algo de esa magnitud.
—Y entonces, ¿Porqué Zataney quiere casarse conmigo? ¿En que cae esto?
—Cuando Zataney murió en la guerra, el hizo un trato conmigo, él me entregaría el alma de tu amado a cambio de que yo le devolviera su vida. Acepté sin dudarlo, pues así tendría mi venganza completa.
—Papá ¡Qué rayos estas diciendo!¿Qué te pasa? eres el ser más egoísta de el mundo. No puedo creer tus palabras, Ellius no tiene nada que ver en esto!—le reclamé furiosa.
—Mi niña, no soy Dios... no pretendas que sea un ser de perdón, mis cosas van primero que nada. Además, si mato a el padre de Ellius no le dolerá, así que le daré por donde más le duele, su hijo.—dijo Hades mientras se alejaba de nosotros—Bueno, todo esta sellado. Su boda será mañana y no habrá ningún pero.
Dicho esto Hades desapareció de nuestra vista. No sabía que hacer ni que decir. Me limité a hablar y seguí a Zataney hacia el carro. Estaban pasando mil cosas por mi mente, no se cual fue el hecho de el trato que realizé con mi padre si como quiera se saldría con la suya.
—Ni te ocupes en escribirle a tus hermanos, tu padre lo tiene todo bajo control y solo creerán lo que él les dijo, así que ni te esfuerzes.—dijo Zataney ya que vió que tenía mi teléfono en mano.
—Esto es de locos—dije mientras mis ojos se cristalizaban
Zataney sonrió, subió la música y nadie habló más en todo el camino.
Llegamos a la casa y no hice más que entrar y estaban todos en la sala esperándonos. No reconocía sus caras, estaban todos hipnotizados por mi padre. La única que se veía diferente era Freia. La miré fijo a los ojos para que supiera que quería hablar con ella.
—¡Ania! ven hay que buscar champaña para celebrar la gran noticia—me dijo Freia, gracias a Dios entendío mi indirecta.
Fuimos a la cocina y Freia abrió la llave de el fregadero para disimular el ruido. No pude contener y me heché a llorar.
—Tranquila hermanita, hablé con Erebos y el esta dispuesto a ayudar, él se está escondiendo de nuestro padre y quiere ayudar.
—¡Ni pensarlo Freia! no quiero nada que ver con ese tipo.—grité con enojo y luego me percarté que nos podrían escuchar.
—Ania, tu y yo solas no podemos. Necesitamos a alguien en nuestro lado. Ahora vamos para la sala, no queremos levantar sospechas.
—Primero dame la botella, haremos un brindis tu y yo.
—Evitaremos q Zataney y Hades se salgan con la suya. Somos los Lauselle y siempre ganamos.—dijó Freia y chocamos nuestras copas
—¿Acaso no van a invitar a su hermano mayor? Yo también quiero brindar por el amor.—Dijo Godric, el cual estaba bastante alcoholizado.
—Esto es un evento para la historia, la bebé de la familia se casa.—le dije intentando parecer emocionda.
—Hermana, deberías descansar, mañana te espera un largo día—Dijo Freia tirándome un guiño.
—Cierto es, bueno me iré a acostar, los veo mañana.
Ya era el otro día, lo aceptaré estaba nerviosa, una boda es el sueño de casi toda mujer. Lamentablemente no era con el hombre que amaba. Me levanté de mi cama y me asomé por la ventana, había gente decorando el jardín de la casa, con miles de flores, cabdelabros, sillas, mesas, en fin, esto no sería un evento pequeño.
—Ania, te compre un vestido, el hecho que esta sea una boda de mentiras no quiera decir q vas a estar fea.
Miré a Freia y sonreí, en realidad no se que haría sin ella.
Ya estaba lista para bajar a el jardín, miré mi habitación antes de irme y noté que en mi cama había una pequeña caja antigua de madera, me dirigí hacia ella y bajo la caja había un papel que decía;
"Querida hija, por razones ajenas a mí no puedo estar junto a tí en este día tan anhelado, espero que seas feliz. Te ama tu madre Rigel Amara."
Me quedé helada, pero no tenía tiempo para sacar conclusiones, abrí la caja y era una cadena de oro con unos pendientes, me los puse con prisa y corrí hacia el jardín.
—¿Dónde demonios andabas? ya casi va a empezar—me dijo Freia.
—Pidiendo un taxi—le contesté sarcásticamente.
No lo voy a negar, todo se veía hermoso, y mas con la vista que tenía la casa. Había par de gente que no conocía, de seguro estaban hipnotizados para estar allí, al final de el altar estaban Godric y Zataney.
—Es hora, Ania—me dijo Freia mientras me daba un apretón en el el brazo.
Primero marcharon las damas y luego la madrina, Freia y al final iba yo.
—Toma mi mano, no dejaré que vayas sola—Me dijo Erebos.
Nunca me había sentido más feliz de verlo, caminamos hasta el altar donde se encontraba Godric y Zataney y Godric comenzó a hablar.
—Estamos aquí reunidos para celebrar el amor de dos almas, Zataney Abarrott y Ania Lauselle...—Godric hizo una pausa y ví en sus ojos como si hubiese salido de el trance.
—Continúa—susurró Zataney
—Ambos seres unirán su vida en el matrimonio ante ustedes sus testigos desconocidos, en el maravilloso día de hoy. Zataney, aceptas a Ania como tu futura esposa?
—Sin duda alguna.
—Bien, Ania, acceptas a Zataney como tu futuro esposo?
—Sí...—tragué en seco—acepto.
—No creo que te quede más opción.—dijo en tono sarcástico, la especialidad de Godric— ¡Bien! continuamos, para culminar, ¿Hay alguien que se oponga ante esta unión tan pura y no arreglada por mi padre para nada? ¿Alguien? ¿Nadie?
Godric sonrió de lado y me miró de reojo y luego miró a Zataney. Se arregló las mangas de su traje, tomo los aros y entregó uno a cada uno.
—Ania, te pongo este anillo y con el te pido que seas mi esposa hasta que la muerte nos separe—dijo Zataney mientras me colocaba el anillo.
Miré ambos anillos y luego miré a el público, me pareció haber visto a alguien parecido a Ellius pero no pude reconocer bien, tomé la mano de Zataney y justamente cuando le hiba a poner el anillo este suspiró y calló de rodillas a el suelo.
—No podía aguantar más este drama—dijo Godric sonriendo mientras sostenía el corazón de Zataney en la mano.
—¿Ya te desquitaste hermanito?—Gritó Ania mientras corría hacia el altar entre la multitud de gente huyendo.
—Recomiendo que nos vayamos de aquí, antes de que la muerte venga por nosotros.—Dijo Erebos
Ibamos para el auto de Godric y de la nada todo se tornó obscuro y frío, de repente escuchamos la voz de mi padre gritar a los cuatro vientos.
—¡Acabaré contigo así sea lo último que haga! No eres digno de llamarte mi hijo.
—Erebos, protege a mis hermanas y a mi futura esposa, cuídalas como tu vida, yo los alcanzaré luego. Pero primero tengo que hacerme cargo de el diablo.
Erebos asintió con la cabeza y Godric se despidió dándonos un beso en la frente a cada una. Le dije adiós con mis ojos llenos de lágrimas. Pues sabía que esto sería un duelo hasta la muerte.
Multimedia: Zataney
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