RECUERDO

XI

Fue la fría mañana

de un frío día gris,

de un mes frío de invierno

cuando se congeló el tiempo

e hibernó mi corazón.

Atada a tu espalda

atravesamos sendas,

recorrimos senderos,

corrimos por veredas.

A gran velocidad pasamos por caminos,

arrasamos carreteras,

fluimos como el viento

acortando por momentos

cada metro, cada kilómetro

de pistas y autopistas,

de vías y autovías

que íbamos hallando.

Visitamos el mundo.

Viajamos por ciudades.

Descubrimos lugares

mágicos y entrañables.

Pero esa mañana,

esa fría mañana,

volamos en las alas de la precariedad.

Sin culpas,

sin angustias por odios desmedidos,

no hubo una causa,

no hubo un descuido,

en alas de la parca, mi amor,

en un segundo,

volamos por el aire tú y yo...

y en un segundo tu cuerpo junto al mío

devoró el frío asfalto.

Mis brazos te abrazaban

cuando salí volando.

Tus manos en mis manos

cuando abrí mi mirada...

Me hablabas, me arrullabas...

Tu voz se fue quebrando...

Mis ojos te miraban y me inundó el llanto.

Tus labios en mis labios,

sentí tu exhalación,

el calor de tu aliento,

mi amor.

Sentí como en tus brazos

arrullabas mi cuerpo.

Sentí tu agonía mi amor...

Sentí como tu cuerpo acunaba mi cuerpo.

Sentí como en tu alma albergabas mi amor.

Como con tus caricias clamabas a mi alma,

como con tus anhelos le clamabas al cielo.

Sentí tu desespero,

sentí tu vacilar cuando al expirar...

cuando al expirar murieron los instantes

y solo quedó el frío...

helado,

congelado,

de la cruel soledad

de este atroz momento.