40
Bien, ya había logrado obtener la iniciativa para lograr su cometido. Pero, ahora venía la parte más difícil.
Si quería hacerlo de buena manera necesitaría ayuda. Conocía a una persona demasiado romántica cuando del amor se trataba, nadie más que ella podría ayudarle.
Tomó su teléfono y con sus manos temblando marcó el número de teléfono de su amiga, quien respondió luego de tres timbrazos.
—¡Hola, Shushu! —saludó energéticamente, como siempre.
—¿SooJin?
—¿Qué pasa? —preguntó con extrañeza la mayor, ya que el tono en la voz de la contraria era poco usual en ella, estaba demasiado seria.
—Le diré a SoYeon todo. —tan pronto como le anunció a su amiga lo que iba a hacer, esta había comenzado a soltar chillidos de la emoción que sentía, como toda una fanática.
—Alto ahí —levantó la mano tratando de calmar su euforia como si la pudiese ver—. Necesito tu ayuda para hacerlo.
Al otro lado de la línea Soojin quedó en silencio por apenas unos segundos, dejando a Yeh escuchar los latidos de su corazón retumbar en su interior.
—Estaré ahí en cinco minutos.
Y como si todo aquello fuera planeado, la pelirroja se plantó frente a su puerta en poco tiempo, adentrándose y empujándola levemente en el acto, haciendo que soltará un quejido.
—No hay tiempo para que te lamentes, Shushu —tomó de la muñeca a la mencionada y se adentraron a la habitación—. Necesitamos que todo esto salga bien.
—¿Necesitamos? —cuestionó divertida.
Soojin se limitó a asentir con firmeza.
—¿Alguna idea? —volvió a preguntar Yeh mientras se sentaba en la cama y su amiga en un pequeño sofá, justo a un lado de donde había dejado su diario—, porque literalmente no tengo nada planeado.
—Puedes utilizar un cartel —habló la pelirroja con una sonrisa—. Así no te preocupas por hablar y ni siquiera tendrás la oportunidad de tartamudear.
—¿No es eso muy típico? —Seo negó con la cabeza mientras veía a su amiga cruzarse de brazos—. Además yo no tartamudeo.
—Quizá puedes mostrarle aquel diario en el que tanto escribes. —su tono era de burla mientras tomaba el cuaderno dispuesta a hojearlo.
—Sobre mi cadáver —Shuhua se levantó de su cama y corrió hasta el sillón donde se encontraba su amiga intentando arrebatarselo de las manos.
La otra comenzó a reír cuando al fin aquel cuaderno estuvo en manos de su dueña, burlándose de la cara de espanto que tenía, llevándose una mano al pecho como si hubiera sufrido un gran susto.
—La idea del cartel me parece bien —concluyó llevándose en cuaderno consigo, lo que causó más risas en Soojin.
—Manos a la obra entonces.
Utilizaron todo tipo de elementos decorativos para el cartel que se utilizaría; colores de todos los tonos y colores, brillos, estampas, pinceles, absolutamente todo.
Incluso habían llamado a Yuqi, para que les ayudara también.
La china era quien se había encargado de contactar con Soyeon y pedir verse con ella en un café cercano. Ya que según Shuhua, estaba demasiado nerviosa como para decírselo ella misma.
Una vez se sintieron satisfechas con el resultado, se encaminaron juntas con las pancartas en manos al dichoso parque. Ayudaron a acomodarlas de tal forma que al estár unidas crearan un "te amo" en letras grandes y rosas.
Faltaban sólo unos minutos para que Soyeon apareciera y las manos de la pelinegra ya habían empezado a sudar.
—Debemos irnos ya, Shushu —avisó Yuqi—. Suerte.
Ambas levantaron sus pulgares en señal de apoyo mientras se alejaban tomadas de las manos y con grandes sonrisas pintadas en sus rostros.
Yeh se despidió agitando una mano en el aire mientras un fugaz pensamiento irrumpía su mente:
¿Que le diré exactamente? ¿cómo haré para plasmar todos mis sentimientos en palabras?
Una gota de agua aterrizó en su nariz, sacándola de aquel trance en el que había estado. Levantó su mirada, sintiendo cómo dos gotas más aterrizaban en sus mejillas.
Había comenzado a llover.
Fue entonces cuando recordó las pancartas y lo que había preparado. No podía llevar todo ella sola a un lugar seguro y tampoco podía dejar plantada a su mejor amiga.
Una profunda opresión se instaló en su pecho sintiendo cómo sus ojos comenzaban a escocer. ¿Por qué todo aquello tenía que ocurrirle en el mismo día?
—¿Shuhua?
Tragó saliva.
Ya no había otra oportunidad.
Se giró y la encaró a la vez que sonreía apenada.
—Hola, Soyeon.
Su mejor amiga le devolvió la sonrisa. Incluso con el cabello alborotado y húmedo (probablemente por la misma lluvia) a sus ojos lucía perfecta.
La mayor desvió su mirada hacia sus espaldas.
Lo ha visto. Pensó.
—¿Es una broma, Shuhua? —preguntó una muy confundida Jeon mientras se acercaba a ella—, porque si es así, te informo que es una de muy mal gusto.
La nombrada apretó sus puños mientras sus párpados eran cerrados con fuerza.
—¿Por qué sería broma, Yeonnie? —su voz se había hecho un hilo— ¿Por qué no sería capaz de amarte?
Aquello había tomado por sorpresa a Soyeon, pues no creía que el amor que le tenía su menor fuera tan fuerte.
Tan fuerte como el que ella le tenía.
—Y todo esto, Jeon Soyeon —volvió a hablar la pelinegra señalando al montón de pancartas que estaban siendo arruinados por la lluvia—, es porque te amo más que a nada en este mundo.
Soyeon comenzó a soltar lágrimas de una manera silenciosa, conmovida por tal acto de valentía y amor hacia ella, lo que causó que Shuhua le mirara con confusión y tristeza reflejándose en sus orbes, pensando en lo peor.
—Podemos seguir siendo amigas, si eso es lo que quieres. —la pelinegra bajó la vista al piso tratando de no mostrarse tan afectada por lo ocurrido. Era algo masoquista de su parte proponer algo como aquello, lo sabía, pero a su modo de ver, era mucho mejor recibir su amistad a perderla. ¿No era así?— Fingiremos que nada de esto pasó y...
—¿Amigas? —le interrumpió la otra riendo un poco, sintiendo cómo unas cálidas manos acunaban su rostro y hacían que su vista volviera a ella—, no quiero se seamos amigas, Shushu...
Intentó bajar la mirada nuevamente, mas Soyeon se lo impidió.
—Quiero que seamos mucho más —la tomó de la mano con una de sus mejores sonrisas y se dirigieron a un lugar seguro para poder resguardarse de la lluvia.
Honestamente, si le hubieran dicho que Jeon Soyeon estaría en ese momento junto a ella, tomadas de las manos y repartiéndose fugaces besos como la pareja que siempre había soñado, se había echado a reír como nunca, lo hubiera catalogado como un simple sueño que no saldría de eso.
Pero nada de eso era un sueño, su mejor amiga estaba igual de enamorada que como ella lo estaba.
Ahora no eran amigas.
Eran mucho más.
Y oficialmente, Yeh Shuhua había salido de la friendzone.
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