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Wesley

—Cómete las zanahorias, Edward, sino no habrá postre. 

Harry rodó los ojos al escuchar las palabras de su madre.

—Yo sí me las como, mamá.

—Las estás escondiendo en los bolsillos de tu vestido, mentirosa.

—¡Cállate, Harry!

—¡Gemma Styles!

—¡Es mentira!

—Entonces ponte de pie.

—A mi me enseñaron que es mala educación levantarse de la silla cuando se está comiendo.

—Gemma... —el tono de advertencia de la madre, fue suficiente para que la pequeña comenzara a llorar.

—¡Eres un chismoso! —acusó a su hermano rehusándose a levantarse. —¡Por eso te sale acné! ¡Por chismoso! ¡Es el karma! —el rizado rodó los ojos, una vez más.

En ese momento, el timbre de la casa sonó, Harry se levantó rápidamente queriendo huir de los gritos, ganándole a su padre en el intento. 

—Skyler—comentó asombrado al verla, en cuanto abrió la puerta.

No la esperaba ver ahí... 

Ni en ningún otro lugar, si debía ser honesto.

—Hola, Harry.

—¿Quién es, cariño? 

—¡Es su no novia, mamá!

Harry sintió cómo su cara ardía al escuchar el grito de su hermana, así que rápidamente cerró la puerta a sus espaldas para evitar avergonzarse más.

—¿Qué haces aquí?

—Bueno, quería saber si te gustaría ir conmigo, y con los chicos al cine—sonrió ampliamente. —Ha pasado un par de días, y me dije, ¿por qué no invitar a Harry?

—Mhm... Creí que estabas molesta conmigo.

—¿Lo dices por lo de la pizzería? —él asintió lentamente. —Oh no—sacudió su mano restándole importancia. —Solo quería que saliéramos a pasear un rato. Ya sabes, como en los viejos tiempos.

Harry no pudo evitar rodar los ojos al escucharla. No es como si se hubieran dejado de ver por años.

—Apenas ha pasado un mes desde que te declaré mis sentimientos por ti, Skyler.

—¿Ves? El tiempo pasa volando.

El rizado puso los ojos en blanco, cuando captó que alguien intentaba esconderse detrás del carro de la pelinegra.

—¿Ese es Chase? ¿Qué hace escondido?

—¡Amigo! —el aludido se acercó a ellos, luego de verse atrapado. —¿Todo bien?   

—Traje un poco de refuerzos, espero no te moleste.

—¿Refuerzos? —preguntó esta vez en dirección a la chica.

—Para que no puedas negarte, ya sabes.

Y Harry volvió a caer por esa preciosa sonrisa.

Dos semanas habían pasado, y el rizado no se había pasado por el club. Aunque un par de veces se topó con alguno de los chicos, éstos no le hicieron pregunta alguna en ningún momento, simplemente continuaban sus caminos, o con cualquier cosa que estuvieran haciendo en ese instante. 

Justo tres semanas después, Harry se sentía menos a gusto al lado de Skyler, y de los que se suponían eran sus amigos de toda la vida, y se vió masajeando sus manos justo frente al salón 112.

—Espera que te vean—se volteó alterado al escuchar el comentario de Ruth, antes de que ésta comenzara a reír. —Serás ricitos a la francesa.

—¿Están muy molestos?

—Decepcionados, mejor dicho—se encogió de hombros. —Pensábamos que éramos tus amigos.

—Lo son—aseguró, asintiendo con la cabeza varias veces, logrando que sus rizos rebotaran.

—Seh... No lo creo—le dio un mordisco a la dona de chispas de colores que llevaba en ese momento. —Ve pensando tus palabras si pretendes entrar ahí, amigou—fue lo último que dijo, antes de entrar al salón. 

Harry hizo una mueca una vez quedó solo. 

Sabía que había hecho mal, al desaparecer así como así, pero no creía que estuvieran tan molestos, ¿verdad?

Apretó y aflojó sus manos, y una vez estuvo mentalmente preparado, tomó la manilla y abrió la puerta.

Todo estaba igual, los puestos colocados en círculo, solo que faltaba la pizarra, y que un llanto inundaba toda la habitación.

—¡Soy tan desgraciado! —otro sollozo desgarrador se escuchó. 

Ese, claramente, era Wesley.

—Tranquilo, Wes—Harry notó que era Grace, quien lo consolaba. Oh vaya, la había extrañado.

Al igual que a los demás, claro.

—¡¿Tranquilo?! ¡Tranquilo, dice! ¡Como si fuera tan simple aceptar que todo ha acabado! —lloriqueó frotando su rostro sobre el abdomen de la rubia, ya que su cabeza se encontraba sobre las piernas de ésta.

 Harry frunció el ceño acercándose.

—Oye, amigo, empaparás la camisa de Grace, ¿qué sucedió?

El salón se quedó en silencio.

Grace frunció el ceño en su dirección, Elizabeth bajó su libro, Bárbara dejó de fotografiar a Wesley llorando, Lauren dejó de limar sus uñas (dejando escuchar un pop, de la bomba de chicle que acababa de reventar), Ian bufó de alguna parte del salón, y Ruth... Ruth continúo comiendo.

—¿Qué? —y como si eso los hubiera activado una vez más, todos comenzaron a hablarle al mismo tiempo. A excepción de Ruth e Ian. —¡Oigan! ¡No puedo entenderlos!

—¡Eres tan cretino como Alex Markov!

—¿Disculpa? ¿Como quién? —frunció el ceño confundido. Elizabeth bufó, completamente indignada. 

—Mira nada más que aparecer por aquí porque te aburriste de tus otros amigos—Lauren rodó los ojos, haciendo explotar otra bomba de chicle. —Eres un mal chico.

—Yo no...

—Harry, ¿qué necesitas? —interrumpió Grace con tono neutral. —Estamos algo ocupados por aquí—aunque lo estaban regañando, la escena que tenía frente a sus ojos era algo graciosa, en realidad. Wesley se mantenía aferrado a su amiga, con un puchero y un pronunciado ceño fruncido, dirigido al rizado, por supuesto. —¿Entonces? —pestañeó repetidas veces.

—Yo... Bueno...

—Mejor retírate.

Y no supo qué le dolió más, si el tono dulce que había utilizado para echarlo, o el hecho en sí.

—He venido a disculparme, no quise desaparecer como lo hice. 

El salón se mantuvo en silencio por unos minutos.

—Yo lo perdono—habló Ruth encogiéndose de hombros. —No fue la gran cosa.

—¡Yo no! —chilló Wes levantándose. Harry, secretamente, agradeció la distancia con Grace. —Por tu culpa todo se salió de control.

—¿De qué hablas?

—Tú no volviste—comenzó a relatar Eli. —Así que Wesley tomó al toro por los cuernos, y fue a confesarle su amor a su objetivo.

—Y lo rechazaron por darle dulces a los que era alérgico—completó Lauren comenzando a reír. Wesley hizo un puchero una vez más.

—¡¿Y yo qué iba a saber?!

—Bueno, bueno, si quisieran contarme qué hiciste, tal vez podría...

—No—habló Grace, dejándolos asombrados a todos.

—¿Qué?

—No formarás más parte de este grupo—anunció sin dejar de mirarlo. —Tal vez tú te lo tomes como un juego, o lo que sea, pero yo no me tomo nada a la ligera, por más insignificante que parezca. Tú te fuiste, bien, quedas fuera—Harry estaba perplejo ante lo que escuchaba. Grace miró a los demás. —Suficiente por hoy, nos vemos el viernes, chicos.

Sin decir otra palabra, comenzaron a recoger sus pertenencias, el ojiverde simplemente no sabía qué decir o hacer.

—Te dije que pensaras bien tus palabras—le recordó Ruth, dándole palmaditas en el hombro para después suspirar. —¿Qué se siente ser francés? —bromeó haciendo referencia al comentario que le hizo antes de ingresar al salón, él simplemente rodó los ojos en respuesta. —Ya se le pasará, nos vemos después. 

Una vez la mayoría estuvo afuera, Ian se acercó rápidamente a Harry, empujándolo contra la pared.

—¡Oye! ¡¿Qué demonios te...?!

—Escucha, Harry, no me importa quién eres o qué pretendes lograr al juntarte con esta bola de inadaptados, pero escúchame bien—lo tomó por el cuello de la camisa, apretando su agarre. —Llegas a lastimar los sentimientos de Grace una vez más, y te golpearé tan fuerte que tendrás que ir a pedirle perdón de rodillas.

—Suéltame—el rizado golpeó el antebrazo con el que el pelinegro sostenía su camisa, logrando que lo dejara libre. —No pretendo hacerle daño.

—Sabes que este grupo es importante para ella, cualquiera puede darse cuenta, y tú la lastimaste—lo señaló, manteniendo un pronunciado ceño fruncido. —Estás advertido, Styles.

Harry bufó en cuanto Ian salió del salón; estaba jodidamente molesto. Molesto por haber hecho sentir mal a Grace, y molesto por saber que a ese idiota le importaba ella, y según lo que creía, y había dicho Ruth, a ella le importaba él también.

—¿Por qué esa carita, cariño? Espantarás a mis flores.

—Los chicos están molestos conmigo, Margo.

—Ohh, ¿hablas de los amigos extraños de ese club?  

—Ellos mismos, Margo—suspiró cortando las espinas de la rosa que tenía entre las manos. —Falté muchos días por estar con Skyler, y están molestos conmigo, pero ¿qué querían que hiciera? Esta era mi oportunidad.

—¿Y por qué no encontraste un equilibrio entre ambos?

—Sabes como es Sky... —hizo una mueca, agarrando otra flor. —Antes era sencillo porque, bueno, compartimos las mismas amistades, así que no había problema.

—¿Has pensado en presentarlos?

—Skyler no los tolerará, la conozco. Además, creo que no le agrada mucho Grace.

—Oh, sí, esa es la chiquilla jefa, y que tiene el cabello de mi color, ¿no?

—Solo las puntas—rió divertido por la descripción que le había dado su jefa. —Sí, ella—suspiró observando la rosa terminada, tomando otra. —No entiendo por qué, si Grace es muy gentil, dulce y agradable.

—Si... Apuesto que sí—Margaret sonrió, tratando de sofocar una risa, luego de escuchar aquellas palabras. —¿Es lista?

—Sí, mucho, y no es gritona como la mayoría de las chicas, es decir, es un poco mandona, pero esa es parte de su personalidad—rió. —Tienes que conocerla algún día.

—Tal vez puedas traerla, y así la conozco ¿crees que le gusten las flores?

—Seguro que sí, ella es un poco hippie naturista, ya sabes, pero lo tiene escondido.

—Prometo no decir nada en ese caso.

—Te lo agradecería—asintió. 

—Bien, ahora, ¿quieres escuchar el consejo que tengo para ti?

—Adelante, Margo, siempres sabes qué decir.

—Bueno, yo siendo tú, colocaría en una balanza con quiénes te sientes más cómodo, y te gusta pasar más tiempo—lo señaló con la margarita que tenía entre las manos. —Sé que Skyler y tú han sido amigos por años, pero quizás un cambio de amistades te haría bien, a medida que crecemos cambiamos en muchos aspectos, y tal vez, el grupo de Skyler y al que pertenecías ya no va más contigo.

—Mhm... —golpeó su barbilla con la rosa. —Sí, puede ser—susurró, para luego de un par de minutos de cavilarlo, asentir. —Creo que ya sé que haré.

Margo amplió los ojos.

—¿Tan rápido?

—Así es, aunque seguro que después de ejecutar mi plan tendré que quedarme horas extras—le guiñó un ojo, provocando una risa en su vieja amiga, y jefa, para seguidamente, atender al cliente que acaba de ingresar a la tienda.

Los chicos conversaban animadamente en dirección al salón, planeaban qué hacer el fin de semana. Como Grace iba a la cabeza del grupo, fue ella quien se percató de lo que había preparado Harry, en cuanto entraron a la habitación.

—¿Pero qué...?

—Ohhh, ¡soy equipo ricitos! —exclamó Ruth emocionada, elevando sus brazos y moviéndolos en el aire.

El ojiverde removía su cabello un tanto incómodo, y otro tanto nervioso.

—¿Qué es todo esto?

—Es mi disculpa, para ustedes.

En el salón, había un pequeño escritorio que solía ser del profesor, sobre él, se encontraba un libro, varios cupcakes con una F y una Z hechos en fondant, un álbum de fotos, rosas de chocolate, un ramo de tulipanes junto a una tarjeta, una pelota nueva de basket, y unos pompones brillantes con los colores de la escuela.

—Vengan—Harry señaló la mesa con un movimiento de cabeza, y los demás obedecieron cautelosos. —Eli, mi hermana me ayudó a escoger el libro—lo agarró, y se lo extendió. Ella lo aceptó intrigada. —Tiene ocho años, pero le gusta leer, y creyó que te podría gustar.

—El principito—musitó sonriente, después de leer el título. —Lo había leído, pero no lo tenía en físico, gracias—él asintió contento.

—Barbs, sé que te gusta tomar fotografías, y bueno... pensé que te gustaría—tomó el álbum, que era completamente blanco, y se lo entregó. —En la tienda donde lo compré me dijeron que podías decorar la portada a tu gusto con colores, y eso, por eso es blanco.

—Wao, yo... —lo tomó entre sus manos, para luego pegarlo a su pecho. —Gracias, Harry, eres muy tierno.

—De nada—le sonrió, girando hacia Wesley. —Amigo, sé lo mucho que te gusta el basket, y también sé lo mucho que te quejabas por el estado de la que tienes actualmente así que... —agarró la pelota, y se la lanzó con un rebote. Wes la recibió sin problemas.

—Ya no te odio tanto—los demás rieron.

—Venga ya, dame lo mío, bebé—comentó Ruth cerrando los ojos, y extendiendo las manos. Harry rodó los ojos, pero tomó las rosas de chocolate que venían empaquetadas.

—Chocolate blanco, negro, y de leche , espero que te gusten.

—¡Que si no! —soltó un gritito y abrazó a Harry con energía, el cual devolvió el gesto, encantado por su reacción. 

—Lauren, sé que amas animar, y también sé que estás ahorrando para comprar otro uniforme para el equipo al igual que los pompones, estos...—los tomó y los sacudió, provocando las risas de la morena.—Pues, a mi hermana le gustaron.

—Son más bonitos que los actuales, ¡y me encanta que brillen! —abrazó a Harry por los hombros eufórica. —¡Gracias! —él le sonrió en respuesta.

—Los cupcakes son para todos, uno para cada uno, pueden tomarlos.

Los chicos se acercaron a la mesa deseosos de probar esos esponjosos postres, pero antes de que Grace se uniera a ellos, Harry la tomó de la muñeca, obligándola a que le prestara atención.

—Las flores son para ti—suspiró nervioso entregándole el ramo. Ella las observó atenta, y las tomó con delicadeza. Acercó los tulipanes a su rostro, para poder olerlos, cuando se dio cuenta de la tarjeta negra, así que la agarró para leerla. —Sé que te gustan las estrellas y, los planetas, así que ahí tienes dos entradas para el planetario—Grace observó cómo su rostro se coloreaba de rojo. —Para que no vayas sola, ya sabes.

—Gracias—dijo finalmente, pero aun sin sonreírle.

—De verdad, lo siento.

—Esto no es un juego para nosotros, te lo dije al principio.

—Lo sé.

—Y somos un equipo, amigos, tú literalmente nos ignoraste por andar con tu chica—Harry frunció el ceño al escuchar aquello.

—No es mi chica.

—Quisieras que lo fuera—no supo cómo replicarle a eso. —Solo... No vuelvas a tratarnos como desconocidos, porque haremos lo mismo contigo.

—Lo siento, Grace. 

La rubia lo miró por unos instantes, antes de besar su mejilla, y dirigirle una pequeña sonrisa.

—Solo a ti se te ocurre gritarle frente a todo el mundo que lo amas, Wesley—Harry golpeó su frente levemente. 

—¡Estaba desesperado!

—Desesperado estaba él porque te fueras.

—¡Ruth!

—Ay ya, solo bromeaba. No vengas con tus lágrimas de pollito.

—De cocodrilo, Ruth—Eli resopló.

—No seas racista, los pollitos también lloran. 

—¿No recuerdas lo que hablamos? —continúo Harry ignorando a las chicas. —¡Las estrategias son importantes, amigo!

—Es que... Tú no estabas, ¿de acuerdo? Y Grace estaba molesta, Ian rabioso, Elizabeth no paraba de llorar por un libro que había terminado, y Lauren volvió a acostarse con su objetivo.

—¡Wesley! ¡Eso era un secreto! —chilló Lauren dejando su celular de lado.

—Sabía que volverías arrastrada por él—Elizabeth comenzó a reírse sin apartar la mirada de su libro. Lauren frunció el ceño en su dirección, y manoteó la novela, lanzándola al suelo.

—¡Con mis libros no, perra!

—Hablando de Ian—comentó Harry ignorando nuevamente a las chicas. —¿Dónde se metió? Estuvo en la última reunión.

—Él viene cuando quiere—Wes se encogió de hombros.

—O cada vez que quiere pasar un tiempo extra con Grace.

—Ruth—la aludida la miró con el ceño fruncido. —Ya vas a comenzar con tus disparates.

—No son disparates, incluso amenazó a Harry.

—¿Que hizo qué?

—¿Cómo supiste eso?

—Vamos, ricitos, la puerta estaba abierta y fui la última en "salir"—hizo comillas con sus dedos en la última palabra. —Le dijo que no quería que volviera a lastimarte o se las vería con él.

—Ian solo trata de cuidarme, nos conocemos de hace mucho.

—Sí, bueno—Harry bufó. —Podrías decirle que no debe protegerte de mi, eres lo suficientemente grande para saber con quien meterte, ¿no?

—Ian babea por Grace obviamente—comentó de repente Lauren, arreglándose su despeinado cabello. —¿Recuerdan esa vez que evitó que los chicos más grandes robaran su almuerzo?

—Era más pequeña.

—Es cierto—la secundó Eli. —¿Qué me dicen de aquella vez que la salvó de caerse frente a todos en la cafetería? Él la sujetó a tiempo.

—Esas fueron coincidencias.

—O de la vez que se echó la culpa por el desastre en el laboratorio de química—intervino esta vez Wesley. —Estuvo en detención por una semana entera.

—¡No puede ser! —Ruth se levantó abruptamente de su asiento. —No me digas que... ¡Grace! ¡¿Dejaste a ese Dios griego en la Friendzone?!

Se escuchó un jadeo colectivo, y un mini gruñido por parte del rizado.

—¿Qué? ¡No! ¡Ya les dije que yo no le gusto!

—A otro conejo con esa zanahoria.

—¡Perro con ese hueso, Ruth! ¡Perro con ese hueso!

—¡Yo soy original, Elizabeth! ¡Ya cállate!

—¿Cómo se supone que llegamos hasta aquí? ¡Planeamos ayudar a Wesley!

—Cierto, pero no te salvarás, ya sabremos lo que se traen ustedes dos—Ruth la señaló con una de sus rosas de chocolate, la rubia tan solo rodó los ojos.

—Wesley, nos dijiste que terminaron en malos términos, él dijo que no quería volver a verte.

—Mi Chris lo dijo, sí—suspiró dramáticamente. —Estaba muy, pero muy molesto, dijo que cómo pude hacerle algo así. Es mi mejor amigo, ¿saben? Pero no pensé que pedirle una oportunidad para que intentáramos ser algo más sería tan terrible para él—su voz se quebró, dándole la bienvenida al llanto.

—Ohh, tranquilo, Wes.

Las 4 chicas que se encontraban en el salón se acercaron para abrazarlo, mientras Harry pensaba.

—¿Por qué no intentas hablar con él? En privado, y por lo menos tratas de que vuelva a hablarte.

—Harry...

—Grace, sinceramente no creo que haya arreglo para esto, es decir, no había escuchado de un rechazo como este. Incluso le gritó que se largara.

—A Johanna también le gritaron, y míralos ahora—el rizado suspiró.

—¿Cuál es su comida favorita?

—La pasta.

—Bien, entonces invitalo a comer a un lindo restaurante, y conversen, luego discúlpate por haber sido tan abrupto, no querías hacerlo, sólo que sentías que si no hablabas de una vez, explotarías, ¿de acuerdo?

—Necesito anotarlo, ¿alguien tiene una libreta?

—Usa las notas de tu celular.

—Oh, sí, sí, gracias, Lauren—Harry rodó los ojos. —Bien, listo—murmuró luego de estar escribiendo un rato en su celular. —¿Algo más?

—Dile lo que sientes, desde cuándo y por qué, a lo mejor su reacción será diferente de esta manera.

—De acuerdo—limpió su rostro de lágrimas, y se levantó sonriente. —Iré a cuadrar todo, pendientes al grupo de whatsapp que les escribiré para hacerles saber cuál será el lugar.

—Espera, ¿será hoy?

—Sí, así es.


Así que a las 9 de la noche, Ruth, Grace y Harry se encontraban en una mesa un tanto apartada, comiendo deliciosos ravioles, escuchando la conversación de la pareja elegida para esa noche, hablar de trivialidades. Al principio de la velada, habían estado un poco tensos, pero ya parecían haberse relajado lo suficiente, como los buenos amigos que eran.

—Al menos Lauren nos dejó los audífonos—comentó Ruth, recostando la barbilla sobre la palma de su mano. —Pero que aburrido, Wesley podría decirle de una vez lo que quiere decir.

—Déjalo, ya encontrará el momento.

 Y fue justo después de terminar el postre, que Wesley decidió armarse de valor para decir lo que tenía guardado.

—Siento haber sido imprudente el otro día, y realmente agradezco que hayas aceptado mi invitación, pensé que no lo harías, y bueno... Lo siento, tuvo que haber sido incómodo para ti ser el hazme reír de los demás por lo que te gritéWes jugaba con su servilleta nervioso. —Pero en mi defensa, llevo tanto tiempo enamorado de ti, que de alguna manera, las palabras salieron sin permiso de mis labios, porque no me arrepiento de haberlo hecho y es verdad, me gustas tanto que me enamoré. 

—Chris está muy callado, ¿acaso tiene ganas de vomitar? ¿Tal vez diarrea? La pasta me pareció un poco pasada de sazón.

—Ruth, ¿pero qué...? —Harry negó con su cabeza.

—¿Qué? Es preocupante, ¿de acuerdo? No ha dicho nada.

—Y sea cual sea tu respuesta ahora, no me importará porque ya conoces mis sentimientos, no podía pasar otro día sin poder decírtelo.

Otro par de minutos transcurrió sin escuchar nada por parte de ninguno de los dos, fue cuando se dieron cuenta, que Wesley había guardado el micrófono. 

—¿Por qué hizo eso?

—No lo sé, tal vez quiere más privacidad.

—Oh vamos, ¿más? Si quieren le llamamos a un cuarto de hotel—bufó, alzando su mano. —¡Mesero! ¡Traiga otro pedazo de pastel, por favor! 

—Aunque en parte sí me preocupa—le murmuró Grace a Harry. —¿Qué crees que...? —su pregunta quedó a la mitad, ya que Chris se había acercado a Wesley para plantarle un corto beso en los labios. —¿Acaso vieron lo que yo...?

—¡Volvimos a lograrlo! ¡Sí! —Ruth comenzó a bailar en su silla. —¡Necesitamos crear una coreografía cada vez que logremos juntar a una pareja! —el mesero llegó en ese momento dejando el plato sobre la mesa. —Somos tan geniales, ¿sabes? —señaló al chico que les atendía. —Cuando quieras nos llamas y te sacamos del meserozone, ¿de acuerdo? Dejaré mi número de teléfono en la cuenta.

—Espera, espera, algo está mal—murmuró Harry achicando los ojos.

—¿Por qué lo dices?

—Se está marchando—respondió el rizado sin entender, frunciendo su entrecejo.

De repente, y mientras Chris caminaba hacia la entrada y salida del restaurante, Wesley se acercó a la mesa de sus amigos, y tomó asiento.

—Me volvió a dejar en la friendzone—comentó para luego encogerse de hombros.

Hasta el mesero tenía la boca abierta.

Ruth se levantó, tirando con fuerza el tenedor sobre el plato, sin dañar su adorado postre. 

—¡Es porque es gay! ¡¿Verdad?!

—Él también es gay, Ruth.

—Pues no lo parece ya que ¡DEJÓ A MI AMIGO COMO A LA ALBÓNDIGA SIN SU PASTA! —Grace rió sin poder evitarlo.

—Está bien, chicos, de verdad. Comprendí su punto, y sus sentimientos—suspiró para luego esbozar una sonrisa triste. —Al menos seguiremos siendo amigos, eso es bueno, ¿no? 

—¿Qué hay sobre ese beso?

—Fue una linda despedida—admitió triste. 

—Siento que no haya funcionado—Harry se sentía realmente mal.

La friendzone tenía un round ganado para esta batalla. 2 a 1, vaya que apestaba. 

—No te preocupes, de hecho, me alegra que estén aquí, así no me siento tan mal—Grace tomó su mano y le dio un apretón. —¿Me das un poco de ese rico trozo de chocolate? —Ruth le sonrió a su amigo, mientras se sentaba.

—Todo lo que quieras.

—Oh, vamos, sabes que Orgullo y Prejuicio Zombie, es una buena película.

—¡Es un asco! —chilló Elizabeth, en contra de las palabras de Lauren. —Es un antítesis de todo lo que creía sagrado de la original, el libro no es del todo mal, ¿de acuerdo? Pero ¿la película? ¡Ridiculizaron al señor Darcy frente a millones!

—Oye—Grace golpeó el hombro del rizado con el propio suavemente, haciéndolo reír. —Iremos a comer helados, Wesley quiere ahogar las penas aunque se muestre muy tranquilo, y nosotras queremos probar un nuevo sabor, ¿nos acompañas?

—¿Ya no estás molesta conmigo?

—Siempre y cuando no vuelvas a comportarte como un idiota, todo está bien—él rió alegre, asintiendo.

—En ese caso...

—¡Harry! —se detuvo al escuchar la voz de Sky. Se giró, y en cuanto la localizó, se acercó a ella.

—Hola.

—Hola, oye, estábamos pensando ir a la piscina, ya sabes, vamos.

—¿Hoy? ¿Ahora? 

—¿Qué? No tendrás algo más importante que hacer, ¿verdad? —automáticamente, el rizado dirigió una mirada al grupo que lo esperaba expectante en la puerta del colegio. —Estás bromeando, ¿no? —alzó una ceja en su dirección. —¿Qué tiene de divertido andar con ese grupo de fracasados?

—Mejor vámonos—espetó Elizabeth con el ceño fruncido. Los demás suspiraron asintiendo.

—¡Esperen!

Sin perder tiempo, y ante la mirada asombrada de todos, Harry corrió hacia su grupo favorito de Friendzonados.

—Vayamos por ese nuevo sabor—el grupo sonrió, y continuaron con su camino. 

—¿Todo en orden? —le preguntó Grace en un murmuro, él le guiñó un ojo sonriente.

—¡Pero Harry!

—Skyler, otro día hablamos, ¿de acuerdo? Saldré con mis amigos.

La aludida, se cruzó de brazos molesta. No le gustaba cuando las cosas no salían como las planeaba.

—Tal vez no haya otro día. 

—Mhm... Si es así... —se encogió de hombros. —Realmente no me importa. 

Algunos rieron, otros murmuraron debido a la escena que acababan de presenciar. Y, mientras que Skyler se iba por otra vía, Chase se acercó a su amigo.

—¿Puedo acompañarlos?

—¡Otro flacucho que necesita ser alimentado! —exclamó Ruth pasando un brazo por los hombros del nuevo.

Entre bromas y risas, salieron de ahí para dirigirse a comprar helados, y así poder celebrar por su rara, pero divertida amistad...

Como el buen Harry dice:

"Sé un amante. Escoge amor. Da amor. Ama a todos, siempre".

A Wesley lo dejaron en la FZ, ¿qué puedo decir? No todos se enamoran.

¡Pronto el próximo!

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