Ian y Grace
Un año antes...
Ian amaba reírse de los malos chistes de Grace, si no fuera porque su novia Jennifer decía no soportarla, pasarían más tiempo juntos. Aunque por ese mismo motivo, disfrutaba que su novia estudiara en otro colegio. A él realmente le agradaba Grace, habían compartido clases desde que entraron en la secundaria y era una chica muy agradable y gentil, aunque lo que en su opinión sí era una lástima, era el novio que tenía.
Ryan y Jennifer estudiaban juntos en otra escuela, los habían conocido en uno de los partidos de fútbol donde sus colegios eran adversarios, compartieron asientos y no fue muy difícil que se hicieran amigos los cuatro. Al principio salían en plan de amigos y hacían todo tipo de bromas divertidas, pero luego Ryan invitó en una cita formal a Grace y eso fue aliento suficiente para que Ian diera el paso con Jennifer. Cumplían meses de novios el mismo día y ambos se encontraban en la cafetería decidiendo qué harían, generalmente lo celebraban juntos.
—Tal vez podríamos ir al parque de diversiones—sugirió Grace, jugando con el bolígrafo color rosa que estaba utilizando para anotar las ideas que tenían de la cita doble. —Y luego tal vez ir al cine, para después cenar pizza.
Ian la notó dispersa y no le daba la cara, por lo que decidió colocar una mano sobre la de ella y darle un suave apretón, Grace, al sentir el gesto de su amigo, elevó la mirada.
—¿Qué sucede?
La rubia mordió su labio, sin estar del todo segura si contarle o no, pero quería descargarse con alguien y no tenía un amigo más cercano que Ian.
—Hablé con Ryan acerca de lo que haríamos este aniversario y, uhm, bueno... —bajó la mirada, sintiéndose avergonzada por lo que estaba apunto de decirle.
—¿Quiere que tengan sexo?
Grace soltó el agarre que tenían sus manos y cruzó sus brazos, mirando para todas partes a excepción de su rostro.
—Yo... No es que no quiera, pero en estos momentos no me siento realmente lista, sabes lo pudorosa que puedo llegar a ser y yo...
El volumen de su voz fue disminuyendo mientras le contaba aquello, Ryan nunca perdía la oportunidad para pedirle que tuvieran sexo, y aunque no le desagradaba la idea de hacerlo con él, no quería por los momentos, tal vez era esa insistencia la que le hacía negárselo. Estaba empezando a sentirse presionada, y sin duda alguna, esa no sería una razón para que ella perdiera su virginidad.
—Háblalo con él, si realmente te quiere, entenderá que no estás lista.
—¿Tu ya lo has hecho con Jenni? —un suave asentimiento fue su respuesta. —Oh.
—No se te ocurra hacerlo.
—¿Qué cosa?
—Comparar nuestras relaciones, no hay ni una que se parezca, todas van a su ritmo, así que no te desanimes, es totalmente normal y entendible.
Ella sonrió, sintiéndose mucho mejor después de habérselo contado a alguien.
—Gracias, Ian.
—Sabes que siempre puedes contar conmigo, pequeña Grace.
Pero Ryan realmente no entendió las palabras de Grace. Era el típico chico guapo y hormonal que estaba cansado de esperar que su novia decidiera darle ese sí, incluso, se molestó más al saber que había discutido algo como aquello con Ian. Por esa razón, Ian y Jen, celebraron solos el aniversario ese año.
Un par de meses después, Grace sintió que su relación iba en picada y si antes no se sentía segura de darle el sí a su novio, en esos momentos mucho menos. Sin embargo, no quería terminar con él, o peor aún, que él le terminara a ella. Era su primer amor, por lo que sí, estaba muy enamorada.
O eso creía en esos momentos.
—¿Crees que soy rara?
Ian levantó la mirada, apartándola del libro que leía, y la observó con una ceja enarcada.
—A veces creo que eres tan buena con los demás, que rayas en lo tonta...
—¡Oye!
—Pero no creo que seas rara, de todas maneras, ¿a qué viene la pregunta?
—Tal vez debería hablar con Jen—comentó sin haber respondido a su pregunta.
—¿Sobre si eres rara?
—Sobre tener sexo con Ryan—apoyó la barbilla sobre la palma de su mano. —Ellos son buenos amigos, tal vez podría aconsejarme, ¿podrías pasarme la dirección de su casa?
Ian suspiró mientras sacaba su celular para enviarle lo que le pedía por WhatsApp.
—Quiero que sepas que te doy su dirección para ver si te hace entender que no debes sentirte forzada a nada, creí que ya habíamos zanjado este tema.
—Es que no lo sé, siento que yo soy la del problema, tal vez hablando con una mujer con experiencia me permita ver las cosas desde otro ángulo.
Ian rió.
—¿Mujer con experiencia?
—Tu me entendiste—gruñó, sintiendo sus mejillas enrojecer con vergüenza.
—Solo... No hagas algo que puedas arrepentirte después, ¿está bien?
—Gracias, Ian—se levantó de su asiento para abrazarlo brevemente, decidiendo que iría a casa de su amiga al salir de clases.
En bicicleta, la casa de Jennifer se encontraba a unos veinte minutos, Ian se había ofrecido a llevarla ya que iría al trabajo y podía darle un aventón, pero ella no quiso retrasarlo y le aseguró que estaría bien. Por lo que unas cuantas canciones después, se encontraba frente a la puerta de la novia de su amigo -y amiga en común- esperando que le abrieran la puerta. Decidió tocar una segunda vez cuando nadie vino a abrirle, sin embargo, tampoco tuvo éxito, frunció el entrecejo sin entender por qué no le abrían, Ian le había asegurado que estaría en casa. Aunque no le habían avisado que ella iría, Jen le había dicho a su novio que no saldría ese día, a menos que él se desocupara temprano y fuera a buscarla para cenar.
Mordió su labio y, arriesgándose a un regaño, abrió la puerta de la casa, la cual estaba desbloqueada. Para esos momentos, estaba desesperada y realmente necesitaba a una voz experimentada que le ayudase a averiguar qué hacer.
—Permiso—murmuró al entrar, sin embargo, no escuchó nada.
Decidió recorrer brevemente el primer piso, pero estaba vacío. Se le ocurrió entonces que seguramente se estaba bañando, puesto que la puerta estaba abierta. Subió las escaleras que daban al segundo piso y no le tomó mucho tiempo distinguir unos ruidos proveniente de una de las habitaciones. Sonrió pensando que a lo mejor estaba limpiando con música y por eso no la había escuchado tocar, pero todas sus ideas, emociones y hasta el semblante, cayeron drásticamente al darse cuenta lo que sus ojos presenciaban.
Jennifer y Ryan, juntos, en la misma cama.
Ningún ruido salió de sus labios, y si no fuera porque casi se tropieza y cae al intentar salir, jamás la hubieran descubierto.
—Mierda.
"¿Mierda?", pensó para sus adentros Grace, al ver a su novio, o ex-novio, vistiéndose con velocidad. "¿No tiene algo mejor para decir?"
Reaccionó al darse cuenta que se dirigía hacia ella. Rápidamente, Grace se dio la vuelta y bajó las escaleras.
Ahora que lo pensaba, mierda era una palabra excelente para describir toda aquella situación:
Mierda de novio.
Mierda de amiga.
Mierda de esos bastardos infieles.
Mierda de la ingenuidad que se gastaba.
Mierda el tener que romper el corazón de Ian al contarle.
—¡Espera, Grace!
—¡No me toques! —gritó al sentir como intentaba sostener su brazo. Se lo sacudió saliendo de la casa.
—No lo entiendes.
—Por más raro que suene, sí lo entiendo, hay mucha gente de mierda en el mundo como ustedes.
—Ella y yo hemos tenido estos encuentros desde que nos conocimos y no podemos...
Ambos se detuvieron al escuchar aquellas palabras. Ryan apretó los puños, ya la había terminado de joder.
—¿Me estás queriendo decir que ustedes tenían esta... relación incluso cuando nos hicimos amigos? —lo miró por sobre sus hombros, admirando el control que tenía sobre sus emociones en ese momento. Él solo se mantuvo en silencio. —No me busques nunca más, y adviértele a Jennifer que haga lo mismo con Ian.
Bufó y siguió hasta la puerta para salir de una vez por todas, pero antes de irse, volteó a mirarlo una vez más.
—Tal vez deberían intentarlo, se merecen el uno al otro.
Tal vez llegar llorando al trabajo de Ian no había sido la mejor idea, pero no podía ocultar más el dolor tan grande que sentía en su pecho.
—Grace, ¿qué sucedió? Tom me dijo que llegaste muy mal.
Al escuchar su voz, volvió a romper en llanto. Lo había esperado sentada en el cuarto de los trabajadores, pensando en cómo decírselo e intentando serenarse, pero en cuanto lo vio, no pudo evitar dejar ir sus lágrimas una vez más.
Él no se lo merecía. Era el mejor novio y amigo del mundo.
—Grace, por favor, me estás asustando, cariño—dijo con preocupación, antes de correr para sentarse a su lado y abrazarla con fuerza. —Lo que sea que esté sucediendo, te ayudaré a superarlo.
—Llegue a su casa y... —apretó la manga de su camisa, acercándose a su pecho, buscando refugio. —Nos han engañado, Ian, lo han hecho.
—Espera un segundo, ¿de qué estás hablando?
—Ryan y Jennifer, los encontré juntos en la cama—Ian, completamente consternado, apretó los dientes al escucharla, cerrando sus ojos con fuerza, manteniendo su agarre en ella. —Él... Él me confesó que han tenido esta relación sexual desde antes de conocernos.
—Ese maldito bastardo, juro que voy a matarlo a golpes...
—¡No! —lo sostuvo con fuerza al darse cuenta de sus intenciones. —No hagas nada, Ian. Por favor.
—¿Que no haga nada? —bufó. —No puedo dejar esto así, no sabes la rabia que siento en estos momentos, y pensar que él te presionaba para que tuvieran sexo cuando ya se estaba acostando con...
Como pudo, se soltó del agarre que estaba ejerciendo Grace sobre él y salió del restaurante con su amiga pisándole los talones.
—Ian, por favor, no lo valen.
—Primero te llevaré a tu casa.
—Pero...
—Por favor, Grace—se volteó para agarrar sus mejillas y hacer que lo mirara. Aún tenía la mirada cristalizada. —Debo hacerlo, ¿de acuerdo? Se arrepentirán de haberse burlado de nosotros, más aún de haber jugado con una persona tan hermosa como tu—suspiró, dejando caer sus manos. —Así que solo sube a mí auto porque nada de lo que digas me hará cambiar de opinión.
Ella asintió lentamente, haciendo caso a sus indicaciones. Durante el silencioso viaje, pensó en algo que pudiera decir o hacer para que Ian no fuera a cometer una locura. Veía como sus manos se apretaban con fuerza contra el volante y como su mandíbula estaba tensa, si no lo detenía y en la condición en la que se encontraba en ese momento, nada bueno podría salir de esa pelea, la cual estaba segura, y se llevaría a cabo.
—Hemos llegado—anunció Ian al darse cuenta de que Grace no hacía ademán de bajarse.
—¿Podrías acompañarme un instante?
—Grace...
—Solo... Quiero que le entregues algo a Ryan, por favor. Mis padres no están, será rápido, lo prometo.
Ian suspiró para después asentir, ¿cómo negarle algo a ella? Parecía ser el único ser sincero en su vida.
Grace lo guió a su habitación, apretando sus manos, unas contra otras, apostando por su plan de último minuto.
—Cierra la puerta, no tardaré, está en mi armario.
Ian se dio la vuelta para hacerle caso, mientras dejaba escapar un gruñido.
—Iré, Grace. No hay nada que puedas hacer para... —se detuvo cuando, al voltearse, sintió los labios de la chica contra los suyos. Abrió ampliamente los ojos sin poder esconder su sorpresa, mientras que Grace agarraba sus mejillas prohibiendo que se alejara.
—Por favor, no vayas, quédate conmigo.
—Grace...
Volvió a besarlo, sintiéndose segura de lo que haría, aunque no le produjera fuegos artificiales, sí se sentía cómoda y segura haciendo esto con él.
—Necesito que me hagas sentir que valgo la pena—dejó un beso en sus labios, tomando las manos de Ian para posicionarlas en su cintura. —Por favor.
El dolor y la rabia, fue lo que los motivó a estar juntos esa noche, aunque sus cuerpos no expresaron más que el cariño y el respeto que tenían el uno por el otro. Y, aunque no destrozó a golpes a Ryan como hubiese querido, sí le dejo un moretón en la barbilla y otro en el pómulo que lo harían recordar que no solo se había metido con él sino con la dulce de Grace. A Jennifer no le hizo más que hacerle saber, lo poco mujer que era por haberle hecho daño a dos personas que no se lo merecían.
Ian y Grace se volvieron inseparables a partir de ese día.
Así ambos, terminaron convirtiéndose en algo que jamás pensaron en convertirse...
Amigos con derecho.
Y ahora Harry, conocía la verdad entre ellos.
A que nadie se esperaba esto, jijiji.
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