C6: Ligerezas.
C6: "Ligerezas".
Hay un día en el Liceo que prácticamente uno llega a sentarse y de ahí no pasa. Es como si todos los docentes se aliaran y decidieran tomarse el día libre bajo salario, y son tan egoístas que prefieren que lleguemos a perder el tiempo que enviarnos un mensaje al privado pidiéndonos que no nos presentemos. Pero, ¿por qué digo todo esto? Porque desearía que fuese ese día, y no el de realizar servicio comunitario.
—Alisson Franco —escucho la voz del director, en este momento está asignando los grupos para la limpieza o lo que sea que toce.
Mis ojos lo enfocan para que note que le estoy prestando atención. El hombre continúa dando los nombres de los que serán mis compañeros. Internamente le pido al Cielo que no me toque Judy, ni ninguna de sus amigas, porque eso sería demasiado caótico.
—Xavier Browser.
Un chico que juega baloncesto sube la mano y asiente hacia mí, en respuesta le doy una media sonrisa.
—Lucas Helman —sigue Brown, sus ojos grises al final de la habitación y solo puedo imaginarme la cara de fastidio de mi amigo. Cabe destacar que aunque Lucas este en mi equipo no me alegra, él es un perezoso de primera.
—Ay, no… —me quejo, y la chica del asiento de a lado me ve como si fuese un extraterrestre—. ¿Qué pasa? No le gusta cooperar en nada.
—Pero guapo —dice como si eso lo remediara.
Asquito tu gusto, amiga. En lugar de verbalizar mi pensamiento, regreso mi atención al director Brown.
—Lila Moreno —pronuncia. No conozco a la mencionada y aunque trato ubicarla entre los estudiantes no lo logro—. Valentina Iribarren… —quiero celebrarlo, pero no tengo tiempo ya que agrega el nombre del primo Louis—. Zack Carrier. James Potter —solo queda el puesto para un integrante, cruzó dedos para que sea la rubia, por favor Dios, ten piedad y misericordia de nosotras—, y Martin Scott.
—Martina —corrige de inmediato la rubia con molestia—, es Martina, señor Brown. Tanto tiempo que llevo estudiando aquí, me resulta verdaderamente exasperante que no pueda pronunciar mi nombre o al menos saber que es un nombre femenino.
Mierda, c lo harto.
—Mis más sinceras disculpas —articula rápidamente Brown.
—¿Qué disculpas...? —la interrumpe James.
—¿Qué área nos va asignar?
El área que nos asignaron fue los adorables pasillos, lo quiere impecable. Y estoy muy consciente de que esa cosa debería de hacerla el conserje, pero ni modo. Bueno, lo importante acá es que nuestro grupo está junto, sin metidos, a excepción de Xavier Browser y Zack Carrier. El primero no deja de hostigar a Valentina, en el fondo creo que este chico acabará con un ojo morado cortesía del segundo.
Tanto Mar como yo estamos un poco asustadas de que la pelinegra esté actuando tan civilizadamente. No ha explotado ni hecho comentarios sobre la presencia de su ex, aun no decido si eso es bueno o no. Actualmente James se debate en elegir entre una escoba o un lampazo. Lucas con todo el desinterés del mundo, nos digo que escogería de último. Lo miró sacará su celular y unos audífonos de su bolsillo trasero para perderse en el espacio musical.
Idiota.
Lila simplemente toma un lampazo, yo tome una escoba y me senté a esperar que nos demás eligieran lo que sea. Cuando todos ya tiene sus respectivos útiles, nos dividimos en grupos así: Lucas, Xavier y James se van a los tres primeros pasillos, mientras que Moreno, Martina, Zack, Valentina y yo nos encargaremos de los otros cuatro. Martina y mi persona decimos empezar por barrer, dejando a los demás solos.
Y ese fue un error.
…
Media hora más tarde, estoy cuidando de Valentina no salga del armario en que la hemos encerrado. Lila está siendo acompañada hacia la enfermería por la rubia, es casi un milagro que Zack decidiese ir por una pala y dejar a las dos chicas solas, pues de esa forma evito mirar a la pelinegra volverse toda molestia por un comentario de Moreno.
—¡Alisson Belinda Franco, sácame de aquí! —grita Iribarren—. ¡¡ALISSON!!
—Por favor, cálmate —le pido, y se calla. Esto en me de tranquilizarme me asusta, ¿cuándo en todo el tiempo había hecho caso a esas palabras? Nunca. Abro lentamente la puerta y la encuentro recostada en la pared, mirando una pequeña ventana, muy pequeña.
¿Acaso cree qué podar salir por allí?
—¡Joder, odio a esa estúpida! —expresa al mirarme en bajo marco de la puerta.
—¿Qué fue lo que paso?—pregunto, dejo entre cerrada la puerta y me acerco a ella detallando que este lugar es realmente pequeño.
—Lila le coqueteo a Zack, cuando él se fue a ver a los demás dijo: “Él va a ser mío” —pronuncia—. Realmente no pensé y solo me salte a sacarle los ojos…
—¿Y que hubieras ganado con eso?
—¿Aparte de ir a la cárcel? Nada —ironiza.
—Exactamente… —me debato entre decirle lo siguiente o quedarme callada, al final hago lo primero—. Deberías hablar con él, sea para aclarar lo que pasó o para pasar de página.
La pelinegra no responde ni siquiera muestra indicios de que me ha escuchado. Entonces recuerdo que lo que paso entre ellos fue tan breve que es un total atrevimiento llamarle relación. Valentina se encontró con Zack en una cafetería, ese día no deseábamos un café pero la repentina lluvia que azotó Santa Caridad nos obligó a buscar un refugio, el castaño no quito los ojos de ella y en cosas de minutos estaba sentado en nuestra mesa conservando.
Nos contó que volvieron a reunirse en la cafetería, pero de un día a otro, el simplemente desapareció.
—Voy hablar con él.
—Vale.
—No presionaré, que suceda lo que deba suceder.
—Me gusta la idea —le hago saber—, te apoyo, y estoy segura que Martina también lo hará. Pase lo que pase después de que hablen, estaremos contigo.
—¿Cómo siempre?
—Como siempre —confirmo y nos damos un abrazo, que es interrumpido por una voz masculina que mi cerebro reconoce de quien se trata.
—¿Hay alguien aquí?
—¡No, no hay nadie! —responde Iribarren, alejándose un poco para dejarme ver su sonrisa burlona. Ella también sabe de quién se trata.
—Que rara, estoy casi seguro de que escuche a alguien —refutó Louis, y sé qué está siguiendo el juego.
—Pues has escuchado mal... —digo, y Valentina toma la cerradura de la puerta que no deje cerrada totalmente. Veo en su mirada un brillo que no logro descifrar.
—¿Acaso la limpieza en la cafetería me hizo daño? —cuestiona bromeando el chico de mis sueños.
—Probablemente...
Escucho su risa. ¡Oh, mierda! Él está riendo de algo que yo dije. Voy agregar algo a mi oración, pero el susurró de la pelinegra me lo impide.
—A veces, solo hay que dar un ligero empujón...
Mis cejas con confusión y ella sonrió como el mismo payaso de It. De un movimiento a otro, abrió la puerta y me aventó hacia afuera.
Sí, si intención era buena.
Su intención, no era que cayera, ni que me llevará alguien en el proceso, pero eso hice.
—Carajo...
¿Por qué no pude caer en el suelo?
—Lo-o si-eento —tartamudeo, al mismo tiempo me aparto de él.
—No te preocupes —dice, perorealmente no le prestó atención. Pues lanzo una mirada mortífera a Valentina, centrándome con que ha cerrado la puerta.
Genial tiempo a solas con Louis, ¿qué mierda voy hacer?
Por un instante tengo miedo de decir alguna tontería. No sé cómo debería comportarme o si podre dominar las ganas de salir corriendo debido a los nervios. ¿Qué hago? ¿Qué tan malo podría ser intentar ser yo misma con el chico que me gusta? Vuelvo mi mirada a él, lo encuentro sentado en el suelo y en una mano tiene un micrófono. ¿Qué hace con eso aquí? Ignoró eso, volviendo a disculparme, preguntándole:
—¿Estás bien?
Caí sobre él, puede que no le haya quebrado algo, pero seguramente lo deje sin aliento. Imito su acción y me siento en el piso.
—De verdad, lo siento. ¡Si cierta persona no me hubiera empujado! —levantó la voz un poco para que Valen me pueda escuchar.
—Alisson, no es para tanto —me tranquiliza—. Y tú, ¿te encuentras bien? —dice, y extiende una mano ayudándome a levantarme, la tomó y dirijo mi vista a la otra, dónde se encuentra el micrófono—. ¿Estás bien?
—Genial —respondo. Él sonríe y asiente, pero una duda me pasa por la mente: ¿Por qué rayos lleva un micrófono? Antes de siquiera pueda considéralo, me encuentro verbalizándolo—. ¿Y ese micrófono? ¿Acaso estás jugando al periodista?
Porqué si es así, eres un periodista muy sexy.
Lleva una mano detrás de su nuca y sonríe.
—Si es así, jugarías conmigo, ¿verdad?
Yo jugaría a cualquier cosa contigo.
—Siempre y cuando hagas bien el papel... —hablo, una sonrisa sincera y bonita, se apodera de él.
—¿Probamos? —inclina el micrófono hacia mí.
—Por supuesto —accedí.
Y la primera pregunta que me lanzan hace suelte una carcajada.
Creo que siendo yo misma puedo llegar a caerle bien. Entre más preguntas y risas. Me hice una promesa a mí misma: El chico que me quiera no me tiene porque cambiarme.
El chico que me quiera no debe hacer sentirme insegura.
. . .
Me dejó caer en mi adorada y amada cama con los brazos extendidos y una sonrisa en el rostro. Que magnífico e inesperado día.
Sucedió lo inevitable.
Valentina hablo con Zack, y parece que van a estar juntos.
Lo digo porqué después de que hablaron ellos mismos, lo confesaron. Parece que James y Lucas habían hablado con él, antes de que Martina llegará a traerlo. Luego esta mi momento con Louis. Nuestra plática, nuestras risas, nuestras bromas. Su despedida, suspiro, su despedida...
“—¡Ya no te rías! —le digo, pero hace caso omiso a mi petición.
—¿Qué no me ría? —masculló entre risas—. Es lo más gracioso que escuchado en mi vida.
—Entonces déjame decirte —hable y levantado mi mano para darle un pequeño toque a su hombro, comprensiva—, que tu vida es muy triste, Louis...
—Tal vez... —concuerda—. Creo que le hace falta una persona como tú. Una Alisson”.
Unos inoportunos, pero bien recibidos golpes en mi puerta hacen que vuelva a la realidad—
—¡¡Alisson, abre ya!! —gritan dos voces desde a fuera. No hace falta preguntar de quiénes se trata, porqué ya lo sé. Me levanto con toda la pereza del mundo y me dirijo abrir la puerta, pues de lo contrario puede que los golpes de Martina la derrumben.
—Tu mamá está viendo tele, ¿ya le dijiste? —pregunta Scott, Valen buscando algo en su bolso.
—¿Decirle qué?
—¡Joder! ¿No le has dicho? —Valen me mira con perplejidad y dejando de buscar.
—¡Aliss! —reprocha—. ¿Qué vamos a hacer contigo?
—¿Qué se supone que le tenía que decir? —indago.
—Lo olvido —dice Mar, levantado las manos en señal de rendición.
—¿Qué olvide?
—Este viernes —agrega Valen como si eso debiese de darme alguna pista.
—¿Qué pasa?
—¿Una invitación...?
¡Mierda!
Retrasada.
—¡Lo de Logan!
—No, lo de Juan —me riñen al unísono y con sarcasmo.
—¡Mierda, lo siento! —suelto, sabiendo que mi madre no me dará permiso para ir a un club sin a verle avisado con antelación—. Yo…
—¡Cállate! —me corta Mar—. Como te conocemos bien, mi mamá hablo con la tuya, y cuentas con el permiso de antemano, tonta.
—¡¿Voy a ir?!
—No, es broma —escupe con su sátira, Valentina.
Le ignoro, saltando sobre ellas para abrasarles.
—¡Las quiero, estúpidas!
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