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Capítulo 8:

DREW:

Esta es nuestra última noche en Nueva York porque ninguno de los dos quiere o puede permitirse un día más aquí, así que partiremos mañana, domingo, a casa. Chapel Hill nos espera. Cuando llegamos del parque Lydia luce tan infeliz, sin embargo, que digo algo de lo que sé que me lamentaré más tarde mientras dejo las compras de hoy en el sofá del recibidor de nuestra suite.

—¿Qué tal si salimos a cenar?

Lydia deposita su abrigo sobre la mesa mientras frunce el ceño.

—¿Cenar?

Suelto un suspiro.

—Sí. Nosotros. Comida. Un buen restaurante. —Extiendo la mano y me tomo la libertad de estrechar su hombro, siendo este el primer contacto directo que tenemos desde que follamos. Sinceramente pensé que sería más incómodo, que no podría evitar arrancarme la ropa en su presencia o que tendría una erección por cada una de sus respiraciones, pero no es así—. Déjame compensarte por todo tu esfuerzo y demostrarte que seré el chico perfecto para Emma. Te sentirás orgullosa. 

Sus labios se curvan fugazmente.

—Está bien. Tomaré una siesta. —Sus ojos dorados se concentran en los míos mientras retrocede a la habitación—. ¿A qué hora debo estar lista? —Sus mejillas se sonrojan, confundiéndome, cuando me acerco para evitar que choque contra el marco de la puerta y se lastime. Esta es otra versión de ella que no conozco—. ¿A qué tipo de restaurante iremos? —Mi respiración se vuelve abrupta cuando siento su pecho contra el mío, la tentación de descender la mirada a su pecho fuerte—. ¿Drew?

Ignorando el deseo de repetir los acontecimientos de la noche anterior, mi maldita peor vergüenza, aclaro mi garganta mientras me fuerzo a mí mismo a retroceder fuera de su espacio personal.Lejos de su embriagador perfume. 

—Trabajaré en conseguir una reservación para las nueve.

Lydia afirma.

—Está bien.

**** 

Mientras duerme hago una reservación en un restaurant de mariscos. Ni siquiera pienso mucho en ello mientras lo selecciono del montón que me recomienda la recepcionista. Solamente llamo al primero de la lista y digo nuestros nombres, con mencionar nuestros apellidos tenemos una mesa, antes de volver a la habitación y tomar mi abrigo para ir a dar una vuelta. Estamos en Manhattan, así que solamente tengo que caminar unas cuadras para detenerme frente al edificio perteneciente al imperio de mis padres. Meto las manos en mi bolsillo mientras lo analizo. Su fachada es completamente de cristal, así que puedo ver la planta baja desde mi posición. Las escaleras eléctricas que conducen al primer piso. Los modernos ascensores junto a ellas. Los múltiples controles de seguridad para subir al área empresarial. El bufete de inversionistas y contadores de mis padres ocupa un veinticinco por ciento de las oficinas, así que no me sorprendo cuando uno de los hombres que sale de entre las puertas automáticas me reconoce. 

 —Hey, Drew —saluda acercándose con la mano extendida—. ¿Cómo está Bryan? ¿Qué tal Rosset y tu madre? —Mira de un lado a otro con extrañez en sus ojos marrones, arrugas rodeándolos—. No sabía que estarían en la ciudad. Tus padres no me dijeron nada. Habríamos almorzado juntos. 

Afirmo mientras lo saludo con un apretón. 

—Todos están bien. Gracias por preguntar. —La guardo de regreso en mi bolsillo de cuando se aleja—. Y no, lamento decepcionarte, pero estoy solo en la ciudad. —Miro el edificio una vez más antes de empezar a caminar de regreso al hotel. Van a ser las ocho y la vida nocturna está empezando. Lydia probablemente ya despertó—. ¿Cómo estás tú, Fred? ¿Qué tal el puesto de vicepresidente?

—Bien, todo muy bien. —Suelta un suspiro. Su atuendo es tan parecido a los de papá, traje y abrigo, que no puedo evitar sentir nostalgia y prometerme a mí mismo que lo llamaré a penas regrese a casa. Siempre hemos sido aliados. Mamá es el hueso duro de roer. Si Lydia hubiera acudido a él en lugar de a ella no me habría quejado en lo absoluto—. Aunque estoy deseando que termines la universidad para poder retirarme sabiendo que dejo el bufete en buenas manos.

En lo absoluto dispuesto a hablar sobre el tema, lo acompaño mientras su chófer llega. Dirijo mis pies hacia Lydia cuando se va. Mi mandíbula se tensa cuando, ya frente a las bolsas en la suite, no encuentro qué utilizar. Por suerte mi novia falsa elige ese momento para abrir las puertas dobles de la habitación y acercarse, su cuerpo en un vestido dorado al estilo Gatsby que se adhiere a sus curvas y su cabello corto mojado. No sé una mierda de moda, pero Rosset me hizo buscarle un disfraz así una vez. La diferencia entre ambas es que en Lydia no luce como uno. 

—Este está bien. —saca un traje café de satén, uno de los seis que compré, que aplasta contra mi pecho junto a una sencilla camisa blanca—. Terminé con el baño. Puedes utilizarlo mientras me maquillo aquí. 

Por mi mente pasa la idea de decirle que podemos compartirlo, pero recuerdo cómo podría terminar, aún siento las paredes de su estrechez asfixiando mi pene, cómo mi hambre puede ser opacada por el recuerdo de del dulce rostro de Emma, y afirmo antes ir a él en silencio. Los chicos de la hermandad probablemente se burlarían de mí en este momento. Liam me llamaría marica. Incluso Josh lo haría. 

En un ataque de rebeldía dirijo las manos a mi erección, dentro de la ducha de hidromasaje para cinco personas, ducha sin molestarme en pasar el pestillo, cerrar la ventanilla sobre mí o asegurarme de que Lydia no esté cerca, algo que haría el viejo Drew. 

Drewstructor, en cambio, no tiene tabúes de ese estilo.

Él suelta una monstruosa risa silenciosa cuando le hablan de vergüenza, excitándose con frenesí al recordar los pezones de Lydia frente a mi rostro, subiendo y bajando en cada movimiento mientras me monta como si estuviera sobre una Harley en un camino lleno de baches y mis labios le conceden la atención que sus pezones piden. Presiono la punta con mi pulgar mientras refuerzo mi agarre sobre la base, el semen goteando fuera mientras libero la tensión que se ha ido acumulando en mí desde que opté por castigarme a mí mismo con la insatisfacción. No me altero cuando un jadeo femenino al otro lado de la pared que divide el baño y la habitación me anuncia que Lydia Fisher me escuchó masturbarme. Termino de barrer la suciedad fuera de mi cuerpo con un sentimiento parecido a la indiferencia abriéndose paso en mi pecho, una risa retumbando fuera de él. No sé cómo sentirme respecto a nuestra extraña complicidad, pero sé que no me desagrada.

Me apoyo en el mármol del lavado cuando salgo, el humo a mis pies, y me doy cuenta de que probablemente estaba dejando mis mocasines, los que encuentro junto a la puerta, cuando me oyó, lo que ayuda a que descifre el enigma de por qué a veces me siento tan cómodo llevándole la corriente.

****

Encontrar al chófer que nos llevó alrededor de la ciudad más temprano no resultó un problema. La recepcionista también me ayudó con ello cuando busqué la reservación del restaurante. La expresión en el rostro de Lydia cuando salimos a la calle y la ve es indescifrable, pero cuando se gira hacia mí dentro de ella las comisuras de sus labios, en labial rosado, están curvadas hacia arriba. Está usando su peluca café, la cual estoy empezando a despreciar menos, y un abrigo de piel con los mismos detalles dorados que su vestido, el cual viéndolo de cerca puedes notar que en realidad es blanco, por lo que deduzco que debe ser un conjunto.

—Drew —murmura Lydia cuando llegamos, retrocediendo lejos del portal, un arco elaborado de rosas rojas, con la mujer encargada de darnos la bienvenida sosteniendo un portafolio tras un podio. Ella también se ve elegante, así que me siento bien por haber seguido las indicaciones de Lydia. 

—¿Qué sucede?

—Soy alérgica a los mariscos. Incluso el aroma hace que mi rostro se hinche. 

Por supuesto. 

 Antes de que pueda obtener una respuesta de mi parte, la anfitriona del restaurant se acerca más a nosotros para que podamos escucharla por encima de la música, Starboy de The Weeknd. La construcción es de tres pisos bastante altos decorados para lucir como el salón de eventos de un castillo burgués, pero con el añadido de luces de colores alumbrando las paredes, fuentes y cascadas por doquier. Contiene mesas de madera pulida, sin manteles, llenas de bandejas con pescado, frutas y velas. Mi estómago ruge. He estado esperando este momento desde que llegamos del parque, mi plan inicial era ordenar todo lo disponible para servicio a la habitación, pero entiendo si tenemos que irnos y recorrer toda New York en búsqueda de otro sitio en el que Lydia pueda lucir su vestido. No me sentiría bien conmigo mismo si terminamos haciendo fila en un McDonald. Definitivamente nos decepcionaría a ambos.

Incluso Drewstructor está de acuerdo conmigo. 

—Puedo conseguirles una mesa en la terraza —nos dice—. Solo abre los domingos, pero estoy segura de que al gerente no le molestaría hacer una excepción por la hija del senador y un Baker.

Mi mandíbula se tensa ante la mención de mi apellido, pero la decisión es de Lydia.

—Pero la comida...

—Tenemos platillos sin mariscos, señorita Fisher. 

Lydia lo piensa por un breve instante antes de asentir.

—Está bien. 

La mujer nos sonríe una última vez y va a su puesto. Toma un walkie talkie por el cual entabla una rápida conversación. Al cabo de unos segundos hace una seña en nuestra dirección para que la sigamos. En lugar de internarnos entre las mesas nos dirigimos al ascensor, dónde presiona el botón de la terraza tras ingresar un código. Lydia me mira con una ceja alzada cuando descubrimos que hay un mesero solo para nosotros. También que la ciudad está a nuestros pies. Ya que los pisos son altos, pareciera que estuviésemos en un diez en lugar de en la cima de un tres. Retiro su silla para que se siente tras colgar su abrigo en ella. Hay una chimenea al aire libre protegida por una caseta cerca de nosotros, así que la imito. Ya que las opciones sin mariscos son bastante limitadas, terminamos pidiendo pizza y entremeses italianos. El lugar, según las pistas que deja el menú, está inspirado en la gastronomía y arquitectura de Florencia. Lydia suelta un jadeo cuando el primer platillo antes de nuestra pizza, la cual están cocinando a la leña junto a nosotros, llega y lleva una porción de queso feta a su boca. No quiero tomar algo que noto que le gusta, así que opto por comer tomates rellenos y pan de ajo con mozzarella. El silencio entre nosotros se torna menos incómodo cuando nos ponen música, momento en el que me doy cuenta de que el precio que tendré que pagar por esto, no aquí, sino con mamá, será muy caro, pero no quiero reprochárselo más. Lydia, sin embargo, piensa lo mismo y saca el tema a colación.

—Creo que ya me disculpé lo suficiente, pero de verdad lo siento si tienes un problema con tus padres por esto —dice señalando la comida ante nosotros. 

Niego.

—No te preocupes. Mamá solo querrá que la acompañe a alguna reunión con sus amigas para que pueda alardear de mí —miento.

Hilary Baker probablemente me hará desear no haber nacido la próxima vez que nos veamos haciéndome ver documentales de cómo las mujeres, secretamente, se están apoderando del mundo desde la creación, pero nos han hecho pensar lo contrario. Ni siquiera sé cómo papá conserva sus testículos luego de veinte años de matrimonio, pero supongo que el amor obra ese tipo de milagros. 

—No la conozco, pero por el evidente respeto en tu voz cuando hablas de ella presiento que me caerá bien. —Toma un sorbo de su refresco de uva—. ¿Perteneció a alguna fraternidad en la universidad?

Me encojo de hombros. 

—Nunca le he preguntado, pero supongo que sí, aunque si lo hizo debió haber sido de Columbia, nada relacionado con la UNC. 

—¿Tus padres se molestaron cuando no fuiste a una mejor universidad? 

—Sí. No me hablaron por un mes. —Me enfoco en sus ojos—. ¿Los tuyos?

Niega.

—No. Papá estaba en periodo de campaña. En un principio protestó, pero luego le alegró que estuviera retirada del foco de atención —responde mecánicamente, lo que suena como la mierda, ¿qué tipo de padre se alegra de tener a su única hija lejos?

—Conozco la historia que todos saben, ¿pero en realidad eso fue lo que pasó?

Las cejas de Lydia, dejando claro que no entiende mi pregunta, se juntan. 

Soy un indiscreto. 

—No entiendo. 

—Me refiero a tu madre.

Su linda mandíbula, si una mandíbula puede ser linda, se tensa.

—Vaya forma de arruinar una cena, Drew. Si hubiera sabido que lo mencionarías no habría salido del hotel. —Abro la boca para disculparme, pero me interrumpe—. Sí, Drew. Mi madre no se interesó por mi crianza después de que se divorció de papá. Desde que tenía seis recibo un par de llamadas de ella al año, pero nada más. —Apuñala una bola de queso con su cuchillo y la lleva a su boca—. ¿Suficiente?

—Sí. —Miro hacia la calle, por encima de la baranda, antes de tomarme el atrevimiento de alcanzar su mano y apretarla—. Lo siento. 

Lydia luce tan expresiva como una roca mientras afirma y deshace nuestro contacto.

—Yo no —suelta—. Tuve una vida mucho mejor sin ella. 

****

Estamos saliendo del restaurante, caminando hacia la limosina, cuando un sujeto de aspecto extraño nos intercepta. Usa un traje de recuadros a pesar de que luce de la edad de Fred, entre sesenta y setenta años, con su cabello rubio platino engominado hacia atrás. Estoy listo para empujar a Lydia al interior y huir cuando los ojos de esta se alumbran y se inclina para corresponder el saludo con dos besos del sujeto.

—Lydia, estás tan hermosa. Abigail estaría tan feliz de poder ver cómo su dulce capullo ha florecido —dice mientras toma un mechón de su cabello, sus ojos enfocados en mí—. ¿Quién es este apuesto jovencito?

Lydia envuelve sus brazos alrededor de mi brazo.

—Drew Baker —responde—. Mi novio. 

Los ojos del anciano se abren ampliamente.

—Nunca pensé que terminarías con un heredero de la bolsa, aunque he visto algunos de ellos que lucen bien. Espero que puedas hacer que tu chico llegue ahí algún día. Ten fe, amiguito. —Me congelo cuando besa mis mejillas de la misma manera que besó las suyas—. ¿Él sabe que podría estar saliendo con una supermodelo en lugar de con una aburrida aspirante a abogada en estos momentos?

No quiero volver a inmiscuirme en un tema que podría hacerla sentir mal y mantenerla asesinándome con la mirada durante otra hora más, el postre hizo que regresara a su lugar feliz luego de que mencionara a su madre, pero no puedo evitar que la pregunta escape de mi boca a pesar del presentimiento de que lo lamentaré después. 

—No, no lo sabía. —Miro a Lydia—. ¿A qué se refiere? 

—Su abuela, Abigail, solía inscribirla en cada concurso de pasarela desde que era una niña. Ni siquiera el senador Fisher pudo interponerse entre los sueños de ver a su nieta modelando —contesta por ella—. Lamentablemente la vida, específicamente el fin de ella, impidió que se cumplieran. —Vuelve a acariciar el cabello de Lydia, quién permanece tensa a mi lado, mientras me ofrece una tarjeta, la cual tomo y guardo en el bolsillo de mi pantalón sin leerla—. Llámame en caso de que tu chica reaccione y se dé cuenta de que de no ser por la influencia maligna de su padre estaría comiéndose el mundo como ella y una de mis mejores amigas planearon.

 Lydia, con la mandíbula apretada, se da la vuelta y entra en la limosina, a dónde la sigo tras ofrecerle una mirada de disculpa al hombre. 

 —¿Querías ser modelo? 

 —¿Puedes callarte? —gruñe girando el rostro abruptamente para verme, a lo que asiento debido a que hay lágrimas resbalando por sus mejillas. 

 Cuando llegamos a la suite se encierra en la habitación, así que deduzco que dormiré en el sofá, lo cual secretamente agradezco. 

A diferencia de cuando la vi llorar por Romeo, esta vez no sé cómo consolarla.

****

Lydia prácticamente no me habla hasta que llegamos a Carolina del Norte, específicamente a Triangle en Chapel Hill. Incluso nuestros asientos en el avión estuvieron separados, lo que no corrigió como cuando íbamos de ida. Estuvo al lado de un sujeto con el que sí se dignó a hablar, un idiota que no está actuando como su novio para ayudarla a ocasionar celos en su mejor amigo y al que definitivamente no le roba sus tarjetas de crédito, mientras que yo soporté a una niña molesta cuya madre estuvo toda la hora que duró el viaje ignorándola con audífonos puestos.  

—¿Dónde las pongo? —pregunto entrando con sus maletas a su habitación, sintiendo jodido miedo a que no me responda cuando eso debería importarme una mierda. 

No le hice nada, pero de haberlo hecho tampoco debería molestarme. 

—Ahí —responde señalando una esquina vacía en la que dejo sus dos maletas Louis Vuitton rosas y la jaula de Arthur, de quién me despido como si esta fuese la última vez que nos viésemos, a lo que simplemente entra en su casa luciendo decepcionado.

No lo logra por sí mismo, así que lo empujo. 

—Supongo que esto es todo —suelto cuando no se me ocurre nada más que decir. 

Lydia me sonríe maliciosamente desde su posición junto a la ventana.

—Claro que no. Faltan los vestidos que compraste. 

—¿Cómo te diste cuenta?

—A menos que seas travesti...

Sonriéndole de vuelta, salgo para volver al Range y tomar las bolsas del maletero. Cuando regreso las dejo sobre el colchón de su cama con dosel, momento en el que me doy cuenta de que su sitio de princesa no tiene nada que ver con el rastrojo en el que vive Emma. Son del mismo tamaño, pero el de Em es mucho más básico y está lleno de muñecos de felpa. Tampoco tienen el mismo papel tapiz blanco con detalles rosados metálicos. Las paredes de Emma son azules. No quería molestarla más, así que no mencioné las compras que me atreví a hacer ayer, pero si está de ánimos para ellas es una buena señal. Noté cada cosa que veía. 

—Espero que le gusten —digo cuando veo que se inclina sobre ellas con una sonrisa emocionada, la cual se desvanece lentamente cuando hablo.

—Son todas para Emma, ¿no?

—Sí. No quería molestarte pidiéndote que se las dieras en vista de que decidiste dejar de hablarme, pero... 

—Drew —me corta—. Vete. 

—¿Lydia? —pregunto cuándo empieza a empujarme, sus manos carentes del efecto desestabilizador que suelen tener en mí debido a la manera en la que sus ojos están llenos de furia—. ¿Qué haces? Pensé que... que estábamos bien de nuevo. 

Mis palabras solo causan que me empuje más fuerte.

—¡Vete! —repite antes de cerrarme la puerta en la cara, las chicas de la fraternidad que se pasean de un lado a otro en el pasillo disfrutando del espectáculo con expresiones divertidas y curiosas. 

Sintiéndome frustrado como la mierda, no entiendo qué he hecho esta vez para merecerme su mal humor, me meto las manos en el bolsillo y salgo de Triangle ignorando cada rostro que se cruza en mi camino, lo cual incluye a Em. 

****

Lydia me contagió, así que estoy molesto para el momento en el que entro en mi habitación y me encuentro con casi todo el campus en ella. Hay retratos colgados en las paredes que son fotografiados por estudiantes con bufandas, lentes de sol y copas con vino en la mano. No tengo que preguntar para saber que Rafe convirtió nuestra habitación en una galería de arte. En lugar de pagar mi ira irracional con él, me dirijo a la habitación de Romeo y entro sin tocar. El idiota está con resaca sobre su cama, típico domingo para él, pero ya son las tres de la tarde y lo único que necesito hacer para despertarlo es agitarlo un poco.

Un poco demasiado.

—Drew, maldición, ¿qué crees que haces? —pregunta ya de pie frente a mí.

Sin pensarlo demasiado, estampo mi puño en su rostro, a lo que responde empujándome. Choco contra su escritorio, pero me enderezo a tiempo para interceptar su estampida. Estamos intentando alcanzar al otro de nuevo cuando Liam, su nuevo compañero, salta desde la parte superior de la litera y nos separa.

—¡¿Qué mierda está pasando?! —grita entre nosotros sin ningún tipo de prenda en su cuerpo, una chica gimiendo como un gato enojado en su cama—. ¡Drewstructor, cálmate, mierda! ¡Josh, marica, ven aquí y ayúdame! 

—¿Creíste que no recordaría nada después de que me drogaras? —le pregunto a Romeo cuando consigo tomar algo de aire—. Le dijiste a mi chica en mi jodida cara que nunca podría satisfacerla como tú, ¡en mi maldita cara! ¡Lydia es mi novia y se supone que tú eres mi mejor amigo! —Lo empujo hacia atrás cuando Liam retrocede, soltándome, su frente arrugada mientras ve a Romeo con recriminación. Eso es bajo incluso para él—. Va más allá de la traición tomando en cuenta que siempre he estado ahí para ti. Limpiando tu maldito desastre. —Josh, quién observa la pelea desde la puerta, sin involucrarse, palmea mi espalda cuando salgo—. Pero ya no más. 

Sí, recordé, una noche sin poder dormir en el sofá de un lujoso hotel en New York ayudó, pero Lydia fue la chispa que hizo que la bomba explotara. Empujo con mi hombro a Aideen cuando me cruzo con él de camino a mi habitación, jodidamente sonriéndole cuando intenta burlarse de mí diciendo una mierda relacionada al golpe y la pérdida de mi diente por su culpa.

****

Rafe hizo que todos salieran cuando me vio. Bajó al primer piso y consiguió una bolsa con carne congelada, la cual presiono contra el moratón en mi costado. Romeo no me golpeó, pero el escritorio sí. El fail. Me acuesto sobre mi cama mientras pienso en cómo este fin de semana solo sirvió para empeorar la situación. La tensión sexual entre Lydia y yo, al menos en lo que a mí respecta, solo aumentó. Mi relación con Romeo se hizo cenizas. El idiota sigue siendo mi mejor amigo, pero me siento igual que como se siente Lydia con Em. Él no sabe que nuestra relación es falsa. Si realmente estuviese enamorado de ella su comportamiento sería una basura, pero ese es el problema. Él no lo sabe, así que es una basura. Mamá también llamará en cualquier momento. Lo único bueno de esto es que hubo veces en las que realmente disfruté nuestro viaje.

—¿Quieres que patee su trasero por ti?

Niego.

—No, gracias.

Rafe aparta mechones rubios de su rostro mientras se apoya en la Torre Eiffel de latas de cerveza. Está usando su típica chaqueta y pantalones de cuero extra-ajustados en los que estoy seguro que Drewstructor estaría incómodo. 

—¿Qué tal si hacemos algo divertido?

Me incorporo sobre mis codos.

—¿Cómo qué?

—No lo sé. —Se encoje de hombros—. Gracias a ti mi cabeza y mi cuerpo aún permanecen juntos, así que lo único que se me ocurre, aparte de joder a Romeo y a Aideen por ti, es enseñarte a conducir una motocicleta y a lucir rudo. 

Arrugo la frente. 

Los planes que tengo para mi vida son más profundos, pero tampoco puedo negar que me habría evitado muchos problemas lucir un poco menos como si mis derechos pudiesen ser vulnerados sin ningún tipo de consecuencia. Termino acostándome de nuevo en la cama, mi mirada en el techo.

—No, está bien. Lamento haber arruinado tu exposición.

—Bah, hombre, no hay problema. Tu aparición fue el cierre perfecto —dice colocándose junto a mí, lo que vuelve incómoda mi vista porque ahora veo tanto el bulto en su pantalón como el techo, de lo que parece no darse cuenta—. Sé que eres un pervertido, no de la manera violador, sino un poco más retorcido que el promedio... —No puedo evitar reír. Hace unos días Rafe no tenía ni idea de qué era el promedio—. Así que, ¿qué tal si te consigo algo de porno para subirte el ánimo? —Me da una patada suave, insistente, en la pierna—. ¿Qué te gusta? ¿Tríos? ¿Lesbianas? ¿Dibujos animados? Si nunca lo has hecho no lo creerías, pero una vez acabé jodidamente duro viendo a Homero y Marge haciéndolo en su auto. Acababan de dejar a Bart y a Lisa en la escuela. Maggie dormía en su silla. Marge estaba...

Un golpe en la puerta lo interrumpe. Me enderezo de nuevo para sorprenderme viendo a Emma. Está vestido de estampado floral, todo lo contrario a los gustos de Lydia. Por debajo de un abrigo de lana marrón. Su cabello rubio está recogido en un adorable moño desordenado en la cima de su cabeza. Sus mejillas rosas. Hay un montón de chicos de fraternidad con la mirada clavada en su trasero, hambre en sus ojos, así que la halo dentro de la habitación. Rafe sale bajo la excusa de tener que ir a cambiar el aceite de su motocicleta, la promesa de continuar con su relato erótico inconcluso cuando vuelva, antes de que cierre la puerta.

—Hola —saluda ella sentándose en la cama junto a mí. 

—Hola —saludo de vuelta. 

—Yo... —empieza—. Los vi discutir en la fraternidad. Intenté hablar con Lydia, pero no abrió la puerta de su habitación, lo cual nunca ha sucedido antes, así que decidí venir para saber en qué puedo ayudar. 

 —No hay nada que puedas hacer. —Le doy un apretón reconfortante a su mano. Luce más afligida por nuestra pelea que nosotros—. Al menos no con respecto a nosotros. Son asuntos de pareja. En cambio, si quieres ser una buena amiga, puedes quedarte y acompañarme escoger una serie en Netflix para comenzarla juntos. 

 —Está bien —acepta con facilidad—. Solo prométeme que lo arreglaran. Los quiero a ambos. No quiero estar en medio, pero tampoco puedo ver cómo se odian sin si quiera preguntar al respecto. 

 —Lo prometo.

Su preocupación es conmovedora, pero no quiero decirle algo porque eso significa que luego tengo que ponerme de acuerdo con Lydia para que nuestras mentiras tengan coherencia, las cuales ahora ni siquiera sé si proseguirán. Emma responde acurrucándose en mi costado cuando enciendo la televisión y me acuesto, lo cual es otra muestra de que nuestro plan, por más imbécil, está funcionando, por lo que debo arreglar las cosas con Lydia antes de que vuelva a la posición de prototipo de mejor amigo gay. Al menos ahora Em reconoce en voz alta que soy un chico en la capacidad de conseguir una novia y tener problemas con ella, lo cual amplia su antigua visión de mí de solo ser un hombro sobre el cual llorar o un rostro al que contarle lo malo y abundante que ha sido su periodo.

****

Emma y yo vamos a la cocina por la cena después de tres capítulos de Sex Education, la cual terminamos viendo con Josh, quién se unió en el segundo capítulo y se la pasó la mitad del tiempo criticando al mejor amigo gay del protagonista por no alcanzar su ideal de perfección LGBT, que me demuestran que Netflix tiene un fetish con los chicos caucásicos, delgados, de ojos claros, aún más extraño que el de Rafe con Los Simpson. Estoy harto de la comida chatarra, así que nos preparo emparedados de atún con vegetales y salsa de queso. Es uno de los favoritos de Emma, así que esta me lo agradece mientras permanece sentada en el mesón conmigo junto a ella, sus pequeñas manos sosteniendo un vaso lleno de jugo de naranja. Hace sonidos extraños con su garganta mientras traga debido a un problema con sus amígdalas, pero estos siempre me han parecido graciosos, en lo absoluto molestos debido a que no son lo suficientemente altos. A los doce le decía que sonaba como una rana. 

—Me anoté para una excursión a Fontana Lake —suelta de repente—. Es este fin de semana. Antes de que se fueran a New York le pregunté a Lydia si quería acompañarme, pero dijo que estaría ocupada y que no le molestaría si te pregunto.

Le doy un último mordisco a mi emparedado antes de dejar el plato en el mesón, mis ojos explorando su expresión en búsqueda del genuino deseo de que la acompañe. Mi corazón se ablanda, lo jodido del día desapareciendo, cuando lo encuentro. 

—Claro que sí —respondo devolviéndole la sonrisa—. Lo justo es que te dedique un fin de semana a ti también. —Me tomo la libertad de estrecharla contra mí. Estoy emocionado—. ¿Cuándo nos vamos?

Se muerde el labio.

—Ese es el problema. Salimos el jueves en la madrugada y regresamos el sábado en la noche. No sé si choque con alguna de tus clases o con el entrenamiento de baloncesto. 

—No te preocupes por eso. —Tengo un examen el viernes, pero puedo hablar con el profesor. A veces acude a mí para hacer de auxiliar—. Conseguiré una buena tienda.

Emma ríe.

—Trata de que esta vez entremos los dos, por favor.

Esta no es la primera vez que acampamos, sino la tercera, y siempre dormimos incómodos. En mi defensa, la primera vez que lo hicimos teníamos catorce y la proporción de nuestros cuerpos para ese entonces fue la que tomé en cuenta para escoger en la que estuvimos a los dieciocho, la cual también fue incómoda, aunque ahora no me molesta la idea de que partes de nuestros cuerpos estén entrelazadas. 

Mi sonrisa crece. 

Perdí dos oportunidades para declararle mis sentimientos, pero dicen que la tercera es la vencida.


HOLA, espero que les haya gustado el capítulo. Ya en los que viene Emma y Rom estarán más involucrados <3 

Dedico cap a la opinión más completa de Lydia. 

CAP DEDICADO A Suzettgtz POR ADIVINAR QUE VENDRÍA ACTU DE FAPV 

No olviden comentar y votar si quieren actu. Les seré sincera: escribo lo que me dé la gana en el momento, pero a veces tengo ganas de escribir, no importa qué, y pongo como prioridad las historias con más atención de ustedes.

Hasta el siguiente cap.

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