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Capítulo 7:

LYDIA:

La habitación de hotel no está igual a como la dejamos cuando nos fuimos. Drew es un exceso de la limpieza, por lo que veo, ya que nos negamos a recibir el servicio de limpieza porque pasamos a Arthur a escondidas y estoy bastante segura de que cuando me fui era un desastre. Bueno, no todo el día, rectifiqué mirando su dentadura de regreso a la normalidad. Al parecer mi odontólogo fue eficiente. No esperé menos, en realidad, teniendo en cuenta lo que cobra por cada blanqueamiento de mis dientes.

Sin mencionar nada con respecto al beso que le di en la calle para callarlo, no dejaba de ser un cursi fuera de control, me dedico a quitarme el abrigo y a deshacer los cordones de mis botas. Ya descalza me incorporo para dar hallar su rostro mirándome.

Mi garganta se seca al reconocer esa expresión.

Es la expresión de fóllame aquí y ahora que yo también debo tener.

─Drew, yo... ─empiezo, pero me corta.

─Ahora no, Lydia ─gruñe adelantándose.

No sé qué ocurre primero.

No sé si primero son sus labios sobre los míos o mis manos halando su cabello, pero lo importante es que nuestros cuerpos chocan. Mi espalda se presiona contra la pared, su pecho aplastando el mío, mientras nuestros labios se juntan. Enredo mis manos en su cabello para atraerlo más a mí. Su boca se acerca a mi cuello al instante, sus dientes hincándose en mi piel. Estoy tan excitada por la idea de tenerlo dentro de mí que no me quejo cuando siento que sus labios succionan un moratón.

─Drew ─gimo su nombre cuando sus manos viajan con completa seguridad, la cual me toma por sorpresa, a mi trasero y lo amasan.

Si alguien, meses atrás, me hubiera dicho que Drew sería tan bueno en esto me habría reído hasta hacerme pis en su cara. Mi novio falso se ve como todo menos como un profesional del sexo, pero ahora mismo lo estaba siendo conservando la calma y manteniendo la pasión en cada beso. Me volvió loca cuando intenté retomar el control lastimando sus hombros con mis uñas y me lo prohibió sosteniendo mis muñecas.

Drew está, oficialmente, haciéndole competencia a Romeo.

Alejándolo de mí con un jalón a su cabello, espero un par de segundos a que vuelva a ser él mismo, mi perra, para juntar sus labios de nuevo con los míos estando en control. Lo mordisqueo hasta que me da acceso a su boca. Cuando lo hace junto nuestras lenguas degustándome con su sabor a algodón de azúcar. Se relaja. Quitando sus manos de mí, las coloco sobre mis hombros mientras las mías inician una exploración en el interior de su camisa. Lo araño un poco cuando me encuentro con un paquete de abdominales bien formados. No tanto como los de Rom, pero están ahí.

Una vez me canso, entre comillas, de nuestros besos, paso a acariciar su piel. Drew me devuelve el gesto masajeándome el cuello con los pulgares. Sus ojos verdes no abandonan los míos. Brillan. Eso hace que me termine de desinhibirme encajando los dedos en la cinturilla de su pantalón, movimiento del cual saca partido presionándose contra mí como si lo hubiera jalado. Vuelve a tomar mi trasero para impulsarme hacia arriba y conseguir que rodee su cintura con mis piernas.

A partir de allí Romeo abandona mi mene.

En lugar de alejarlo me dejo hacer hasta la cama. Una vez mi espalda chica contra la suave superficie, Drew se abalanza sobre mí y continúa devorándome mientras permito que me toque.

─Lydia ─suelta acomodándose entre mis muslos mientras desabrocha mis vaqueros y se las arregla para quitármelos, mi ropa interior yéndose con ellos─. No sabes lo mucho que me muero por probarte, nena. Nada más está en mi cabeza cuando me acerco a ti. ─Su voz se convierte en un gruñido primitivo que aumenta la acumulación de líquido entre mis piernas─. Estoy seguro de que sabes muy bien.

─Drew...

─Sí. ─Me besa─. Ese es mi nombre.

─Drew ─me quejo enredando mis dedos en su cabello de nuevo, solo que esta vez para guiar su lengua a mi sitio húmedo.

Contengo las ganas de abofetearlo cuando se separa de repente.

─Espera, Lydia. Necesito verte primero. ─Su ceño se frunce mientras me examina. Mi excitación no desciende a pesar de que tengo ganas de reír mientras espero su veredicto ─. Mierda. No esperaba que fueras tan bonita ahí también. ─Me cubre con su mano. Sus mejillas están sonrojadas y luce como si estuviera sofocándose─. Tan rosada y suave... ─Mete un dedo dentro de mí mientras sus ojos devoran mis pechos aún protegidos por mi camisa y bra. Suelto un gemido bajo─. Eres perfecta.

Lo empujo hacia abajo con mis piernas, retirándolo de mi interior, con la intención de que regrese a sus labores. Nunca he sido fan del sexo oral, no todos los chicos lo hacen bien, pero algo en la idea de Drew lamiéndome me enloquece. Algo bastante relacionado, me temo, con la idea de que con Emma nunca experimentará algo así.

─Lo sé, nena ─dijo volviendo a dónde quería que estuviera─. Ya voy.

─Ahora ─exijo.

Drew suelta una carcajada antes de asentir y finalmente dármelo. Arqueo mi cuerpo, extasiada, al sentir la rugosidad de su lengua en contacto con los puntos más sensibles de mi cuerpo. Los dedos de mis pies se curvan cuando sus dedos viajan a mi clítoris y lo estrujan con suavidad antes de rodearlo para empezar a jalarlo hacia arriba. Una vez me acostumbro a la sensación, su mano viaja a través de mi estómago y se adentra en mi camisa para ancanzar mi pecho derecho. Es entonces, entre sus caricias ahí y su íntimo beso allá, que suelto la tensión que me ha ido acumulando sobre mis hombros estos últimos días. Una vez termino lo observo mirándome, apoyado en mi vientre, con una sonrisa egocéntrica que borro.

─Es tu turno.

Sin darle tiempo de reaccionar, me abalanzo sobre él y me dirijo al broche de su pantalón. Lo abro con maestría. Mi ceja se arquea cuando su longitud sale, gloriosa, de un salto. Drewstructor tiene al menos veinte centímetros de largo y cinco de diámetro. Ahora entiendo la fascinación de todas las estúpidas del campus.

─Es grande ─susurro guiando mi mano a él, alegrándome al encontrarlo depilado─. Me gusta. Mucho. Es bonito. Emma es afortunada.

Drew me sonríe, sus ojos aún más encendidos ante la mención de ella.

Al parecer es un pequeño pervertido idiota en formación.

─Me imaginé que así sería. No eres la primera que... mierda, Lydia, eres tan buena ─gruñe acariciando mi cuello mientras engullo lo más que puedo de él dentro de mi boca.

Sabe a limpio y a almizcle.

Me gusta. Mucho.

Mientras lo chupo, succionando hasta que lo siento completamente duro, mis manos viajan a sus entradas y las recorro con mis dedos, lo cual hace que su musculatura se contraiga bajo mi toque. Suelto una risita que probablemente siente contra su miembro. También me dedico a estimular sus testículos con masajes que aprendí en internet, pero nunca dejo que se corra. No sé qué tan alto sea su potencial y lamerlo me ha excitado de nuevo, por lo que no quiero que esta ronda de sexo termine sin tenerlo en mi interior, pero para eso lo quiero completamente listo y... perdido.

Una vez creo que está lo suficientemente duro para lo que tengo en mente, lo dejo ir con un plop. Deshago el hilo de saliva y semen que sale de mi boca con una sonrisa que probablemente fríe todas sus neuronas. Drew se queda inmóvil hasta que me posiciono sobre él, entonces sus manos viajan a mis caderas y me presionan hacia abajo. Es el único de los dos que no se ha obtenido su premio por soportar a los idiotas que amamos aún y tras todo el juego previo que hemos tenido, contando desde el día que nos conocimos, sé cuánto lo está matando.

Es Drewstructor quién acaba conmigo, sin embargo, cuando tomo un condón de una de las mesitas de noche del hotel y hago que entre en mí. Cuando termino me doy cuenta de lo vacía que he estado toda mi vida sin él. No sin Drew, sino sin su pene. Me llena tan bien. Su textura es perfecta.

Podría dejar de estar enamorada de Rom por él.

Por él o por alguien que me mire como Drew me está mirando ahora.

Absorto.

─Eres mío ─gruño clavándome aún más profundo, iniciando un sube y baja que termina con sus dedos clavándose en mi trasero y la cabeza de su pene rozando la entrada de mi útero. Me inclino hacia adelante para besarlo─. Hasta que Emma abra los ojos y te note, me perteneces.

Es una estimulación tan completa que no tardo en llegar nuevamente.

Drew, sin embargo, se limita a mirarme mientras lo hago. No termina, así que una vez me recupero lo saco de mí, mis partes doloridas, y le quito el condón para volver a tomarlo en mi boca con esa actitud soñolienta que produce la satisfacción. Sus manos, sin embargo, me apartan cuando mis labios están a punto de rodearlo.

─No, Lydia. ─Niega─. Así está bien.

Levanto las cejas.

─¿Te gusta quedar insatisfecho?

Un gruñido escapa de su garganta.

─No. No es eso. ─Me aparta con suavidad para luego levantarse. Observo mientras ajusta su pene, aún duro, dentro de sus pantalones con una mueca de dolor. No los abrocha, sin embargo─. Esto no está bien. No puedo hacérselo a Emma. Tú tampoco deberías poder hacérselo Romeo si lo amas. El plan es conseguirlos, no follar.

No le pongo atención a lo que dice, el bulto en sus pantalones y el camino de vello marrón hacia él por debajo de su ombligo están consiguiendo que me excite, por lo que me envuelvo en las sábanas y me extiendo para apagar la luz. Si quiere seguir negándose, está bien. No pensará lo mismo tras un par de días obteniendo una erección y bolas azules por la tentación.

─Buenas noches, Drew. Espero que tu consciencia te deje dormir ─murmuro disfrutando de la sensación de sentir mi cabeza más liviana contra la almohada antes de caer en la inconsciencia.

*****

Debería asustarme.

Debería patearlo y hacerlo dormir en el mueble, pero la manera en la que toma mis piernas con cuidado y las mete dentro de un pantalón de pijama que siento familiar tras aumentar la calefacción, calcetines en mis pies después, es su salvación a cualquier ataque de ira de Lydia Fisher producido por despertarme. Presiono más fuerte mis parpados cuando pone una manta extra sobre mí antes de acostarse a mi lado.

Nunca nadie ha cuidado de mí así.

No el senador Fisher. Mucho menos un chico.

*****

A la mañana siguiente me siento ligeramente mal por corromper su alma, así que organizo una excursión a las mejores boutiques de la ciudad con una limosina de chófer. Drew tiene mucho más dinero que yo, así que cargo la cuenta a la tarjeta de crédito a nombre de sus padres que consigo en su cartera. Son alrededor de las nueve de la mañana cuando aparece en el umbral del recibidor de nuestra habitación.

Su pijama es ridícula.

─Drew, ¿qué mierda usas? ─le pregunto mientras soplo el interior de mi taza con chocolate caliente─. ¿En qué tienda compraste eso?

Mira hacia abajo con las cejas fruncidas.

─Mi mamá lo compró para mí.

Descruzo mis piernas antes de ponerme de pie. Sus cejas se alzan al verme. El hecho de que hoy nos vamos a concentrar en él no significa que voy a ser vista en público como una vagabunda. Debajo de mi abrigo blanco hay un vestido negro que apenas me deja respirar y medias negras que cumplen su propósito colocando una mirada mortificada en su rostro.

Sus dedos se mueven. Sus ojos lo delatan.

Sonrío antes de señalar la mesa que lo espera con el desayuno.

─Lo siento por no esperarte. Anoche no cené y... ─Relamo mis labios antes de darme la vuelta─. Quedé hambrienta.

Justo cuando estoy a punto de entrar a nuestra habitación, la puerta principal de la suite es golpeada. Mis labios se curvan. He estado esperando esto desde hace una hora. Abro y asiento hacia el botones, quien entra con un carrito que contiene alrededor de unas cinco cajas. Le doy una propina de mi dinero antes de que se vaya. Una vez lo hace no puedo ocultar mi emoción mientras me inclino sobre ellas y las abro. Drew deja su waffle en el plato para mirarme cuando me acerco.

─¿Qué tal?

Sus labios hacen una mueca.

─¿Estamos yendo a un bar nudista a las diez de la mañana?

Gruño dejando la peluca rosa con corte pixie en la caja.

─No. Iremos de compras. No puedes andar por el campus luciendo común cuando podrías verte como un millón de dólares. ─Le enseño una rubia larga y lacia. Me gusta aunque con ella luzco un poco como Donatella Versace─. ¿Esta?

Drew niega.

─No a ninguna de las dos cosas.

Dejo caer una versión muy parecida a la de mi cabello en su caja.

─Lo sé, sé que lucir como Donatella es un poco exagerado, ¿pero cuál es la otra cosa de la que hablas? Iremos de compras. No aceptaré un no. ─Alzo el mentón─. No volverás a ir a una fiesta luciendo como un basurero. Estás loco si crees que cualquier chica podría tomar en serio a un tipo que luce así. Tal vez sí para ser su novio, pero no para casarse y tener un montón de aburridos bebés.

Se levanta. Por alguna razón no me muevo cuando toma a Donatella y la arroja al sofá. Renunciar al estilo que he estado llevando desde niña lucía como una buena idea ayer, en realidad los ojos tristes de Bria no me dieron otra opción, pero debí conservar unas cuantas pulgadas más. Cuando me vi esta mañana al espejo me di cuenta de que había cometido un error catastrófico para los fines de nuestro plan.

Romeo ama el cabello largo.

Amaba mi cabello largo.

─Está bien, iré de compras contigo ─acepta─. Dejaré que me uses como tu muñeco y hagas conmigo lo que quieras. ─Ladeo la cabeza, entretenida y dispuesta a atrasar nuestra salida una media hora. Su mirada se llena de frustración cuando se da cuenta del lugar al que sus palabras me condujeron─. No de esa manera, Lydia.

Dejo caer mis hombros con decepción.

─¿Por qué siento que estás haciendo que te dé algo a cambio de impulsarte a convertirte en el mejor partido cuando solo deberías agradecerme por ayudarte y hacer lo que te digo?

─No te estoy pidiendo nada, Lydia. ─Aprieta mi hombro con un aura de fraternidad que odio al instante─. Solo te pediré que reconsideres la idea de esconder la evidencia del, probablemente, mejor acto que has hecho por alguien más a lo largo de tu vida.

─Drew...

─Pero es tu decisión ─dice alejándose y dirigiéndose a nuestra habitación, mirándome una última vez antes de entrar─. Tú escoges si quieres seguir siendo la típica hija perfecta de un político que no puede tolerar la polémica, la insensible presidenta de una hermandad de chicas en el mismo conflicto, o si dejas salir la asombrosa Lydia que vi ayer.

Sus palabras me dejan pensando.

Las reconsidero hasta que recuerdo la posible razón por la que no pudo continuar teniendo sexo conmigo la noche anterior. Repaso otra de las pelucas, una castaña con ondas que probablemente me llegará a media espalda y que será fácil de recrear en un salón de belleza si decido obtener extensiones. Yo no soy Em. No pongo mis principios y moral por encima de todo. Soy, como dijo, la hija de un político que desde temprana edad aprendió a dejar sus propios sentimientos y pensamientos de lado para hacer las cosas como tienen que ser hechas.

La insensible presidenta de una hermandad de chicas en el mimo conflicto.

No cualquier espejismo de Emma.

****

Mi novio falso no es capaz de ocultar su decepción cuando sale de nuevo luciendo un poco más presentable en la selección de ropa que dejé sobre la cama mientras se duchaba, lo poco que pude rescatar de su maleta: pantalón de lino, camisa blanca y un abrigo negro. Sus mocasines son de marca, pero tan corrientes que mis antepasados, específicamente mi abuela materna, se encuentran llorando en su tumba. Esto no es la UNC. Esto es New York. Incluso yo tengo mis días malos vistiéndome no tan impresionante allá, pero él no debería lucir como allá aquí, el lugar dónde un día continuará con la dinastía de su familia.

Tampoco pueden verme con él vistiéndose como el viejo Drew.

─¿Por qué llegué a pensar que recapacitarías?

─Eres muy ingenuo. ─Encajo mi nuestros codos─. ¿Te gusta? ─Separa los labios, veo una protesta en sus ojos, así que ruedo los ojos y lo interrumpo antes de que comience─. Lucir como una lesbiana del ejército no es una opción, Drew.

Presiono el botón de planta baja del elevador cuando llega.

─¿Crees que habría tenido una erección por una lesbiana del ejército?

Peino su cabello. Sus ojos se entrecierran, su expresión enojada, mientras lo hago, pero de todos modos continúo haciéndolo hasta que sus mechones castaños están aceptablemente ordenados.

─¿Puedes ser un niño grande y aceptar que nada de lo que dijiste me importó y darme tu opinión?

Endurece la mandíbula mientras me alcanza en el recibidor.

El hotel en el que nos quedamos, Stamford, pertenece a uno de los amigos de papá. Ni siquiera tuvimos que pagar. Él financió parte de su campaña a cambio de ayuda para conseguir el permiso para adquirir terrenos del estado en el que ahora hay más sitios para ricos como este, pero también más trabajo y aportes para la comunidad que los rodea.

─Bueno, esta me hace sentir un poco más cómodo sobre tu reputación. ─Me abre la puerta cuando se da cuenta de que la limosina que nos está esperando en la acera es para nosotros─. Lydia, ¿estás tomando dinero del partido para financiar todo esto? ─pregunta sentándose junto a mí.

─No ─confieso─. Tus padres nos están ayudando.

Se endereza con brusquedad.

─¿Qué?

Asiento.

─Sí.

─Yo pensé que... ─Se inclina sobre el chófer─. ¿Cuánto cuesta tenerte aquí? ─El hombre susurra una cifra que hace que se eche hacia atrás de nuevo─. Lydia, por Dios, agoté casi toda mi mesada pagándole a tu odontólogo. ¡No creo poder pagar esto! ¡Ni siquiera eres mi esposa y me estás llevando a la bancarrota! ¿Cómo pagaremos el hotel?

Le ofrezco una sonrisa.

─Es por eso que tengo esto. ─Abro mi bolso y le enseño la extensión sin límites de la tarjeta de crédito de sus padres. La alejo cuando intenta alcanzarla─. Deja, Drew ─gruño intentando alejarlo porque está arruinando mi cabello─. Tengo el permiso de tu madre.

Sus ojos verdes se amplían aún más.

─¿Qué?

─Como oíste. ─Respiro sin sentirme asfixiada cuando se aleja─. Hablé con ella esta mañana y...

─¿Cómo hablaste con ella?

Me encojo de hombros.

─El número de su bufet no es precisamente privado.

─Lydia, mierda. ─Hala su cabello ya que él si puede hacerlo─. ¿Por qué?

─Mi padre es de la vieja escuela. Nunca aprobaría que gastara mi dinero en un chico. ─Por eso, en parte, odia a Rom─. No entiendo por qué te preocupa. Tu madre es completamente encantadora. Nos llevamos muy bien, en realidad. Incluso saldremos cuando venga a visitarte.

─¿Qué te dijo? ─gruñe.

Arrugo la frente.

─Ya que no le había dicho que estábamos saliendo, lo cual me hace sentir levemente ofendida...

─¡Eso es porque no lo estamos haciendo!

─...solamente le pregunté, de tu parte, si podías usar su tarjeta de crédito para reformar tu armario. Entendió completamente que tuvieras que dedicarte un poco más a ti mismo ahora que eres la pareja de la hija del senador. También mencionó algo sobre no saber si encariñarse conmigo o no porque no cree que hayas superado a Emma, pero dejamos ese tema para nuestra sesión de manicure. ─Aprieto su rodilla. Sus hombros aún están tensos, sin embargo─. Todo está bien.

─No, no lo está. ─Niega─. Tu padre no es el único que pide algo a cambio, tu vida, en tu caso, por todo lo que te da.

Toma su teléfono y teclea en él con furia.

─¿Qué haces?

─¡Ponerle una jodida contraseña para que no puedas inmiscuirte en mi vida privada otra vez!

─Drew...

─No, Lydia. Drew no te servirá ahora. ─Tanto el chófer como él lucen aliviados cuando nos detenemos frente a Gucci─. No soy otro chico más babeando por ti. Tengo mi propio razonamiento. Recuérdalo la próxima vez que quieras tomar una decisión por mí sin detenerte a pensar en las consecuencias que podría traerle a mi verdadera vida.

Sintiendo que está llevando demasiado lejos el asunto, nadie puede ser peor que el senador Fisher, lo sigo al interior de la tienda. Tomo una copa con champagne de la bandeja que nos ofrecen cuando se dan cuenta de que somos quién arregló el show privado con modelos masculinos.

****

Drew vuelve a dirigirme más que gruñidos de afirmación o de negación para cuando entramos a la cuarta tienda. Para entonces nuestra limosina se encuentra llena de bolsas, la mayoría suyas. Me sorprendió añadiendo a la cuenta los vestidos y bolsos que notó que llamaron mi atención. Aún sin entender cómo Emma no se fija en él, detengo nuestro recorrido cuando está poniéndose más interesante. Estamos en Calvin Klein buscando el pretexto de encontrar la ropa interior que usaría el chico ideal de Emma cuando la verdad es que estoy eligiendo todo lo que me gustaría a mí. Una vez paga y dejamos las bolas en el maletero, entramos de nuevo a la limosina. Me inclino sobre el chófer cuando arrancamos para anunciarle nuestro cambio de planes.

La frente de Drew se arruga cuando nos detenemos frente a Central Park.

─¿Qué hacemos aquí?

─Pensé que te gustaría un descanso de los escaparates ─le respondo cuando nos bajamos─. Obtener una comida que te recuerde a casa. ─Vuelvo a imitar el acercamiento del hotel envolviendo mi codo con el suyo. En una esquina encuentro un restaurant de hot dogs, hacia donde nos dirijo, bastante mundano─. Donde está tu corazón.

Drew intenta luchar contra ello, pero termina sonriendo cuando estamos caminando de regreso a la limosina con dos hot dogs con mostaza y un refresco cada uno. Cómo puedo comerlos sin que arruinen mi abrigo es un misterio, pero lo logro y me siento orgullosa de mí misma por ello.

Soy un desastre.

Estoy enamorada de su mejor amigo y anche follé con él, quién no pudo terminar porque está enamorada de la mía. ¿Alguna vez han escuchado un drama peor que ese? Yo sí, pero no uno en el que la protagonista se haya puesto en él voluntariamente. Y, todavía peor, lo odié por quererme convertir en Emma cuando pasé todo el día ayudándolo a ser Romeo.

─¿Drew? ─lo llamo optando por entrar al parque en lugar de volver a la limosina, dónde tenía previsto que terminara mi especie de disculpa por tomar la tarjeta de crédito de sus padres─. ¿Quieres dar una vuelta?

Su mirada se enfoca en mis zapatos altos.

─¿No tendrás problema con ellos?

Niego.

─No.

Dudoso, acepta e iniciamos nuestro paseo.

****

Le doy la razón. Fue una mala idea venir con Valentino's en los pies. Ríe mientras nos sentamos en una banca. A pesar de que no hemos terminado de comer y probablemente estoy haciendo algo estúpido, decido hablar.

─Emma ama ver películas de romance cuando hace frío ─suelto─. Prefiere las malteadas sobre el chocolate caliente. Odia el café, pero ama el té frío. Nunca me lo ha dicho, pero creo que sus dientes son sensibles. ─Em es una chica lista. Genuina. Puedo ver por qué la quiere, pero no por qué sufre por ella. Drew me escucha con atención─. Cuando tenía doce...

─Se rompió la rodilla, así que no pudo caminar normalmente por casi un año. En la escuela se burlaron de ella llamándola zombi. Su madre decidió inscribirla en un club de ajedrez para hacerla sentir mejor ─completó por mí─. Lo sé, Lydia. Sé cualquier cosa sobre ella.

Presiono mis labios juntos, asintiendo.

─Eso es muy dulce, Drew ─digo preguntándome a mí misma si Romeo sabrá tantas cosas sobre mí como yo sobre él.

O como Drew sobre Emma.

Sintiendo que las únicas personas que sentimos amor aquí somos nosotros, que ninguno de ellos merece, me levanto y achico los ojos ante el molesto reflejo del sol a pesar de que hace frío.

─¿Volvemos al hotel?

Asiente.

─Sí. Amé los hot dogs, pero aún tengo hambre.

─Glotón ─bromeo.

─No tanto como tú ─responde riendo, casi ahogándose, a lo que chillo e intento golpearlo, pero huye.

Sitiándome estúpida, lo persigo.


Espero que hayan amado este capítulo tanto como yo.

Tampoco espero que no me odien para el siguiente jajaja

A las lectoras viejas (las que esperaban actu de FAVP desde hace tiempo) este capítulo cumplió con sus expectativas?

Capítulo dedicado a vicky_telo xd

Siguiente a la que más comente <3

Las quiero.

PD: no olviden escuchar las canciones que pongo mientras leen :c 

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