Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15:

LYDIA:

El senador Fisher es un hombre imponente. Mide un metro noventa, lo que lo hace tan solo un par de centímetros más alto que Drew. Aunque no es robusto, se mantiene en forma nadando o jugando al tenis, lo que le confiere una contextura delgada y atlética, su presencia tanto en el senado como en el comedor de nuestra casa en Connecticut es formidable. Por otro lado, las personas no solo piensan en él con estima por su apariencia sofisticada e impecable, sino por su inteligencia. Por su postura y modales. Mi padre es un hombre que incluso inconsciente en una cama de hospital obliga a los demás a tomarlo en cuenta.

Cuando llegamos se encuentra dormido, así que me dedico a deslizar mis dedos por las hebras de su cabello negro sin canas, gracias a la estilista del partido demócrata, mientras el alivio, alivio de que todavía haya latidos que registrar en su pecho, me envuelve. Reposo mi cabeza junto a la suya y observo su perfil, las lágrimas todavía deslizándose por mis mejillas. Drew me mira con las cejas arrugadas. Sus ojos grises con motitas verdes y azules gritan preocupación, pero no interrumpe nuestro momento, limitándose a compartir el único sofá en la habitación con dos de los miembros del equipo de seguridad de mi padre sin importar que no haya espacio para los tres. Mis labios se curvan en una sonrisa que no consigo esconder cuando Santos, quién me llamó para informarme del infarto de mi padre, casi se cae al tomar una honda bocanada de aire. Drew lo sujeta antes de que pierda el equilibrio. Ya que llevan media hora así, me limpio el rostro con el pañuelo que papá siempre lleva en su bolsillo, el cual tomé de sus pertenencias sabiendo que lo necesitaría, y me incorporo suavemente. A pesar de que me esfuerzo por no caer, me tambaleo y mi novio falso salta y corre para ayudarme. Apoyada en su pecho, asiento en agradecimiento. Papá no despertará aún y ahora que ya he visto con mis propios ojos que se encuentra estable, tengo hambre.

─Vayamos a la cafetería. Quiero comprar algo.

Drew frota mis hombros, alejándome de él cuando está completamente seguro de que puedo sostenerme por mi cuenta.

─Puedo conseguirlo para ti si quieres. No tienes que bajar.

Niego.

─Conozco a mi padre. ─Alzo el mentón, guiándome por el reflejo del cristal de la ventana para ajustar mi cabello en su sitio, antes de dirigirme a la puerta. Ya lloré lo suficiente de camino aquí. Papá está bien. Fue solo un susto, me repito, pero aún así es difícil lograr que mis manos dejen de temblar. Me toma varios vistazos en su dirección hacerlo. Cuando me convenzo de que está aquí y no irá a ninguna parte en un tiempo, personalmente me encargaré de que cumpla con las indicaciones de su cardiólogo, me explico─. Si el senador Fisher despierta y descubre que colaboré en la creación de una historia que aliente la solicitud de una baja de su cargo por discapacidad, así sean solo un par de semanas, no estará feliz conmigo. 

Arruga la frente.

─Pero Lydia, no has dicho una mierda.

─Exacto. ─Empujo la puerta de metal que da con el pasillo de medicina interna. De camino aquí cambié mi ropa manchada con batido de frambuesa por un vestido color crema y tacones de aguja, pero aún así Drew se tiene que esforzar por mantenerme el paso, impresionado con mi cambio de actitud─. Lo que es prácticamente lo mismo a ponerle un arma que utilizar en su contra en bandeja de plata a sus enemigos. ─De camino a la cafetería se encuentra la salida del hospital. Tomo una respiración profunda antes de abrirme un hueco entre la seguridad extra del hospital y enfrentarme a las hileras de periodistas. A penas se dan cuenta de que la hija del senador acaba de pararse frente a ellos, se levantan de la acera en la que se tomaban un descanso o arrojan a la basura las latas de los refrescos que bebían y me apuntan con sus cámaras y micrófonos─. Buenas tardes. Mi nombre es Lydia Fisher, hija del senador Kenneth Fisher, y estoy aquí para responder a sus preguntas. Estoy segura de que todo este innecesario alboroto debió haberlos preocupado tanto como a mí.

Una corresponsal de un prestigioso noticiero de Washington es la primera en acercarse, su ceja elevada con escepticismo.

─¿Innecesario? Tengo entendido, gracias a mi fuente, que su padre sufrió un infarto, señorita Fisher. ─Ladea la cabeza y frunce los labios─. Lo cual hace este alboroto, como usted acaba de llamarlo, absolutamente necesario.

Mi padre sufrió un leve infarto en su cuarto de hotel. Solo unas cuantas personas, a parte de su equipo de seguridad y el equipo médico que se hizo cargo de él, profesionales que no cometerían el error de abrir la boca, lo vieron en ese estado. Entre ellos, de acuerdo con Santos, el botones que los acompañó en el asesor y los trabajadores de la cocina por la cual tuvo que pasar para salir por la salida trasera y evitar un escándalo en la recepción. Sonrío suavemente, enderezando mis hombros, antes de responder. Por el rabillo del ojo observo cómo la jefa de campaña de papá, una mujer regordeta y pelirroja, me observa, pero no luce preocupada. No se ha dado ningún tipo de declaración hasta ahora sobre lo sucedido y sabe que puedo manejarlo. Los ataques de la prensa cuando mamá nos dejó fueron mucho peor que esto, lo cual es triste.

─Una fuente poco fiable, debo decir, y descartable. Christian Stamford personalmente me ha pedido darle las gracias por ayudarlo a determinar qué empleados de su línea de hoteles no respetan su estricta política de privacidad. ─Después de verla palidecer, su tono de piel volviéndose tan claro como el rubio blanquecino de su cabello, me enfoco en el resto de los periodistas─. Con respecto a su diagnostico, mi padre solo sufrió un episodio de taquicardia debido a un descontrol en su tratamiento habitual para la hipertensión. Las elecciones están cerca y no puede evitar concentrarse en ellas en exceso, ama más a su país que a sí mismo, así que ha olvidado varias veces tomar sus pastillas, pero les aseguro que no volverá a suceder. Afortunadamente, el incidente no pasó a mayores y podrá salir de aquí tan pronto que nadie notará que se fue. ─Les ofrezco una mirada amable─. Si tienen alguna otra pregunta que no tenga que ver con su ingreso en el hospital y que consideran que me encuentro en la capacidad de responder, adelante, por favor. Me gustaría comer algo y volver con mi padre lo antes posible.

Sabiendo que no podrán sacar nada más de mí, la mayoría de las personas frente a mí empiezan a dispersarse. Pienso que todo el drama ha acabado hasta que un locutor de una reconocida radio republicana da dos amplios pasos hacia mí.

─Señorita Fisher, ¿qué opina sobre los atentados terroristas que se han registrado en el último año en las escuelas? ¿Está a favor o en contra de su padre con respecto al nuevo recorte presupuestal del sector de la educación, lo cual afecta la contratación de psicólogos y especialistas que evalúen el correcto desarrollo y desenvolvimiento de los estudiantes con la sociedad, favoreciendo la adopción de medidas de seguridad como la instalación de detectores de armas en las entradas?

Un nudo se instala en mi garganta. Precisamente ese tema, con el que sorpresivamente estuvo de acuerdo con los republícanos y en contra de los demócratas, la razón por la que está varios puntos por debajo de su oponente, quién le llevó la contraria, es algo en lo que no debería involucrarme porque es una de las cosas con las que no concuerdo para nada con mi padre.

Estoy en contra de su opinión.

Estoy a favor de que la solución aplicada por el Estado esté basada ayudar, como el resto del partido. Educar al personal, profesores, concejeros y empleados, para que en conjunto con los padres sean capaces de detectar cualquier problema que esté perjudicando a los estudiantes. La solución, para mí, no excluirlos o poner más presión sobre sus hombros al hacerlos sentir como criminales cada vez que pasan por un detector de armas al entrar y salir de la escuela, el lugar donde deberían hallar paz y tranquilidad, sino encontrar la manera de hacerlos sanar o asegurarnos de que vivan en una sociedad que, en primer lugar, no les ocasione ningún daño.

Pero eso es algo que no puedo decir en voz alta.

En especial no ahora. Lo menos que mi padre necesita es lidiar con un titular que diga que también su hija le lleva la contraria. No estoy segura de que e

─A favor ─respondo mientras me doy la vuelta y regreso a la protección brindada por las paredes del hospital, Drew haciéndome nuevamente consciente de su presencia colocando su chaqueta sobre mis hombros, contra la cual me aprieto a la vez que intento ignorar lo mucho que me reconforta su olor.

─Lo hiciste bien ─murmura cuando llegamos a la cafetería.

Afirmo.

Hay orgullo en sus ojos, pero también recriminación.

Lo entiendo.

Es exactamente así como me siento hacia mí misma ahora.

****

Mi padre no se despierta hasta las seis de la tarde, momento en el que me encuentro sentada a su lado haciendo control de daños. Alterno entre mis redes sociales para saber qué opina el mundo de su estancia en el hospital, por lo visto han creído mi versión de los hechos, y escucho el noticiero oficial de Washington DC. Detengo el movimiento de tecleo de mis pulgares al sentir su característico firme apretón a mi muñeca.

─Hija.

Sus ojos dorados, realmente un tono miel demasiado claro y brilloso que se mezcla con destellos ámbar, mi herencia genética, lucen apagados y llenos de estrés, pero estoy tan agradecida de que estén abiertos que no le pregunto qué es lo que está mal, abrazándolo con toda la fuerza que poseo.

─Papá ─susurro─. Me alegra tanto que estés bien.

Su mano acaricia mi cabello, alisándolo, por unos segundos.

─Solo fue un susto. ─Suspira─. Las elecciones están cerca.

Me alejo de él para mirarlo con la frente arrugada. Entiendo su manera de verlo, para Kenneth Fisher las elecciones están por encima de todo, pero no lo comparto. Su obsesión por el senado debe tener un límite, su salud ser la marca roja que lo identifica.

─Ganarás. No deberías dudar. Es más importante que te cuides.

Niega.

─Yo no estaría tan seguro. Los marcadores indican...

─Carl no ganará. ─Carl es su contrincante y la personificación, en mi opinión, de cada mal aspecto de ser americano. Cabello rubio oxigenado. Corbata roja. Traje azul. Carillas irritantemente perfectas. Obsesionado con el fútbol americano. Aunque finja compartir intereses con los demócratas para sobrepasar a mi padre en las encuestas, estoy segura de que votantes mirarán a través de sus mentiras. El idiota ha propuesto leyes y proyectos como exterminar a sangre fría a los perros y gatos sin dueño, lo que hace que las organizaciones de protección a animales amen a papá. Creo que incluso votaría por alguien como Liam o como Romeo antes que por él─. No te preocupes.

Papá bufa.

─Me dices eso como mi hija, Lydia, no como votante.

─No. ─Niego mientras me inclino para besar su frente. No solemos ser afectuosos, pero un momento como este lo amerita. Tras darme cuenta de la manera en la que sus parpados aletean entre sí, como si no pudiera mantenerlos abiertos por más tiempo, mi molestia hacia él se dispersa─. Lo digo como ciudadana de los Estados Unidos de América, futura abogada y servidora del país que me enseñaste a amar.

Como si mis palabras fueran el bálsamo que su cuerpo pide a gritos, papá se relaja junto a mí y regresa a su descanso dejando caer sus espesas pestañas contra sus mejillas hundidas. Necesita descansar tanto como pueda, así que me echo hacia atrás para darle espacio. Aunque supe manejar la situación, estoy segura de que de alguna manera sus enemigos terminarán confirmando el rumor de su infarto y utilizándolo en su contra.

****

Una hora antes de que papá despertara, Drew fue a nuestro hotel a asegurarse de que los preparativos de nuestra habitación estuviesen yendo bien aunque le dije que no era necesario. Recibí una llamada de Elliot Stamford, el hijo de Christian, el amigo de mi padre, a penas terminó la improvisada rueda de prensa con los periodistas, y él me aseguró que en compensación por la indiscreción de sus empleados podríamos disfrutar cuánto tiempo quisiéramos de una de sus suites presidenciales. Ya que las enfermeras me aseguran que probablemente papá no despertará hasta mañana, volvieron a suministrarle calmantes cuando le dieron su dosis de medicamentos, me marcho del hospital alrededor de las ocho.

─¿Cómo está? ─pregunta Drew a penas pongo un pie en nuestra habitación, la cual es dos veces más grande que la que compartimos en New York, su estilo más moderno.

En lugar de muebles clásicos, todo lo que está dentro de ella es blanco o de cristal. Sofás de cuero blanco. Lámparas de cristal. Amplios ventanales en las paredes frontales en lugar de balcones. Drew se encuentra sentado sobre un diván con lo que parecen apuntes de su clase de símbolos y números, puesto que no encuentro ninguna letra en ellos, esparcidos frente a él. El hecho de que haya tenido cosas qué hacer y que eso no lo haya detenido de venir hace que un nudo se instale en mi garganta.

En este momento, Drew es el mejor amigo que tengo.

─Está bien. ─Tomo asiento a su lado y me inclino hacia abajo para quitarme los zapatos─. Se despertó y lo primero que hizo fue hablar de las elecciones, así que supongo que no tengo de qué preocuparme. ─Suelto un gruñido molesto cuando no alcanzo el cierre trasero de mi vestido─. El senador Fisher sigue tan comprometido con su país como siempre.

─Déjame ayudarte. ─Estoy tan fría, ha estado lloviendo desde que los periodistas se fueron, que la calidez de sus manos, aún con la gruesa tela de mi vestido entre nuestras pieles, me hace estremecer─. Dios, Lydia, esto es tan malditamente ajustado. ¿Cómo sobreviviste tanto tiempo con él puesto? ─pregunta mientras desliza el cierre hacia abajo y expone mi espalda, lo que me permite deshacerme de la prenda en un par de pasos.

La tensión sexual, junto con la cercanía, hace que los vellos de mi nuca se ericen. Me pregunto si soy la única consciente de ello hasta que alzo la cabeza y nuestras miradas se cruzan. La respiración de Drew se atasca cuando pongo mis ojos en él. Primero en su rostro de mejillas sonrojadas, luego en el resto de su cuerpo. A pesar de que está usando un pijama de dos piezas, con botones, de las que odio, nunca he tenido tantas ganas de meter un pene en mi boca como ahora. Relamo mis labios cuando lleva ambas manos a mis mejillas. Es la primera vez que tiene algún tipo de iniciativa, así que lo dejo hacer. Realmente no me molestaría que me empujara contra Drewstructor.

─Creo que sé de algo que te haría sentir mejor que lo que tienes en mente ─murmura sin despegar sus ojos de los míos.

No tengo ni idea de qué puede ser mejor que el poder de hacerlo olvidarse de todas sus restricciones y obligarlo a acabar en mi boca, pero afirmo y me acurruco contra su pecho cuando me levanta. Aprieto los dedos de mis pies al ser depositada con delicadeza en la cama, Drew entre mis muslos. Dejo escapar una honda bocanada de aire cuando se presiona contra mí, sus brazos a cada lado de mi cabeza, dejándome atrapada.

Huele bien.

Se siente bien.

Lo quiero dentro de mí, así que voy por ello. Envuelvo su cintura con mis piernas. Solo estoy utilizando un tanga negro de la última colección de Victoria's Secret, por lo que puedo entender la manera en la que traga audiblemente cuando me rozo intencionalmente contra él, alzando mis caderas. Suelto un bajo sonido de protesta cuando extiende la mano para alcanzar el interruptor de las luces en nuestra habitación, dejándonos a oscuras. Me gusta ver. La queja, sin embargo, muere en mis labios cuando se inclina nuevamente sobre mí, apretándome contra el colchón mientras pega sus labios a mi oído.

─¿Estás lista?

Dios. Drew suena realmente sexy.

Afirmo.

─Sí.

Drew se deja caer ligeramente sobre mí. Me humedezco al sentir sus manos descender por mi cuerpo, pero mi frente se arruga con confusión cuando me aprieta y se deja caer de lado para abrazarme, moldeando mi cuerpo al suyo. Ya que no sé si le apetece follar así, no digo nada hasta que se hace obvio que no tiene planeado ningún movimiento más.

Mi pecho se hunde con decepción.

─¿Drew? ─pregunto con voz ronca.

─¿Mm?

─¿Qué se supone que haces?

Me estrecha más fuerte.

─Abrazarte ─responde como si eso fuese explicación suficiente. Al no obtener ninguna respuesta de mi parte, suelta un suspiro─. Tu padre sufrió un infarto. ¿Qué clase de hombre sería si me aprovecho de tu vulnerabilidad para obtener una mamada aunque también, de cierta forma, te estés aprovechando de la mía? No sé a qué estás acostumbrada, o bueno, si lo sé, pero no caeré tan bajo. ─Nuevamente, no contesto. No puedo. Estoy tan enojada y conmovida que no confío en cualquier cosa que salga de mi boca─. Cierra los ojos y descansa. Has tenido un día de mierda. Sé que estás enojada, pero, por favor, confía en mí. Drew te puede hacer sentir mucho mejor que Drewstructor.

Confío en Drew, así que cierro los ojos e intento relajarme.

Al cabo de unos minutos, mientras me acurruco en su contra, tengo que admitirlo. Me siento mucho mejor que antes, sus brazos tienen algún tipo de magia que me hace sentir segura y acompañada en mi angustia, lo que sorprendentemente me permite dormir mucho mejor de lo que lo he hecho en meses. Tan bien que casi no considero un desperdicio su enorme, dura y cálida erección presionando mi trasero.

Casi.

****

A la mañana siguiente nos dirigimos inmediatamente al hospital tras desayunar. Aunque despertar en los brazos de Drew se sintió extraño e incómodo, no fue del todo desagradable. Tuve que luchar por unos minutos para lograr que su agarre sobre mí se deshiciera sin despertarlo para poder ir a la ducha. Ya en el pasillo del hospital, él junto a mí, tomo una profunda inhalación antes de entrar en la habitación de mi padre.

─Papá ─susurro al verlo sentado sobre su cama, una bonita enfermera rubia ocupándose personalmente de darle de comer.

Arrugo la frente cuando la mujer, que no debe pasar de los treinta, deja los cubiertos junto a la bandeja con su comida y se escabulle fuera de la habitación, sus mejillas sonrojadas. Para mi total consternación, no es la primera vez que presencio una escena como esta. Algunas mujeres jóvenes, a veces demasiado para mi gusto, se sienten atraídas por mi padre.

─Lydia ─saluda mientras se incorpora. A pesar del hundimiento en sus mejillas y las ojeras bajo sus ojos, de lo horrible que le sienta esa fea bata blanca con lunares, sus labios se curvan hacia arriba cuando sus ojos se enfocan en mi acompañante─. Drew Baker, heredero de la bolsa, al fin un pretendiente digno de mi hija, nada de esos estúpidos chicos agraciados. ¿Qué importa la belleza cuando tienes un imperio billones de dólares que manejar? Conozco a tus padres, en especial a tu madre. Es un placer conocerte al fin. ─No puedo evitar soltar un bufido cuando papá estrecha su mano. Acaba de llamar a Drew feo de manera diplomática. A pesar de ello, estoy sorprendida con su reacción. Ha odiado todos mis novios desde que tengo memoria. A Romeo siempre lo ignora, lo que sé que fue doloroso para él la primera vez. Nunca olvidaré la expresión desolada en su rostro cuando papá lo trató como basura─. Todos me llaman senador Fisher, peo tú puedes decirme Kenneth o... papá.

Drew le devuelve la sonrisa con gesto incómodo. Siguiendo mis instrucciones, consiguió un corte y ropa adecuada cuando se fue al hotel sin mí ayer, así que luce bastante presentable en un sencillo traje azul marino sin corbata. Cuando bajábamos en el ascensor hacia la recepción y nos miré en el espejo, noté que el contraste entre nuestras ropas se ve bien. Parecemos una pareja de la realeza o de ricos sacada de una revista, no estudiantes.

─Es un placer conocerlo también, Kenneth. Me gustaría felicitarlo. ─Me mira─. Ha criado usted a una maravillosa chica.

Papá ríe, en éxtasis.

─Hijo, por favor, trátame de tú. ─Estrecha mi mano, trayendo mi atención a sus ojos dorados─. Sí. Es una maravillosa chica. ─Le sonrío, ignorando momentáneamente mi enojo. Todo sería sumamente más fácil si no despreciara a Romeo. Eso no significa que el chico que amo no pueda mejorar, pero así este no se sentiría acorralado─. Lydia. Vi tus declaraciones de ayer esta mañana. No sabes lo orgulloso que me siento de ti. Nadie ha intentado husmear en mis asuntos debido a ello. Me darán de alta en la tarde y podré volver al trabajo mañana a primera hora.

Mis declaraciones, dónde miento por él.

Dónde reservo mi opinión por él y su obsesión por el senado.

Sonrío.

─No hay de qué, papá.

****

Por un par de horas escucho a Drew y a papá hablar de lo que consideran que es mejor para Estados Unidos. En algunas cosas están en desacuerdo, lo que me temía, pero en otras no. De nuevo, estoy sorprendida con el comportamiento de mi progenitor. No responde tan secamente como de costumbre. Debo admitir que ello también se debe a que Drew tiene respuestas inteligentes que son difíciles de rebatir, pero aún así es tan divertido como extraño escucharlos debatir. Las personas que me siguen en mis redes sociales enloquecen cuando subo videos de ellos dos. Opinan que son unos snobs adorables.

Yo también lo creo.

─Y bien, Lydia, ¿están listos para irse? Sabes que no pueden quedarse por demasiado tiempo, no después de tus declaraciones, ¿cierto? ─dice─. Gracias por venir, aunque no era necesario. Estoy perfectamente bien.

Mis hombros descienden con decepción cuando papá hace la pregunta que tanto he esperado que hiciera. Si permanezco mucho tiempo en la capital, la opinión pública lo encontrará sospechoso. Si no es nada, como dije, ¿por qué me quedaría? Aún así, estuve a punto de perderlo. Estuvo a punto de morir. Aunque sé que no es tan simple, desearía que su perspectiva de la vida hubiese cambiado tras este infarto. Que me preguntara si estoy lista para volver a casa, a nuestra casa en Connecticut, con él, lo que más quiero hacer en este momento, en lugar de si estoy lista para irme. Sencillamente, me gustaría que dejare de esconder cuánto me ama. Que se diera cuenta de que tal vez las elecciones no son lo más importante en este momento, ni nunca.

Él me ama. Sé que lo hace.

Se quedó y fue un el mejor padre soltero cuando mi madre nos dejó, se hizo cargo de mí sin ayuda, pero nunca ha sido bueno escondiendo que ama su trabajo tanto como a mí.

─Sí, papá. ─Me pongo de pie, mi mandíbula apretada, pero a la vez temblando─. Hallaremos un vuelo para esta noche. No tienes de qué preocuparte. Nos iremos al aeropuerto justo ahora.

Drew, percatándose de que algo va mal, se levanta también.

─Lydi...

Papá frunce el ceño en su dirección.

─¿Cómo acabas de llamarla?

─Lydi, señor, ¿por qué? Es así como le digo siempre.

Mi padre, completamente inconsciente de que ha roto un poco mi corazón, le sonríe cálidamente a Drew.

─Es así como mi madre solía llamarla.

Me extiendo para tomar la mano de Drew antes de que puedan continuar con el tema. A pesar de lo dolida que estoy, me inclino sobre él y beso su frente. No me perdonaría a mí misma de no hacerlo. A pesar de cómo sea, de que me hiera, lo amo.

Así es como sé que amo Rom.

─Hasta pronto, papá.

─Hasta pronto, Lydia ─susurra de regreso.

****

Cuando regresamos a nuestro cuarto de hotel tras un almuerzo rápido en McDonald, no logro entender por qué Drew ha repentinamente dejado de seguirme hasta que me doy la vuelta y lo encuentro con el pecho al descubierto. Antes de que pueda decir algo sobre ello, recorre la distancia que nos separa y presiona sus labios contra los míos. No puedo evitar soltar un jadeo cuando coloca sus manos en mi trasero y me alza, animándome a rodea su cadera con mis piernas. Al igual que la noche anterior, me lleva a nuestra cama y me deposita en ella.

─¿Qué haces? ─susurro cuando se posiciona sobre mí, sus codos a cada costado de mi rostro─. Dijiste que no te aprovecharías. ─Aunque deseo que lo haga, no estoy segura de cómo me sentiré al respecto después. Estoy acostumbrada a tener que prácticamente saltar sobre él para obtener algo de acción de su parte. Es como si una parte de mí ya no quisiera tener sexo con él, lo cual no tiene sentido porque la noche anterior lo deseaba más que al oxígeno─. ¿Drew?

─Si solo te beso, ¿eso contaría como aprovecharse?

Como de costumbre, sus mejillas están sonrojadas y luce sin aliento. Como si en cualquier momento pudiera sufrir uno de sus ataques de asma mientras se inclina para besarme tras obtener un asentimiento de mi parte. Enredo mis manos en su cabello y hundo mis dedos en las hebras castañas. Drew sabe a hamburguesa y patatas, pero también a refresco de naranja y a la crema dental que usó esta mañana para cepillar sus dientes. Dejo escapar un par de suspiros al sentir su lengua en el interior de mi boca, estremeciéndome cuando sus dientes se hincan juguetonamente en mi labio inferior para tirar de él.

Nunca me había encendido tanto por un beso. Aunque su pecho es lo único que se encuentra desnudo, se siente como si ambos lo estuviésemos por completo. Gime audiblemente cuando envuelvo su cuello con mis brazos y alzo las caderas, pero aún así ninguno de los dos se atreve a ir más lejos. A alterar lo bien que nos sentimos haciendo solo y únicamente esto.

Por un largo rato, solamente nos besamos.

Mi cuerpo se estremece cuando Drew cae a mi lado y me acerca a él. Me besa suavemente la frente a pesar de su errática respiración. Ya que en un par de horas regresaremos a casa, el descanso no dura demasiado tiempo. Se levanta tras un par de minutos y empieza hacer nuestras maletas, no solamente la suya ya que puedo notar como recoge mis zapatos y maquillaje sin ningún tipo de pudor. Sonrío cuando los guarda de la misma manera que yo lo haría, lo que me hace consciente de lo atento que es con las pequeñas y estúpidas cosas. Lo mucho que desearía que Romeo también lo fuera aunque sea un poco.

****

Drew me sorprende conduciéndome a la zona de vuelos privados cuando llegamos al aeropuerto. No puedo evitar fotografiar el logo del jet privado en el que nos subimos. Compañía Baker. Sus padres tienen un jet, Drew conduce una Range Rover último modelo, y es el chico más amable, dulce y accesible que conozco. Definitivamente debió caerse al nacer o algo. Es una completa rareza. En lugar de permitir que el chófer tome nuestro equipaje, también se hace cargo de él hasta que es forzado a entregárselo al servicio de la moderna y lujosa nave.

─Espero que estés cómoda ─dice cuando nos sentamos en los asientos de cuero tres veces del tamaño promedio, él frente a mí con una elegante mesa en la que deposita su laptop.

─Lo estoy ─susurro─. Gracias por haberme acompañado. No era necesario, pero fue un bonito gesto de tu parte.

Une sus pobladas cejas.

─No uses esa mierda conmigo. Tu padre fue un patán. No debió despedirse así. Sé que necesitabas venir tanto como sé que no podía dejarte pasar por esto sola. ─Me sonríe ampliamente─. Además, ayer tuve mucho tiempo libre para pensar y...

─¿Y...? ─insisto al notar que no prosigue.

─Creo que debemos cambiar de táctica.

Arrugo la frente, sin comprender.

─¿Con respecto a qué?

─Con respecto a Em y Rom. Creo que deberíamos aprovechar que casi nadie sabe cuán profundo es nuestro acercamiento y fingir que rompimos, pero que este viaje nos ha ayudado a darnos cuenta del lugar en el que deseamos estar. ─Drew de repente está hablando tan parecido a mí que es como escucharme a mí misma─. Pedirles ayuda para regresar sería una buena táctica. Tú te acercarías a Romeo para pedirle ayuda y reconquistarme. Yo me acercaría a Emma. Conspirando, nos hemos besado. Hemos follado. Nos hemos hecho amigos. Buenos amigos. Ambos sabemos lo mucho que ese tipo de planes entrelazan a las personas. Tal vez jugar al banquillo de la friendzone con ellos es lo que necesitamos para salir de él.

Sí, lo sé.

Pero no hasta qué punto.

Aunque afirmo, de acuerdo, el mensaje que me llega de papá, quién nunca ha intervenido de esta manera tan cursi y directa en mi vida privada, justo antes de despegar incrementa descomunalmente mis dudas al respecto.


No lo dejes ir, Lydi.

Drew es el chico correcto.


FINALMENTE

Lo siento si he tardado mucho, es que se han presentado cosas que no he podido dejar de lado, pero aquí está el 1/2 del maratón. Haré todo lo posible por subir el siguiente mañana (incluso intentaré escribirlo ahorita)

Ganadora de dedicación: MercyOfMeShawn

Siguiente a quién me de la opinión más completa del cap

Love u

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro