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Capítulo 12:

DREW:

A la mañana siguiente me despierto alrededor de las ocho de la mañana gracias a la alarma de mi teléfono. También llega a mis oídos el cantar de las aves y el sonido de estudiantes charlando y moviéndose más allá de las delgadas paredes de nuestra tienda. Me enderezo de golpe cuando extiendo mi mano para levantar a Emma, descubriendo que no hay nadie en el lugar que debería estar siendo ocupando por su pequeño cuerpo. Tampoco está su mochila. Suelto un gruñido antes de dejarme caer sobre mi bolsa de dormir de nuevo, presintiendo que escapó, huyendo de lo que pasó entre nosotros. Lo entiendo. Entiendo que no quiera ver mi rostro en un tiempo, pero una vez la oí quedarse dormida, su respiración suave, lo único que hice fue pensar en qué hacer para que se sintiese mejor, un buen desayuno, atreverme a abrazarle, ofrecerle terminar con Lydia al llegar a Chapel Hill, ya que sentía que no había cumplido con sus expectativas, pero sin ella aquí nada de eso es posible.

─Mierda ─gruño levantándome del todo unos segundos después.

Extiendo la mano para tomar mi ropa y ponérmela. Guardo todo dentro de la tienda en mi mochila antes de exponerme a la luz del sol, mi cabello revuelto en la cima de mi cabeza. Hay un grupo formando un círculo alrededor de una parilla. Me acerco a ellos con la esperanza de que alguno pueda decirme a qué hora o hacia dónde se fue Em. Si se fue al estacionamiento para regresar al campus o si simplemente optó por llevarse todas sus cosas a otra tienda dónde no me vea.

─¿No está aquí? ─suelta Larry cuando pregunto por ella─. Si se fue debió haberse ido muy temprano. Desperté a las seis y no la he visto salir del campamento. No me sorprendería que ya estuviese a medio camino.

Retrocedo apretando las correas de mi mochila.

─Gracias.

Larry se pone de pie.

─¿Necesitas ayuda en algo?

Asiento mientras nos alejamos de los demás.

─Estaría muy agradecido si pudieras llevar la tienda al campus.

─Claro que sí. ─Palmea mi hombro─. Te acompañaría, pero me da miedo alejarme del guía, así que este es un viaje que tendrás que hacer por ti mismo. ─Sus mejillas se sonrojan mientras su mirada se vuelve extrañamente ruda─. Drew, sé que solo nos conocemos desde ayer, pero Lydia... tu novia, es el amor platónico de todos en la facultad de derecho. No quiero meterme en tus asuntos, es decir, sea lo que sea que tengas con Emma es asunto tuyo, pero... ─Traga─. Eres afortunado de ser el novio de la chica perfecta. Yo no lo arruinaría si fuera tú.

Lo observo escabullirse en silencio. Aún tengo la frente arrugada para el momento en el que inicio el recorrido de regreso. No es igual de difícil volver al estacionamiento que ir al campamento, por lo que al cabo de dos horas reconozco una alineación especifica de árboles que indican que ya voy por la mitad. Aún así mi preocupación por Emma no hace más que empeorar. Si bien es cierto que es menos forzado debido a que las subidas ahora son bajadas, el riesgo a que sus pies se enreden en una rama o que se tropiece con una piedra es más alto. Me apresuro tras tomar una rápida pausa para devorar un paquete de galletas. Todos mis miedos se hacen realidad cuando unos minutos después escucho un pequeño jadeo femenino provenir del descenso lateral de una de las montañas.

─¿Emma? ─pregunto asomándome, tras lo cual obtengo un vistazo de su cabellera rubia llena de hojas y suciedad─. ¡Emma!

─Drew ─solloza intentando levantarse, pero fallando miserablemente.

Sus manos se deslizan sobre la arena, enterrándose, mientras su mejilla se ensucia y raspa de la misma manera que sus palmas.

─No te muevas ─gruño arrodillándome frente a ella─. ¿Qué sucedió?

Sus labios se fruncen en un adorable puchero mientras se endereza.

─Tropecé.

─Eso veo. ─Le ofrezco una sonrisa que desaparece cuando me concentro en las heridas en su rodilla. Sangran. No es un simple raspón, pero aún así no entiendo por qué no puede ponerse de pie hasta que lo intenta y su tobillo cede con un crujido─. Emma, no, no te muevas.

─Yo... yo no puedo levantarme ─susurra enterrando el rostro en mi camisa, a lo que respondo pasando un brazo por debajo de sus rodillas y alzándola en el aire, lo cual ocasiona que resople en mis primeros pasos.

Ya en la cima la deposito sobre una piedra para limpiar su herida abierta con agua, lo único que tenemos a la mano. Una vez la tierra se ha retirado de ella, le ofrezco galletas y jugo para que sus mejillas recobren su color.

─¿Cuánto tiempo llevabas ahí? ─pregunto.

─No lo sé. ─Mira hacia sus manos─. ¿Dos horas?

─Lo siento, Emma. ─Me permito colocar un mechón de su suave cabello dorado tras su oreja─. Sea lo que sea que haya hecho mal, lo siento.

Sus ojos marrones nuevamente se llenan de lágrimas.

─¿Lo que hayas hecho? ─Su voz apenas es hilo audible, atónito─. ¡Lo que hemos hecho, Drew! ¡Traicionamos a Lydia! ─Oculta su rostro entre sus pequeñas manos, a lo que coloco las mías en sus muñecas─. Me acosté con su novio. Arruiné nuestra amistad. Yo... ─Hipa repetidas veces mientras niega, su expresión revelando lo muy decepcionada que se halla consigo misma─. Anoche nunca debió haber pasado. Yo no soy así.

Aprieto la mandíbula, indeciso sobre cómo proceder.

No sé si contarle la verdad, decirle que Lydia y yo en realidad no somos nada, o continuar con nuestra farsa. Esta decisión se traduce a hacer que se sienta mejor en este momento, perdiéndola al contarle la verdad, o aliviando su dolor. Tomo una honda bocanada de aire antes de responder.

─No me arrepiento, Emma ─le digo─. Fue una buena noche.

Su barbilla tiembla.

─¿Una buena noche vale el riesgo de que se destruir lo más importante para ti? ─Niega cuando asiento─. No, Drew. No lo vale. Mi amistad contigo. Mi amistad con Lydia. Ya nada volverá a ser lo mismo. Me di cuenta de ello esta mañana. Cuando me desperté a tu lado ni siquiera soportaba tu cercanía, Drew. Lo de anoche fue un error que no volverá a repetirse.

Entendiendo que mi dulce chica se sienta mal, intentando no sentirme insultado o menospreciado por el hecho de que ni siquiera ha dicho que fue increíble o algo por el estilo, acaricio su mano.

─Ella no tiene por qué saberlo.

─¡Sí! Tiene que hacerlo. ─Ahora su expresión está llena de resignación, pero también hay destellos de ira y dolor ahí─. Ella no merece lo que le hicimos. Ella... ─Emma me mira directamente a los ojos─. No sé si pueda verla y hablarle sin confesar lo que sucedió. Cuando ella me mira siento que ve a través de mí. Me odio. Soy tan transparente.

La abrazo antes de que empiece a llorar a cátaros.

─Encontraremos la forma, Emma. No perderás su amistad. ─Beso su frente─. Tampoco la mía. Siempre estaré ahí para ti.

Parpadea mientras limpio sus lágrimas por mis pulgares.

─¿Siempre?

─Sí, Em, siempre.

****

Emma no puede caminar, por lo que se guinda a mis hombros y termino llevándola sobre mi espalda por lo que queda del camino, deteniéndonos cada cierto tiempo para que mi columna no se joda irreparablemente. Alrededor de las seis finalmente llegamos al estacionamiento de Fontana, dónde tomamos un taxi a la central de autobuses más cercana. Ahí compramos un boleto para Chapel Hill. Ya en nuestros asientos nos permitimos relajarnos. Emma apoya su frente en el cristal mientras yo recuesto mi cabeza en el asiento de cuero y cierro los ojos.

Al menos tenemos aire acondicionado.

─¿Qué diremos? ─pregunta minutos después de que arrancamos, despertándome de mi sueño a medias.

─¿Sobre qué?

Al volver a separar mis párpados y girar la cabeza para ver su rostro me sorprendo. Este se encuentra sumamente cerca del mío. Tanto que su aliento a menta se entremezcla con mi propia respiración. Sin saber muy bien cómo reaccionar, no veo correcto besarla cuando se siente tan mal por lo que hicimos, pero tampoco lucir indiferente, opto por alejar el montón de ideas cursis de mi mente y me echo hacia atrás con una sonrisa. Si su lealtad hacia Lydia no estuviese en medio de nosotros la habría besado.

Pero, por otro lado, si no se sintiese mal no fuese Emma.

─A Lydia. Sobre nosotros.

Arrugo la frente. Si por mí fuera terminaría mi relación ficticia con Lydia, pero Emma aún no ha confesado sus sentimientos hacia mí y hasta ahora el único incentivo que la ha hecho actuar ha sido mi relación con su amiga.

No pudo perder ese poder todavía.

─Pensé que habíamos acordado no decir nada.

Sus mejillas se sonrojan, sus ojos llenos de culpa y desesperación.

─No diremos nada ─reafirma─. Pero Lydia es lista. Estoy segura de que va a preguntar por qué nos regresamos antes.

─Le diremos que enfermaste.

─¿Por qué tengo que ser yo la que se enfermó?

Me encojo de hombros.

─Eres la que luce peor de los dos.

La expresión de Emma se vuelve herida, pero esa es la verdad.

Se ve horrible.

Aunque no haya sucedido cómo lo esperé, no saltaron chispas y fuegos artificiales entre nosotros, lo que asocio a que esta haya sido su primera vez, estoy feliz por haber sido el primero. No la lastimé. Fui lo más gentil que pude. Estoy seguro de que querrá volver a repetirlo cuando estemos juntos. La experiencia lo hace mejor. Lydia lo hace bueno para ambos porque su experiencia le permite saber lo que quiere, cómo lo quiere y cómo obtenerlo. Emma también le encontrará el gusto con el tiempo.

─Gracias, Drew ─dice con sarcasmo, pero aún así no lo niega, antes de concentrarse en mis ojos─. ¿Puedo hacerte una pregunta?

─Claro.

─Sé que después de lo que pasó no tengo derecho a inmiscuirme en su relación, pero... ─Traga─. ¿Engañas a Lydia seguido?

Mierda.

Alzo las cejas.

─No, esta también fue mi primera vez.

Si mi mamá escuchara esta conversación me mataría. Independientemente de sus sentimientos de adoración hacia Emma, sé que desaprobaría todo lo sucio que estoy jugando para conquistarla, lo cual a su vez es un arma de doble filo. Dejé de ser el prototipo de amigo gay, sí, pero ahora me he visto reducido a la imagen de un idiota infiel como Liam. De la misma manera que se lo dije a él, no sé cómo haré para que a partir de allí Emma me tome en serio, pero tomando en cuenta el montón de ejemplos vivientes de que es mucho más sencillo y atractivo para las mujeres sacarte de la zona de imbéciles que de la zona de amigos, no puede ser tan difícil.

─¿No te sientes mal?

─¿Por engañarla? Sí. ¿Por acostarme contigo? No.

El rubor en sus mejillas se intensifica, pero esta vez cuando habla las palabras me sorprenden. También el tono furioso que emplea.

─Deberías sentirte mal por ambas cosas, Drew, Lydia es la chica más hermosa y fuerte que conozco. Sé que soy una persona terrible justo ahora, pero eso no impedirá que me enoje para siempre contigo si descubro que has estado engañándola con alguien más ─gruñe─. Cuando lleguemos le diremos que enfermé con el atún que compraste y que me caí, así que tuvimos que volver. Si te pregunta cuántas tiendas teníamos, le dices que dos. Ni si quiera quiero que sepa que dormimos bajo el mismo techo.

Hago hasta lo imposible para obligar a mi rostro a permanecer inexpresivo. No quiero que ninguna de mis emociones la lastime. La confusión, por ejemplo, de no entender cómo puede hablar así de su amiga después de lo que hizo. Entiendo que la quiera y que esté asustada, pero aún así metafóricamente ambos le fuimos desleales.

Protegerla tanto es hipócrita.

─Yo... ─Afirmo─. Está bien, Emma.

****

Emma no me dirige la palabra hasta que llegamos a Chapel Hill y cuando lo hace es solo para preguntarme si la puedo llevar a casa, lo que debería estar dado por sentado. Tampoco me mira o se molesta en despedirse cuando me estaciono frente a su hermandad. Simplemente sale de mi camioneta, la cual estacionamos en la parte del campus desde dónde salimos, y se arrastra a sí misma y a su rodilla lastimada hacia el interior de la fraternidad de chicas. Acelero en dirección a mi propio lugar luego de verla desaparecer en su interior. Cuando llego voy directamente a mi habitación, pero en el camino mis planes de encerrarme en ella para una siesta sin fin se ven entorpecidos por la presencia de Romeo.

Él se interpone en mi camino.

Ambos nos miramos de arriba abajo. Yo lo hago con las manos puestas en las correas de mi mochila. Él lo hace con las suyas metidas en los bolsillos de sus pantalones vaqueros. Ya su rostro no luce golpeado, lo cual me hace sentir mejor. Se lo merecía, sí, por hablar así de mí con mi metafórica novia cuando estaba justo frente a él, pero aún así es mi jodido mejor amigo. Extraño pasar tiempo de chicos juntos. Consciente de que la cagó, enfoca sus ojos azules y arrepentidos en mí.

─Lo siento, Drew.

Endurezco la mandíbula.

─¿Qué cosa? ¿Hablarle mierda de mí a mi novia en mis propias narices o no decirme que sientes cosas por ellas?

Romeo traga. A su favor, es la primera vez que lo veo genuinamente afligido por algo. También pedir disculpas.

─Todo.

Asiento mientras me cruzo de brazos, analizando su actitud.

─¿Estás enamorado de Lydia?

Romeo niega, a lo que alzo las cejas.

─No lo sé, Drew, no sé si estoy enamorado de ella, pero no soporto que esté contigo. Me vuelve loco ver cómo son la pareja perfecta.

─¿Por eso vas por ella a mis espaldas?

Sé que no debería tomármelo personal, pero Lydia, ante los ojos de los demás, es mi chica. Si lo intentó con ella perfectamente podría haberlo intentado con Emma también, lo que sí me habría molestado bastante. Y si yo me siento así, por otro lado, siendo la persona menos impulsiva y más pacifica que conozco, ni siquiera quiero imaginarme cómo se sentirá Lydia. Entiendo por qué Emma tiene miedo de su reacción.

Yo también tengo un poco de miedo también.

─Lo siento, Drew. Nada de lo que diga enmendará mi situación. No supe manejar mis emociones en un principio, pero sea lo que sea que escuchaste... ─Aprieta sus labios entre sí antes de volver a hablar─. Eres el mejor hombre para ella. Independientemente de cuáles sean mis sentimientos, te prometo que me haré a un lado para que puedan estar juntos. Simplemente es difícil de asimilar para mí. Lydia y yo hemos estado alrededor del otro por un tiempo, nada serio, pero constante. Nunca me había dicho que no hasta que llegaste tú, lo que debe significar algo, ¿no? De verdad le importas, así que como somos amigos... y sé que te importa... yo no me meteré más entre ustedes.

Entrecierro los ojos, meditando sus palabras.

Estoy a punto de mandarlo a la mierda cuando recuerdo que el intruso, la verdadera mosca aquí, soy yo. El único motivo por el que Lydia y yo ahora nos hablamos es para que esto, la relación entre ellos, suceda.

─Bien, lo dejaré estar. ─Le ofrezco mi mano─. Te perdono.

Los hombros de Romeo se relajan, las comisuras de sus labios expandiéndose ampliamente hacia arriba.

─Eres el mejor.

En lugar de tomar mi mano y estrecharla, me acerca y compartimos un varonil abrazo de dos segundos en el que palmea mi espalda antes de alejarse. Una vez distanciados continúa sonriendo.

─Hablando de ella, en este mismo momento voy a ayudarla a deshacerse de los viejos archivos de su hermandad. Espero que no te moleste. ─Son alrededor de las siete. Ya va anochecer. Emma y yo perdimos un día entero regresando. Niego. Así Lydia y yo fuéramos novios de verdad, no soy quién para decirle con quién debe o no debe andar─. Haremos una fogata. Probablemente terminará en fiesta, es viernes, ¿vienes?

Hago una mueca.

─No, lo siento, estoy agotado.

Es la verdad. Tener a Emma guindada a mi espalda toda la mañana ha hecho que quiera enterrar mi rostro en la almohada después de una larga ducha y no volver a despertar jamás. En lugar de volver a insistir, Romeo se encoje de hombros y me sonríe una vez más, extasiado.

Me pregunto si entre Lydia y él ha pasado algo más que no me han dicho.

No es que me interese.

─Bien, como quieras. Si decides ir ahí estaremos.

─Bien.

LYDIA:

Supe que algo había sucedido justo momento en el que vi a Emma tras terminar con mi entrenamiento. Estaba quitándome los guantes de la mano cuando pasó por el pasillo con prisa, arrastrando su pierna. En lugar de salir y seguirla en busca de una respuesta, como una buena amiga haría, decidí quedarme y empezar a arreglarme para la reunión que tendríamos esta noche para deshacernos de los viejos archivos. Muchos chicos de Signa Phi vendrían, cortesía de Liam y Romeo, por lo que intuyo un reventón que no dejará dormir a nadie en la casa. Escojo una falda verde de a cuadros y un crop top negro con mangas largas y sueltas en las muñecas, lo cual convino con un par de botas de cuero hasta las rodillas. Aliso el cabello de mi peluca para que caiga libremente sobre mi espalda, tal y como llevaría el mío. En New York me sentía más libre y a gusto con mi decisión de cortarlo, algo que ahora, a veces, me produce nostalgia.

No me arrepiento, pero eso no significa que ser buena no tenga un precio.

─Lydia, ya llegaron los chicos ─murmura Heidi desde el umbral de la puerta mientras me maquillo, ojeras bajo sus ojos debido a que no ha dormido por más de veinticuatro horas por estar frente a un computador con Luisa.

Será la primera en caer desmayada sobre el césped esta noche.

─Bien. ─Aplico una última capa de lápiz labial sobre mi boca. Es un tono rosado que pasa desapercibido, pero que los hace lucir más grandes. Ahora que sé que está aquí, tengo pensado presionarlos contra la mejilla de alguien durante toda la noche─. ¿Drew está aquí?

Heidi niega.

─No, Lydia, no está aquí.

Dejo de aplicarme rímel sobre las pestañas para verla.

─¿Cómo que no?

Palidece.

─¿Tenía que estar aquí?

─Claro que sí ─gruño extendiéndome para tomar mi bolso─. No vayan a quemar nada hasta que regrese. Voy por mi chico.

****

Drew está desmayado sobre su espalda, un brazo cubriendo sus ojos, en su cama. Ni siquiera se ha cambiado su ropa de excursión. Muerdo mi labio al fijar la vista en el bulto medio de la escasa toalla que cubre su entrepierna y parte de sus muslos. Se duchó antes de acostarse. Inspecciono sus cajones antes de despertarlo, pero no consigo ninguna caja de condones. Con las cejas juntas, tomo la mochila que usó para acampar y la examino. Mis manos tiemblan, la ira y la incredulidad apoderándose de mí, cuando encuentro una caja abierta en la parte frontal.

Sin entender por qué estoy tan molesta con él, toda mi rabia debería estar dirigida a Emma, tomo un cinturón de su armario y me encargo de atar sus manos al respaldo de la cama. Cuando acepto que no puedo apretar más sin cortarle las muñecas y que está empezando a despertarse, abriendo y entreabriendo sus labios, termino con los preparativos vendando sus ojos y tomando la única tela que lo cubre para dejarlo desnudo.

Es un banquete.

Se agita, oficialmente despierto, cuando presiono mis labios contra su miembro. Éste solo necesita un par de lamidas para imitar a su dueño, su erección tan caliente y tiesa como me gusta.

Lo sostengo con una mano mientras sonrío, Drew agitándose.

─¿Lydia? ─pregunta, murmurando.

─No nos iremos de aquí hasta que tengas un orgasmo, Drew.

Al parecer follarlo no es suficiente para sacar a Emma de su mente. Soy consciente de que cada vez que estamos juntos es incapaz de llegar al éxtasis. En un principio, preocupada por mi propio placer, no me importó. Solo quería sentir su gran pene dentro de mí, pero tras saber que se acostó con Em... la misma naturaleza competitiva que se adueña de mí cada vez que estoy con Romeo y prácticamente lo obligo a reconocer que nunca estará con alguien como yo ha hecho acto de presencia.

Ni siquiera sé por qué, pero no voy a perder el tiempo intentando averiguarlo. Ahora lo único que quiero es obtener un vistazo de su semen.

Oírlo suplicar.

─Lydia ─gruñe agitándose─. No otra vez. Esto es inapropiado. ─Aumenta sus movimientos de resistencia, pero su voz es inestable─. Amo a Em.

Lo engullo completamente.

Drew gime mientras hecha la cabeza hacia atrás. Separa los labios para continuar quejándose, así que succiono aún más fuerte que antes. Cada centímetro del cuerpo de Drew se estremece con placer cuando voy más allá al ejercer presión sobre sus testículos. Su pene es tan grande que tengo que hacer un par de pausas para tomar aire antes de volver a meterlo en mi boca, mi maquillaje yéndose a la basura. No me importa. Lo retocaré. Para el momento en el que mi rímel empieza a correr por mis mejillas, mezclado en lágrimas, mi novio falso también ha dejado de luchar y mece sus caderas, alzándolas, al ritmo de mi boca.

Sabe tan bien.

A limpio, jabón de ducha, y el salado característico de la piel.

─Lydia ─jadea, tensándose─. Apártate, yo...

Sé que está a punto de llegar por la manera en la que se vuelve más, un tercio de él en mi boca, otro tercio en mi garganta y otro más en mi mano. Haciéndole caso, me hago a un lado, un hilo de saliva y líquido pre-seminal yendo de mis labios a su punta, adorando cómo su esencia termina desparramada sobre su estómago. Drew no es el tipo más atractivo. Tiene buena constitución, pero sus facciones son más comunes que otra cosa. Su inocencia. Su seriedad. Su inexperiencia, en realidad, es lo que me llama la atención. Lo que más disfruto hacer es enloquecer a alguien no acostumbrado a perder el control. El hecho de que tan pocas chicas han pasado por él también me excita. Puede amar a Emma todo lo que quiera, pero claramente habrá un antes y después de Lydia Fisher.

─¿Te gustó? ─pregunto poniéndome de pie.

Drew está vendado, pero aún así gira el rostro en dirección hacia mi voz con actitud soñolienta, sus mejillas sonrojadas y respiración acelerada.

─No está bien ─murmura─. Pero sí. Fue... fabuloso.

Ruedo los ojos.

─Eso es un avance.

No menciono que descubrí su pequeño secreto con Emma. Es un tema sobre el cual ni siquiera sé cómo sentirme. Tras tanto trabajo en los últimos días ni siquiera tengo energías para molestarme por ello, pero sé que en algún momento la granada estallará. Parte de mí siente que ni siquiera debería dejar que me afectase. Emma y Drew tienen una historia en la que nunca debí inmiscuirme. También está el hecho de que me acosté con Romeo. Estaría yendo en contra de mi moral si le reclamo alguna cosa. Por el otro lado, sin embargo, se supone que Emma es mi amiga.

No te acuestas con el novio de tu mejor amiga.

Pero, guiada por ese mismo código, no sé qué tanto le importe Drew a ella.

─¿Me sueltas?

─No ─respondo yendo a su armario, dónde saco una capucha negra, probablemente de diseñador, y un par de pantalones deportivos.

Adoro cómo se ve Drew usando ropa oscura.

─¿Por favor?

Hago sonar mi lengua.

─Solo si vas conmigo a la fiesta de la hermandad.

Drew jadea.

─Lydia, estoy cansado. Pasé el jodido día caminando con Emma sobre mi espalda porque se cayó en un risco y después vienes tú y te aprovechas de mí, de nuevo. Te aseguro que de ser chica me escucharían, pero no, como tengo pene tienes una excusa para usarme tanto como quiera. Esto es una relación tóxica. Tu adicción al sexo se está apoderando de mi vida. ─Sonrío, una cosa involuntaria. Drew estira el cuello con desesperación─. Quiero dormir. No ver como unos idiotas beben cerveza. Pídeme lo que quieras mañana y te lo daré, pero hoy déjame dormir.

─Bien, entonces quédate ahí, así, desnudo... expuesto...

Simulo estar caminando hacia la puerta. A medio camino gruñe.

─Está bien, está bien, ¡te voy a acompañar!

De vuelta a su lado, me inclino sobre él y dejo caer un beso en su mejilla, el primero de la noche, antes de empezar a desatarlo.

─Buen chico.

Es hora de poner celoso a alguien.


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