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Capítulo 11:

DREW:

Este fin de semana definirá muchas cosas para mí, así que me esforcé en estar preparado para cualquier situación. Después de dejar a Lydia en Triangle busqué a Josh en la hermandad e hice que me acompañara al Walmart más cercano. Conseguimos una tienda para dos que debería estar etiquetada como individual. Dos cantimploras, una para chocolate caliente, otra para agua. Una mochila que cubre toda la parte trasera de mi cuerpo. Botas de montaña. Ropa deportiva ajustada, abrigada y cómoda que definitivamente mi novia aprobaría con la que Josh también estuvo de acuerdo, lo que fue escalofriante porque hizo énfasis en que Drewstructor lucía increíble en las mallas apretadas que consiguió a un precio bastante bueno, casi tan inexistente como el grosor de la tela con la que están hechas. Además de ello, llevamos atún enlatado, bolsas para dormir, golosinas y... condones.

Estoy seguro de que no tendré que usarlos, la idea de conseguir acostarme en la misma cama con Emma tan pronto, no antes del matrimonio o de una propuesta formal de noviazgo, no existe en mi mente, pero Josh insistió tanto en que los llevara conmigo, incluso más que en las mallas, que terminé tomando el paquete triple XL de banana mentolada y otro de chocolate oscuro. Nunca me había sentido lo suficientemente egocéntrico como para escoger esa talla del estante, todos a mi alrededor seguramente me verían pensando que estoy presumiendo de algo que no tengo, pero hacerlo no se sintió extraño. Lydia rompió ese tabú cuando los sacó de su pequeño bolso de diseñador que debió tomar de Arthur.

Sé que los compró para mí. Viví con Romeo.

Él es simplemente XL.

No tres XL.

Drewstructor sonríe maliciosamente en la oscuridad.

─Drew, ¿en qué estás pensando? ─ríe Emma mientras pincha mi nariz con la punta de su índice─. Luces tan raro.

─Yo... ─¿Cómo le digo a la chica que me gusta que me causa gracia que mi mejor amigo, de quién está enamorada mi novia, su mejor amigo, no tenga un pene tan grande como el mío? Niego. Hay cosas que solo no deben ser dichas─. Nada importante, Emma.

Emma mira hacia sus manos antes de responder, un bache haciéndonos rebotar en nuestros asientos. A pesar de que mis padres son ricos, no recuerdo haberme comportado como un típico niño rico en ningún momento de mi vida, pero este autobús es una autentica mierda. De haber sabido que no tendríamos aire acondicionado habría venido en mi camioneta.

─¿Es algo sobre Lydia lo que te hace sonreír así?

Giro el rostro para mirarla mejor, su expresión entre enternecida y... ¿celosa? ¿Enojada? Muerdo el interior de mi mejilla, mis manos sudando, lo usual de pensar en nosotros, mientras me pregunto si existe la posibilidad de que Emma lleve tiempo sintiéndose igual que yo con respecto a nosotros. Hasta dónde debo llegar con Lydia, con quién ya he follado, para que actúe conforme a ello.

¿Tendré que casarme con su mejor amiga? ¿Comprar un anillo?

¿Adoptar legalmente a Arthur?

─Sí ─respondo─. Estaba recordando nuestro viaje.

─¿Fue bueno?

Afirmo. Bueno no es la palabra correcta para describirlo, pero tampoco fue del todo malo. Disfruté a pesar de que aún mis bolas están azules ante el recuerdo de su cuerpo desnudo y la sensación de su apretada vagina caliente. Me sentía a punto de superarlo cuando Lydia decidió que frente a su hermandad era un buen lugar para apoderarse de mi virginidad automovilística.

─Drew, sé que al principio tuve una reacción un poco dramática, pero era porque temía tener elegir un bando y terminar perdiendo a uno de ustedes. Ahora me hace feliz verlos felices. ─Aprieta mi mano, una pequeña sonrisa inestable en su lindo rostro, su cabellera escondida en un gorro con orejas de panda─. Nunca había visto a ninguno de los dos tan... concentrados en alguien más. Con todas tus exs continuabas siendo un adicto a los videojuegos, por ejemplo, pero no te he visto sostener un mando desde que empezaron a salir. Ella tampoco ha sido tan dura como solía con las chicas.

─Gracias, Emma, pero lamento informarte que sigo siendo un gamer. ─El tono de desaprobación en su voz me trae sonriendo. Siempre ha sido partidaria de decirme, junto a mamá, que debería emplear el tiempo que gasto divirtiéndome con ellos encontrando la solución a todos los conflictos del mundo─. Dentro de una semana habrá una convención. Ni siquiera tengo pensado mencionársela a Lydi. Ella me escupiría en un ojo. ─Me estremezco─. ¿Quieres ir? Puedes disfrazarte de Miau Miau Power de nuevo.

Las mejillas de Emma se vuelven rosadas ante el recuerdo de su disfraz de minifalda, encaje y cascabeles, uno que tuvo a mi mano trabajando sobre mi pene por un mes entero mientras veía sus fotos en la ducha. Las convenciones de videojuegos suelen hacerse en conjunto con las de anime en este rincón del país, de lo que es fan.

─Sí ─murmura─, pero solo si la pasamos bien este fin de semana.

Choco mi puño contra el suyo.

─Trato.

****

Fontana Lake está a cinco horas de Chapel Hill. Llegamos a las diez. Lo primero que hago al bajarme del autobús es inhalar fuertemente. No porque quiera una bocanada de aire puro, lo cual está bastante bien, sino porque el aroma dentro del autobús era a la ropa sucia de cualquier chico de la fraternidad. Una vez hemos estirado lo suficiente y aceptado no alejarnos más de treinta metros del guía, empezamos a recorrer las colinas a un ritmo rápido y rítmico. El terreno no es lo suficientemente inclinado como para que la actividad sea considerada agotadora, por lo que no es hasta medio camino que nos detenemos para beber agua. Emma tiene su propia cantimplora, por lo que agoto la mía mientras la observo apoyarse en un árbol con una mano mientras alterna entre respirar entrecortadamente y beber agua. No es la persona más activa que conozco, por lo que su amor por acampar y apuntarse en actividades que requieran esfuerzo físico es un misterio.

─¿Todo bien?

─Sí. ─Agita la mano en el aire despreocupadamente─. Todo bien.

Arrugo la frente.

Emma luce más pálida de lo que ya de por sí es. Como un pequeño pez agonizando sobre la arena, saltando, en realidad.

─¿Segura?

─Sí, no te preocupes.

─Bien ─gruño esperando que me adelante para ir tras ella, asegurándome así de estar allí para sostenerla cuando tropiece con sus propios pies o con uno de los obstáculos en el suelo, lo que esto cien por ciento seguro de que sucederá, aunque también para bloquear su vida del gordo imbécil tras nosotros.

Él no ha dejado de ver su trasero desde que empezamos.

─¿Dónde está tu grupo? ─le pregunto.

─Todos me adelantaron ─responde boqueando─. Lo siento si les incomoda que esté aquí. ─A pesar de que es un pervertido, no puedo evitar sentirme identificado con él. Sus amigos lo dejaron atrás cuando no pudo mantenerles el paso. Hace unos meses me sentaría a su lado en el banco de los perdedores, aunque con cincuenta o sesenta kilos menos, lo que sé que es una mierda. A su favor, la ropa que utiliza, camisa de leñador y jeans, no es lo suficientemente buena para esto. Claramente olvidaron decirle que tendría que caminar mucho antes de acampar. Emma y yo compartimos una mirada, compadeciéndolo─. Me llamo Larry.

Hago una mueca.

Bueno, claramente sus padres no esperaban mucho de él.

─Emma. ─Mi chica se detiene para estrechar su mano. Larry se limpia el sudor de esta en el pantalón antes de apretársela. Emma ríe. Yo sonrío. Solamente ella reaccionaría así. Cualquier chica se sentiría asqueada. Lydia probablemente vomitaría sus zapatos─. Él es mi mejor amigo, Drew. Es la tercera vez que acampamos juntos.

Larry me mira. En lugar de estrechar su mano, asiento en su dirección, lo que ocasiona que sus mejillas de bebé se sonrojen.

─Bueno, Drew, Emma, gracias por no dejarme atrás.

Pongo los ojos en blanco cuando él se tropieza y me empuja.

─No es nada ─responde ella dándose la vuelta rápidamente para vernos, luego caminando de espaldas, por lo que no nota la raíz sobresaliendo tras ella que se aproxima.

Alejándome de Larry, me extiendo hacia adelante para tomar su mano y halarla hacia mí antes de que caiga, con lo que su dulce rostro queda a centímetros del mío. Sus labios rosados se entreabren. Siento cómo sus dedos empiezan a temblar, al igual que sus rodillas contra las mías, las palmas de sus manos presionadas contra mi pecho. Sus mejillas tienen ese sonrojo que tanto me gusta. Antes de que por accidente mis labios terminen sobre los suyos, Larry aclara la garganta tras nosotros, arruinando el momento.

─Eh, chicos, creo que nos hemos alejado más de treinta metros. No sé ustedes, pero me da miedo que no lleguemos al campamento antes de que anochezca ─dice.

Emma retrocede.

─Sí, tienes razón. ─Le sonríe. Aunque Drewstructor ha estado amenazadoramente en paz desde que salimos esta mañana, quiero golpearlo─. Debemos darnos prisa o llegaremos tarde.

Asiento en acuerdo.

Debemos darnos prisa, debo, o llegaremos tarde.

****

Dos horas después, como esperé, Emma no puede avanzar más de dos metros sin trastabillar, por lo que termino caminando junto a ella mientras ambos ignoramos las quejas de Larry. Estamos usando audífonos dobles que compré para venir sin que Josh se diese cuenta. Aunque sé que si le cuento de mi plan con Lydia no saldrá corriendo a decírselo a Romeo, nunca se puede estar lo suficientemente seguro de algo. Estamos escuchando High Hopes de Panic! At The Disco cuando se detiene abruptamente, su mano presionada contra el primer árbol que encuentra a su alcance.

─Debemos hacer una pausa ─suplica─. Media hora.

─Estamos a más de treinta metros de distancia ─lloriquea Larry.

─Estás a más de treinta metros de distancia desde que empezaste ─gruño poniéndome de rodillas en el suelo para prepararnos un par de sándwiches, lo que hace que me gane una mirada de desaprobación de Emma y un sonido afligido de Larry.

Ella mantiene su adorable mandíbula apretada mientras se arrodilla junto a mí y me ayuda abrir las latas de atún. Incluso luce molesta cuando le ofrezco un par a Larry, quién los declina al primer intento, pero toma ante mi insistencia. No soy bueno tratando con mujeres molestas, mi fin de semana con Lydia siendo un ejemplo de ello.

─¿Qué sucede? ─le pregunto cuando volvemos a camina, el inesperado obstáculo entre ella y yo tras nosotros canturreando Atlantis de Seafret, una de las canciones favoritas de Em.

Para mi total sorpresa, lo hace bien.

─Nada ─responde negando con la cabeza, lo que hace que sus trenzas se deshagan.

Roset me obligó a aprender a hacerlas porque según ella las que hacía por sí misma no quedaban del todo derechas, así que hago que se detenga colocando mis manos sobre sus hombros. Me siento satisfecho cuando estos se tensan. Larry permanece debidamente lejos de nosotros mientras trenzo su cabello tras deshacerme de su gorro. Una vez acabo lo vuelvo a colocar sobre su cabeza. En lugar de retomar su marcha, Emma coloca una mano sobre la mía aún en su hombro y se da la vuelta para mirarme.

─Hace minutos, cuando fuiste cruel con Larry, no fuiste tú ─murmura─. No sé si Lydia te cambió o si siempre has sido así, pero no es el Drew al que estoy acostumbrada.

Aprieto la mandíbula, incrédulo y enojado.

¿Me está diciendo esta mierda solo porque fui un poco malo con alguien? Es decir, ¿por bromear todos los años que lleva conociéndome, que llevo enamorado de ella, no valen nada?

¿Me está categorizando como un idiota al nivel de Romeo por ello?

─Emma... ─empiezo, pero me interrumpe negando.

─No solo es eso, Drew. Son muchas cosas.

─¿Cuáles?

─La manera en la que hablas. Cómo caminas. El que hayas golpeado a Romeo. Pareces otra persona. ─Las comisuras de sus labios tiemblan─. Quizás es bueno para ti, pero no lo es para las personas que estaban acostumbradas al viejo y adorable Drew.

Sin saber qué responder, observo cómo retoma la marcha más rápido que antes. Ni siquiera intento alcanzarla. Una parte de mí sabe que tiene razón. Que no soy el mismo, pero no por culpa de Lydia. No la amo, por lo que estoy casi seguro de que lo único que ella hizo fue romper mi cascarón. La otra, la oscura, me recuerda con desdén que tanto ella como Romeo nunca apreciaron al viejo y adorable Drew. Que ella no lo besaría, como estuvo a punto de suceder hace unos momentos, y que él nunca lo respetaría.

Aún así todavía no sé si Lydia es lo mejor o lo peor que pudo pasarme. Si debí quedarme en ese cascarón.

Larry se acerca con los ojos cerrados, su expresión concentrada asegurándome de que no escuchó nada de lo que dije.

─I can't save us, my Atlantis, oh no ─canta─. We build it up to pull it down...

Gruñendo, me alejo de él.

****

Para cuando llegamos al campamento son alrededor de las cinco de la tarde. Es un terreno plano junto al agua. Ya que Emma no pudo ser rápida durante mucho tiempo, ambos la alcanzamos una hora antes de llegar. Afortunadamente empezamos a armar nuestra tienda antes de que anocheciera, Larry de vuelta con su grupo de amigos abusadores tras darnos las gracias. A pesar de que nadie le preguntó, nos contó su vida de camino aquí. Es estudiante de derecho. Conoce a Lydia, así que tanto Emma como yo nos miramos con incomodidad, sus mejillas sonrojadas ante el hecho de que casi algo sucedía entre nosotros frente a él. Estoy tan emocionado por este hecho que casi olvido que se supone que debo actuar como si me importara, por lo que opto por mantenerme callado mientras trabajamos.

─Lo siento ─susurra de repente Emma mientras me concentro en unir las piezas de la base, algo para lo que estuve practicando toda la noche con Rafe, quién resultó ser un experto debido a que los hombres del club de motociclistas de su padre suelen montar de campamentos mientras se van de gira.

─¿Por qué? ─pregunto sin despegar la vista del par de tubos que sostengo hasta que se acerca y coloca su pequeña mano sobre las mías, deteniendo los movimientos de estas.

─Por cómo te hablé. No tengo derecho.

Niego.

─Está bien, Emma, no pasa nada.

─No, sí pasa ─dice─. Las personas cambian. No puedo pretender que pases toda la vida... ─Traga─. No importa.

Junto las cejas.

─Sí, sí importa, continúa.

Niega.

─No, no importa. ─Se levanta─. ¿Nadamos? El guía dijo que la noche sería calurosa. No le creí hasta ahora.

─Claro. ─Arrugo la frente─. Solo terminemos con esto primero.

Emma afirma antes de dirigirse a su propio montón de piezas. Media hora más tarde nuestra tienda, con ayuda de Larry, está lista. Al ver nuestros esfuerzos en vano por cubrirla con la tela, se acercó a ayudar. Antes de que regrese con sus amigos tomo su antebrazo. Me mira con grandes ojos negros de ardilla que contrastan con su barba. Es como un bebé gigante.

─Gracias, Larry.

─De nada, Drew ─dice con el ceño fruncido.

Lo suelto.

─Yo... ─Me rasco la nunca─. Quería disculparme contigo. Tal vez te hice sentir mal durante el recorrido. Lo siento.

─No te preocupes. ─Una sonrisa se extiende por su regordete rostro. Mete su mano en su bolsillo y me ofrece una tarjeta con su nombre, la cual, sin saber qué hacer, tomo─. Mi psicólogo me dijo que debía sentir lástima, no ira, hacia las personas que necesitan enfocarse en los defectos de alguien más para sentirse mejor consigo mismos.

Escucho la risita de Emma, pero no le pongo atención.

─¿Este es su número?

Niega.

─No, es mi número. Si te quieres sentir mejor por herir mis sentimientos, puedes dárselo a tu novia. ─Sus mejillas se sonrojan─. No porque me guste... eh, yo solo quiero que se una al grupo de debate. Está tan ocupada que nunca nos atiende cuando intentamos ponernos en contacto con ella. Me harías un enorme favor si le pides que me llame. Seríamos invencibles si se une.

Afirmo tendiéndole la mano.

─Está bien, lo haré.

─Gracias ─dice mientras la acepta, una sonrisa en nuestros rostros mientras Emma nos observa con aprobación, también culpa.

****

El lago está lleno de idiotas, así que decidimos comer antes de entrar en él. Emma y yo asamos hamburguesas en una pequeña parrillera portátil. Esto se parece tanto a los viejos tiempos que por un momento me siento de vuelta en casa. En el pequeño pueblo en que terminé de criarme. En el jardín de mi hogar derritiendo malvaviscos con ella y Roset durante las noches que le permitían quedarse en casa. Cuando terminamos de comer guardamos los platos sucios en una bolsa de basura que llevaremos con nosotros mañana para no contaminar el ambiente y nos turnamos para entrar a cambiarnos en la tienda. Emma todavía no puede moverse por la cantidad de comida con la que llenó su boca, así que voy primero que ella. No tengo un traje de baño aquí, por lo que solo utilizo pantalones cortos. Mi mejor amiga, en cambio, trajo un bikini rojo que no oculta sus pequeñas curvas. No es tipo de bikini pequeño que usan las modelos, sino más bien amplio tanto en la parte de arriba, sin tiras, como en la de abajo, pero aún así es la primera vez que veo tanta piel expuesta que le pertenece.

Trago cuando se detiene junto a mí.

─¿Listo? ─pregunta con una sonrisa en sus labios.

Asiento.

─Sí.

No la sigo al instante. En su lugar observo cómo poco a poco interna su cuerpo en el agua gracias a la luz de la luna y las antorchas que otros campistas anclaron a la arena. Es hermosa. Tomo una honda bocanada de aire antes de dar un paso en su dirección.

****

Emma y yo nadamos por más de media hora. El agua está fría, pero se va haciendo cálida a medida que permanecemos dentro de ella. Además de recorrer algunos metros por separado, nos reunimos y jugamos a lanzarnos agua entre nosotros. Decidimos salir cuando la piel de Em empieza a volverse azul. Ya que haciéndolo se tropieza, terminando con la nariz enterrada en mi pecho, opto por pasar un brazo por debajo de sus rodillas y alzarla en el aire.

─Drew... ─protesta, pero la callo negando.

─Estoy cansado, Em. Quiero dormir, pero no podré descansar hasta asegurarme de que estás sana y salva dentro de tu bolsa.

Hace un puchero.

─¿Ya vamos a dormir?

─Sí ─gruño entrando en la tienda con ella en brazos, para lo que tengo que agacharme y dejarla ahí─. No descansé bien anoche ─explico echándome hacia atrás tras tomar una toalla─. Avísame cuando hayas terminado de cambiarte. Asegúrate de secarte bien. No querrás que una gripa haga que tengamos que regresar.

Emma niega, una sonrisa extraña en sus labios, antes de encerrarse en la tienda. Me pongo de pie y paso la toalla por mi cuerpo. Justo cuando termino el cierre empieza a moverse a lo largo de la costura, revelando la mano de Emma haciéndome señales para que me acerque. Cuando lo hago, sin embargo, soy halado hacia dentro.

─Drew ─susurra, sus ojos marrones llenos de pánico y lágrimas a la luz de las linternas encendidas a su alrededor, su cuerpo desnudo.

Arrugo la frente mientras me alejo.

─Emma, no, no...

Antes de que termine de hablar sus manos están envueltas alrededor de mi cuello. Tiemblan al igual que lo hace el resto de su cuerpo. Por alguna razón se me hace difícil cumplir la imagen mental que he tenido de nosotros dándonos nuestro primer beso. En lugar de rodear su cintura cuando se inclina sobre, nuestras respiraciones entremezclándose, mis brazos permanecen colgados sin hacer nada mientras tienta mis labios con su lengua. Después de abrir mi boca para ella sin sentir nada más que el contacto de la mía con la suya, me doy cuenta de lo que está mal aquí.

La Emma que amo jamás besaría al novio de su mejor amiga.

─Esto está mal ─susurro cuando se separa, su aroma a vainilla y flores invadiendo mis fosas nasales─. Si Lydia se entera...

─No lo hará ─promete llevando sus manos a la cinturilla de mis shorts, dónde encaja sus dedos─. Por favor, Drew. Lo necesito. ─Las lágrimas se deslizan por sus mejillas─. Me duele demasiado verte con ella. No lo soporto. Cada vez que se tocan frente a mí. Cada vez que le dices cosas bonitas. ─Traga─. Debería ser yo.

Teniendo un vistazo de mi chica, barro el agua de sus mejillas con mis pulgares antes de extenderme para cerrar la tienda y volver a juntar sus labios con los míos. A diferencia de los de Lydia, son suaves y gentiles mientras me inclino sobre ella para que termine acostada sobre la bolsa su bolsa de dormir. Me aseguro de estar haciéndolo bien descendiendo mi boca por su cuello, suspiros saliendo desde lo más profundo de su garganta, que terminan entre la suave unión entre sus muslos. Emma tiene unos cuantos rizos adorables allí que se interponen en el camino entre mi lengua y su pequeño botón dulce, pero logro trabajar con ello logrando que se retuerza antes de volver a subir por a lo largo de su boca.

─Eres tan dulce ─susurro contra su oído, logrando que se estremezca, antes de extender mi mano para tomar un condón de mi mochila, los cuales Josh puso en el compartimiento delantero.

─Drew ─gime alzando las caderas─. Hazlo ya, por favor.

─Debe ser despacio, Em. ─Emma es virgen. Ha salido con algunos chicos, pero nunca ha tenido un novio oficial. Sé que es virgen─. No quiero lastimarte. ─Mientras suelto las palabras dirijo uno de mis dedos a su abertura. Luego otro. No dejo de tocarla, mi pecho presionando contra el suyo, hasta que siento que se ha acostumbrado a su tamaño. Lo mismo hago con mi pene, solo que me toma más tiempo, lo que hace que termine gruñendo contra la piel de su cuerpo debido a lo apretada que está─. Mierda, Emma.

Emma levanta sus caderas como respuesta.

─Sigue, Drew ─gime estirando su cuello tanto como puede, lo que me hace saber que le duele y me hace sentir como una absoluta mierda por ser el causante de ello.

Me muevo despacio sobre ella hasta que siento que sus mulos tiemblan a mi alrededor, sus ojos cerrados. Evitó mirarme durante todo el proceso, vergüenza y excitación predominando en su expresión. Una vez acaba, caigo desnudo a su lado y me extiendo para tomar una cobija que termina robándose haciéndose un gusano que mira hacia la pared de la tienda en lugar de a mí.

Por el resto de la noche ninguno de los dos dice nada.

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