Capítulo 10:
LYDIA:
Mi padre tiene tendencia a aparecer en los momentos más extraños. Por fortuna esta vez no lo hizo físicamente, pero la verdad es que una llamada de su parte basta para que mis pies vuelvan a pisar la tierra. Mis deseos de conseguir que Romeo asuma el compromiso de tener una relación real utilizando a Drew pasan a segundo plano. Tras participar en la campaña en apoyo a los niños con cáncer en New York y la búsqueda de Heidi, la cual se filtró, colocándome en un pedestal, su salvadora ante los medios, los números a favor de papá en las encuestas subieron, así que me pidió que hiciera otro tipo de actividad caritativa con las chicas.
Suelto un suspiro mientras recuesto la parte superior de mi cuerpo sobre el escritorio, el resto sobre la cómoda silla de ruedas.
─Oye, ¿estás bien?
Levanto la cabeza para toparme con la mirada preocupada de Em.
─Sí, gracias. ─Tomo el sándwich que me ofrece en una bandeja. También hay uno para ella y jugo─. ¿Heidi está mejor?
Afirma mientras hala las mangas de su suéter hacia abajo, las cuales son las que realmente se encuentran en contacto con el pan.
─Como nueva ─responde─. Gracias a ti.
─Gracias a que iniciamos con la búsqueda a tiempo ─corrijo.
─No seas modesta, Lydi, si no fuera por ti no la habríamos hallado. ─Sus mejillas se sonrojan mientras desvía la mirada hacia la ventana─. Y si fuera por mí... ni siquiera quiero pensar en lo que habría sucedido si Drew y tú no hubieran vuelto. ─Le doy un bocado a mi sándwich mientras niego, indispuesta a que se sienta culpable, pero interrumpe mis palabras una vez termino de tragar─. Por cierto, ¿cómo les fue? Con la pelea, lo de Heidi y eso no te pude preguntar.
─Nos fue bien ─respondo plenamente consciente de sus sentimientos, evitando causarle un daño que no merece─. Drew es encantador. Espero que se diviertan yendo de excursión.
Los labios de Emma forman una mueca.
─Lydi, sabes que puedes venir con nosotros si quieres, ¿no?
─No puedo, Emma, tengo muchas cosas que hacer. Además, Romeo me prometió que me ayudaría a traer los datos de las chicas al siglo veintiuno. También debo estudiar ─suelto con un suspiro mientras dirijo mis manos al cuello de mi camisa, dónde deshago el agarre de los dos primeros botones, deteniéndome cuando sus ojos marrones brillan con una emoción similar a los celos a pesar de que mis senos no son tan grandes─. Diviértanse sin mí.
─No quiero que pienses que quiero acaparar a Drew solo para mí.
Fuerzo una sonrisa en mi rostro.
─Nunca pensaría eso.
Emma afirma.
─De todas maneras, si te sientes insegura con respecto a eso y...
─Emma ─la corto─. Ambas sabemos que soy muchas cosas, pero insegura no es una de ellas. Ve de campamento con Drew. No me molesta, ¿por qué lo haría cuando fui yo quien propuso que fueran juntos? ─Guarda silencio, así que cambio de tema─. Y si continuas sintiéndote mal con lo de Heidi a pesar de que te he dicho mil veces que no lo hagas, bien, hay algo con lo que puedes ayudarme. ─Saco una hoja en blanco del primer cajón de mi escritorio, tendiéndoselo─. Papá llamó. Quiere que la hermandad haga más obras de caridad. Creo que podemos empezar recolectando fondos para el tratamiento de Heidi. Para ello contamos con un montón de chicas y con un gigoló. Tenía pensando vender el cuerpo de Liam a todas las ancianas de Chapel Hill, pero si papá quiere que los medios estén esto no puedo ser tan... grotesca.
Emma ríe mientras toma el papel de mis manos.
─Tienes razón ─dice─. Pero Lydia, ¿qué tal si en lugar de sexualizarlo hacemos todo lo contrario? Conozco a varias chicas en el campus dispuestas a pagar lo que sea por ver cómo rompen su corazón.
El discurso de Jilliam, sus palabras a él mientras la ambulancia se iba con Heidi, vienen a mi mente.
─Sí ─susurro─. Eso es increíble, Emma, ¿pero cómo logramos que alguien como él se convierta en... alguien como Drew?
A pesar de que este es el mismo conflicto que poseo con Romeo, para el que todavía no tengo respuesta, tengo la sospecha de que nada es imposible desde que se mostró tan dulce el día del incidente de Heidi, ayudándome, y desde que me dejó saber de múltiples formas que se encontraba celoso de su mejor amigo.
Los fuckboys también tienen corazón.
─Liam no es malvado. Tiene sentimientos, probablemente lloraría si atropella un perro, pero no entiende que los de las chicas son heridos de la misma manera cuando te acuestas con ellas y al día siguiente no recuerdas su nombre ─analiza mientras rasca su barbilla con aire pensativo, lo que trae una sonrisa a mi rostro─. ¿Cómo logramos que se dé cuenta de ello y recolectar fondos a la vez?
Miro por la ventana, como si las chicas de la hermandad que están riendo sobre el césped, agrupadas sobre mantas, otras lavando sus autos, y recorriendo el camino hacia la entrada tuviesen la respuesta, la cual, en efecto, tienen.
─Convivencia ─suelto─. Tal vez si Liam pasa el resto del semestre viviendo en esta casa, algo en él cambiará. ─Miro a Emma─. Y si no, al menos habremos entretenido a la audiencia haciéndolo pagar. Podemos abrir un canal en Youtube y crear un fondo de donación.
Sus cejas rubias se alzan.
─Bueno, eso suena bien, ¿pero cómo los convencerás a Aideen y a él de que tiene que vivir aquí?
Mis labios se curvan ampliamente, mi mano alcanzando mi teléfono.
─Creo que tengo algo en mente.
****
Es miércoles. Drew también se portó bien conmigo en el hospital, además de que es el responsable de que Romeo esté entrando en razón, así que me siento en deuda con él a pesar de mi molestia sin sentido cuando regresamos el domingo. Es por ello que convenzo a Emma de faltar a sus clases en la tarde y ambas nos dirigimos al gimnasio una vez termino con mi entrenamiento de tiro al arco. Finn fue duro conmigo debido a que la selección para las competencias regionales se encuentra cerca, por lo que mis brazos protestan en agonía cuando los alzo para entrar en una camisa con el número de Drew. Emma también tiene una. La diferencia entre nosotras es que la de ella le llega hasta las rodillas, por lo que optó por usarla como un vestido, una chaqueta de jean atada a su cintura, mientras que el dobladillo de la mía roza mis muslos a cada movimiento.
También opté por usarla como vestido, mi peluca bajo una gorra negra con el nombre del equipo, una goma de mascar en mi boca que dificulta la salida de mis gritos en apoyo a Drew cada vez que este da un paso, pero que me niego a escupir.
─¿Qué posición juega él? ─me pregunta Emma, a lo que me encojo de hombros sin tener ni idea.
─No lo sé. Papá nunca fue fan del baloncesto.
─En mi escuela tampoco había un equipo.
─Juega bien ─comento cuando lo veo robarle el balón a Aideen y encestar, sorprendida de que Drew, mi novio falso, el adorable nerd, sea bueno en un deporte y que en este sea un rival para mis exs.
La verdad es que estaba preparada para hacer otra cita con mi odontólogo o presentarlo con mi cirujano.
─Sí ─susurra Emma de vuelta antes de saltar y desparramar palomitas sobre las gradas ya que nuestro chico volvió a encestar, a lo que me uno al alboroto que capta la atención de Drew.
Este nos dedica una sonrisa dulce antes de proseguir con el juego.
─¡Vamos, Drew, bebé! ─grito rodeando mi boca con las palmas de mis manos para que suene más fuerte, causando que romeo y las personas cerca de nosotras nos miren con molestia.
─Lo único que sé es que si encesta, el equipo gana puntos. ─Emma ríe mientras sube un escalón más para darle aún más ánimos─. ¡Drew, sigue así, creemos en ti! ─El entrenador nos enfoca y empieza a atravesar la cancha con el ceño fruncido─. Lydia...
Entiendo que su acercamiento no terminará bien para nosotras cuando nos señala con el dedo de manera acusatoria.
─Vámonos.
Emma toma mi mano cuando empezamos a huir del gimnasio, lo cual desconcentra a todos los jugadores, exceptuando a Aideen, quién aprovecha la oportunidad para empatar el juego. Drew ríe cuando pasamos junto a él de camino a la salida. Ya fuera del gimnasio ambas nos apoyamos sobre la pared para tomar aire, en mi caso una profunda bocanada, antes de estallar en carcajadas. Han pasado casi dos años desde la última vez que nos divertimos así, sin chicos, alcohol o preocupaciones de por medio, lo que debo admitir que se siente bastante bien. Emma no solo es mi mejor amiga por ser la única persona que pasa tiempo a mi lado sin decir que está soportándome, sino porque también es la única con la que me siento cómoda hablando sin esforzarme en recurrir a la intimidación.
─¿Lydia? ─susurra sin aliento, su espalda apoyada sobre la pared de ladrillos, por lo que giro la cabeza para verla.
Sus mejillas están sonrojadas. Sus ojos entrecerrados debido a la amplitud de su sonrisa. Los rizos rubios caen sobre su frente, enterneciendo su rostro. Es hermosa de una manera adorable e inofensiva. Puedo ver perfectamente por qué Drew la encuentra bonita. Por qué se siente cómodo y feliz a su lado. No me imagino a mí misma siendo tan estable, segura y tranquila como ella jamás.
Lydia Fisher es sinónimo de tormenta, desastre, caos.
Emma, en cambio, es un atardecer en una playa desierta.
─¿Sí?
─Te extraño.
Le sonrío genuinamente.
Desde que empezó el año no he tenido tiempo para nada. Entre los estudios, las responsabilidades de la hermandad y mantener la mentira con Drew, nuestra amistad ha quedado en segundo, tercero o cuarto plano. Solíamos hacer varias actividades juntas en la semana. Salir de compras. Almorzar fuera. Ir a la biblioteca. La verdad es que hemos estado bastante separadas, lo cual lamento. Emma es importante para mí. Por eso estaba tan reacia a empezar este trato con Drew cuando la mencionó.
─Y yo a ti, Em —digo mientras me despego de la pared para dirigirme a las duchas de chicas, dónde dejamos nuestra ropa.
****
Aideen y yo tenemos una historia complicada. Fue el primer chico con el que intenté darle celos a Romeo saliendo con él por más de cinco meses y el único de ellos al que se le dificultó, incluso aún no termina de aceptarlo, dejarme ir cuando terminé con él. Desde que lo hice no cesó de intentar que regresáramos. Según su opinión habíamos tenido una relación perfecta y sí, eso parecía ante los ojos del resto de las personas en el campus. Los presidentes de las fraternidades más importantes juntos. Ambos buenos estudiantes. Los dos con futuro. Provenientes de buena familia. Educados en casa.
En definitiva, el error más aburrido que he cometido.
─Hola ─susurro saliendo de uno de los cubículos metálicos para cambiarse que hay dentro de las duchas de los hombres.
─Lydia. ─Sus párpados se abren con sorpresa al verme. Solo está usando vaqueros, así que hay mucha piel bronceada expuesta─. ¿Qué haces aquí? ─Sus ojos verde oliva no abandonan los míos mientras habla─. No puedes entrar al baño de los chicos.
─Me conoces. ─Cierro su casillero antes de recostarme sobre él, mis brazos cruzados─. Sabes que cosas como esas no me detienen.
Aideen se relame los labios antes de situarse frente a mí y colocar su brazo por encima de mi cabeza. Veo sus ojos brillar con deseo mientras inhala con fuerza. Una parte de mí, la más sucia y maliciosa, tiene ganas de jugar con él para luego disfrutar de la ruptura de su corazón, pero eso haría quedar mal a Drew. A diferencia de Romeo, estoy segura de que Aideen se lo restregaría en la cara. Junto nuestros rostros aún más antes de encajar mis dedos en las hebillas de su pantalón, lo que lo hace aguantar la respiración. Buenos recuerdos, pero no lo suficientemente buenos como para repetirlos, asaltan mi mente.
─Necesito un favor ─murmuro contra sus labios, lo que hace que cada uno de sus músculos se tensen antes de que retroceda.
─¿Qué quieres, Lydia?
Ignoro su expresión herida.
─Haremos un reality show de Liam viviendo en Triangle. Vamos a recaudar fondos a través de él para cubrir el tratamiento de Heidi. ─Me enderezo mientras alzo la barbilla─. Exígele que colabore.
Aideen niega.
─Lo siento, Lydia, no puedo hacer eso.
─¿No? ─Le sonrío─. Estás a punto de graduarte, ¿no es así?
Luciendo confundido, afirma.
─Sí. En unos meses termino.
─¿Ya encontraste trabajo?
Aideen asiente.
─Sí. Ya una buena empresa quiere tomarme como su científico.
─Eso es genial, Aideen. ─Escondo un mechón de cabello tras mi oreja mientras empiezo a caminar a la salida─. También una pena.
Cuando me alcanza y me obliga a dar la vuelta para que pueda verlo, descubro que su entrecejo se encuentra fruncido.
─¿Por qué una pena?
Relamo mis labios.
─Ya que no estás dispuesto a colaborar, no convenceré a Drew de no quejarse ante el rector por el golpe que le diste el jueves. ─Mis mejillas se sienten apretadas debido a mi sonrisa─. Es bastante triste que consigas una expulsión a un par de meses de acabar la carrera, ¿no crees? Aideen, el chico de clase media, común, con buen promedio, presidente de Signa Phi, pero resentido social agrediendo al nuevo novio de su ex, un heredero de la bolsa. ─Hago sonar mis labios antes de fruncirlos─. Los dos sabemos a quién escucharán.
─Lydia...
─Quiero a Liam viviendo en mi casa.
Aideen aprieta la mandíbula, guardando silencio por un momento, antes de asentir tras soltarme, sus ojos llenos de ira.
─Te insultaría si fuera ese tipo de hombre ─gruñe apretando los puños, su atractivo rostro enrojecido.
Beso su mejilla, la cual encuentro graciosamente caliente.
─Gracias, Aideen.
****
Drew me esperaba en el estacionamiento con Emma para cuando terminé de charlar con Aideen. Ocupo mi lugar en el asiento delantero al llegar a su camioneta. Emma me sonríe cuando me doy la vuelta para chocar los cinco con ella, consciente de mi plan. La siguiente fase, ahora, es poner a Drew al corriente de él.
─Drew ─canturreo mientras miro por la ventana─. Si en los siguientes días Aideen luce molesto o... irritante, ignóralo. ─Me acomodo sobre el asiento para obtener un vistazo de su perfil mientras hablo, mis manos acariciando su cabello─. Está pasando por un mal momento y tal vez seas el objetivo de toda su ira contenida.
Drew frunce el entrecejo mientras se extiende para bajarle el volumen a la radio, momento en el que noto lo largo y anchos que realmente son sus brazos. Me habían llamado la atención en la cancha, pero aquí lo hacen de otra manera.
─¿Qué hiciste?
─Nada.
─Lydia ─gruñe apretando el volante con fuerza, lo cual ocasiona que descienda la mirada de sus ojos grises a sus dedos y luego a la costura de sus vaqueros en la entrepierna.
Me relamo los labios, excitada.
Quiero tanto otra porción del gigante pene no-negro de Drew.
─Yo... ─Cierro los ojos, forzándome a concentrarme, antes de soltarlo─. Drew, le dije a Aideen que tenías pensado quejarte con el rector por el golpe que recibiste.
Su reacción no es la que esperaba.
En lugar de gritarme o enojarse, guarda silencio, no se mueve, solo conduce, a lo que Emma y yo nos miramos, antes de hablar de nuevo, lo que nos alivia. Empezaba a creer que estaba sufriendo un accidente cerebro vascular o algo por el estilo.
─¿Por qué lo hiciste, Lydi? ─pregunta mientras toma mi mano y la lleva a su boca, dónde besa el dorso de esta antes de entrelazar mis dedos con los suyos y colocarlas juntas sobre la separación entre nuestros asientos sin quejarse por la lucha que libra con mi manicura.
Nuestras manos se ven tan lindas estando juntas que les tomo una fotografía, la cual publico en Instagram, antes de responder.
─Necesito que obligue a Liam a vivir en Triangle.
─¿Por qué haría eso?
─Papá me llamó esta mañana. Sus números subieron después de que fui vista participando en obras de caridad sin el patrocinio del partido, además de que así también podremos ayudar a Heidi. Pagaremos su tratamiento con los fondos que recolectemos.
Drew de nuevo se toma su tiempo para responder y, de nuevo, besa mi mano antes de hacerlo, lo que causa que un sonido extraño salga de la boca de Emma, uno que los dos ignoramos.
─Eres tan lista. ─Le devuelvo la sonrisa─. Está bien, te ayudaré.
─Emma también tuvo mucho que ver ─le doy créditos girando para verla sentada en el medio de los asientos traseros─. ¿Te gustaría ir a comer helado con nosotros para celebrarlo?
Emma niega, una sonrisa falsa en su lindo rostro de ángel.
─No, gracias, Lydia. ─La forma en la que retuerce sus manos me hace sentir mal. Conozco sus sentimientos. Estoy esperando que exploten─. Tengo que ponerme al día con la clase que perdí.
─Pero... ─empieza Drew.
─Está ocupada ─lo corto apretando sus dedos─. No puede venir. Si pudiera me habría dicho que sí.
Mi novio deja escapar un gruñido en desacuerdo, pero no vuelve a insistir. Emma se despide de nosotros con voz suave, casi inaudible, cuando llegamos a Triangle. No teníamos prevista una cita para hoy, pero pensé que un poco de celos podría hacer que su viaje a acampar fuese más divertido. Cuando Drew está a punto de arrancar, sin embargo, me desabrocho el cinturón y hago hasta lo imposible por sentarme en su regazo.
─Lydia, ¿qué...?
Callo sus palabras sosteniendo su rostro entre mis manos y juntando nuestros labios. Cuando me empieza a devolver el beso, me separo de él y me dedico a mordisquear su cuello mientras mis manos se dirigen a su pantalón. Jadeo al palpar su erección. Es tan grande. Caliente. Suave, pero a la vez dura. Gimo contra su piel antes de alcanzar mi pequeña mochila Gucci y sacar un paquete de aluminio del bolsillo frontal. No suelo llevar condones, pero los tengo a mi alcance desde que me di cuenta, el fin de semana, de que probablemente Drew no ha conseguido uno que no le apriete.
Mi pobre bebé es tan grande.
─Lydia ─gruñe cuando lo empujo dentro de mí.
La sensación de su pene abriéndose paso entre las paredes de mi vagina es tan embriagadora que termino emitiendo sonidos parecidos a maullidos con la frente apoyada contra la suya. Sus manos, por otro lado, no se quedan inmóviles. Viajan hacia mi trasero fácil de alcanzar debido a que aún llevo su camisa, el cual aprieta con fuerza, lo cual probablemente dejará marcas.
─Eres tan apretada y húmeda ─murmura completamente sin aliento─. Pero esto no está bien. Acabamos de dejarla. Estamos siendo demasiado obvios, Lydia. ─Echa el cuello hacia atrás cuando lo tomo por completo, mis labios entreabiertos con placer. El sexo es mi debilidad. Quizás por eso los chicos se enamoran tan rápido de mí. Aideen era un chico bastante aburrido que nunca había recibido una mamada en un lugar público cuando lo conocí. Romeo sabía follar, pero no hacía sexo oral. Drew no es el mejor, pero su pene sí. He soñado con él cada noche desde que lo conocí─. Para, nena, no... no es correcto.
─Cállate ─suelto empujándome más fuerte hacia abajo, la palma de mi mano cubriendo su boca─. Drew ─suelto mientras meso mis caderas contra las suyas, importándome muy poco que quiera acabar o no─. Drew ─repito echando el cuello atrás, acabando.
Me quedo inmóvil sobre él, sacudidas apoderándose de mi cuerpo.
Él, aún duro, me empuja suavemente de vuelta a mi asiento.
─¿Cómo se supone que me debo sentir? ─pregunta con la mirada perdida en el parabrisas, su mano moviéndose para encender la camioneta y llevarnos a comer helado o al psiquiátrico.
Me inclino hacia él para quitarle el condón y cerrarle el pantalón, luchando con Drewstructor para que vuelva a su lugar dentro de su ropa interior. Mi pobre bebé se sacrificó por los dos. Es tan amable y considerado. Completamente el deseo de cualquier chica.
─¿Bien?
─¿Usado? Lydia, acabas de violarme. No, no te rías, no es gracioso.
No puedo evitarlo, la risita escapa de mí mientras avanzamos.
****
Drew me trae de vuelta a casa a las siete de la noche. Duramos un rato charlando en la heladería de ningún tema en específico. Estoy en paz y relajada al abrir la puerta. Cuando entro, sin embargo, soy recibida por el apocalipsis. Un noventa por ciento de las chicas de la hermandad están aglomeradas en torno al sillón central del que me apodero durante las noches de películas. Al apartar a un par para abrirme espacio entre ellas soy capaz de notar la razón por la que hay tanto alboroto. Emma, sosteniendo una cámara que también se encuentra guindada de su cuello, enfoca a Liam mientras las chicas lo pican con el dedo y señalan, algunas quejándose, otras riendo.
─Aideen fue rápido ─gruño al encontrarme a su lado.
Él me mira con ojos entrecerrados.
─Esto no es divertido, pres.
Me encojo de hombros.
─Tampoco lo fue llevar a Heidi al hospital.
Ya que sé que no seré escuchada si permanezco entre ellas, subo las escaleras para hablarles desde mi habitual posición junto a la baranda. Se callan al ver que estoy aquí y al intuir que seguramente tengo algo importante que decir.
─Buenas noches, chicas. Les anuncio, como la presidenta de Triangle, que Liam se estará quedando con nosotras para colaborar en la realización de un reality que transmitiremos vía Youtube con el objetivo de conseguir fondos para el tratamiento de Heidi. ─La mencionada se sonroja cuando Emma la enfoca brevemente antes de regresar a mí─. Liam, como todas ustedes saben, es un chico bastante agradable con un solo placer en la vida. ─Sonrío─. Acostarse con tantas chicas como pueda sin molestarse en preguntar cómo se llaman. Nuestra vida sexual nos pertenece, pero todas tenemos que estar de acuerdo y aceptar que no es agradable que un hombre hable de tu cuerpo con sus amigos, recurra a mentiras para llevarte a su cama o se burle de tus sentimientos. ─Mi sonrisa se hace aún más ancha cuando las chicas me apoyan con aplausos y asentimientos que Emma capta─. Es por ello que en asociación con Aideen, el presidente de Signa Phi, su hermandad, hemos acordado que Liam se quedará con nosotras por lo que quede del periodo académico. ─El mencionado gime como si le hubiesen metido un puñetazo, sus manos apretando las correas de su mochila, junto a él tres maletas llenas─. Y veremos si para cuando terminemos con él sigue siendo un insensible sexista.
Emma me ofrece dos pulgares hacia arriba antes de enfocar a Liam y pedir su opinión y la de las chicas. No he acabado con los labores de la hermandad, así que le hago señas a Luisa y a Heidi antes de desaparecer en mi oficina, a dónde me siguen cabizbajas. Una vez me encuentro tras mi escritorio, les señalo las pilas de cajas con planillas que contienen los datos de todas las chicas que han pasado por la hermandad desde su creación.
─Si hubieran mentido de cualquier manera a la presidenta que me recibió en esta casa no solo estarían fuera de la hermandad, sino que no conseguirían ningún sitio dónde dormir en el campus. No las echaré, pero a partir de mañana trabajarán en traer al siglo veintiuno todos estos formularios. ─Me recuesto sobre el cuero. Ambas suspiran con alivio. Sus piernas tiemblan─. Si cometen un solo error, cualquiera de las dos, están fuera. Revisaré hoja por hoja antes de incinerarlas. ¿Están de acuerdo?
Ambas afirman.
─Sí, Lydia.
─Bien.
****
Encontrar un sitio para que Liam duerma se convierte en mi momento favorito del día después de follar a Drew en la camioneta. Su rostro mientras Luisa y otra de las chicas le hace una cama en el suelo del área de la piscina es de pura infelicidad. Íbamos a hacerla en el pasillo, dónde podría disfrutar de la calefacción y del aire acondicionado, pero varias de mis integrantes religiosas estuvieron en desacuerdo. Algunas vengativas con las que estoy segura de que se acostó, destrozando su corazón después, las apoyaron, por lo que ahora nuestro gigoló estrella va a dormir afuera.
─Toma ─le dice Jilliam mientras le entrega un rosario.
─No soy... tan devoto.
─Lo necesitarás. ─Lo pone sobre su bolsa de dormir rosa─. Esta hermandad es una de las más antiguas de Chapel Hill. Fue construida sobre el cementerio de una tribu de brujas procedentes de Nueva Orleans. ─Mi cuerpo se tensa ante la mención de la ciudad, pero se relaja al ver miedo en la mirada de Liam─. A menos que tengas esto colgando de tu cuello, te arrastrarán al infierno y te castrarán antes de devolverte por la mañana.
Liam me mira.
─¿Es bajo este tipo de amenazas que le lavaste el cerebro a Drew?
─Tal vez ─murmuro antes de retirarme, mis labios curvándose ante el sonido afligido que escapa de su garganta cuando apagamos las luces, dejándolo sumido en una reflexiva oscuridad.
****
A la mañana siguiente ni siquiera me tomo la molestia de enviarle un mensaje a Drew para saber si nos veremos durante el día o no. El autobús en el que él y Emma se fueron salió en la madrugada. Como cada día, los rayos de sol atraviesan el cristal de la ventana, la tela semitransparente de mi cortina y se reflejan en mi espejo de cuerpo completo, impactando finalmente en mi rostro. Me retuerzo unos minutos sobre la cama antes de ponerme de pie. Le sirvo comida a Arthur, quién tiembla cuando lo acaricio, antes de dirigirme al baño y darme una ducha. Al salir selecciono un conjunto atrevido en mi armario. Un vestido ajustado blanco. Zapatillas de diseñador. Los mechones de mi peluca castaña sueltos por encima de mi espalda. Tenía pensado tomar una chaqueta similar a la que Emma usó ayer, pero eso le habría quitado el encanto al escote sin mangas. Solamente tengo una clase, así que mi atuendo, casual hasta que lo complemento con un par de diamantes en mis orejas, está bien. El entrenamiento con Finn no es hasta después del mediodía, por lo que tengo tiempo para volver y cambiarme.
Mi buen humor se hace cenizas cuando bajo a la cocina.
Liam, el ser viviente que todas deberían odiar, está haciéndole panqueques a todas sin camisa, un delantal colgando de sus caderas. Por fortuna no está completamente desnudo debajo de él, sino que está usando bóxers ceñidos. Aún hay chicas en su contra, básicamente Luisa, Heidi, Jilliam y yo, pero todas las demás parecen haber olvidado el motivo por el que está aquí animándolo a seguir batiendo el contenido viscoso de un recipiente. Lo graban.
─Hola, pres, ¿te apetece algo de comer?
─No ─gruño tomando un batido ya preparado de la nevera.
Él se encoje de hombros antes de tomar un par de panqueques con su espátula y colocarlos en el plato de Luisa, quién no puede evitar sonrojarse. Estoy a punto de entrar en mi auto, un Mini Cooper último modelo, cuando el Camaro de romeo se estaciona junto a la acera.
Me acerco al notar que está a punto de tocar el claxon.
─Hola.
─Hola ─dice ofreciéndome una linda sonrisa con la que suelo terminar desnuda en su cama, él entre mis muslos, mis dedos enredados en su cabello negro─. Estoy aquí para llevar a Liam al campus, pero creo que no está listo. ¿Te gustaría que te llevara mientras termina de arreglarse? Sé que Drew se fue a pasar el fin de semana con Emma y lo mucho que odias conducir, así que me ofrezco como tu chófer.
Se supone que de ser su novia eso debería molestarme, así que fuerzo una mueca en mi rostro que en realidad no se siente difícil.
─No, gracias, tengo que volver de alguna forma después y no estoy de ánimos para una caminata.
─Puedo traerte de regreso, Lydia.
Mis cejas se unen con confusión.
─Yo... ─murmuro─. ¿Estás seguro? ¿No tienes clases?
Afirma, sus ojos azul eléctrico concentrados en mí.
─Puedo escaparme. No importa.
Su mirada me atrapa. Sus músculos. El hoyuelo en su barbilla. Sus brazos fuertes. Sus dedos ágiles. La manera en la que su camiseta se ciñe a cada uno de sus músculos, destacando a cada uno de ellos, de la misma manera que su pantalón lo hace. El grosor desordenado de sus cejas. Su nariz fina, pero imperfecta debido a un golpe que tuvo de niño contra la pared de cristal de una tienda de deportes, ansioso por obtener un nuevo balón.
Estoy a punto de subirme en su auto, mi mano en la manija, cuando algo me impulsa a retroceder. Estuve con él en un momento de debilidad. No tenía planeado que nos volviéramos a acostar. No hasta que hiciera que terminara con Drew, pero caí. No continuaré haciéndome esto a mí misma, sin embargo, lucir desesperada. Ansiosa de engañar a mi novio con él. Para que esto funcione debo ser realista. Interpretar el papel de perdidamente enamorada a la perfección. Engañar a Drew no una vez, sino dos veces, no tiene nada que ver con ello. También, por otro lado, sucumbir a él significa no tener moral para juzgar a Heidi por morir por estar con Liam.
─No, Romeo, no te preocupes. Iré en mi auto. ─Me despido con un delicado movimiento de mano, el viento retirando mechones de cabello de mi rostro─. Ten un lindo día.
Holaaaa, lamento haber tardado tanto en subir. Es que otra novela (Arlette), me absorbió demasiado y de verdad solo podía pensar en escribirla, pero ahora que he podido deshacerme de ella por un momento, aquí les traigo NUEVO CAPÍTULO
Dedicación para JoscelinMR <3
Siguiente para la que + comente.
Las amo, nos vemos pronto.
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