Voy a estar aquí antes de que puedas decir "Matt".
Capitulo 47.
—Matt, va-vamonos —le susurré apretando su mano, casi al nivel de incrustarle las uñas.
—¿Qué pasa? —me miró preocupado, pero en ese momento ya era tarde. Joe sin esperarlo, me abrazó en el aire ocultando su rostro en mi cuello.
—No sabes lo preocupado que he estado —susurró. Dios mio, podía sentir ese dolor en mi pecho, mis manos se deshacian en agua y mis ojos sentían aquel dolor empapando mis mejillas. Sabía que también quería sentir un abrazo de Joe y aunque por más que me doliera apreté mis manos a su camiseta y cerré los ojos con fuerza por la desesperación del dolor. No quería el contacto físico, lo odiaba—. ¿Estás bien? —preguntó al separarse de mi y tomar mi rostro en ambas manos, sólo me limité a asentir.
—Matt, ¿nos... nos dejas solos? —lo miré por un instante, éste asintió y salió del gimnasio, lo vi por el gran vidrio. Había sacado un cigarrillo dándonos la espalda—. ¿Cómo has estado? —suspiré.
—Mucho mejor, ahora que sé sobre ti —acarició mi cabello, pero lo paré—. ¿Qué te ha sucedido?
—No sabría como explicártelo —me senté en un asiento que estaba cerca.
—Has desaparecido de la fas de la tierra por casi dos meses —se agachó a mi altura, no creí que contaría los días—. Nadie sabía nada de tu existencia ¿y no sabes como explicármelo?
—Comprendeme que esto es difícil para mi —pasé las yemas de mis dedos por su mejilla, necesitaba una afeitada.
—De acuerdo —suspiró y me abrazó por la cintura—. No te obligaré, pero cuando necesites hablar con alguien... solo búscame.
—Lo haré —besé su frente, como lo hacia él en mis recuerdos—. Tu hija... —le susurré y Joe se giró a verla.
—¿Violett? —preguntó la pequeña mirándome estupefacta.
—Solo tengo el cabello azul... —le sonreí de lado—. Sigo siendo yo.
—¡Violett! —corrió hacia mi, en ese instante le susurré a Joe que la tomara, aún no estaba lista para más contacto físico.
—Amor, Violett necesita algo de espacio —la tomó en brazos.
—¿Por qué? —hizo una mueca.
—Ella... sólo lo necesita, hazme caso —le besó la mejilla.
—¿Entonces por qué estabas tan cerca de ella antes que llegara? —le dio un leve golpe en el pecho.
—Violett estaba viendo... de que... —trató de inventar algo—. Color son mis ojos.
—Mm —dijo incrédula—. Tus ojos tienen un color raro, son difícil de desifrar —le abrió más el ojo derecho, gracias a Dios se lo había creído.
—Son grisáceos —le respondí sonriendo débilmente. Joe me miró coqueto. Creo que debí evitar ese comentario.
—Oh —Joelle puso una cara de asombro—. ¡Violett lo descubrió! Ni mami ha podido hacerlo —saltó en los brazos de Joe.
—Violett es especial.
—Bájame, quiero su autógrafo —le hizo puchero a papi. Le hizo caso y la dejó en el suelo, Joelle le revisó el bolsillo a Joe y éste le pasó un plumón, luego tímidamente se acercó a mi hasta quedar a una distancia considerable.
—No tan lejos —le susurré con una sonrisa, y al ver que estaba casi en mi espacio personal, la hice parar. Joelle me pasó el plumón y me apuntó su camiseta en el abdomen. Me acerqué un poco más a ella y dirigí el plumón hasta esa zona.
—Corazón, si te ríes no podrá escribir.
Joe soltó una carcajada cruzándose de brazos.
—No puedo evitarlo —cubrió sus ojos y aguantó la respiración.
—Ya está, ya está —respondí alejando mis manos. Joelle rió y tomó el plumón de mis dedos, luego se acercó a Joe y se lo enseñó.
—¿Envidia, papi? —le sacó la lengua.
—No es justo.
—Ya Joseph Anoa'i, compórtate —le hizo un gesto para que la cargara. La miré sorprendida.
—Oye, ¿y tú de dónde sacaste eso? —rió.
—Eso dice mi mami cada vez que se ven a solas —se encogió de hombros. Quería reír, pero me lo aguanté sabiendo que luego mi cara estaría roja.
En eso, sentí un cuerpo sentarse a mi lado.
—¿De qué me perdí? —me preguntó Matt, su aliento estaba pasado a cigarro.
—Luego te cuento —limpié mis ojos en su hombro, había llegado a llorar. Volví a mirar a Joe y éste nos miraba con seriedad, podía sentir que quería congelar a Matt, luego con un picador cortarlo en pedacitos y usarlo como hielo para refrescos.
—¡Ahí viene mamá! —gritó Joelle haciendo un gesto con sus manos a Galina. Ésta se acercó y besó los labios de Joe, fue algo más corto, como un simple roce de labios.
—¿Qué les pasó? —me miró y luego a su familia. Era hermosa, ahora comprendía que había sido lo que a Joe le encantó de ella, era una gran mujer en todos los aspectos.
—Amor, ella es Violett —le hizo un ademán hacia mi.
—¿Violett? ¿Violett Hardy? —se acercó a mi impactada.
—Creo que ese es mi nombre —me levanté de mi puesto.
—Vi las noticias —tomó mis manos—, cuanto lo siento.
—No tienes de que disculparte —levanté mi vista a sus ojos—. Todo acabó.
—Estás siendo muy fuerte al tratar de superarlo —me abrazó, pude ver a Joe confundido. Tan solo apreté los ojos y de mis labios se formó una mueca mostrando ligeramente los dientes.
—De alguna manera tengo que superar todo lo ocurrido —le sonreí con pocas ganas cuando se distanció de mi.
—Es un placer conocerte.
—No, el placer es mío —acaricié sus manos y luego la solté.
"Si tan solo supiera que te acostaste con su hombre... y no solo una vez."
—Silencio —susurré al fingir toser—. Déjame decirte que tu hija es encantadora —le sonreí.
"Y tu esposo también."
—Gracias —me devolvió la sonrisa, luego se acercó a su familia—. ¿Listos para irnos?
—No, quiero estar con Violett —le hizo puchero.
—Bebé, tienes que ir a comer.
—¿Puede ser más tarde?
—No —Galina la tomó en brazos—. Despídete de Violett.
—Adiós —me hizo un gesto con la mano, a la cual le respondí de igual forma. Luego salieron ambas de ahí.
—Nos vemos —Joe se acercó a mi y besó mi mejilla.
—Cuídate —lo miré a esos ojos que aún me hacían respirar agitada. Luego pasó al lado de Matt y le hizo un gesto con la cabeza.
Cuando estuvieron todos afuera, mis pulmones al saber como me sentía, soltaron un suspiro asombrados.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Matt.
—Si supiera te lo diría, pero me dejó cansada de tanto sonreír —le dí un masaje corto a mi rostro.
—Supongo que sabes que hay mas personas en este lugar ¿verdad? —miró al fondo.
—No creo que les interesa saber lo que sucede aquí adelante, ellos tienen vida social —revisé su bolsillo y saqué unos audifonos.
—No estes tan segura —susurró entre risas.
—¿Por qué? —levanté la mirada y varios sujetos nos miraban—. Déjalos, es su mente y pueden pensar lo que ellos quieran.
—De acuerdo.
—Bien, creo que es hora de comenzar —me levanté de mi puesto y me acerqué a las caminadoras, Matt me siguió y desde ahí comenzamos.
—Supongo que quedaste cansado —lo miré sacarse la camiseta mojada como si hubiera llovido.
—Creo que no es necesario preguntarlo —con aquella misma prenda se la pasó por la nuca.
—¿Dime la hora? —amarré mejor mi cabello, el moño se estaba viniendo a bajo.
—Van a ser las... —miró su reloj de mano—. Cuatro diez.
—Aún queda tiempo —estiré mis brazos.
—¿Para qué?
—Quiero que vayas a comprarte algo de ropa —le sonreí de lado.
—No Violett.. y-yo... no necesitas gastar dinero por mi —balbuceó.
—No te pongas en esa postura y acepta —lo miré seria—. Y porque es algo que yo quiero hacer por ti.
—-De acuerdo —bufó al ver que no tenía otra opción.
—Gracias —me levanté de mi puesto y salimos de ahí, caminando en silencio logramos llegar a casa—. Ve a tomar una ducha, luego puedes tomar mi auto e ir de compras.
—¿Tengo que ir solo?
—Hace un tiempo le añadí a mi auto aquella aplicación donde le dices donde quieres ir y este te lleva, no puedes perderte estando con el —me encogí de hombros y subí las escaleras—. Pero llega antes de media hora, porque tengo que ir a trabajar.
—¿Desde cuando tan mandona? —se paró frente a las escaleras.
—No te lo digo con tono autoritario —me giré y bajé las escaleras hasta quedar al frente de él—. Solo quiero que tu estadía conmigo sea cómoda, nada más.
—Solo bromeaba —sonrió y me abrazó aún sudado—. Es bueno ser quien te cuide.
—Por algo te elegí a ti —lo miré aún debajo de sus brazos—. ¿Sabes qué? Iré contigo.
—¡Gracias! —miró al techo—. No eres tan déspota como pensaba.
—Quiero ir a teñir mi cabello.
—Esta hermoso así.
—Pero tiene malos recuerdos —me solté de su agarre.
—Aún así será hermoso —besó mi mejilla y fue al baño que se encontraba por el pasillo. Al verlo desaparecer por la puerta, volví a subir las escaleras y entrar a mi cuarto para ir directo al baño y tomar una ducha.
Cuando salí, busqué algo de ropa en los cajones. Unos jeans negros, camiseta blanca, mi chaqueta de cuero y unas botas de combate. Me arreglé el cabello y me puse el gorro que Matt me había regalado.
Cuando salí, vi como Matt trataba de ponerse la misma camiseta sucia de hace un rato, lo frené antes de que lo hiciera y lo hice pasar a mi cuarto, busqué en mi ropa tratando de buscar algo que pudiese usar, ya que era delgado pero no lo necesario.
Encontré la camiseta de Batman que alguna vez usé de Colby, se la entregué y ésta le quedaba perfecta.
—¿Cómo me veo?
—Bien —le sonreí, de repente vi algo en su brazos izquierdo—. Oye, no sabía que tenías un tatuaje —le tomé el brazo.
—No lo preguntaste —me lo mostró, era el mismo logo de Batman en la camiseta.
—Creo que no nos llevaremos bien.
—¿Por qué?
—Porque yo le voy a este —le mostré mi tatuaje del Guasón.
—¡Sabía que a las chicas les gustaban los villanos! —se quejó—. Oh, yo... yo... lo siento —recordó lo sucedido con un villano.
—No hay problema. Pero si, tienes razón —respondí bajándole el perfil. Matt rió y lo acarició, luego volví a bajar mi manga para salir de allí.
Tomé mis cosas mientras Matt salía y subía al auto, cuando tomé todo, cerré la puerta de casa y me dirigí a abrir la puerta del auto... pero la silueta de un cuerpo humano se reflejó en la puerta del asiento trasero. Miré de que se trataba y era Colby mirándome de una manera que no podía detectar, de una manera de sorpresa, pero a la vez de alegría. No lo comprendia, hasta que abrió sus labios, en ese momento abrí la puerta del auto con la intención de subir evitando todo momento incómodo con él, pero mis manos se entorpecieron.
—¿Violett? —preguntó al fin con una diminuta sonrisa. Lo miré sin dejar de seguir abriendo la puerta lentamente para que no notara que quería escapar. Vi como caminaba hacia mi, estaba muy nerviosa.
—¿Estás bien? —preguntó Matt.
—¿Sabes conducir? —pregunté con rapidez. Éste asintió con la cabeza—. Te cambio de lugar —bajé de mi puesto, pero al ver a Colby venir corriendo me deslicé por la parte delantera del vehículo como en las películas y entré en el asiento del copiloto. Matt se había pasado por dentro—. Ahora vámonos de aquí —le supliqué, hizo sonar el vehículo de una manera que asustaba a cualquiera y luego partió.
—¿Quién era él? —miró por el espejo retrovisor a Colby que tocaba su cabello enojado.
—Digamos que alguien... a quien no le caigo bien —mentí ajustando en la pantalla a donde queríamos ir.
—Es difícil creerte porque venía por ti con ganas de abrazarte —explicó y cambió de marcha.
—De acuerdo, me pillaste —levanté los pies hasta apoyarlos encima de la guantera—. Antes tuvimos algo, pero luego de saber que lo amaba se alejó de mi.
—¿Pero si estaban juntos no era por amor?
—No eramos exactamente una pareja —miré por la ventana—. Eramos un contrato.
—-Ya creo entender —asintió varias veces—. Solo era sexo.
—¿Cómo sabes eso?
—De donde yo provengo, algo así es bastante normal.
—Vaya.
—Pero sígueme contando.
—Entonces... —proseguí forzándome un poco a recordar en lo que iba—. Una noche, le dije que me había enamorado de él. Pero él huyó como todo un cobarde.
—Huir muchas veces no es de cobardes, sino tratar de no hacer daño —me miró por cortos segundos.
—Pero si la que salió lastimada fui yo.
—Por esa razón. Porque él sabía que si se quedaba contigo, te lastimaría al tratar de controlar su naturaleza humana, que es el no poder estar atado.
—Wow —lo miré—. ¿Acaso eres Colby disfrazado?
—¿Quién?
—No, no eres, ¿pero como puedes decirme lo qué él podía haber pensado en esos momentos?
—Porque he estado en la misma situación más de lo que me gustaría... —dobló a la derecha.
—¿Eres un rompe corazones? —levanté una ceja.
—Pero no de los buenos, déjame decirte.
—¿Y qué pasaría si te enamoraras tú? —crucé una pierna sobre la otra.
—Sufriría muchísimo —me miró—. Es por eso que me castré.
—¿Qué? —mi boca se abrió literalmente hasta el suelo.
—Era broma —rió de su chiste—. No cortaría a mi mejor amigo ni por un millón de pesos que me ofrecieran.
—¡Eres un demente! —le dí un golpe en el brazo—. Me habías asustado.
—Así que había una pequeña posibilidad para mi, ¿eh?
—No era eso, pero es que... —pasé una mano por mi cabeza, aun no podía creer algo como eso. No sabía que decirle.
—Tiempo al tiempo, Violett —respondió por mi y agarró mi mano que recargaba en mi muslo.
Al bajar del auto, no pude evitar tomar su mano, se había hecho una costumbre de la cual no estaba dispuesta a dejar. En un mundo lleno de gente, en quien más podía confiar, era en él. Por el momento.
—¿Qué te parece ahí? —le apunté una tienda. Matt asintió y entramos en esa, las chicas que se encontraban allí no dejaban de verlo con ojos devoradores—. Matt, ven aquí —le hice una seña para que se agachara, en eso le tomé el cuello y besé su mejilla a una distancia perfecta de sus labios para que ellas pensaran que lo había besado. Matt me sonrió y vio en la misma dirección que yo.
—Ya recuperaste tu esencia, eso me alegra... tengo la oportunidad de conocerte mejor —respondió y siguió escogiendo camisas, pero me sujetó de la cintura en todo momento.
—Quería diversión por un rato, después del susto que me hiciste pasar... —lo ayudé a elegir unos jeans. Tomé unos cuantos negros y se los entregué—. Espero sean tu talla.
—Muy pequeños —los dejó ahí y volvió a tomar otros del mismo diseño pero de su talla.
—Al parecer tienes el "cabus" más grande de lo que yo pensaba.
—A las nenas les gusta un buen trasero —entró al probador. Cada pantalón que se ponía me lo mostraba y no le quedaban para nada mal—. El negro me gusta —salió con sus jeans originales y se acercó a tomar uno que estaban rotos, luego fuimos a pagar.
Las muchachas esta vez lo miraban con rencor, lo cual no dijeron nada y me dejaron pagarles.
—Debiste ver sus caras. Parecían perros rabiosos, solo les faltaba soltar la espuma.
—Y sacar sus dientes hacia afuera —sacó los suyos de una manera graciosa, de la cual no pude evitar reír. Seguimos recorriendo el lugar hasta llegar a una donde pudo comprarse camisetas y algunas camisas, tenia un gusto bastante igual al mío.
Solo faltaba comprar algunos zapatos y podíamos ir a la peluquería.
—¿Qué te parecen estas? —levantó unas vans de su lugar.
—¿En negras?
—Si.
—Son lindas.
Lo dejé eligiendo sus zapatos mientras yo me sentaba en uno de los asientos que estaban al frente de los espejos. Saqué mi celular del apretado bolsillo y vi que tenía de nuevo.
—Uh, mensajes de Joe.
"Galina me contó de lo sucedido..."
Mordí ligeramente mi labio y traté de buscar como responderle. Quería llorar. Ese sentimiento de querer desahogarte con alguien en sus brazos porque te has aguantado todo.
—¿Y qué opinas de eso?
—Que tan solo quiero abrazarte hasta hacer que todos tu temores y tristezas desaparezcan.
Tratar de reconstruir tu confianza hacia las personas, y tal vez... los pedazos rotos de tu corazón.
—Extrañaba tus mensajes cursis, Joe.
—Que bueno que solo era eso.
Estaba siendo sarcástico.
—Yo... necesito tiempo y espacio.
Sé que no me hace bien forzarme a tener una vida normal pero si no lo hago me ahogaré.
—Eres muy valiente, bebé.
Terminé de leer eso y volví a guardar el celular, Matt ya había acabado de comprar y debíamos seguir el recorrido.
—¿Vamos? —me mostró su mano, le asentí y la tomé para salir de allí.
—¿Quieres un corte nuevo? —le pregunté.
—Me encantaría, si.
—Andas de suerte —apreté suavemente su mano, me devolvió el mismo gesto.
Seguimos recorriendo todo el lugar, era enorme y lleno de tiendas que no sabía que existían, incluso absurdas.
Cuando por fin logramos dar con lo que estábamos buscando, Matt me abrió la puerta y me dejó pasar.
—Buenas tardes, ¿en que les puedo ayudar? —preguntó la amable señora.
—Buenas tardes, quería teñir mi cabello —le sonreí.
—Por supuesto, digame lo que quiere y yo lo haré posible —me ofreció una silla.
—Solo lo quiero negro.
—¿Negro? —preguntó Matt, como si no le gustara la idea. Pero solo asentí, una parte de mi había muerto aquel día, al igual que un porcentaje de mi locura.
—De acuerdo —sonrió la señora y preparó lo que necesitaba para hacer el cambio.
—Si hubiera sabido que solo seria negro, no hubiera permitido que vinieramos aquí —Matt se acercó.
—Vamos Matt, necesito esto —lo miré a los ojos—. Al igual que tú necesitas un corte.
—Vale.
Se sentó en el asiento a mi lado.
—¿Te ayudo en algo? —apareció una muchacha.
—Estarás bien atendido, déjate llevar —le comenté y la chica se rió.
—Quiero algo así como... —hizo un gesto con sus manos—. Cortado a los lados, pero levantado al frente.
—Al estilo Liam Payne —le dije a la muchacha con una sonrisa.
—Mm no, mejor déjalo largo pero crespo.
—Oliver Sykes.
—No, rapado a un lado.
—Ronnie Radke.
—¡Ya basta! —Matt rió—. Déjame elegir a mi —me mostró la lengua. La chica presente no paraba de reír—. Ponle una cortina por favor, o no se callará nunca.
—De acuerdo, pero luego no me digas que no sabes como explicarle —levanté las manos al aire por un rato, luego llegó la señora y comenzó mi transformación.
La decoloración fue algo rara, pero el resto fue divertido, incluso dejó mi cabello más suave y manejable. Podía decir que estaba satisfecha con el resultado.
—Gracias —le pagué a la señora.
—Un gusto haberla conocido, señorita —guardó la plata y desapareció por el pasillo. luego me senté donde estaba para esperar como salía Matt.
—¿Te falta mucho? —le pregunté. No podía verlo, porque el maldito había conseguido que la chica pusiera la cortina.
—Solo un retoque más —me respondió la chica. Luego la cortina se fue abriendo hasta ver a Matt parado.
—¡Sabía que te quedarías con el estilo Michael Clifford! —reí y lo abracé.
—Deja de ponerles nombre —acarició mi cabello—. Esta suave y huele rico.
—Gracias —me puse el gorro y le pasé el dinero a la muchacha, luego salimos de allí con todas las cosas, miré mi celular y eran las cinco. Me quedaba una hora para llegar a la empresa.
Volvimos en nuestros pasos hasta llegar al estacionamiento y dar con mi auto. Abrí la puerta del conductor y toqué el botón para abrir el maletero, Matt lo vio y guardó las cosas ahí, luego se fue por el lugar donde estaba y quiso volver a conducir, no se lo negué.
Esta vez él recordaba el camino que tomamos así que no hubo necesidad de activar el GPS.
Estacionó fuera de casa, sacamos las cosas de atrás del auto y entramos a casa. Le pedí a Matt que usara algo de la ropa que compró para que me acompañara, temía el saber lo que ellos pensarían o dirían al verme.
—¿Segura de esto? —preguntó Matt al volver—. Porque podrías comenzar dentro de una semana.
—No, ya no puedo dejar que pasen mas días... —enrollé las vendas por mis manos, pero esta vez más arriba—. No te ves nada mal —lo miré, estaba usando los jeans rotos, unas botas de combate y una camisa.
—Gracias —pasó una mano por su cabello—. Pero aún no apruebo tu decisión.
—Probemos un día, si me da una crisis te tomaré la palabra —me levanté de mi puesto al tener ambas manos vendadas y le abroché el primer botón de la camisa a Matt. Recibí una mueca de su parte, pero lo aceptó de todas formas—. Iré a buscar mis cosas y nos vamos.
—Aún tienes tiempo para cambiar de idea —insistió y se sentó en el sofá mientras subía las escaleras.
—Por favor... —fui directo al cuarto, arreglé mi mochila con la ropa que no usaba hace más de un mes y busqué uno de mis chalecos con capucha para cambiarme la chaqueta de cuero—. Enciende el auto —le grité mientras arreglaba mi cabello.
Cuando bajé las escaleras, éste no estaba en el sofá así que supuse que me había hecho caso, tomé mi celular de la mesa y salí de casa. Subí al vehículo y nos fuimos de allí.
—Vamos Violett, escúchame —volvió a insistir.
—Muy tarde —negué con la cabeza. Me negaba a decir otra palabra más al respecto, dejando allí el asunto.
Le dije por donde tenía que pasar para estacionarse y me hizo caso, apagó el motor y se bajó conmigo. Esta vez él tomó mi mano y caminó más lento que yo.
—¿Tienes un cigarrillo? —le pregunté estando a varios metros de la entrada.
—Nervios ¿eh? —revisó su bolsillo y sacó una cajetilla pero esta solo contenía uno—. ¿No crees que te manda una señal tú cuerpo?
—Puede ser... pero está acabado, porque yo lo controlo.
—¿Te apetece compartir?
—Al parecer no soy la única nerviosa —subí la capucha de mi chaleco. Matt lo encendió y le dio una calada, luego me lo entregó. Necesitaba tanto volver a sentir esto—. ¿Me vienes a buscar luego?
—Por supuesto, solo dime la hora.
—Yo te llamaré —le sonreí soltando el humo aspirado, luego se lo entregué. Ya era hora de entrar.
—Llámame si te sucede algo —tomó mi rostro entre sus manos, luego besó mi frente—. Voy a estar aquí antes de que puedas decir "Matt".
—Gracias —lo abracé—. Nos vemos.
Le hice una seña con la mano mientras acomodaba la mochila en mi hombro, era como ir primer día a clases siendo alumna nueva. Una sensación espantosa. Respire varias veces antes de entrar, luego pasé aquella entrada y todos levantaron sus vistas para mirar mi desagradable ser.
—Matt.
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