Tú apestas.
Capitulo 20.
Meses después..
Todo había pasado muy rápido.
Como si hubiera cerrado los ojos por unos segundos; Roman había ganado el Título de Peso Pesado pero el proceso fue muy difícil. Dean ganó el Título Intercontinental contra Owens y éste le había hecho la vida imposible.
Yo por mi parte había luchado cada noche para defender mi Título y eso me había tenido muy agotada. Además de las constantes discusiones con Stephanie desde el momento en que le dije que apestaba en el cuadrilátero.
Oigan, tenia que desquitarme por aquellas cachetadas hacia Roman —donde le dejó rojo el ojo por cierto— al haberle dicho la verdad sobre su familia los primeros días, no me juzguen.
Pero aun así, aquí voy otra vez.
—¿Qué dicen eh? —escuché al publico como gritaba "Stephanie apesta", así que hice un gesto con la mano en mi oreja—. Ustedes lo han dicho, yo no —me encogí de hombros fingiendo inocencia con una sonrisa—. Si tengo que venir cada noche a este cuadrilátero y hablar sobre la familia McMahon, seguir intentando que la hija prodiga salga y arreglemos las cosas como tuvo que ser desde un principio... lo haré. Porque Violett Hardy jamás se queda callada —hablé fuerte—. Así que hija prodiga, venga aquí y enfrente sus miedos —exigí y miré la rampa. Cada noche era lo mismo, hablaba sobre ellos y salia una Diva queriendo una revancha por el Título, la cual gustosa se la daba, cual era el problema—. ¿O acaso tienes miedo que este perfecto publico te diga que apestas? Cariño —reí—. Eso pasará toda la vida desde el día de hoy.
De repente su tema empezó a sonar, solo aplaudí al esperar que apareciera. Su rostro estaba serio y pasó de largo hacia mi, en su mirada podía ver que venia por una sola cosa pero fuese lo que fuese, no la dejaría.
—¿Seguirás cada noche con el mismo asunto, Violett? ¿No crees que estas bastante mayorcita como para hacer berrinches? —habló con indiferencia.
—¡Hasta que apareces! —levanté los brazos al aire—. Gracias señor —agradecí de rodillas—. Seré buena persona, me haré monja, donaré todo mi dinero a la caridad, salvaré gatitos de los árboles —miré al techo con las manos juntas—. Oye, no me exigas más que eso era lo último que me faltaba cumplir —apunté para luego pararme.
—Rectificas todo lo que has dicho de mi familia y de mi, ahora mismo o... —me ignoró por completo para luego hablar con determinación, estaba muy segura.
—O qué ¿Eh? —me acerqué a su rostro con micrófono en mano—. ¿Me abofetearás como lo hiciste con Roman Reigns?
Aquel nombre salio de mis labios con más rabia de la que yo pudiese esperar.
—A ver Mc...
No me dejó acabar cuando trató de impactar su palma en mi mejilla.
Le tomé la muñeca con fuerza.
—No te atrevas "Steph" porque no sabes la guerra que armaras —amenacé. Ella tomó el micrófono que traía y lo guío a sus labios.
—No me amenaces porque sabes que no ganaras.
—Y tu no ganarás al abofetear mi rostro —mi voz se puso mas grave, el odio hacia aquello.
"¡Stephanie apesta!"
Gritaban una y otra vez acompañado de las palmas sin intenciones de querer parar de hacerlo y eso me gustaba.
Me giré e hice unas señas con mis manos de querer que gritaran más fuerte, y así lo hicieron, no podía estar mas divertida...
Hasta que me giré y me plantó una cachetada haciendo resonar el coliseo completo. Mi mejilla ardia como el demonio y eso alimentaba más mi furia de querer verla muerta.
—Sabes lo que has hecho ¿no? —sonreí haciendo unos gestos vocales para disipar el dolor, luego hice mi cabello a un lado, me puse al frente de ella y la abofeteé dos veces seguidas con una fuerza increíble. Su rostro se giró mientras tomaba con ambas manos la zona afectada por mi palma, no pude evitar sobarme, tenia una mejilla fuerte—. ¡Verás arder Troya en este coliseo! —grite de una manera que nunca antes había hecho para luego aplicarle un Spear y empezar a golpearle el rostro mientras se encontraba en la lona.
El público era una fiera enfurecida con sed de sangre, podía verlo en cada una de sus miradas, pero lamentablemente no podía hacerlo.
Escuché como la música de Roman hacia presencia, me distraje por un segundo y McMahon se encontraba encima de mi golpeándome esta vez, podía sentir como el liquido vital corría por mis labios con su sabor característico.
Anduvimos dando vueltas y vueltas, hasta que quede encima pero un par de brazos me sujetaron por la cintura pegándome a su pecho para separarme.
—¡Suéltame! —solte un gruñido pero no me hizo caso y siguio insistiendo.
Al menos rasgué su vestido de diseñador.
—Ya Violett.. —Me susurró en el oído con una tranquilidad tremenda—. Creo que ya entendió —me pegó a él mientras veía como Stephanie se paraba con dificultad, sus brazos estaban rasguñados al igual que su cuello, su rostro con varios golpes que se encontraban rojos en esos momentos, su cabello como un nido de pajarillos y que decir de su atuendo... le rompí hasta el taco de uno de sus zapatos.
Solo acaricié las grandes manos de Roman mientras esperaba que mi respiración se normalizara.
—Estoy bien —le susurré. Sólo beso mi cabeza en señal de haber escuchado.
—¡Desde hoy en adelante el Título de las Divas esta fuera del alcance de tus manos! —me gritó para luego salir del Ring.
El tema de Triple H empezó a sonar. Esto parecía una verdadera fiesta.
H caminó rápidamente hasta atender a su adorada esposa a unos pasos fuera del Ring, luego nos tiró una mirada asesina como siempre trataba de demostrar. Se acercó a nosotros.
Roman dio un paso atrás llevándose consigo mi cuerpo.
—Tranquilo Roman, tranquilo... —sentí como sus dedos apretaban mi vientre, por instinto entrelacé mis dedos con los suyos, era una forma que tenia para que no perdieran la compostura.
Hunter tomó el micrófono de la lona entre sus dedos y lo llevó a sus labios pero no dijo ninguna palabra. Fueron los segundos más largos de mi carrera.
—Estas fuera de la Empresa hasta nuevo aviso —soltó al fin. sentí como el flujo de la sangre corría por mis venas de una forma inimaginable. El público se tomó un tiempo para digerir aquello, al igual que yo, y luego lo abuchearon.
—¿Así serán las cosas ahora? —Me solté de Roman y me acerque a él.
—Debiste de haberlo pensado antes de atacar a mi esposa —hizo una mueca hipócrita.
—¡Todo esto no hubiera pasado si tu esposa no hubiera abofeteado a Roman Reigns aquella noche en este mismo lugar! —apunté la lona—. ¡O aquella vez que el viejo de Vince McMahon le dio un golpe bajo! —me acerque hasta quedar a centímetros. Esos nombres salidos de mi boca y escuchados por mi oídos solo se sentían como si me hubieran echado picante en el culo.
—¡Oh! ¡Ahora te las das de defensora! —rió sarcástico.
—Solo hago justicia con lo que tengo, porque esta empresa no es capaz de respetar a personas que son igual que ustedes o tal vez mejor, como realmente se merecen —pegué más el micrófono a mis labios—. Solo se pasan el día pensando en lo que es bueno para la empresa y el maldito cochino dinero que les va a llegar si hacen bien las cosas, ¿o me equivoco? No saben apreciar lo que tienen en frente de sus narices, como es este hombre —apunte a Roman—. Él es un vivo ejemplo del trabajo arduo de años y experiencia tras experiencia —humedecí mis labios—. ¿Pero que hace Vince McMahon? ¿en verdad quieren saberlo? —apunte el micrófono en dirección al publico el cual dijeron "YES! YES! YES!" incontables veces—. ¡Se sienta en su maldito trono de marfil a rascarse las pelotas, pensando en como puede patear otras! Porque para eso tiene mucho tiempo —escupí y el publico empezó a gritar euforico. Me encogi de hombros. Triple H solo me miraba serio como lo hacía todo el tiempo, no sabia cuando había dejado de ser divertido.
—Entrega el Titulo, ahora —estiro la mano hacia mi.
—No creas que será así de fácil, Hunter —le dí unas palmaditas al cinturón que se encontraba descansando en mi hombro.
—Madura Violett y entrégamelo —dio un paso amenazante hacia mi logrando que yo retrocediera uno.
Roman se puso entre medio de ambos en silencio y sin tener intenciones de hablar haciendo que el publico dejara el silencio y lo apoyaran.
—Quiero que pactes una lucha oficial entre Stephanie McMahon y yo, el próximo Lunes en RAW —hablé—. La cual después de ello, les entregaré el Título de las Divas sin dar una queja y volver hasta nuevo aviso.
Triple H solo miraba a su mujer mientras ella me miraba a mi de una manera difícil de deducir. Mis fosas nasales estaban respirando muy agitadamente mientras mis manos por inercia se apretaron... cuando ella asintió.
—Prepárate —habló Triple H para luego abandonar el Ring, llevándose consigo ese aire tenso.
Cuando desaparecieron empezó a resonar mi tema —que no era nada femenino— mientras Roman se giraba para abrazarme fuertemente, con algo de preocupación, podía sentir todo lo que el sentía en ese momento y en verdad no era lindo.
—Estaré bien, Ro—le susurré en el oído, haciendo que este me sobara la espalda suavemente.
Luego me soltó y besó mi frente con una sonrisa de lado, tomó mi mano para salir del ring, abrió las cuerdas y me dejó salir primero para hacerlo él. Volvió a tomar mi mano y nos dirigimos la salida de ese lugar.
Backstage se encontraba Renee Young.
—Iré a curarme el labio —le avisé y sonreí de lado mostrándole una mueca. Hubiera ido con Dean pero desgraciadamente no estaba temprano en la Empresa, él tenia primeros auxilios.
—En un segundo voy —me soltó la mano.
No hubo necesidad de preguntarle a alguien donde estaban los primeros auxilios. Llegó un paramédico con las intenciones de curarme. Me negué a que lo hiciera y solo le pedí que me diera los medios necesarios para limpiarme.
—Gracias —agradecí.
No podía ser una mal agradecida, había tenido la amabilidad por dejarme los implementos.
Abrí el botiquín y rápidamente tomé lo que necesitaba. Estaba tan concentrada en que debía hacerlo que una mano me sobresaltó al quitarme los objetos.
—¿Tan rápido, eh? —pregunté y lo miré.
—No fue tan largo —respondió y agarró un pedacito de algodón. Lo remojó en alcohol para ponerlo en mi labio, estaba jodidamente hinchado—. Incluso me disculpé porque no podía dejarte en esto sola —explicó y mordió su labio como si él sintiera el dolor y yo no.
—Soy independiente —traté de decir cada palabra a la perfección pero él no me dejó al raspar mi labio—. No, pero en verdad creí que estarías enojado por salir allí y tratar de defender lo que vales.
—Tal vez pueda tener mi orgullo por delante, pero que una mujer sea capaz de recibir tal masacre por mi... merece toda mi gratitud —dijo con honestidad y desechó los objetos en el basurero más cercano.
—Entonces no tienes tanto orgullo como todos hablan —sonreí—. Auh... —gemí por un dolor repentino en la ceja.
—Quieta —tomó mi barbilla y la bajó para tener más alcance de las cejas—. Tiene un corte, no tan profundo, pero es más o menos grande.
—Auh —gemí otra vez y apreté los ojos, aquellos dolió, el tan solo tocarlo suavemente—. Aún se me hace inaudita aquella "condición".
—¿Cuál condición?
—"Si no ganas el Heavyweight Championship estas despedido" —hice una voz chillona.
—Violett ya ha pasado cuanto, ¿un mes? ¿dos meses? Ya todo esta listo, lo he ganado y le dí su merecido a Vince —le restó importancia.
—Para mi sigue siendo como si hubiera sido ayer... —miré al horizonte con rabia.
—Y su hubiera sido ayer, también lo hubiera golpeado —terminó de curarme y me puso un parche en la herida de la ceja—. Ya déjalo, gordita —pidió y sonrió al recordar aquel apodo—. Soy el campeón.
—Bueno, bueno... —levanté las manos en defensa—. Luego no te quejes que no hago nada por ti, te lo advierto. No me volverán a partir la madre por segunda vez por ti.
—Ven aquí —respondió ignorando lo que le había dicho. Sonrió y besó mi frente con suma ternura para luego dejar descansar mi cabeza en su hombro.
Él se encontraba arrodillado frente a mi mientras yo me hallaba sentada.
Luego de eso, ya no hubo necesidad de palabras.
Aquel día, Jonathan no había ido a trabajar, cosa que fue rara porque nunca perdía un día o incluso
una lucha sin motivo alguno.
Preferí no preocuparme, darle su espacio.
Luego le mandaría un mensaje al respecto.
Ahora me encontraba arreglando mis cosas para dejar la Empresa, solo podía venir el próximo Lunes para la lucha contra McMahon.
No perdería el tiempo, debía prepararme para el anhelado encuentro.
—Hey Ro, ya me voy —le avisé y acomodé el gorro sobre la cabeza.
—¿No te quedarás a verme esta noche?
—No es necesario, ya sé quién ganará —le mostré un papel con su nombre.
—Cuídate, bebé —respondió.
Sacó el bolso de mi hombro y me abrazó.
A lo largo de los días Roman y yo nos habíamos hecho inseparables. Lo sentía tan parte de mi como yo parte de él.
—No es una despedida para siempre, Ro —respondí y sobé su espalda—. Iré a tu casa temprano para salir a entrenar... o quizás para salir a tomar algo por ahí con Jon.
Me soltó.
—Believe —levanté mi dedo anular.
—That —respondió y lo apretó con el suyo mientras capturaba mi mirada. Luego tomé mi bolso y salí de allí despidiéndome de cualquier luchador que me encontraba en el camino.
"Tendre mucho tiempo libre pero no sabre como aprovecharlo" empecé a pensar mientras me dirigía al estacionamiento y me montaba en el auto de Colby. Si, me lo había prestado por el tiempo que él estaría fuera.
Recién era Martes, me quedaba una semana completa por delante, pero después de esta experiencia, uno ya no vuelve a ser el mismo.
Los trabajos normales ya no eran suficientes para alguien que había trabajado en la lucha libre recibiendo millones por tan poco tiempo pero que hizo historia.
Aquellas interrogantes destrozaban por completo mi cabeza cuando iba camino a casa.
La distraje con otras ideas, como por ejemplo que esta tarde Colby ira a ver al médico para saber como iba su progreso. Nos hemos llevado tan bien este último tiempo que nos hemos vuelto inseparables. No tanto como mi lazo con Roman pero algo parecido. Es más... lo podría considerar casi mi "mejor amigo", bueno no tanto, a excepción de aquellas reglas. Él lo llama contrato aún sabiendo que pasamos más tiempo juntos y no solo para follar.
«¿Qué tal la de NO lazos afectivos? Él la ha roto al querer llevarte a la casa de sus padres»
habló insistente la vocecita de mi cabeza. ¿Qué sucede conmigo? ¿Por qué la inseguridad? Solo quiere que sus padres sepan con que juntas anda, ¿no?
Diablos.
La vocecita había logrado su cometido, estaba taladrándome la cabeza. Fueron largos minutos de tormento hasta que abrí la puerta de la casa y con los brazos abiertos me tiré sobre el sofá.
Saqué el teléfono de mi bolsillo y puse música. Debía dejar de pensar tanto las cosas, no era normal como mi mente me dominaba a tal extremo de afectar mis emociones y ver las cosas de una manera que nadie más las veía. Era nefasto.
Suspiré apoyando las manos detrás de mi cabeza.
En eso, mi teléfono vibró.
Arrogante.
1 nuevo mensaje.
Hice una mueca al respecto y abrí el chat para ver de que se trataba esta vez.
"¿Me acompañaras a ver al médico?"
Lo pensé por un rato dándole golpecitos a mi labio con uno de los bordes del teléfono.
Lo dejé en visto y me paré para salir de casa e ir a la suya. Toqué varias veces hasta que me abrió.
—Hey, ¿Cómo estás? —preguntó.
La sonrisa se le borró de los labios.
—¿Yo? Nada, ¿Por qué lo preguntas? —rasqué mi nuca.
—Es una pregunta de cortesía pero al ver tu cara... algo anda pasando —explicó—. Vamos, no creas que caeré en ese cuento del "no pasa nada" porque es claro que pasa de todo —añadió y acarició mi mejilla para luego besar la otra.
—Puedo.. ¿puedo pasar? —pregunté y carraspeé.
—Por supuesto.
Se hizo a un lado para dejarme el camino libre.
Me senté en el sofá dando un suspiro como si lo hubiera deseado hacer desde hace días. Sabiendo que hace menos de una hora lo había hecho en mi propio sofá.
—Ahora dime lo que sucede —pidió y se sentó a mi lado, se veía tan bien con aquellos lentes.
—Y-Yo.. —las palabras no parecían querer salir de mi boca.
—Vamos, aquí no hay preguntas tontas si eso te preocupa.
—¿Por qué es el viaje a la casa de tus padres? —solté de golpe, sin mirarlo a los ojos como siempre solía hacerlo. Era mejor así ya que mientras mas lo pensaba mas me arrepentía de preguntarlo.
—Así que era eso... —sonrió coqueto y acaricio mi rodilla—. Mis padres solo me habían invitado a ir un fin de semana como cualquier otro y como sabía que irían mujeres las cuales ellos quieren presumir, se me ocurrió que podría ir contigo para cerrarles la boca... —levantó mi barbilla—. Y quería que salieras un rato ahora que estas fuera de la WWE. No lo se —divago al final moviendo sus manos en el aire como si fuese fue a ayudar a explicarse mejor—. Sólo pensé que seria bueno despejar la mente —se encogió se hombros—. Últimamente has estado muy estresada e irritable.
—Ah...
Fue lo único que salio de mis labios, no podía sentirme más estúpida. Colby siempre encontraba una forma para hacerme sentir avergonzada.
—No hemos estado haciendo lazos afectivos, si eso te preocupa.
—Gracias por aclararlo —reí tratando de ocultar la vergüenza—. ¿Listo para ir a ver tu rodilla? —cambié el tema.
—Si, solo esperaba tu respuesta —tomó el celular y lo guardó en su bolsillo.
—Bien, vamos en mi auto —me paré.
—¿Cómo has dicho? —preguntó arrugando el entrecejo pero a la vez con una sonrisa.
—Vamos en mi auto, ¿que no se entendió? —pregunté mirándolo de igual manera. Colby carcajeó. Me reí con él y salí, yo tenía las llaves. Me subí, arreglé los espejos, el cinturón de seguridad, las luces y la palanca de cambios.
De repente arreglé el espejo retrovisor y me encontré con otra mirada detrás de mi como en las películas de terror. Di un brinco.
—¡Mierda! —chille e inconscientemente solté el pedal del embriague haciendo que el auto se moviera un poco hacia adelante y se apagara.
Había puesto la primera marcha pensando que Colby no se tardaría.
Giré el cuerpo completamente en busca de esa persona en el asiento trasero pero lo que había era exactamente nada. Mi respiración era un lío, en verdad lo era y no sabia como controlarlo.
—Violett solo fue una ilusión tuya, no hay nadie —me consolé y di golpes con mi cabeza en el volante haciendo que este tocara la bocina y Colby me respondiera con un "ya voy". El sudor frío empezó a recorrer mi cuerpo como si fuese un día caluroso.
—¿Te sientes bien? —preguntó. Di un pequeño salto al sentir la mano de Colby en mi hombro—. Estás.. ¿estás sudando?
—No es nada.
Apreté el embriague otra vez y giré la llave en la hendidura para encender el motor nuevamente.
—¿Traes todo?
—Sip.
—Entonces vamos —miré la calle para salir de allí—. No se porque aquel hombre que ve tu rodilla no viene a tu casa, como si no supiera que te cuesta caminar —cambié de marcha—. No sé que harías sin mi.
—Estaría muerto —siguió el juego entre risas—. Pero ya no hagas que me sienta inútil porque soy muy machista para estas cosas —habló en tono de advertencia.
—Tal vez yo sea muy feminista entonces —contraataque dándole una rápida mirada, solo me observaba con una sonrisa.
Rápidamente llegamos y ayudé a Colby a bajarse para entrar al lugar. Pasamos unos cuantos pasillos hasta llegar a una puerta, tocó despacio y un hombre de edad media abrió. Nos saludó y nos dejo pasar.
—¿Cómo te encuentras? —le estrechó la mano simpático.
—Por mi, me sacaban esta cosa ahora mismo —se encogio de hombros—. Pero eso lo dirá usted.
—Toma asiento —le hizo un ademán hacia una camilla—. ¿Y quién es tu adorable acompañante?
—De adorable me queda muy poco —respondí presentándome y le estreché la mano. Era un hombre mayor, de una edad avanzada que llevaba tiempo ejerciendo la medicina por lo que se veía.
Mi picardía le haría el día.
—¿Ah, si? —sonrió sorprendido.
Me hizo un gesto para que tomara asiento.
—Yo que usted, le creería —respondió Colby y se sujetó el cabello en un moño.
—Oh, ya recuerdo. —chasqueo los dedos—. Usted, señorita, es Violett Hardy, la luchadora más aclamada los últimos meses.
—¿Luchadora? —arrugué el ceño mirando a ambos de un lado al otro.
—No se le puede llamar diferente, al nivel que ha llegado esta fuera fuera de este mundo.
—Fui, diría yo.
Hice que me despidieran.
—Pero sus hazañas no se olvidarán.
—No hice mucho en verdad —respondí y sobé mi brazo derecho mirando al suelo.
—Nena, no seas modesta —se metió Colby aflojando la situación—. Solo acepta que has sido y fuiste una de las mejores —halagó mientras el hombre se acercaba a él para ver su rodilla.
—De acuerdo.
Mientras ambos estaban hablando sobre su rodilla y como había progresado su tratamiento, aproveché y le mande un mensaje a Jonathan, casi no sabía de su paradero y eso me preocupaba.
No había estado en línea desde el día de ayer en que habíamos platicado así que llamé a Joe para saber si él sabia algo más que yo.
—¿Me disculpan un momento? —pregunté. Colby asintió—. Gracias —susurré y salí.
—Hola —respondió al segundo tono—. ¿Sucede algo?
—Quería saber si tenias alguna idea del paradero de Jonathan —le dije sin darle muchas vueltas al asunto mirando las puntas de mi cabello—. Traté de mandarle un mensaje pero no ha estado conectado desde ayer.
—¿Lo has llamado?
—Fue lo primero que hice —respondí obvia—. ¿Qué fue lo que sucedió ayer?
—Yo... Violett, tal vez esto no debió salir desde mi, pero en estos momentos supongo que es lo adecuado.
—¿Qué sucede?
—Ayer Jonathan quería ir a tomar algo después del trabajo, creí que sabías que estaba bien, asi que claro, le dije que si pero cuando llegamos a aquel bar entre tantos amigos se encontraba Renee... —se tomó una pausa, me imaginaba los gestos que estaba haciendo—. En el momento que tenia que irme, ellos se quedaron hablando como si fuesen viejos amigos los cuales no se hubieran visto en décadas mientras el alcohol en Jonathan ya estaba haciendo efecto.
—De acuerdo... —respondí sin saber que decir. Mi voz sonó muy diminuta, como un susurro.
—Violett...
—Nos vemos —lo interrumpí para luego colgar. Sentía un poco de ansiedad. Una guerra se estaba efectuando en mi cabeza en esos momentos; no podía pedirle fidelidad si yo no sé la estaba dando. El otro lado era mi ego.
A los minutos un mensaje me llegó al teléfono.
Era Joe.
"No cometas una locura, es lo único que te pido."
Miré la hora y eran las 12:00 del medio día, no lo pensé dos veces y me adentré nuevamente en la sala para avisarle a Colby que volvería en un rato. Éste me miro confundido y me dejó ir.
Salí literalmente corriendo de aquel edificio, todo eso solo me hacía pensar malas cosas, haciendo reaccionar mi inseguridad. Este no era mi día, o tal vez mi semana.
Cuando llegué al vehículo lo encendí y me puse en dirección a la casa de Jonathan, el tráfico estaba muy tranquilo así que me hizo llegar mas rápido a mi objetivo. Cuando vi el auto de Jon estacionado afuera, el nudo en la garganta se hizo presente y no me permitía tragar. Decidí en acabar con todos esos malestares de una vez por todas e ir a tocar a su puerta, golpeé una y otra vez pero era como si no hubiese nadie.
Estaba siendo irracional.
Junté mis manos sudorosas y mis pies me hicieron dar la vuelta lentamente.
En eso... se abrió la puerta dejando ver una silueta...
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