Te cobro la palabra.
Capitulo 32.
—¿Qué? ¿es en serio? —miré a Jon estupefacta.
—Solo es un juego —acarició mi espalda.
—Aún así no puedo, pide otra cosa ¿si?
—Era el turno de Joe, él toma la decisión.
—Joe, por favor —lo miré seria.
—Vale, Jon pide otra cosa.
—¡Que aburridos son!
—No es cierto, tu intoxicación habla por ti —me volví a sentar en la orilla—. Además, ¿no crees que es una falta de respeto? Por todo lo que nosotros tuvimos.
—Si, es verdad... mi intoxicación habla por mi —respondió levantando los brazos en defensa.
El juego seguía, cada verdad o cada reto se volvía mas incómodo, esto no era lo que esperaba de una noche de amigos. Así que a la primera posibilidad de salir de alli me disculpé y volví a entrar a casa, me cambié de ropa a algo seco. Un short y una camiseta.
En el camino de vuelta me encontré con Joelle frotándose los ojos.
—¿Donde esta papi? —preguntó somnolienta.
—Él... fue al baño, ya vuelve a dormir contigo nena —acaricié su cabeza hasta que cerró los ojos otra vez. Inmediatamente la agarré en mis brazos y la llevé de vuelta a la cama. Después de eso fui a buscarlo, era hora de dormir y ser un buen padre—. Joe, Joelle esta... ¿qué rayos están haciendo? —les pregunté al salir y encontrarme con Joe ayudando a Jon a cruzar la pared que me separaba de la casa de Colby, sabía que eso era muy bajo.
—Em... ¿cumpliendo un reto? —habló Jon como si fuese algo obvio pero en ello, se resbaló y cayó encima de Joe.
—Ya basta, son las cuatro de la mañana y aún están despiertos, cuando duerman y despierten en un par de horas más tarde van a tener una resaca que van a querer quitarse las cabezas —me crucé de brazos—. Ahora vamos, quítense... bueno, tú, Joe quítate la ropa mojada y vayan a tomar una ducha.
—P...
—Uno a la vez —interrumpí a Good agarrando el puente de mi nariz sin mirarlos—. Sin reclamar.
—De acuerdo.
Joe me hizo caso y pasó a mi lado para entrar a casa, luego lo hizo Jon pero tomé su ropa y le pasé los boxers, había una menor de edad en casa.
—¿Qué les sucedió esta noche? —le pregunté abrazándolo por la cintura, ya estaba empezando a tambalearse.
—No lo sé... —se encogió de hombros—. Tal vez fue cuestión de autoestima.
—¿Qué sucede?
—Violett, ¿podemos hablarlo luego? No creo que... sea el momento.
—Si, no hay problema —sobé ligeramente su espalda, verlo así me destrozaba, mi cabeza empezó a imaginarse a un Jonathan tirado en el suelo con una botella de alcohol en las manos y millones de dolores bajando por sus mejillas escondidas en forma de lágrimas.
—¿Me disculpas? —se soltó de mi agarre y vomitó en el césped.
—Bótalo todo... —sobé su espalda cada vez que vomitaba un poco más.
—E-Estoy bien —limpió su boca con la palma de su mano—. ¿Tienes otro baño?
—Tengo uno en mi cuarto, si no puedes esperar a Joe ve allá.
—Lo haré —respondió.
Tomó su ropa de mis manos y entró corriendo a casa. Lo seguí, pero caminando lentamente, no podía hacer más ruido del que ellos ya habían hecho y me senté en el sofá. Había puesto un colchón para que durmiera Joe con Joelle, porque ya era muy tarde para que se fuesen, pero no podía dejarlos así... como buena anfitriona les pasé mi cama.
Cerré los ojos en el sofá y eso fue lo último que hice.
Al despertar, mi boca tenia una necesidad tremenda de encontrarse con el baño otra vez. No recordaba la última vez que me había sentido así. Salí corriendo directo al baño de abajo, porque ir a mi cuarto... vomitaría antes de llegar allá.
—¿Violett? —escuché un susurro de Joe desde la puerta, no podía mirarlo mi cuerpo no tenía fuerzas.
—¿Qué hora es? —separé mi cara del inodoro por unos segundos.
—Las once y media.
—Ayúdame a pararme —le hice señas con la mano, él se acercó a mi y me sujetó de la cintura para levantarme—. Gracias.
—¿Puedes caminar sola?
—No, creo que no...
—Hice café, por si se te antoja —avisó y no me soltó.
—Me encantaría.
Lavé mi rostro, el agua estaba muy fría y eso se sentía estupendo en mi piel.
—Iré a servirte un poco —acarició mi cabello en comprensión para luego salir del cuarto. Por lo menos me podía mantener en pie.
Lavé mis dientes y fui a la cocina para seguir platicando con Joe.
—¿Cómo es que tú no amaneciste peor?
—Tengo mis secretos —me entregó la taza al sentarme sobre la mesa.
—¿Ah, si? —tomé un poco, estaba caliente y sin azúcar, ugh—. Todo el mundo tiene sus misterios ¿y por qué yo no?
—Eres muy predecible.
—Pero todo lo que hago es impredecible.
—Por eso.
—Explícame.
—Todos saben que harás cosas locas, eso lo hace predecible —lamió sus labios—. Pero si haces cosas comunes y muy simples que cualquier otra persona haría... eres totalmente impredecible. Aprende a trabajar a la inversa, mente de tiburón.
—Vaya... —me quede impresionada—. Ahora veo lo que Galina vio en ti, Joe.
—Gracias —bajó el rostro tratando de ocultar una sonrisa.
—Ven aquí —hablé luego de un rato dejando la taza a un lado, era hora de hablar de lo que pasaba entre nosotros. Él se puso entre mis piernas sin tener otras intenciones—. Es hora de hablar.
—No me gusta como suena eso.
—Joe, lo que ha sucedió todo este tiempo... —suspiré tratando de decir las palabras adecuadas.
Puso su dedo sobre mis labios.
—No me pidas que lo vuelva a olvidar porque es imposible para mi.
—Joe.
—No, si tuviera la oportunidad de volver a repetir lo sucedido aquella noche en tu camerino lo haría, porque fue uno de los mejores momentos que he pasado en toda mi vida —tomó mi rostro en su palma.
—Joe escúchame... —atrapé su mirada—. No puedes engañar a la mujer que le dio la vida a tu hermosa hija y yo no puedo hacerle algo como esto a una mujer que no me ha hecho nada solo porque me gusta su marido.
—¿Te gusto?
—Ese no es el punto —solté una diminuta risa sonrojándome.
—Dimelo.
—No lo haré, no estamos hablando de eso.
—Dímelo o no te dejaré en paz.
—De acuerdo —cedí nerviosa—. Si Joe, me gustas pero...
No me dejó terminar la frase cuando sus labios impactaron con los míos en un juego intenso entre ambas lenguas. No podía luchar con eso, él me hacia débil con solo tocar mi piel, con el más pequeño tacto.
—Basta... —susurré pero no lo hizo—. Joe, basta —lo separé con pocas ganas—. No hagamos las cosas mas difíciles y seamos como antes, los mejores amigos.
—Odio la zona de amigos —dijo agarrando mi mandíbula con una mano y haciéndome mirarlo a los ojos. Mm... papi.
—No te estoy dejando en la zona de amigos —aclaré—. Solo no cometamos errores.
—No es un error el haber pasado una noche contigo.
—No me entiendes —rodé los ojos, él tan solo rió. Estaba tomándome el pelo—. No tomes esto como un juego.
—No lo hago, solo te respondo.
—¡Pero de una manera tan inteligente que me haces quedar como una tonta! —exclamé soltándome de su mano, seguido de un empujón en su hombro—. Así no llegaremos a ningún lado.
—Eso trato de hacer.
—Por favor Joe, no te hagas el difícil y acepta mi petición de amistad.
—Esto no es Facebook.
—¡Aghh! —gruñí y jalé de mis cabellos con rabia.
—Lo dejaré de hacer y lo aceptaré... si eso te hace feliz.
—Lo hago por el bien de ambos —lo miré—. No porque lo quiera hacer.
En ese momento Joe tomó mi muslo izquierdo con fuerza y lo subió un poco más en su cadera. La otra mano la puso en mi espalda baja apretándome contra su cuerpo. Tenía su intimidad muy apretada a la mía. Lo miré estupefacta.
Llevó sus labios lentamente a los míos pero no los juntó. Me sonrió un poco, sentí como mi cara de boba salía a la luz.
En vez de juntar nuestros labios, hizo impacto de los suyos en mi cuello. Me besó delicadamente y con tanta sensualidad. Respiré por mi boca como si no importara que me escucharan.
Este era el efecto que tenía sobre mi.
Bajó hasta mi hombro, lo mordió un poco, él sabía que me gustaba un poco de dolor. Se devolvió lentamente y lamió mi clavícula. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.
Levantó la cabeza nuevamente.
Tomó mi otro muslo e hizo lo mismo en su cadera. Mi cuerpo se tiró un poco hacia atrás. Su mirada me daba a entender lo mucho que me cobraría la palabra en el camerino.
Mordió su labio y yo imité su acción.
—Supongo que trajiste protección... —dije en voz baja. Él asintió. Me soltó el cuerpo y se acercó a la puerta de la cocina, la cerró con seguro. A su vez, cerró la puerta que conectaba al patio. Estábamos encerrados—. Tenemos quince minutos —le advertí—. Por Joelle.
—Se la llevó Jonathan al parque —me respondió revisando su bolsillo. Sacó el objeto y jugó con él pasándolo entre sus dedos.
—¿Pensaste en todo? —pregunté quitándome el short desde mi posición. Lo dejé cae al suelo.
Joe se quitó su ropa y se acercó a mi.
Se volvió a poner en medio de mis piernas.
Su miembro rozaba mi entrada. Sonreí y lo agarré en mi mano, sin quitarle la mirada le escupí y lo agarré más fuerte. Apreté su punta ganándome un gemido por su parte.
—Tú igual haces méritos para que yo esté loco por ti —dijo con voz ronca disfrutando del trabajo de mi mano.
—Así es como me gusta... y así es como te gustará que te toquen. Ese será mi recuerdo —le respondí apretándolo un poco más. Joe me miró cachondo.
Me tomó del cuello.
—Abre la boca y saca la lengua —ordenó. Le hice caso, acto seguido, me escupió y me besó—. Y este será el mío.
Sonreí.
—No... tu recuerdo en mi es tu lengua tapándome completamente la zona íntima y de una sola lamida dejarme al borde del colapso —confesé. Joe mordió mi labio, sentí como movía sus manos entre nosotros. Acto seguido, lo metió en mi y yo chillé.
Dios... mi cuerpo ya había aceptado él suyo y mi necesidad de él aumentaba. Eso no debía estar pasando.
Me tomó por la cintura, con un jadeo me separó de la mesa y agarrando mis muslos me cogió en el aire.
No... estaba perdida.
Me volví a vestir, con las piernas temblorosas.
Joe terminó de cerrar su cremallera y se sirvió una taza de café.
Al estar decente levanté la mirada y éste me miraba como si hubiera sido el mejor relajante muscular que se hubiera bebido y le estuviera haciendo efecto en ese preciso momento.
—Violett... eres... —dijo cerrando los ojos.
—No lo digas —respondí inmediatamente y me acerqué a poner mi dedo en sus labios—. No soy maravillosa. Tú y yo no se puede volver a repetir.
—Lo sé, lo asumí mientras nos comíamos —aceptó.
—¿Si?
—Si... —repitió—. Por más que seamos compatibles, nos conocimos en tiempos equivocados y situaciones equivocadas —explicó. Levantó una de sus manos y agarró mi mandíbula con dos dedos—. Tú le perteneces a Colby.
—¿Qué dices? Claro que no, solo nos vemos cuando nos necesitamos...
—Aún no lo ves.
—Y no creo verlo.
—¿Cómo te sentiste cuando Colby se metió con Alex? Dime la verdad.
Suspiré.
—Sentí algo extraño, algo... asqueada por él ahora, el no querer recurrir a él cuando tenga necesidad.
—¿Y no crees que él sienta lo mismo al saber que te coges a otras personas? Digo, no lo estoy defendiendo... pero aún así te busca para hacerlo. Considerando el hecho de que tú tengas saliva y besos en el cuerpo de alguien más... que literalmente se los trasmites a él, aunque te bañes.
Me quedé pensativa.
De repente, la puerta de la casa se abrió y se escucharon risas. Aquello fue lo que me sacó de mis pensamientos.
Joe abrió ambas puertas para no levantar sospechas y salió dejándome sola en la cocina.
Escuché como Joelle se quedaba con Joe y Jonathan se dirigía a la habitación.
Joe tenía razón... ¿y si quizás él sentía lo mismo?
Habían pasado tantas cosas, la más relevante había sido el haberme llevado a la casa de sus padres.
Mordí mi uña.
No debía tener esos pensamientos en este momento.
Estuve ahí por treinta minutos, dándole vuelta a todo el asunto. Joe no había traído a Joelle a verme. Lo agradecía más que nada.
Salí de la cocina y los encontré sentados en el sofá.
—¿Y Jonathan? —pregunté con las manos en los bolsillos.
—Está en la habitación —respondió Joelle—. Dijo que quería descansar un poco.
—Es mejor no molestar a Jon —añadió Joe.
—Tienes razón... —susurré—. Permiso.
Fui a la cocina, llené un vaso con agua y subí las escaleras. Encontré a Jon durmiendo boca abajo con un brazo colgando desde la cama al suelo. Puse sus dedos dentro del vaso y me senté a esperar.
Había llegado la tarde, era hora de ir a trabajar.
Mañana iba a ser Royal Rumble, todos estaban hablando de ello pero en especial de Roman contra otros veintinueve luchadores incluyendo a Y2J y a La Bestia. Era injusto, ninguno de nosotros sabía lo que iba a suceder, Vince solo se lo había dicho a los que se encontraban en ese combate y por alguna razón ninguno me quería decir de que se trataba, tan solo "es una sorpresa".
La curiosidad me mataba y no quería que Roman perdiera su Título, al igual que Dean contra Owens.
En cambio, en mi ocasión no tenia posibilidades de ganar pero podría ser como Dean Ambrose con Seth Rollins, una molestia y eso no estuvo nada mal, así que acepté.
—¿Lista? —preguntó Dean, había pedido una lucha en pareja por lo que sería; Violett Hardy y Dean Ambrose contra Paige y Kevin Owens. Era algo absurdo, pero se me hizo divertido.
—Más que lista —respondí e hice sonar mi cuello a ambos lados y choque los puños con él antes de salir, saldría yo primero y luego él.
Esperé a que mi tema sonara y salí haciendo mi grito característico al principio para luego avanzar por la rampa y subir al ring.
El tema de Dean no tardó.
No le negué a mi cuerpo las ganas de bailar y lo hice, cuando él se encontró a mi lado nos hicimos unas reverencias para luego esperar al equipo contrario.
Paige apareció mostrando el Título triunfal a todo el mundo, subió al ring y gritó su frase característica en mi rostro, estuve a punto de golpearla pero Dean me sujetó. Ya no aguantaba otra presentación así que traté de soltarme de mi opresor pero fue inútil y tuve que esperar a Owens.
—¿Ahora puedo? —le sonreí sarcástica, él salió del ring y levantó las manos diciendo "Toda tuya, destrozala si quieres"—. Gracias —le dije.
Esperé a que sonara la campanilla y me dirigí a ella para botarla a la lona y golpearla a puños limpios en todo el rostro, así de simple.
Trató de zafarse.
Lo hizo rápidamente para hacerme un suplex haciendo que mi cabeza chocara contra las cuerdas. Me tomó de la pierna para llevarme al centro del ring y hacerme una llave, el referi me preguntaba si quería rendirme pero no lo hice y me estiré hasta tocar las cuerdas con uno de mis zapatos, me soltó y traté de pararme pero me tomó del brazo para hacer que corriera contra las cuerdas y efectuarme un lazo, luego otro y otro, en el cuarto lazo pasé por debajo de su brazo, se lo tomé y lo giré haciendo que se retorciera, se quejó varias veces mientras le golpeaba en esa zona hasta que se libró de mi agarre y me empujó a un esquinero, estando allí vi como me daba unas patadas en el pecho y me tomaba del brazo para hacerme la cuenta, uno... dos... levanté mi brazo, no iba a perder contra ella... otra vez.
—¡Si no puedes, dame el relevo! —me gritaba Dean desde nuestra esquina, donde hacia sonar las escaleras metalicas con su zapato.
—¡Si puedo! —me levanté con rabia y le hice un Bulldozer, luego subí a un esquinero y le hice el Missile Dropkick, la iba a tomar otra vez pero se escabulló por debajo de la tercera cuerda para ocultarse detrás del poste de un esquinero—. Por favor, ¿no puedes ser valiente y morir con dignidad? —me crucé de brazos pero ésta me sacó la lengua y fue a darle el relevo a Owens—. Y aquí viene el que se cree mas loco que Ambrose —se paró al frente de mi.
—Lo quiero a él, así que salte del ring ahora mismo —exigió.
—¿Ah, si? Y que harás, ¿te dará un "ataque de locura" y me harás un bombazo para luego verme convulsionar? mira que miedo tengo —le hice temblar mis manos en su cara.
—Salte ahora y dame lo que quiero —dio un paso más cerca—. Tal vez no pueda golpear a una mujer por reglas de moral, pero yo no tengo reglas Hardy.
—Quiero ver que te atrevas —apreté los dientes, Owens estaba pasando por mi lado pero inesperadamente me tiró el brazo en un derechazo. Esquivé y tomé su muñeca para girarla e ir con Dean para el relevo.
"¡Oh dios mio! Esto es increíble, Kevin Owens ha sido controlado por Violett Hardy... ¡es imposible!"
Se escuchó un comentarista.
—La cena esta servida —le dije a mi compañero.
—Mm... Yummy —golpeó ligeramente mi hombro, el referi vio y golpeó sus palmas para avisar que hubo un relevo. Dean subió por el esquinero y dio un salto para golpearle el hombro, se quejó.
Solté su brazo, levanté mis manos y salí por la segunda cuerda para ubicarme en el lugar de él.
Ambos comenzaron a golpearse en la cabeza, pero Owens dio el último haciendo que Dean retrocediera hasta las cuerdas, se ubicó en medio de la segunda cuerda y le aplicó un lazo al cuello haciendo que callera a la lona, no esperó ni dos segundos cuando subió por uno de los esquineros, se tomó su tiempo para que Owens recobrara la compostura y se lanzó con su codazo bionico. Uno... dos... movió el brazo, Dean trató de hacerlo otra vez pero no dio frutos, no le quedó de otra que pararse y hacerle su Dirty Deeds, estaba a punto de hacerlo pero Owens se soltó y lo tiró contra las cuerdas para hacerle su bombazo.
—¡No! —golpeé con fuerza las escaleras metálicas. Dean se libró de ese movimiento haciendo de nuevo su Dirty Deeds funcionando esta vez. Uno... dos... dos y medio. Entró Paige.
Golpeó la cabeza de Dean. No lo pensé dos veces y salté por la tercera cuerda para hacerle un Reverse Powerbomb (Alley-Oop) y sacarla del ring.
Se bajó Owens por lo cual Dean lo siguió.
Estando solo nosotras dos, le hice un Missile Dropkick y luego un Split Legged Pin, me encantaba hacer eso. Uno... dos... tres... ganamos.
Mi tema resonó por todo el Coliseo, fui por Ambrose que le había golpeado a Owens segundos después de ganar y salimos de allí con una sonrisa en los labios pero con dolores en el cuerpo. Antes de ir a backtage nos dimos una reverencia mirándonos y nos fuimos.
—Anotanos otra victoria, Mc —traté de levantar el brazo al ver a Vince, este me sonrió sarcástico como lo hacia siempre y siguió su camino—. Eso fue divertido, Ambrose.
—Deberíamos hacerlo más seguido —quitó su brazo de mis hombros y me pasó una botella con un agua—. Pero a la próxima no dejaré que te expongas ante Owens, eso me molestó y lo sabes.
—De acuerdo.
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