"Spear"
Capitulo 9.
—De acuerdo —suspiré y decidí no meterme en lo ajeno, sino, sería yo la que saliera perjudicada en todo eso—. ¿Qué pasó con Connor?
—Estamos bien, aprendió a controlar sus celos y mal genio —explicó. Pero que descarada.
—¿Sabe que saldrás con Colby?
—Claro que no, no quiero que suceda la misma situación de aquella vez —suspiró—. Menos ahora que hemos dado un nuevo paso con Colby.
—Oh, genial —le puse altavoz mientras me vestía—. Supongo que estará ocupado.
—¿Quién?
—Connor.
—Si, se quedará jugando en su computadora mientras yo voy a ver a una abuela.
—Como si fuese un niño pequeño —susurré.
—¿Ah?
—¿Qué han pensado con el bebé que quiere Connor? —cambié de tema. A pesar de todo es bien inmaduro para creer que podría ser padre. Sucedería lo siguiente: Alex da a luz, el sigue siendo el niño pequeño de los videojuegos y la madre le criaría al bebé mientras los dos hacen su vida. Ah, y Alex sigue cogiendo con los dos sin importar las enfermedades de transmisión sexual.
No debería importarme pero me afecta, porque así como él se come las babas de Connor yo me tengo que servir las de Alex y eso es desagradable.
—Cada vez le doy más plazos al asunto, hasta que ahora ya dejó de insistir —rió—. Sabes que aún no estoy lista para un compromiso tan grande al tener un bebé.
—Lo sé —respondí sin más y me peiné—.Bueno, ¿dónde te llevará Colby esta noche? —cambié de tema otra vez.
—Iremos a ver la WWE, ¿sabes lo que es?
—World Wrestling Entertainment —respondí y sonreí para mi, orgullosa.
—¿Qué?
—¿O te llevará a NXT?
—No me hables de cosas que no entiendo, Violett —fingió llorar.
—Te llevará a su trabajo —le grité—. Ignorante.
—¿Iremos a ver lucha libre? —estaba fastidiada.
—¡Por supuesto!
—Y yo creí que sería más romántico, algo entre él y yo.
—Si quieres que eso funcione, ponte en su lugar —tragué saliva, mi propio veneno mejor dicho. Le ayudaría—. Él quiere que conozcas como es su día a día, solo quiere abrirse a ti. No seas egoísta y lo desees solo para la cama.
«Porque es muy bueno para eso»
La vocesilla rió.
—Lo intentaré.
—No lo intentes, acéptalo.
—No puedo asegurarte aquello.
—Alex —amenacé.
—Está bien —cedió. Sabía que estaba rodando los ojos y estaba mintiendo—. ¿Y a ti como te va?
—Mañana es mi debut en la WWE.
—¿Qué? ¡Ay Violett que horror! —reclamó con veneno en sus palabras—. Eres femenina.
—¿Y? Eso no decidirá que deje de serlo —le reproché—. Mañana a las siete de la tarde por WWE Network —le pasé el dato—. Estará Colby, pero con el nombre de Seth Rollins.
—A veces pienso que tú lo conoces mejor que yo —rió. Así es, amiga mía, y he estado en lugares que tú has querido estar.
—No es eso, solo es cuestión de buscar en Wikipedia su carrera y ahí encontrarás lo suficiente para saber quien es él —me miré en el espejo de píes a cabeza que se encontraba pegado en la pared. Supongo que me veía bien.
—Lo tendré en cuenta, pero Wikipedia es lo más viejo que has dicho —carcajeó muy fuerte—. Ahora quien es la anciana.
—Ay, cállate —me reí—. Sé que no lo harás —me recosté en la cama—. Tú sólo quieres estar entre sus sábanas gimiendo su nombre mientras él está entre tus piernas —escupí. Eso me había hecho recordar lo ocurrido hace una hora.
—¡Ay Violett! ¡Que cosas han ciertas dices! Pero no me trates como si fuese una perra.
—A ver... —pasé el dedo por mis labios cabreada—. En la secundaria... ¿qué creías que pensaban los demás? En especial los chicos.
—Vamos, era la más popular en ese entonces —me respondió con superioridad en sus palabras—. Tú eras la retrasada.
No pude evitar reirme.
—Cariño, ellos no te veían de esa forma, te veían como una facilona porque te follabas todo lo que se movía y esas son palabras de ellos, que se transmitían por los pasillos —expliqué y me giré mirando el techo a esperar su respuesta.
—Vete a la mierda —respondió luego de un rato en silencio. Sabía que la había cagado y aún así no sentía culpa... porque fue ella quien inmortalizó el odio en mi hacía su persona. Porque a pesar de que fuese mi amiga seguía el patrón en la escuela. Seguía haciéndome el quite, ignorándome y después de salir de allí mágicamente volvimos a ser amigas. Como si nada hubiera pasado. Y tuve que tragármelo.
—¿Por qué debes ser tan cruel?
Alguien me preguntó desde un costado.
—¿Mm? —hice un sonido con la boca y me di cuenta que la llamada había finalizado. Me afirmé con los codos y miré su rostro—. ¿Me vas a estar acosando todo el tiempo?
Colby estaba sentado en la ventana.
—Sólo quería saber cual era todo ese griterio —respondió y se levantó, se veia condenadamente sexy y elegante a la vez—. Oye... —chasqueó los dedos—. Mi rostro esta aquí.
—Lo siento —me ruboricé, hace mucho no me pasaba eso. Me recosté como estaba antes pero esta vez dándole la espalda—. Ya viste que no fue nada, puedes irte.
Pasaron los segundos y tan sólo escuché un suspiro de su parte seguido de sus pisadas. Cuando caí en cuenta, se acomodó detrás de mi, depositó suavemente su mano en mi cintura, con su nariz quitó el cabello de mi cuello y dejó tiernos besos en el.
Por inercia una sonrisa se formó en mis labios y mis ojos se cerraron, lentamente fue metiendo su mano en mi camiseta y acarició mi estómago. Diría que es lo más tierno que alguna vez haya hecho.
—¿A qué se viene todo esto?
—Nada en específico —acomodó su rostro en mi cuello—. El estrés es algo serio, y el último tiempo has recibido bastante desde mi persona.
—Esto es confuso.
—No debería serlo —puso su otro brazo debajo de mi cabeza—. No todo el tiempo me gusta andar discutiendo contigo.
—¿Entonces por qué eres tan cruel? —me giré lentamente haciendo que pasara su mano a mi espalda.
—No lo entenderías —sacó el cabello de mi rostro dejándolo atrás.
—Claro que lo entendería, así me ayudaría a darme cuenta de lo que estoy haciendo mal.
—No has hecho nada malo, nena —acercó sus labios a los míos, donde los juntó lentamente disfrutando del sabor que habitaba en los mios. Aquel sonido era música para mis oídos. Su lengua inundó mi boca, provocando un ligero sentimiento en mi estómago difícil de describir.
—¿No llegarás tarde a tu cita? —mis labios soltarón de repente.
—¿Ya quieres que me vaya?
—No, claro que no. Porque cuando se vaya el verdadero Colby, ya no se cuando lo volveré a ver.
—Volverá mas seguido, eso te lo aseguro —me besó y mordió mi labio—. Eres... —dejó las palabras al aire cuando su celular comenzó a sonar—. Hola —contestó acariciando mi espalda hasta mis glúteos—. Bueno, voy en un rato... ¿No puede esperar?... pero el tráfico esta congestionado, entiéndeme —suspiró limpiando sus labios, estos tenían el color de mi labial—. No te preocupes... no, no te sientas culpable. Adiós —colgó.
—¿Alex?
—Se siente sensible.
—Soy una mala persona —bajé la cabeza chocandola contra su pecho—. No debí haberle dicho nada.
—¿Qué le has dicho?
—Que sólo quiere estar en tu cama —eso me causó vergüenza, pero él solo dio una risa divertido.
—No quieres que nadie este en tu lugar ¿eh? —levantó mi rostro.
—N-No, y-yo... —bufé—. Es que, no la conoces realmente como lo hago yo.
—Violett —tragó saliva. Aquí se venía lo importante—. Sé que tipo de chica es, nos conocimos hace un año y tal vez no se acuerde de mi —explicó. Yo iba a hablar, pero él prosiguió—. Tal vez no sea como tú pero eso no quiere decir que sea mala persona.
—De acuerdo.
—No ocupará tu lugar.
—No estés tan seguro, porque puede salirte el tiro por la culata.
—Esta vez estoy muy seguro que no pasará —apretó nuestros cuerpos.
—Y por esta vez... te haré caso —mis ojos se fueron cerrando, estaba cansada. Hasta un bostezo se me escapó, pude sentir su dulce risa y sus brazos rodeandome por completa.
—Me encanta tu aroma —besó mi frente.
—Y a mi tu trasero —dije entremedio de su ropa, sentí como su pecho subía y bajaba dulcemente, hasta que perdí el conocimiento.
Me desperté con las dulces y suaves melodía del Heavy Metal preveniente de la casa continua, tenía una sonrisa tan grande de la felicidad que me daban ganas de darle un beso, en la mejilla... con una silla.
A duras penas me dirigí al baño y tomé una corta ducha solo para desvanecer el sueño de mis ojos. Cuando salí, me cambié y bajé a desayunar algo. Encendí el televisor y estaban pasando Main Event de la semana pasada así que la dejé ahí mientras comía mi leche con cereal. Aún no podía deducir lo que había pasado el día de ayer, le daba miles de vueltas pero no le encontraba una razón lógica solo que era bipolar.
Giré mi cabeza para ambos lados y traté de desviar esos pensamientos para concentrarme en la lucha. De un momento a otro la melodia The Truth Reigns invadió mis oídos, creí que había llegado Romie en la pantalla pero simplemente era mi celular desde la mesa de centro. Lo tomé y leí el mensaje.
De: Jon Bebé.
"Buenos días, ¿como te encuentras para el evento de esta noche?"
Con esas simples palabras hizo que mi estomago se contrajera y se me quitara el hambre. Le iba a responder pero sonó de nuevo.
De: Jon Bebé.
"¿Qué te parece si seguimos entrenando? Digo, para estar seguro de tus capacidades físicas."
Ahora si le respondí.
Para: Jon Bebé.
"No busques excusas para poder pasar el día juntos, sabes que no podría decirte que no si me lo pidieras. Te veo en la empesa"
Sonreí mordiendo mi labio, subí corriendo las escaleras y arreglé el bolso de trabajo. Hacía bastante calor por lo que opté por unos jeans rotos hasta medio tobillo, con unas zapatillas y una camiseta de Bring me the horizon. Tomé mi celular, los audifonos y las llaves para salir de casa y caminar hasta la WWE, era un camino largo pero de alguna forma me gustaba caminar.
No pasaron ni cinco minutos cuando un auto se niveló a mi caminar y empezó a hacer ruidos con la bocina, supuse que no era para mi y seguí caminando con los audifonos en cada oreja.
Pero alguien se bajó, me dio vuelta y sin previo aviso besó mis labios. Al saber de que labios se trataban, mis ojos se cerraron.
—¿Qué haces por aquí? —tomé su mejilla y miré sus hermosos ojos.
—Sabía que te quedaba lejos el coliseo, así que fui por ti pero no estabas y te encontré en el camino —tomó mi cintura.
—¿No podías esperar media hora? —arqué una ceja con una sonrisa.
—¿Tengo cara de ser paciente?
—Noup —le sonreí y subimos al auto.
La trayectoria fue corta y con un silencio cómodo, extrañaba tanto esa sensación al estar con alguien a quien le importaba yo y no solo mi cuerpo o lo que podía darle. Lo necesitaba, y mucho.
Estacionó el vehículo y se bajó dirigiéndose a mi puerta, ese simple gesto hizo que se me subiera el animo y las ganas de firmar ya el contrato para verlo cada día de la semana, junto a Joe.
—¿En qué tanto piensas? —me miró divertido ayudándome a llevar mi bolso.
—Nada importante —le sonreí y nos pusimos a caminar hasta la entrada. Suavemente tomó mi mano entrelazando nuestros dedos, el estacionamiento era grande así que lo dejé.
No es por avergonzarme de él, sino que hace poco salió de la relación con Renee y si llegaramos así la gente pensaría que la dejó por mi. Quedaría como una maldita basura a la cual pueden tratarla como quieran.
—Hey... —reí. Jon había atrapado mis labios entre los suyos y me tomaba de la espalda contra su cuerpo, como me encantan sus manos, la contextura de su cuerpo, el aroma que emanaba de él, me encantaba todo... absolutamente todo de él. Y sobretodo que sea impulsivo y sepa lo que quiere conmigo.
—Creí que así reaccionarías —sonrió mostrando sus hoyuelos—. Espero que no estés así en SmackDown esta noche.
—No pasará —negué con la cabeza segura de mis palabras.
—Así se dice.
—Como me fascina que me hagas sentir segura —susurré para mi.
—Siempre lo haré.
Luego de eso, cruzamos la entrada y nos dirigimos al lugar donde le gustaba entrenar a Jon. Fui a cambiarme de atuendo y salí rápidamente.
Esta vez solo íbamos a practicar golpes al saco de boxeo, tenía muy poca fuerza en los brazos y eso no era bueno. Jon me prestó un par de sus vendas, las blancas, y me las acomodó como si fuese una niña chiquita.
Los primeros golpes eran los más difíciles, era casi imposible mover ese objeto inerte. Por más fuerte que trataba de darle no lo movía, pero si podía moverme a mi.
—¡Oigan, no se rían! —regañé a Roman y a Dean que se encontraban sentados a un costado platicando.
—No lo hacemos, niña tonta —me respondió Roman con una sonrisa. Si, si lo hacían.
Simplemente refunfuñé y con esa poquita rabia que se me había acumulado lo golpeé estremeciendo aquel objeto tan despacio que no se lograba ver. Esta será una mañana difícil.
Horas después..
—Estoy cansada Dean ¡ya basta! —me recosté en el suelo.
—¿Esperas que la dama aquí presente llegué cansada a su entrada esta noche? Porque se la comerán viva, si eso querías.
Roman me defendió.
—Yo saldría por ella —respondió sin más.
—Lo mismo haría yo, pero estaríamos rompiendo el libreto y nos costaría caro.
—¿Tengo cara de que me importa aquel maldito libreto? —levantó una ceja cruzandose de brazos.
—Sé que no pero debe de importarte o... —pensó—. ¿Qué harás si te despiden?
—Si es por haber hecho una buena acción, no me arrepentiría de nada y ellos lo sabrían, tanto así que cambiarían todo mi libreto porque les estoy dando drama —me miró, no pude evitar desviar la mirada. Mis mejillas ardian como un demonio. Era inteligente y eso me mataba.
—Ya basta —hablé—. Dejen de discutir por mi culpa, no me lo merezco —me paré—. Seguiré entrenando, ya me siento mejor —caminé hasta entrar al cuadrilátero, me miraron confundidos. Solo le hice una seña a Roman.
—¿Estás segura de esto? —me miró incrédulo.
—Por qué estoy aquí entonces —me dirigí a una esquina a esperar que entrara.
—Es una desventaja enorme —se quitó el chaleco y se dirigió a subir. Estaba usando un short y una camiseta sin mangas, se veía bien.
—¿Crees que eso me importa? —lo miré en cada paso que daba, como si asechara a mi presa, hasta encontrarse al frente de mi. Sin pensarlo dos veces, dí un grito de guerra y me lancé a él con intenciones de hacerle una lanza, y salió de maravilla porque estaba desprevenido. No le dio tiempo para sacar fuerza.
Dean me miraba con una cara de asombro y a la vez orgullo, tomé la pierna de Roman y Dean hizo la cuenta desde un costado. Mientras él hacía un gesto con las manos de "¿hablas en serio?"
—Y la ganadora por un perfecto Spear es... ¡Violett Hardy! —levantó mi brazo cuando bajé a su lado. Reí, pero volví a ver a Roman y me senté como indio a su lado.
—¿Cómo hiciste eso? —me miró tomándose el estómago.
—Con práctica —di varios golpecitos a su brazo, era muy suave—. Todo está en el impulso.
—Eres observadora —rió—. Me sorprende que lo hayas adivinado.
—Me costó, porque Charlotte lo hace de otra forma —hice una mueca—. Aunque me dio celos que ella lo hiciera como tú.
—Cariño, solo es un movimiento —acarició mi brazo esta vez.
—Solo quiero hacerlo yo.
—Vale, es tuyo —rodó los ojos divertido—. Luego te enseñaré el derechazo.
—Gracias —parecía niña pequeña. Él solo me sonrió con ternura—. ¡Ah! Te tengo una cosilla —revisé mis bolsillos, pero no estaba mi celular—. ¡Dean! —lo llamé, no se encontraba en la sala.
—¿Dime?
—¿Podrías pasarme mi celular?
—Ahí te va —lo sacó de su bolsillo y lo tiró por encima de las cuerdas, tuve que dejarme caer de espaldas para poder atajarlo.
—Gracias.
Busqué la foto que me había tomado con Randy.
—Prepárate para tu regalo —se la mostré.
—¿Qué? —se había quedado impactado—. Esto no es verdad —se sentó.
—Si lo es —sonreí—. Dean tiene listo tu regalo de perdedor —besé su mejilla.
—Eres mala.
—Eso le pasa por apostar, amigo mio.
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