Soy tuyo.
Capitulo 56.
Realmente aquella noche había sido imposible dormir con tantas preocupaciones, tuve que contarle a Matt de lo sucedido y lo tomó peor de lo que yo pensaba. Al principio me inculpó y trato de golpearme, pero cuando aclaré su mente, hizo lo mismo que yo... se desahogó en el hombro de alguien más. Estaba muy afectado con toda la información, me pidió que me marchara y que mañana platicaríamos mejor.
Con mucho dolor lo dejé, pero sabía que tampoco lograría tener una buena noche como yo.
Mis manos se estiraban al otro lado de la cama como si ella estuviese allí, pero rápidamente me daba cuenta que no era así y mis lágrimas bajaban por mis mejillas y humedecían la almohada. Dormir con un corazón roto era la peor sensación que se puede experimentar en la vida. La necesitaba, la necesitaba muchísimo, su ausencia era notoria y aunque tratara de fingir que todo estaba bien, mi sonrisa dejaba de existir dejando expuesta mi tristeza.
—Kevin, ven aquí muchacho —susurré haciendo un ruido con mis labios, este no tardó en parecer y lamió mi rostro—. Tranquilo, estoy bien —le acaricié el cabello y éste se calmó recostándose muy cerca de mi cuerpo.
Me levanté a duras penas de esa fría cama que al igual que yo, extrañaba a esa chispa que hacía especial esa mañana, o mejor dicho, todas las mañanas.
Yo podía estar tranquilo al no tenerla sobre mi cama, porque sabía, sabia que si la quería ver podía cruzar el césped y encontrarme con esa hermosa sonrisa que alegraba hasta el día más triste que cualquier ser humano podía vivir. Pero ahora era imposible.
—Ya basta —amarré mi cabello y fui directo al baño para tomar una ducha. Necesitaba despejar mi cabeza de todo lo sucedido ayer, hoy era un nuevo día lleno de oportunidades y esperanzas, no me echaría a morir sin antes haber luchado.
Al salir, me vestí con la misma ropa de ayer, hallando el dinero que me había conseguido por parte de Ziggler. Lo apreté entre mis dedos y lo iba a botar al suelo, pero luego lo pensé mejor y aunque Violett no estuviera conmigo le iba a comprar el anillo. Eso mantendría mis esperanzas de que ella podría despertar en cualquier momento.
Arreglé mis cosas y al recordar que mi auto no se encontraba en casa, le fui a pedir las llaves del auto de Violett a Matt, prácticamente era mío.
Por muy descarado que sonara, en el auto de Violett se sentía su carisma y alegría que tanto necesitaba para superar el día a día de lo que sería esta agonía interminable.
—¿No quieres que te acompañe? —preguntó él.
—Iré a mi trabajo, no creo que te interese —miré las llaves—. Vendré por ti cuando vaya al Hospital, ¿de acuerdo?
—No hay problema —me abrazó—. Se fuerte.
—Igual tú —le sonreí de lado y tomé el auto de Violett. Como lo había dicho, éste tenía todo lo que Violett era. Tenía su personalidad completamente, podía sentirlo en el aire aunque mi mente me jugara en contra y escuchara su dulce risa.
Encendí el motor y salí de allí en busca de una joyería, recordaba que hacia un par de meses se había instalado una al lado del gimnasio que solía ir. No lo pensé dos veces y fui allí sin distraerme con nada.
Al pasar por la puerta, ésta sonó avisando que había llegado un cliente y en este caso era yo.
—¿Se le ofrece algo? —preguntó el hombre al otro lado del mostrador.
—Quisiera ver los anillos, si no le molesta —miré los que tenía.
—Pase por aquí —se dirigió a otra repisa de cristal, lo seguí y en ella se encontraba todo tipo de anillos—. ¿Busca algo en especial?
—Mm... —llevé el dedo índice a mis labios mirándolos—. Estoy buscando algo único, algo hermoso pero a la vez no tan tosco para la vista humana. Algo que diga "mírenme, pero no tanto". Algo que represente la inocencia femenina —lo miré a los ojos.
—Sé lo que busca —sonrió maravillado y se giró para sacar una cajita negra—. Esto le gustará —la abrió y en esta se encontraba un hermoso diamante color Violeta, no tan grande pero a la vez no tan pequeño, tenía una forma de brillar tan especial que me hacía pensar en ella, al igual que el color.
—Me lo llevo —dije seguro de mi decisión. El hombre asintió y volvió a cerrar la caja para meterla en una bolsita de su tamaño, le pagué y salí de allí conforme con la compra que había hecho. Volví a subir al auto, cada vez que lo hacia el dulce aroma de Violett hacia rehén mis fosas nasales. Respiré profundo y apretando el acelerador fui a mi trabajo.
Al llegar allí, Triple H me esperaba serio o intentaba hacer una mueca, no lo entendía aún.
—¿Qué sucede? —pregunté al pararme al frente de él.
—Llegas tarde y tus ojos están hinchados, ¿está todo bien en casa? —puso una mano sobre mi hombro.
—Si, no sucede nada —le sonreí de lado y seguí mi camino, aquella mano en mi hombro me detuvo.
—Seth yo... —rascó su nuca—. Me enteré de la situación de Violett.
—Eso es bueno —asentí con la cabeza y seguí mi camino, no necesitaba darle mas información de la que él ya sabía.
Me dirigí a hacer mi trabajo como cualquier otro día y esperé a que me tocara salir, lo único que quería hacer era salir de aquí e ir a verla. Era lo único en lo que pensaba mi cabeza.
—¿Cómo estás? —apareció Dean.
—Bien —le sonreí de lado y comencé a calentar mi cuerpo.
—No se porque hago esa pregunta, si esta claro que me mentirás —se sentó.
—Tú lo has dicho.
—¿Iras a verla hoy?
—Cada día de mi asquerosa vida, hasta que logre verla abrir los ojos otra vez.
—Ese es el Seth que yo solía conocer —sonrió—. No se rendía por nada.
—Y no me rendiré ahora.
—¿Te molesta si te grabo cada vez que vas a verla?
—No, claro que no —me encogí de hombros—. ¿Cuál es la idea?
—Si luego Violett no quiere saber nada de ti, salvaré tu pellejo y le mostraré la cinta.
—Muy astuto —sonreí ligeramente, necesitaba algo de alegría a mi día—. ¿Me acompañarás cada día que vaya?
—No te dejaré solo en esto, Seth.
—Gracias —lo dije de corazón.
—No me lo agradecerás cuando te deje como estampa esta noche allá afuera —apuntó a la salida al público.
—No te confíes —advertí con algo de diversión.
—No, tú no te confíes —me dejó solo entrenando. Seguí con lo mío, como era de costumbre y luego me tocó salir, no me quejé y simplemente luché con Ambrose, pero al parecer la sorpresa me la iba a llevar yo, porque efectivamente, él me ganó.
Me regaló una sonrisa y sin pensarlo, me estiró la mano en son de paz, no se la tomé y tan solo le sonreí golpeando su hombro, él sonrió y recibió mi gesto.
Salí de allí, ordené las pocas cosas que había traído y esperé a Dean para irnos, él me interceptó justo cuando iba a cruzar la puerta y fuimos al estacionamiento.
—Es el auto de Violett ¿verdad? —preguntó al subir en el asiento y aspirar profundo—. Tiene su personalidad.
—Eso me mantiene vivo —lo encendí y salí del lugar—. Iré a buscar a Matt, luego iremos a verla.
—¿Quién es Matt?
—¿No te lo dijo Reigns?
—No que yo sepa, o al menos que recuerde —frunció el ceño.
—Es el chico que cuida a Violett, o bueno... lo hacía —cambié de marcha—. Es como su hermano, lo verás cuando lleguemos a su casa.
—Vale —bajó la ventana. Toqué el botón para escuchar la música que tenia Violett y no fue bueno, eran más románticas que de costumbre—. Apaga eso por favor.
—Tienes razón —volví a tocar el botón y las voces se callaron. Era mejor estar en silencio.
—Gracias —suspiró.
El camino era mejor compartirlo en silencio, eso fue mas cómodo y tranquilizante. Ambrose decía algunos chistes, de vez en cuando le gustaba hacerlo aunque no todos fuesen graciosos, pero servía para un camino como este.
Al llegar allí, estacioné afuera y le pedí que esperara mientras yo iba por Matt, me hizo caso y se quedó en silencio. Me acerqué a la puerta y rápidamente abrió Matt.
—Hey amigo, vine a buscarte —le sonreí de lado—. Es hora de ir a verla.
—De acuerdo —sonrió y tomó las llaves que se encontraban sobre el televisor, luego salió y cerró la puerta. Volví con Dean mientras Matt subía atrás, pero Dean lo miraba extrañado—. Que hay Dean —dijo Matt.
—¡Ya me acordé de ti! —este se giró y chocó sus puños con él.
—Que tienes mala memoria —río.
—El trabajo —le siguió el juego—. Cuando llegues a mi edad lo entenderás.
—No, yo hago puzles. —carcajeó—. Mi memoria seguirá intacta.
—No estés tan seguro muchacho.
—No te comportes como un viejo que aún te quedan años.
—Gracias —le hizo un gesto con el dedo. Y así siguió la charla, yo solo trataba de ser invisible y llegar pronto.
Cuando llegamos, ellos bajaron pero esta vez sus rostros estaban serios y en silencio. Le pregunté a la muchacha que veníamos a ver a Violett y ella nos dejó pasar con una sonrisa, como si la situación fuese tan buena.
—Tú primero —le dije a Matt alentándolo a pasar.
—¿Seguro?
—Eres el único que no la ha visto de nosotros tres —me encogí de hombros, él asintió y a pasos lentos se acercó a la sala. Dean y yo nos quedamos sentados en las sillas incómodas que no dejaban de existir en este maldito lugar—. ¿Crees que despierte? —de mis labios fluyó aquella pregunta sin antes haberla pensando bien.
—¿Cómo diablos puedes preguntarte eso por un segundo? Claro que lo hará, ella es fuerte, ha superado cosas peores, ella volverá porque aunque haya terminado aquí por tu culpa... ella te necesita —me miró a los ojos—. Ella te ama, y eso podía verlo en su mirada.
—Lo siento, solo... fue un impulso de querer preguntarlo —me apoyé en él.
—No lo preguntes nunca más —me abrazó—. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —asentí con la cabeza, pero él besó mi frente y luego apoyó su mejilla en ella. Nos quedamos así por un largo tiempo, el tiempo que se tomaba Matt en conversar con ella o hacerle las caricias que tanto le había querido dar desde ayer.
Los minutos pasaron y en alguno de ellos salió Matt ocultando que había llorado, pero sus ojos lo delataban al estar rojos. Se acercó a mi y me abrazó con mucha fuerza, con toda la rabia y tristeza que había estado ocultando desde que le conté lo sucedido.
—Llamaré a Alex —anunció, solo asentí y Matt desapareció del lugar. Dean me hizo señas de que pasáramos, le hice caso y sin palabras nos sentamos a cada lado de ella. Era tan hermosa, aún con esas heridas en su piel.
De mis bolsillos saqué un paño y algo de alcohol, Dean me miró raro pero luego en que veía que le limpiaba la cortadura del labio sacó su celular y dirigió su cámara hacia mi, traté de no mirarlo y hacer lo mío aunque me sentí cohibido, eso no era bueno.
—Continua, ignórame —había notado mi vergüenza. Sonreí sin mirarlo y me dediqué a mirar a la hermosa mujer que se encontraba al frente de mi. Seguí limpiándole, como ella había limpiado alguna vez mis heridas, eso me hizo recordar el primer día, cuando limpió mi labio luego del conflicto con Alex. Violett se ofreció a ayudarme sin esperar nada a cambio, yo sabía como era Alex al igual que ella, pero de alguna manera se había sentido culpable por algo que no tuvo nada que ver. Verla así aquel día hizo que mi cabeza se dijera "Ella es para mi" y poco a poco se fue haciendo realidad sin darme cuenta, ella se convirtió en todo para mi, absolutamente todo.
—Sé que ha pasado un día, pero no sabes cuanto te extraño —acaricié su mejilla—. Te extraño muchísimo —mis ojos se cristalizaron—. Me duele tener que verte así... —y bajaron las lágrimas, solo pude cubrir mi rostro en su delgado cuerpo y desahogarme en silencio, pensando a gritos lo mucho que la necesitaba.
—¿Se puede? —escuché la voz de Alex tocar la puerta—. Oh dios mío —se cubrió los labios al ver a Violett. Me levanté de mi puesto y la dejé acercarse, esta besó mi mejilla y se acercó a ella, pero en ningún momento soltó una lágrima, no sabía si había sido porque el maquillaje se le iba a correr o porque no le dolía en lo absoluto.
Luego se volvió a acercar a mi y me abrazó, pero no ayudándome a superar esto, sino que algo así como si me deseara, no era que me creyera irresistible pero así lo sentía, provocando que me alejara muy rápido de ella.
—Todo estará bien, Colby. —me sonrió.
—Eso espero —le dije cortante y volví a mi puesto tomando la mano de Violett. No entendía que le pasaba, o tal vez si, y lo que deducía era que quería un revolcón con un despechado.
—¿Me acompañas un segundo? —me volvió a hablar.
—¿Qué necesitas?
—No se donde quedan los baños —dijo inocente.
—Dean, ¿le mostrarías? —lo miré.
—No se donde están —se encogió se hombros.
—De acuerdo —suspiré y a duras penas solté la manito de Violett, pero antes le di un beso—. No tardo —le susurré.
—No te escuchará —Alex hizo una mueca—. Pero vale intentarlo.
—Como sea —salí del cuarto seguido de Alex, sin hablar la llevé hasta los baños de damas—. Aquí est... —no me dejó terminar cuando jaló de mi camiseta y me metió al baño con ella.
—Vamos Colb, ven aquí —tomó mis manos con fuerza y las pasó debajo de su blusa, no traía sujetador.
—¿Qué haces? —fruncí el ceño y quité mis manos de allí, tal vez las de Violett fuesen más pequeñas pero eran las únicas que quería tocar.
—Dándote lo que necesitas —se acercó a mi y pasó sus manos por mi cuerpo pero debajo de mi camiseta.
—Yo no necesito nada —la alejé de mi bruscamente—. Tu necesitas a Nick, pero que te de una buena cogida —traté de salir del baño, pero no me dejó tocar la perilla. Su cuerpo se pegó al mío como lapa.
—No, yo te amo —me sonrió—. Tu cuerpo esta hecho para mi, al igual que el mío para ti.
—Estas loca, eso se llama obsesión —la alejé de mi cuerpo, ya no la quería conmigo—. A la única persona que estoy dispuesto a entregarme en cuerpo y alma es a Violett.
—Violett, siempre es Violett —se quejó alejándose de mi—. Si no hubiera sido por ese accidente, a ti no te importaría y te hubieras acostado conmigo... yo me acosté primero contigo.
—No soy un pedazo de carne Alex, no puedes tratarme como si fuese un objeto —me enojé—. Soy una persona como todos los demás, merezco respeto y si no me quedé contigo fue porque sabía como eras —abrí la puerta—. Y me acosté primero con Violett, pero no fue algo como lo que tuve contigo, con ella fue real y con amor —me fui. Estaba más loca que una cabra, no sabía como Nick lograba soportar esa voz chillona que le hablaba cada día desde que despierta hasta que se duerme, yo me volvería loco a la primera semana.
Cuando volví al cuarto, se encontraba Nick conversando con Dean, hablando del Rey de Roma.
—Hey Colby —me miró—. ¿No has visto a Alie?
—¿Disculpa? —pestañé varias veces—. Oh, Alex... —sonreí con ironía—. Le dije donde estaba el baño.
—Gracias —salió del cuarto, luego pude dejar de fingir esa sonrisa y suspirar.
—¿Qué te sucedió allá? —preguntó Dean frunciendo el ceño pero a la vez con una sonrisa divertida.
—Solo malos recuerdos —hice como si me hubiera dado escalofríos, a lo que él río—. Solo soy tuyo —le sonreí a Violett.
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