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¿Se te ofrece algo?

Capitulo 49.

Al llegar a casa, lo primero que hice fue tirar mi mochila a uno de los sofás y sentarme en el más grande, estaba agotada y mis piernas, ni hablar de ellas.

—¿Me traes mis pantuflas?

—Claro, ¿dónde están?

—Debajo de la cama.

—No tardo.
Subió las escaleras trotando, en eso encendí el televisor y vi el canal en cual se encontraba, estaban dando Batman. Fruncí el ceño, al parecer Matt estaba viéndola porque ya estaba por la mitad.
—Aquí están —habló mientras bajaba las escaleras.

—Estabas viendo Batman, ¿eh? —le sonreí, Matt se sonrojó—. No me la grabaste.

—Estabas trabajando —sacó mis botas y hundió mis pies en las suaves pantuflas.

—Pero aún así.

—Si quieres te compró la trilogía —ofreció.
Se sentó a mi lado y pasó un brazo por mi cuello.

—Gracias —me apoyé en él y seguimos viendo lo que quedaba de película.

—¿Sabes? —susurró en mi oído—. Encontré algo debajo de tu cama.

—¿Qué? —lo miré sin entender, mi corazón se aceleró.

—Unos boxers.

—Diablos —susurré ocultando mi rostro entre mis manos.

—Y supe que no eran tuyos, porque eran más grandes y los tuyos son de otra marca.

—Espera, ¿cómo sabes eso? —le pregunté sintiendo mi cara arder mucho más.

—Porque cuando te pones calzas o algunos shorts siempre se te nota el elástico —rió y me cubrió con sus brazos. Oculté mi rostro en su cuello. ¿Debía preocuparme? ¿Lo debería ver como una amenaza?

—Pero aún quiero saber de quien es... —besó mi cien—. Apuesto que es del vecino, porque él tiene cara de usarlos —sacó sus conclusiones.

—¿Qué sucede contigo? —reí y lo miré a escasos centímetros de su rostro—. Como si anduvieras por la vida viendo la cara de las personas y adivinando que ropa interior usan.

—Como puedes creer eso —rió—. No creí que anduvieras con otros hombres, solo me has contado de él —apuntó hacia atrás, en dirección a la casa de Lopez.

—Mi vida amorosa es bastante reducida, no te diré nada —negué con la cabeza—. Solo te diré lo que buscas, dime de que marca es.

—Calvin Klein.

—Si, es de él —me acomodé en su pecho para seguir viendo la película. Matt rió e hizo lo mismo, hasta que mis tripas sonaron, ahí fue cuando se levantó de su puesto en busca de por algo para comer. La sorpresa que me tenía era que había comprado pie de limón.

—¿Por qué aún lo odias? —me miró.

—¿Mm?

—Al vecino —me limpió la mejilla—. Me contaste que fue por la forma en que tomó tu confesión, pero tú sabías que eso pasaría, ¿por qué el enojo?

—No lo sé, tal vez pensé que él reaccionaría diferente y me correspondería como en las películas —expliqué moviendo las manos y entornando los ojos por lo ridículo de mi pensamiento.

—Siento que eso no es todo —achicó los ojos.

—Bueno... —dejé de comer—. Tal vez porque tuve una leve esperanza que fuese él quien aparecería por aquella puerta el día en que Alex me rescató y al ver que no era él... tal vez mi corazón se llenó de una ira innecesaria hacia su persona.

—Y ahí esta la verdadera razón —respondió satisfecho—. ¿Por qué no lo platican?

—Oh, no casanova —me alejé un poco—. Hoy se comportó como un maldito idiota.

—Tal vez porque no lo escuchabas.

—No lo defiendas, no todos son como tú—hablé con seriedad—. Y sabes que... no confío en las personas tan fácilmente como lo hacia antes.

—Lo siento.
De un movimiento rápido me cargó sobre él y me abrazó. Entre él y yo no sentíamos nada al juntar nuestros cuerpos.

—Sabes que por ahora solo confío en ti —lo miré—. No me pidas más de lo que puedo dar.

—¿Quieres que hable con él? —dejó descansar sus manos en mi cintura.

—Pensará que no puedo hablar yo sola.

—Entonces déjame hablar con él, pero no porque tú me lo pides, sino para saber con tipo de hombre voy a tener que convivir al estar aquí —sonrió.

—Estoy segura que te odiará —reí—. O se negará a hablarte, o te mirará con indiferencia —enumeré.

—Si que lo conoces.

—No estuve solo una semana con él, fueron meses Matt. Muchos meses.

—Le invitaré una cerveza y ya estará.

—Suerte, te lo digo de antemano —besé su nariz—. Iré a dormir, estoy cansada —me bajé de sus brazos y tomé mis botas para subir las escaleras.

—Apagaré las luces y subiré —avisó tomando el plato que había pie de limón y se fue a la cocina.

Caminé por el pasillo hasta llegar a mi cuarto, la ventana estaba abierta lo cual se me hizo raro. Con temor la cerre, sabiendo que si me giraba, aquel individuo se encontraría mirandome, pero al hacerlo no se encontraba nadie. Me sentí aliviada.

—Matt, ¿tu abriste mi ventana? —le pregunté al momento que pasaba por el pasillo.

—Si, había un aire viciado así que lo deje salir —mostró su cabeza por la puerta.

—Gracias —suspiré y cerré las cortinas—. Buenas noches.

—Buenas noches —me sonrió y siguió su camino. Cerré la puerta y me cambié de ropa para por fin dormir.








A la mañana siguiente..

¡Ya basta por favor! ¡me lástimas! lloré desconsoladamente, otra noche y volvia a ser sumisa de la misma desagradable acción.

—Vamos, lo estas pasando bien —rió abofeteándome—. ¡Antes me pedías más! ¡Hazlo ahora!

—¡No! —traté de librar mis manos, pero era imposible. De un momento a otro no pude escuchar mi voz, tan solo su risa a nivel que comenzaba a sangrar los oídos al igual que todo mi cuerpo. Andy cambió de hacer lo que hacia a estar estrangulándome, sin dejarme respirar.

—¡Detente! —escuché mi voz al fin, pero esta vez estaba en mi cama y mi rostro sudaba.

—¡Violett! —Matt entró corriendo al cuarto.

—¡Matt! —lo abracé al acercarse a mi—. Él... él me violó —lloré en sus brazos, era lo único que podía decir, estaba atormentada.

—Ya estoy aquí —sobó mi espalda—. Solo fue una pesadilla, todo... todo está bien —suspiró y quitó el cabello de mi rostro. Su voz había sonado cortada.

—Él me violó —volví a repetir derramando más lágrimas.

—Estoy aquí ¿de acuerdo? —me miró a los ojos y limpió mis lagrimas. Sus ojos brillaban—. Él no te atormentará nunca más.

—Pero si en mis sueños —apreté sus manos.

—Me quedaré aquí, ¿bien? M-me quedaré aquí —abrió las mantas de mi cama y se acostó en el lado vacío. Luego me hizo volver a acostar, me apoyé sobre su pecho y éste me abrazó con mucho cariño—. Estoy aquí para cuidarte —besó mi frente.

—Gracias —susurré juntando mis pies con los suyos. Él solo me respondió acariciando mi espalda.

No pude volver a reconciliar el sueño, ya no podía, me daba miedo cerrar los ojos y volver a encontrarme con esa hipócrita y asquerosa sonrisa riéndose de mi desgracia. Ya no.

Me quedé en silencio y disfruté de la compañía de Matt en la cama, su pecho se movía en un ritmo agradable y sus manos me sujetaban como si nunca quisiera soltarme, como si fuese su bien más preciado.

—Matt, ya no puedo —restregué mis ojos en su pecho, luego lo miré.

—Son las ocho de la mañana, debes dormir más —me miró.

—No puedo —insistí.

—Te cantaré un poco.
Cerró los ojos y se concentró.
«My secrets are buried now. From my heart and my bones catch a fever... When it cuts you up this deep, it's hard to find a way to breathe.» —susurró la primera estrofa de "Sleepwalking", Bring Me The Horizon

—«Your eyes are swallowing me. Mirrors start to whisper. Shadows start to see. My skin's smothering me... Help me find a way to breathe.» —lo seguí, pero solo para que supiera que me la sabía, luego lo dejé cantando solo. No tenía una voz perfecta, pero lo era para mi y eso me ayudó a dormir otra vez.






Volví a despertar y Matt seguía a mi lado, pero esta vez estaba de lado mirándome al igual que yo. Una de sus manos la pasó por debajo de mi cabeza y la otra abrazándome por la cintura.

—Matt, tengo calor —susurré, mi voz estaba ronca.

—Solo un poco más —me juntó más a su cuerpo.

—Estás sudado —dije al pasar mi mano por debajo de su camiseta.

—No importa, ahora silencio quiero dormir.

—Vale —me acomodé en su pecho. De alguna manera esto me hacía recordar a Colby, no negaré que extrañaba cada momento en que se ponía cariñoso y llegaba a un nivel de fastidiarme. Era un maldito idiota, pero un maldito idiota que me hizo divertir cuando menos lo esperaba, él hizo que encontrara nuevos sentimientos que no sabía que existían en mi. Y aunque suene absurdo... fue el dueño de mi virginidad. ¿Cómo olvidar eso?

Tal vez, debía darle una oportunidad después de todo. Olvidar lo sucedido y comenzar de nuevo, pero no como antes.

—Veamos que hora es...
Matt habló de repente, estirando su cuerpo por encima del mio para tomar el celular.
—Las diez —se respondió e hizo una mueca—. Bien, arriba.

—¿Arriba? —fruncí el ceño.

—No seas mal pensada —besó mi frente—. A levantarse.

—Lo siento —reí—. Lo aprendí de... —de repente me dí cuenta que iba a decir el nombre de Colby—. Mentira, de nadie —le sonreí falsamente, luego me levanté al igual que Matt.

Él salió del cuarto y me dejó sola, estaba sudada así que me quité la camiseta y fui a abrir las cortinas, pero al hacerlo vi a Colby en boxers.

Abrí la ventana y fingí como si no lo hubiera visto mientras me apoyaba en el balcón, me estiré y miré todo el lugar, podía sentir su mirada perforándome. Luego de varios segundos más, me giré para entrar pero aún de espaldas desabroché mi sujetador y lo saqué por mis brazos.

—A ver que le parece eso —mordí mi labio y entré al baño para tomar una ducha. Sabía que odiaría a Matt después de eso, pero si su charla terminaba mal, tendria que arreglar las cosas.

Tomé mi ducha, tranquilizó y estabilizó todo mi cuerpo de todo estrés y miedo del que anteriormente había sentido, había vuelto a ser yo.

Al salir, tomé mi toalla y la enrollé por mi cuerpo para así poder buscar algo de ropa, opté por algo básico y amarré mi cabello en una coleta. Salí del cuarto en dirección a la cocina.
Me prepare algo de leche con cereal y me senté a desayunar.

—¿Cómo te sientes? —pregunté y puso a hervir agua.

—Mejor.

—Que bueno.

—Lo siento por el mal rato que te hice pasar, al momento en que grité.

—No tienes porque disculparte, eso me avisó que estabas mal y pude ayudarte. Ese es mi deber.

—No lo trates como un trabajo, porque no estoy enferma.

—No lo hago, porque eso es lo que quiero hacer... cuidarte, sin tener que recibir dinero a cambio. Es lo mínimo que puedo hacer después de haber trabajado con el que te hizo daño —se preparó café—. ¿Me entiendes?

—Si, por supuesto.

—Entonces no tienes porque disculparte de algo que aún te duele y te afecta —se volvió a sentar a mi lado.

—Es que... es la costumbre —me encogí de hombros. Luego se hizo el silencio, no fue incomodo pero sentía que faltaba algo de que hablar.

—Te parece si... ¿voy a hablar con el vecino?

—Emocionado, ¿eh?

—Es mejor ir en la mañana, es un mejor ambiente y sobretodo... no le da tiempo para pensar con claridad. En las mañanas uno despierta con la mente abierta —se encogió de hombros explicando.


Terminé de comer y lavé la loza mientras él salía de la cocina. Limpié la mesa de toda loza sucia del día anterior y fui al comedor. Me senté en el sofá, pero antes vi como Matt caminaba por el césped hasta llegar a la casa de Colby, escuché un par de palabras y una puerta cerrarse.

—Te lo dije —encendí el televisor y me puse a ver algún programa de humor.

Esperé a que volviera Matt pero éste no llegó, al parecer lo había logrado, le resté importancia y me concentré en lo que estaba viendo.

Las horas pasaban y me había quedado toda la tarde sola.







Colby Lopez.

Oh vamos, ¿qué le sucedía? Si quería ponerme duro, lo había logrado. Siempre había tenido ese don de hacerme sentir cosas sin siquiera tocarme, algo que ninguna mujer había logrado conmigo desde que terminamos de vernos, ella había dejado la varilla muy alta para otras mujeres y eso me había complicado bastante.

Si tan solo pudiera tenerla entre mis brazos y hacerla mía de nuevo como solía hacerlo antes, pero yo y mi maldito corazón orgulloso la habíamos rechazado cuando ella se nos declaró.
Nos habíamos dado cuenta que lo hacíamos también... cuando ella ya no estaba en nuestra vida.

¿Qué era lo que debía hacer ahora? ¿qué era lo que haría que ella volviera a confiar en mi? Realmente no lo sabía. Lo único en lo que pensaba en esos momentos era en que tratara de escuchar lo que tenía que decirle.

Pero ahora estaba con ese sujeto, quien hizo hervir mi maldita sangre con solo verlo salir de su casa, ver como la hacia reír, como la cuidaba, como ocupaba el lugar que debería ser mío...

Pude soportar al imbécil de Reigns, porque sabía que no se quedaría con ella, no sería capaz de dejar a su familia por estar con Violett, era algo lógico. Pero aunque no lo quisiera aceptar, lo prefería a él que a este nuevo sujeto. No podía dejar que ella fuese feliz con alguien que no era yo, por más egoísta que sonara, ese algo en mi la necesitaba cerca.

—Ya voy —grité desde el baño al sentir que tocaban la puerta por segunda vez, tomé una camiseta y la pase por mi cuerpo. Al abrir la puerta me encontré con el sujeto que más detestaba en estos momentos—. ¿Se te ofrece algo? —pregunté serio.

—Quería presentarme, soy nuevo aquí y quería saber con que clase de personas tendría que convivir —sonrió. Vaya manera de ofender a las personas.
Era tan encantador el idiota, nótese el sarcasmo. Eso debió gustarle a Violett.

—No te preocupes, no soy una amenaza —le sonreí sarcástico y traté de cerrar la puerta.

—Soy Matt, por cierto —habló antes de que lo hiciera.

—Colby, mucho gusto —respondí y traté de cerrar otra vez.

—Vamos hombre, no seas antisocial. ¿esa es la impresión que quieres que tome de ti? —se cruzó de brazos.

—Como si me importara lo que pienses de mi.

—Eres peor que una mujer —me dijo con toda confianza, como si yo se la hubiera dado—. ¿Te interesaría ir a tomar una cerveza?

—No te conozco Mell, ¿cómo voy a hacer eso? —fruncí el ceño preguntando algo obvio.

—Soy Matt —me corrigió—. Sé que te interesa Violett, por eso deberías aceptar.

—No grac... —volví a tratar de cerrar la puerta, pero en eso pensé lo que había dicho. Tal vez, podría ser amigo de Matt y así poder acercarme a Violett. O traicionarlo, lo que resulte primero—. ¿Sabes qué? Esta bien —le sonreí y tomé mi chaqueta del respaldo de la silla más cercana. Luego tomé mi celular y salimos de allí, lo llevé hasta el bar más cercano ya que él no conocía el lugar como lo hacía yo.

Llegamos allí y para ser cortes yo pagué los tragos mientras él se acomodaba en el asiento a mi lado.

—Y yo que creía que lo que menos tenías eran modales —habló de repente recibiendo el vaso y llevándoselo a los labios.

—No juzges un libro por su portada —bebí mi trago quemando mi garganta—. Porque puede sorprenderte—. Puedo ser todo lo que estés pensando, pero tengo mis principios.

—Yo no he pensado nada malo de ti, hombre —rió—. Solo estoy deduciendo que fue lo que Violett vio en ti.

—Así que por eso estamos aquí —lo miré.

—Yo te dí una razón para venir aquí, no fue necesario decirlo porque tú ya lo sabías —se encogió de hombros—. Ahora hablemos.

—Te escucho entonces —tomé un trago.

—¿Cómo... —bebió una vez más y prosiguió: Cómo fue lo de ustedes? —preguntó como si no pudiese entenderlo. Novato—. Porque supe por ahí que fue un sexo contrato.

—Tú mismo te respondes tus preguntas, ¿qué puedo decirte que no sepas ya?

—Tus intenciones hacia ella.

—Mis intenciones eran buenas, éramos amigos pero que también hacíamos otros tipos de cosas —expliqué. En mi cabeza empezaron a cargar todas aquellas imágenes en las que Violett sonreía.

—¿No pensaste que en algún momento ella sentiría otro tipo de cosas hacia ti?

—Claro que lo pensé, pero que podía hacer yo si tan solo era un contrato.

—Amarla Colby, amarla —me respondió con cierto tono de honestidad.

—Vamos Patt, ¿has querido que viniera aquí para sermonearme o para saber con que clase de hombre tienes por vecino? —traté de que parara su cuestionario o mis sentimientos saldrían a flote.

Seguimos charlando, pero en cierto modo no dejaba de incluir a Violett en la conversación, me contaba como sonreía, como se divertía, como le gustaba hacerla reir, y también me contaba como la había pasado en ese infierno que estuvo metida.

No sabía si era el alcohol que me quería poner sentimental o tal vez solo era yo por no haber sabído lo que estaba sucediendo en ese momento.

Me sentía como un tremendo idiota al no preguntarle más a Alex de lo que sucedia con ella, o al menos acompañarla al momento que me confesó que iría por Violett donde fuese que la encontrara.

Soy un maldito imbécil, que ahora por esa razón ella no le tiene confianza a nadie, ni siquiera a su propia sombra, solo a Matt. Y por todo lo que me había contado, había hecho que cambiara de parecer con respecto a su persona, era un buen chico.

Hicimos un último brindis y salimos del bar.
Nos fuimos a casa.
Matt se despidió diciéndome que se había divertido con un golpe ligero en el hombro y fue a casa con Violett.

Entré a casa y me costó un montón tratar de procesar todo lo que me había contado, me dejé caer en el sofá apoyando mi mano en el antebrazo del mismo. Mis dedos se movían descontrolados al pensar el monstruo que era, el monstruo que era Colby Lopez, no podía hacer nada.
El daño estaba hecho, le dolió y le dolerá, las cicatrices que escondía dentro de su delicado ser no desaparecerían.

—Mierda —di un golpe frenando mis dedos—. Ya basta —me levanté de mi puesto, tomé mis cosas y salí de casa. Necesitaba despejarme y la única manera era el crossfit.

Subí a mi auto y apretando el acelerador salí de allí dejando el dolor en casa, nada lograría arruinarme el día.

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