Recuerda.
Capitulo 43.
A la mañana siguiente me desperté al sentir una corriente de aire colarse por mi balcón, por inercia pensé en Colby pero al recordar lo sucedido hacia que mi existencia se sintiera destruida y me volviera a recostar en la cama.
Ya no tenía sueño.
No me quedó otra opción que levantarme y ponerme algo cálido, afuera hacia frío.
No lo sentía, es más, sentía como se metía por mi ropa y pasaba por mi cuerpo pero ninguna reacción de mi parte había.
Estaba muy adormecida por el vacío que dejó la ausencia de Colby.
Como no tenia mucho que hacer, debido a que eran las ocho de la mañana, me acerqué al balcón a mirar un poco la hermosa vista que esta casa me brindaba.
Al mirar hacia abajo se encontraba Andy con una ropa casual, se veía bastante bien en esos jeans.
—¿Podrías bajar un rato? —me sonrió achicando los ojos, el viento corría fuerte. Solo le asentí y me adentré al cuarto para ponerme zapatos, andar descalza era algo que por costumbre me gustaba.
Me tomó por sorpresa el que estuviera abajo en ese preciso momento. ¿Cuanto tiempo había esperado? ¿Lo había planeado?
Me tomé mi tiempo y cuando estuve lista procuré no hacer ruido para no despertar a mi padre, bajé las escaleras y salí por el ventanal.
—Hola —le sonreí de lado. El viento movía mi cabello como cualquier otra cosa.
—¿Cómo estás? —preguntó y besó mi mejilla.
Con una mano sostuvo mi rostro, sus dedos estaban congelados.
—Bien, ¿y tú? —miré sus ojos—. ¿Cuánto tiempo llevas ahí? —pregunté dudosa.
—Mm... —apretó los labios con una sonrisa—. El suficiente, nada más —soltó una dulce carcajada, me hizo reír—. ¿Te parece si nos sentamos? —apuntó a un tronco tirado al frente de nosotros en la orilla.
—Pero si... —miré a un costado—. ¿Cómo llegó aquí?
—Yo lo traje —aclaró mi duda.
Caminó en dirección a el y yo lo seguí.
—Aquí tendrá un mejor uso —explicó.
Se sentó y me tendió la mano para también hacerlo.
—Incluso ahora no me dejas de asombrar...
Tomé su mano y me senté a su lado.
—¿Por qué lo dices?
—Desde que éramos niños buscabas alguna manera de hacerme quedar asombrada hacia tu persona y lo lograbas —metí mis manos en los bolsillos de mi abrigo.
—Viví engañado toda mi vida —me miró sorprendido, pero trataba de esconderlo—. Yo creí que ya lo sabías y fingias sorpresa para que no me sintiera mal —rió, solo pude hacer lo mismo que él. Hacia mucho tiempo que no nos habíamos visto y ahora eramos como unos simples extraños. El tiempo siempre hace de las suyas—. ¿Qué pasó de ti luego de la última vez que nos vimos?
—Mm... —acaricié mi mandíbula—. Que no ha pasado... —sonreí mirando mis manos—. Fui a la Universidad.
—Eso es maravilloso, supongo que aún sigues con Alex.
—Si, hace varios meses nos volvimos a encontrar —humedecí mis labios.
—¿Aún sigue con su actitud arrogante?
—No esperes que cambie —le sonreí—. ¿Pero qué hay de ti? Quiero escuchar que fue se ese muchacho inmaduro el cual conocía.
—Quiso seguir el trabajo de su padre —se encogió de hombros cómo si no fuese gran cosa—. Siguió lo que le prometió a su padre antes de morir —apretó los puños.
—Yo... lo siento mucho —toqué su hombro con suavidad pero éste se tensó. Sentí que quería decirme algo pero lo estaba reprimiendo.
—No, no deberías... fue hace muchísimos años —habló, podía sentir que decir esas palabras le había costado, como si no las hubiera querido decir—. Y si no fuera por eso, no seria lo que soy ahora, estoy feliz de eso.
—Sé que tu padre se sentiría orgulloso de ti si pudiera verte ahora —traté de consolarlo, Andy solo me sonrió y volvió a recobrar la compostura.
—¿Recuerdas cuando ibas a mi casa, esperabas que oscureciera y me insistías que fuera contigo a bañarnos desnudos en la playa? —se acomodó y quedó más cerca de mi.
—Gracias, me has hecho volver a recordar lo que siempre quise olvidar —cubrí mi rostro con ambas manos.
—¡Oh, lo siento! —rió. Pero esta vez fue de querer hacerlo, de reírse de verdad, como lo hacia cuando era joven—. Pero en verdad, es lo que jamás olvidé hasta ahora.
—¿Y aún recuerdas cuando ese cangrejo mordió tu blanco trasero? —sentí mis mejillas arder.
—Lo había olvidado —dijo molesto, pero no aguantó mucho tiempo—. Fue un golpe bajo, ¿sabes?
Me encogí de hombros.
—Yo... —dejó escapar un suspiro—. Solo guardé muy buenos recuerdos contigo, hasta que te fuiste.
—Sabes como fueron las cosas, tenía que irme y hacer una nueva vida o no lo soportaría —moví una piedra que estaba debajo de mi zapato.
—Pero la vida nos volvió a reunir y no cometeremos los mismos errores —levantó mi rostro—. Espero puedas permitirme verte los días que vas a estar aquí.
—De eso no te preocupes —le sonreí de lado. Andy acarició mi mejilla en silencio sin despegar sus ojos de los mios. Solo se podía escuchar como se hacían las olas y como impactaba el agua en la orilla.
Podía sentir que todo volvería a ser como antes pero los sentimientos hacia él habían desaparecido completamente, ya no eran los mismos y no volverian a serlo.
—Aquí estás —escuché la voz de mi padre acercarse a nosotros, Andy me soltó lentamente y se giró a mirarlo—. Hola muchacho.
—Hola —saludó.
Se levantó de su lugar y estrechó su mano.
—Había venido a conversar contigo y al saber que aún dormías me entretuve un rato con Violett —explicó y me sonrió—. Es bastante interesante la señorita.
—De alguien tuvo que heredarlo —respondió y dio una carcajada orgulloso.
—De eso no lo dudo —le dio un ligero golpe en el hombro—. ¿Te parece si conversamos ahora?
—Claro, pasa —le hizo un ademán para que entrara.
—Después de ti.
Andy le sonrió, y él le hizo caso.
—Aún debemos charlar —me susurró y guiñó un ojo. Le asentí y me giré para seguir viendo la playa, era hermosa y eso no se podía negar.
|*The Truth Reigns*|
Esa melodia inundó mi soledad, saqué el aparato de mi bolsillo y me dí cuenta que era un mensaje. Lo leí y era de Alex.
—Colb me preguntó por ti.
Con solo leer eso hizo que mi pulso se sobresaltara y mi chica interior empezara a saltar como hiperactiva.
—¿Qué le respondiste?
—Que te fuiste del país para no volver jamás.
—¡¿QUÉ?!
—Solo jugaba contigo, le dije que te tomaste unas vacaciones y vuelves en una semana. Se quedó pensativo y algo serio al saberlo.
—Ya veo.
—Si, igual te he echado de menos.
—Solo me faltan tres días, no te impacientes.
—Tengo un mal presentimiento, algo dentro se ha alarmado.
—Estoy bien, solo son tres días más. Estaré de vuelta el viernes sin falta.
—¿Lo prometes?
—Sabes que si.
—Te creo.
Le dejé el visto y volví a guardar el celular en mi bolsillo, si seguía insistiendo que algo malo me sucedería, seria capaz de tirar el celular al mar. Estas eran mis "vacaciones" y nadie ni nada las arruinaría.
—He vuelto —escuché su voz, no hubo necesita de girarme porque él se sentó a mi lado—. ¿Quieres ir a desayunar? Van a ser las diez y por lo que veo no has comido nada.
—Claro... —asentí con la cabeza. Andy se levantó de su puesto y extendió su mano la cual tomé rápidamente—. Iré a decirle a mi padre.
—No es necesario, ya le comenté de eso y tengo su consentimiento —sonrió y no soltó mi mano.
—Que dedicado —lo halagué. Él sonrió ruborizándose. Salimos de allí. Caminamos varias calles hasta una cafetería de estilo antiguo—. Esta cafetería se me hace muy familiar.
—Lo es —me abrió la puerta, le dí las gracias y tomé una mesa que estaba libre cerca de la ventana—. Es la cafetería que veníamos cada mañana a tomarnos un café porque decías que te relajaba.
—Ya recuerdo —tomé el menú que se encontraba al frente de mi.
—Un café y un pastelillo —comentó mientras yo lo pensaba—. Cada día a las diez en punto.
—Me asustas —dije de broma y bajé el menú de mi rostro para ver la característica sonrisa que se le formaba en los labios.
—Solo recuerdo los pequeños detalles —dijo justo cuando la mesera se acercaba en busca de nuestro pedido.
—Un café cargado y un pastelillo. —le pidió él antes que yo.
—¿Algo más? —escribió en su libreta.
—No, eso seria todo —le sonrió por cortesía.
—En un minuto se los traigo —se marchó.
—¿Tú no comeras nada?
—No es necesario, lo hice antes de ir a verte —dejó reposar sus manos sobre la mesa. No sabía si creerle o no hacerlo—. Vamos, no me pongas esa cara, sé que no me crees... pero hazlo por esta vez.
Dejé de mirarlo y miré mis manos.
La manera de intimidarme no había desaparecido.
Luego de varios minutos de silencio apareció la muchacha con el pedido.
—Gracias —le sonreí al recibirlo, pero ella estaba mas concentrada en apreciar la hermosura de Andy.
Se retiró al darse cuenta de que su rostro había tomado un color carmín por el rubor. Andy la había captado murándolo.
—Aún tienes el don, ¿eh? —le dí una rápida mirada y éste me miraba coqueto.
—Eso estoy viendo —humedeció sus labios de una manera bastante sensual—. Pero al parecer no funciona con quien realmente me interesa —pasó una mano por su cabello y luego se acomodó en su lugar.
—Es una lastima —revolví el café después de echarle azúcar—. Pero no todo en la vida se consigue dicen por ahí.
—Si me lo hubieras dicho hace cinco años atrás te lo hubiera creído —no quitaba su mirada de mi.
—¿Así que ahora el hombrecito consigue todo lo que quiere? —arqué una ceja.
—Se puede decir que si.
—Vaya, pero si que te has convertido en un hombre de méritos —le saqué un trozo al pastelillo como lo hacía siempre.
—No los llamaría así, Violett —entrelazó sus dedos—. Yo le llamaría esfuerzo... un esfuerzo que te lleva a conseguir todo lo que quieres.
—Creo que le he encontrado algo bueno a tu persona —admití y le saqué otro pedacito al pastelillo para luego ofrecérselo—. Siempre fuiste igual —reí al notar que él lo tomaba—. El "señor no tengo hambre" siempre tiene hambre.
—Primera vez, después de mucho tiempo, que me ofreces algo, no puedo rechazarlo... viniendo de tus preciosas manos.
—Pero no lo hice yo, lo hizo la mujer que se encuentra en la cocina —apunté y la mujer lo saludó, su rostro no podía estar más ruborizado aunque lo escondiera y mantuviera la compostura.
—No es cierto, lo compró en el supermercado —me susurró—. Pero aún así me refería que venia de tus manos al momento en que las mías lo tocaron.
—¿Podrías por algún momento dejar de comportarte así?
—¿Cómo me estoy comportando?
—Vamos, no esperes que lo diga.
—De acuerdo, te dejaré tranquila —sonrió—. Solo porque estas comiendo y verte hacerlo es un sosiego para mi —apoyó su cabeza en la palma de su mano.
—¡Ya basta! —cubrí mi rostro, a lo que él dio una carcajada de ternura y se quedó en silencio... pero no duró mucho.
Él aún recordaba los momentos que hicieron historia en nuestras vidas, los momentos más humillantes, los más divertidos y los más vergonzosos que alguna vez vivimos. No podía creer como los recordaba y al contarlas se reía como si hubieran sido buenos tiempos.
Algo en sus recuerdos estaba alterado.
El pastelillo se acabó, pero a la taza aún le quedaba café. Al notar que no quería más, la tomó de mis dedos y la bebió él de un solo sorbo.
Le pagó a la muchacha que nos atendió y tomó mi mano para salir se allí.
Al estar fuera me dí cuenta que Andy estaba mirando la florería que se encontraba al frente.
Aún con mi mano sujetada dulcemente me hizo caminar hasta allá, donde tomó una color morada y le pagó al hombre.
—Una flor, para otra flor —se agachó y me la entregó.
—¿No tienes otro cliché menos cursi? —se la recibí y la llevé a mi nariz.
—Eres tan mata pasiones —acarició mi mejilla. Esa simple frase me hizo recordar a Colby y a la vez hacer que ese vacío en mi apareciera punzándome como era habitual.
—Pero debo admitir que es hermosa —ignoré su comentario sin dejar de mirar la flor.
—Diría lo mismo... si tan solo me lo permitieras —susurró. Levanté mi vista para mirarlo pero él ya lo estaba haciendo.
—¿Por qué te esfuerzas en hacer lo mismo que hiciste hace más de diez años? —lo miré arqueandó una ceja.
—Porque quiero recobrar esa confianza que había entre tú y yo —se sinceró y acarició mi mejilla—. Volver a apreciar tu belleza y decirte lo hermosa que eres cada segundo que puedo. A volver a protegerte entre mis brazos y aspirar el dulce aroma que emana de tu cabello...
—Entonces te costará más que una simple flor para que volvamos a ser los mismos de antes —giré la flor entre mis dedos con una sonrisa divertida.
—De eso no te preocupes —me guiñó un ojo mientras acariciaba mi mandíbula—. Me gustaría pasar mas tiempo contigo pero tengo algunas cosas que hacer. Si no te molesta... puedo acompañarte a casa —volvió a tomar mi mano, solo me limité a asentir.
—¿Qué tal tu cita con Andy? —preguntó mi padre al pasar por la puerta de vuelta.
—No fue una cita —rodé los ojos y me senté en el sofá al frente de él.
—No te enojes, solo quería sacarte una sonrisa.
¿Cómo te fue?
—Bien, es simpático.
—Es un buen chico, en algún momento deberías reconsiderar una cita con él.
—Vamos papá, no te comportes como mi madre —me quejé—. Yo sabré cuando esté lista para una relación o para comprometerme.
—Lo siento corazón, solo pensé que sería buena idea.
—No te preocupes, tus nietos van a venir... pero cuando sea su tiempo —lo comprendí. Si tan solo supiera que mis ojos ya no quieren ver a nadie más que no sea a Colby—. Y será el hombre indicado.
—Espero sea un buen yerno.
—Eso solo tú podrás saberlo —le seguí el juego. Pero no estaba segura de seguir más allá con Andy, era un buen chico y todo lo que decía mi padre pero ya no podía verlo más allá que un simple conocido. Novio tal vez fue, pero amigo ahora será. Y así será por siempre.
—¿Te parece si vemos lucha libre en televisión? —levantó sus cdc's de las luchas de sus tiempos.
—¡Ire por las botanas! —pasé directo a la cocina. Tomé algunas cosas que mi padre guardaba en la despensa cuando veía sus juegos de fútbol y volví al comedor. En cambio, él aún no podía instalar el DVD—. ¿Seguro que no es un VHS? —bromeé.
—Muy graciosa —rió sarcástico, hasta que pudo hacer que la pantalla se viera bien—. Tu padre no es tan idiota como pensabas ¿eh? —se sentó a mi lado.
—Me sorprendes, te lo digo en serio —subí los pies encima de la mesa de centro y nos pusimos a ver aquellas luchas que a él le gustaban, como las del Macho Man, Randy Savage.
—Oh yeah! —hizo su grito característico.
No le había salido lindo, ya esta bastante viejo.
—No vuelvas a hacer eso.
—De acuerdo.
Y así pasamos la tarde, emocionándonos de antiguas luchas las cuales él gritaba como si hubiera sido ayer el momento en que las vio por primera vez. Era divertido pasar los días con aquel hombre, que aunque no era mi padre había sabido cuidarme y quererme como si fuese de su propia sangre, porque al final de cuentas, era la única persona que había estado ahí para mi cuando más lo necesité, y para cuando lo necesite.
Mi madre... mi madre puede irse al demonio si quiere, pero no puede venir a decir que me ha cuidado mejor que al hombre que tengo a mi lado.
Entre más hablaba con mi subconsciente, fue cayendo la noche, y el sueño se apoderaba de mi cuerpo por completo.
—Cielo, ve a dormir si quieres —sacó el cabello de mi rostro y besó mi frente—. Te veo cansada.
—No te acuestes tan tarde.
Fue lo último que dije y subí a mi cuarto.
Estando allí, sin encender las luces me recosté sobre la cama y poco a poco fui dejándome llevar.
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