¿Qué te está pasando?
Capitulo 12.
—¿Por qué debería darle envidia yo? —me sorprendí, pero mi tono de voz seguía bajo.
—Sufre la crisis de los cuarenta como dije antes y quiere volver a ese momento de su vida —suspiró—. Quiere volver a tener tu edad y disfrutar de los privilegios que se te han sido concedidos.
—Lo que ella no sabe es el trabajo arduo que se requiere para todo esto.
—Lo sé cielo, y estoy orgulloso de ti por todo lo que haz logrado.
—Solo quería hacerte feliz, papá —me puse emocional.
—Desde el momento en que aprendiste a decirme "Papá" en vez de "Mamá" ya me habías enorgullecido —rió emocionado.
—Te quiero.
—Y yo a ti cariño... y yo a ti —sentí como limpiaba su nariz. Luego escuché a mamá gritandole algunas cosas—. Nos vemos mañana muñequita, que descanses.
—De acuerdo papá, cuídate. No dejes que mamá te grite mas de lo indebido.
—No cielo —colgó. Mi padre era todo un héroe.
Me quedé varios minutos contemplando el aparato, hasta que sentí la mano de Jon descansar en mi rodilla. Sin pensarlo dos veces, deposite la mía encima y comencé a acariciarla. Con sumo cuidado, como si fuese de porcelana.
Pasaron máximo diez minutos cuando llegamos a su casa, no pude evitar quedar anonadada, era simplemente hermosa y muy amplia.
Luego de guardarlo en el garaje, se bajó y fue a abrir mi puerta. Estaba a punto de poner la punta de mi pie en el suelo, cuando sentí que me cargaba en sus fuertes brazos. Su aroma era una delicia para mis fosas nasales que solo pude dejar caer mi cabeza en su pecho e intoxicarme con esa maravilla.
Los pasos que daba en la casa, eran tan silenciosos que ni cuenta me dí cuando ya nos encontrábamos en el cuarto.
—Necesito mi bolso —sobé mi brazo.
—No por esta noche —se acercó a su closet y sacó una camiseta gris, entregandomela. La llevé a mi nariz y en efecto, su aroma estaba impregnado en ella—. Puedes dormir en mi cama —me besó—. Dormiré en el sofá.
—¡No! —grité justo cuando se encontraba cruzando el umbral—. No me incómodaría tener compañía —Ugh. Violett, siempre arruinando todo.
—¿Segura? —me sonrió coqueto, provocando que me cohibiera.
—S-Si —la voz me falló, así que tosí rápidamente. Mi cara ardía como un demonio.
—De acuerdo —Se sacó la camiseta y la dejó a un lado, su cuerpo estaba perfectamente formado. Por instinto mordí mi labio y él estaba mirandome... ¡Por favor Violett, contrólate!
Mientras él se dirigía a la reconfortante cama, aproveché los minutos y me despojé de mis prendas para cubrirme con la que él me había entregado hace unos segundos, me quedaba larga y eso era lo mejor, porque cubría todo lo que queria ocultar.
—Te ves hermosa —su voz inundó de repente el cuarto. Lo miré y estaba con ambos brazos detrás de la cabeza mientras observaba como me acomodaba su prenda—. Tu cabello hace contraste con el color de la camiseta.
—¿De cuando tan estilista? —reí y acomodé mi cabello a un lado.
—Cuando aprendí a admirarte en silencio —me abrió las mantas para poder acostarme a su lado. Solo le sonreí y me acerque a su lado, besé su mejilla y me gire dándole la espalda. Eso fue bastante raro, pero no quería cohibirme más de lo que ya estaba—. Que tengas lindos sueños —se acercó a mi oído, luego besó mi cien y tímidamente pasó su mano a través de las sabanas para tomar mi cintura y pegar mi espalda a su pecho. Podía sentir lo tranquilo que se movía su pecho a cada momento que inhalaba.
—Igual tú —susurré y tomé su mano en mi cintura. Una leve corriente de relajación inundó mi cuerpo, era como si todas las tensiones, problemas e inseguridades despreciaran. Mi respiración se normalizó, desde hace mucho que no lo hacia. Simplemente esta noche sería distinta a las otras...
A la mañana siguiente...
Desperté con la leve necesidad de respirar, mis pulmones se oprimían con la insaciable necesidad de volver a sentir el oxigeno, pero de alguna manera algo obstruia la pasada.
Mis ojos se abrieron de golpe al notar que el oxigeno ya casi se disipaba y abandonaba mi cuerpo. Me dí cuenta que Jon estaba literalmente encima de mi, abrazandome con una fuerza increíble, casi al nivel de llamarlo agresión física. Pero metí mis manos debajo de sus brazos y le hice cosquillas, su risa no tardó en aparecer haciendo que aflojara un poco el agarre y pudiera volver a sentirme viva otra vez. Eso me había asustado.
Unos segundos después volvió a acomodarse y quedó de lado mirando hacia mi dirección, no aguanté y lo observé con detenimiento; se veía tan pacifico y de alguna manera.. alegre.
Me acerqué más a él y acomodé mi cabeza en su brazo estirado, nuestros rostros estaban muy juntos y eso no me intimidaba, tal vez porque estaba dormido y no me miraba con esos ojos hermosos. Con mis dedos delineé su cara, cada facción, cada diminuto detalle.
Estaba segura que pasaron máximo cinco minutos, cuando sus dedos se movieron lentamente hasta tomar mi cintura y atraerme más a su cuerpo ardiente.
—¿Hace cuanto estas despierta? —me preguntó con esa voz ronca.
—Lo suficiente —acaricié sus finos labios—. Te ves tan pacífico mientras duermes —argumenté de repente. Solo me dedicó una sonrisa, con los ojos aun cerrados y luego se acercó atrapando mis labios con los suyos, eran una delicia. Su lengua se movía de una forma única deseando que jamás terminara.
—¿Tienes hambre? —preguntó de repente abriendo los ojos y lamiendo sus labios.
—Demasiada —mordí mi labio, rápidamente me arrepentí al sentir su mirada fija en ese lugar.
—Vamos a comer algo —me besó nuevamente—. O terminaré saciando mi hambre de otra forma.
Reí bajito. Luego de eso, se levantó y mi mirada se dirigió a su cuerpo, estaba usando unos boxers negros. Tomó la camiseta en el suelo la de la noche pasada en su combate y se la puso lentamente. Él sabía que lo estaba mirando—. ¿Cuánto por la hora? —bromeé. Me dio una mirada divertida y le mostré un dolar, a paso sensual se acercó a mi y me sentó en la orilla de la cama.
—¿Cuánto tienes? —me siguió el juego.
—¿Alcanza? —Me hice la inocente y le mostré el dolar encogiéndome de hombros.
—Claro dama —me habló como si fuesemos desconocidos.
Separó mis piernas y se puso al medio para luego quitarse la camiseta sensualmente y pasarla por mi cuello atrayendo mi rostro al suyo, pero no me besó. La dejó al lado y me tomó en brazos, donde puso mis piernas apretando sus caderas. De alguna manera me dió vergüenza y m reí mientras él hacía movimientos de pelvis conmigo encima, sus labios estaban separados y su mirada tenía un brillo perverso que de alguna manera me impedía dejar de verlos. De un segundo a otro, sentí como tiraba la piel de mi cuello y sentía como dejaba marca.
—La hora feliz se esta acabando. Pero si usted desea... puedo hacer una excepción —pasó sus manos por debajo de mi camiseta.
—Soy justa —le mostré otro dolar y lo dejé en sus boxers.
—¿De dónde lo sacaste? —rió divertido y me dejó nuevamente en el lugar donde me encontraba.
—No lo sé —le saqué la lengua, rápidamente me devolvió el gesto.
Volvió a transportarse a su papel de "Stripper" y se posicionó al frente de mi empezando a bailar, podía identificar el aroma de Dark Blue emanando de su cuerpo y eso me volvía loca. Así que acorté esa diminuta distancia y dejé un beso en su abdomen, era tan suave.
—Te deberían contratar para "Magic Mike", Jon —reí divertida. Sonrió y luego se giró meneando su trasero al frente de mi; casi en mi cara, eso fue gracioso.
—Ya basta —rió como loco—. Vamos a comer —me dio un beso en los labios al instante que se estiraba para tomar la camiseta a mi espalda. Luego se acercó a su cajón y sacó un short entregándomelo, con satisfacción me lo puse pero me quedaba ancho—. Ven aquí —sonrió. Tomó los bordes a un costado y le puso un alfiler.
—Gracias —tomé su mano y fuimos a la cocina. No recordaba que tenía una isla en medio, pero realmente era impresionante. "Lo que hace el dinero" pensé.
—¿Algunos planes para hoy? —Me tomó en el aire y me sentó en aquella mesa, estaba fría. Que bueno que usaba shorts.
—Gracias por hacerme acordar. Vienen mis padres y...
—¿Y? —sacó varias cosas del refrigerador.
—Mí casa la esta usando Alex.
—¿Qué tiene de malo?
—No saben que estoy aquí.
—Puedes mandarle la dirección —se encogió de hombros y preparó un plato de leche con cereal.
—Ese es el punto —apreté los labios y suspiré—. Creen que tengo algo con Colby —al decirlo, me hizo sentir una mujer fácil... y no fue agradable.
—Pero tú sabes que eso no es verdad, ¿por que te sientes mal? —dirigió una cucharada a su boca y luego me lo paso.
—Porque mi madre haría lo que fuese por dejarme mal ante los demás.
—Cariño, deja de pensar en los demás y piensa en ti. En lo que realmente te hace sentir bien.
—Es que no entiendes...
—Tal ves no —me interrumpió—. Pero mirame, no llegué hasta el lugar donde estoy preocupándome en lo que los demás pensaban o decían —Me dio la espalda sacando el pan del tostador.
—Siempre sabes que decir —suspiré. Varios segundos más, me bajé y lo abracé por la espalda.
|*Retaliation*|
—Jon deja de bailar y entregamelo ya —reí.
—Solo un minuto más —siguió bailando, cuando de repente dejó de sonar.
—¿Se divirtió señor? —traté de no reír y estar seria, pero fue más fuerte que yo y estallé. Esa imagen se quedó grabada en mi cabeza—. No se si dejarme guiar por la idea de que eres así todos los días, o estas de excelente humor —me acomodé en el sofá.
—No descartes ninguna —se sentó a mi lado y dejó el celular en sus piernas. Cuando empezó a vibrar su cuerpo se estremeció al sentirlo en sus genitales. Rápidamente se lo quité de encima.
—¿Hola? —pregunté al notar que el número no estaba registrado.
—Buenos días, Violett —Era Stephanie—. ¿Cómo estás?
—Bien ¿y tú? —sonreí.
—Bien, gracias.
—¿A qué se debe tu llamada? —pregunté animada.
—Te necesitamos aquí.
—Claro. ¿En seguida?
—Si no es mucho pedir.
—Voy para allá —colgué.
—¿A donde vamos? —preguntó Jon confundido.
—Me necesitan en la WWE —Me encogí de hombros.
—Tengo un presentimiento que sera para discutir la próxima storyline.
—Genial.
—La primera nunca es buena —hizo una mueca.
—Estaré preparada entonces —hice una mueca y me paré del sofá—. Iré sola.
—¿Segura? —Se paró
—Sip —sonreí—. Porque mis padres no tardarán en llegar y sería una pena que no se encontrara nadie —Me encogí de hombros inocente.
—Esta bien —suspiro resignado—. No tardes.
—No lo haré —le guiñé un ojo y abrí la puerta.
—Tu bolso esta en el cuarto —rió ligeramente. Le hice caso y fui directo al cuarto, abrí el bolso y saqué la única ropa que había traído.
—Rayos —susurré. No estaba la camiseta y me había quedado en brazier—. ¡Jon! —le grité bastante fuerte, que provocó que subiera desesperado las escaleras, casi tropezandose con sus propios pies.
—¿Qué pasó? ¿Estas bien? —preguntó agitado mirando a todos lados con un bate de béisbol.
—Espera, ¿d-de donde sacaste eso? —estaba imprecionada pero me daba risa.
—¿Esto? No es nada —lo botó al piso—. ¿por qué el grito? —me empezó a impeccionar completa.
—Solo quería saber si tú... me podías prestar una de tus camisetas —sobé mi brazo con vergüenza.
—Por supuesto —suspiro aliviado—. Tú eliges cual te guste —sacó todos los diseños que vendían como su mercancía. Tomé la de Ambrose Asylum—. buena elección —me guiñó un ojo y procedió a pasarla por mi cabeza, esta era más pequeña que las otras y de alguna manera no me quedaba tan mal.
—Gracias —sonreí y besé sus labios. Luego me puse la camisa de cuadros que había traído en las caderas—. ¿Qué tal?
—Inestable.
—Tú siempre sabes que decir.
—Tú me haces "cariñoso" y "sensible" —argumentó resignado—. Eso de alguna manera me hace sentir débil.
—Jon —me acerqué a él—. No porque sea una chica quiere decir que debes cambiar lo que eres... y como eres —salí del cuarto, pasé la mano por mi cabello despeinado y bajé en busca de mi celular, tomé las llaves del auto de Jon y salí de ahí. No estaba enojada, no estaba negándole que él sea como sea... Tal vez, no quería que me respondiera y solo me hiciera caso.
No lo sé.
Subí al auto y la radio se encendió de imprevisto dejandome escuchar a Bring Me The Horizon, él sabia que los amaba. Ahora comprendía a lo que se refería. Traté de no preocuparme y empecé a cantar con pasión "Can you feel my heart" mientras la velocidad aumentaba sin darme cuenta, solo el marcador me lo decía.
De repente el celular se hizo presente, nunca faltaba. Le bajé volumen a la radio de mala gana y atendí con brusquedad el celular.
—Que —le grité.
—Que genio —era la voz de mi madre.
—¿Se le ofrece algo querida madre de mi alma? —pregunté sarcástica.
—Si así me atendieras cada vez... —bufó—. No es mucho pedir,Violett.
—¿Querías lanzarme todo eso en la cara? Entonces ahorrate el diálogo y escúpelo de una vez, que no tengo tiempo.
—Al parecer no tuviste una buena noche.
—Eso no te incumbe —ya estaba fastidiada—. Que quieres, maldición.
—Vamos llegando a la dirección que nos mandaste. ¿Estás allá?
—Acabo de salir.
—¿Quién está entonces?
—Un... a-amigo.
—Oh, ahora te pones nerviosa —rió burlesca—. ¿Así le llamas ahora?
—No empieces —advertí.
—O que Violett, ¿qué? —Ya va a empezar a jugar conmigo.
—No querrás saberlo.
—Uh, miedo —rió y luego cortó.
—Ash —me desesperé, hice, literalmente, una rabieta. No lo pensé dos veces y llamé a papá.
—Muñequita.
—¡Shh! No me llames así, no quiero que tu esposa sepa que estamos hablando —frené en una señal en rojo.
—No es Violett —Ya le estaba respondiendo a aquella mujer—. ¿Una oferta? Claro.
—No dejes que se encapriche con Jonathan Good —fui al grano.
—¿Con?
—El muchacho que conocerán cuando lleguen a la dirección.
—¿Por qué? ¿Es muy atractiva la oferta?
—¡Papá! —reí. Rápidamente se me unió—. Solo hazme caso.
—Estaré pendiente.
—Gracias —suspiré aliviada.
—No hay problema, ¿donde está?
—Voy a mi trabajo, pero no tardo en volver —con mi padre, podíamos comprendernos a la perfección, aunque fuese una diminuta señal con la mirada.
—De acuerdo..
—De acuerdo —se produjo un silencio—. Te quiero.
—Igual yo —Podía sentir su sonrisa—. Nos vemos.
—Cuídate —colgué. Luego me dí cuenta que el semáforo había cambiado y un sujeto estaba haciendo sonar la bocina—. ¡Pasa por el lado si tanto te importa, imbécil! —le grité a todo pulmón, luego le saqué el dedo por la ventana y seguí mi camino.
Que se cree la gente de hoy en día.
Llegué rápidamente y estacioné en la entrada para llegar y salir cuando todo acabe.
Pasé por cada pasillo, saludando a cada luchador que me encontraba. Era Halloween y Bo estaba disfrazado de fantasma para espantar a todo el mundo, pero daba ternura para mi. Traté de evitarlo, porque no estaba de humor y no quería lastimarlo con un derechazo.
—¿Con miedo? —escuché una voz.
—¿Mm? —me giré—. ¡Delfín! —salté a sus brazos poniendo mis piernas a cada extremo de sus caderas.
—¿Cómo esta mi chica favorita? —Me abrazó con ganas y besó mi frente.
—Bien ¿y tú? —me bajé.
—Bien, ahora que te veo —me sonrió, me ruboricé—. ¿Qué haces por aquí? Creí que era tu día libre —Era inevitable no ver como masticaba goma de mascar.
—Si, lo era —rasqué mi nuca—. Pero quería verte —bromeé acercandome a él.
—¿En serio?
—No, en realidad me llamaron —mordí mi labio para no reír ante su rostro—. Pero ya que estas aquí... —divagué con las manos.
—¿Quieres que te ayude a buscar la oficina? —tomó mi mano como una niña pequeña.
—Bueno —sonreí—. Lindo combate contra The Miz, no pude evitar reír.
—Gracias.
—Oh, ¡rayos! ¿cómo está tu rodilla? —lo detuve.
—Bien, no fue tan grave.
—Lo siento mucho, Dolphie —hice una mueca.
—Estoy bien, no te preocupes —me abrazó por los hombros y seguimos caminando en busca de la autoridad—. ¿Storyline? —Preguntó luego de un silencio.
—¡Porque todos saben de eso y yo no! —Me quejé.
—El tiempo, cielo —sonrió—. Regla número uno, jamás aceptes la primera.
—¿Y si es interesante?
—Sabrán que eres como el personaje de Seth Rollins.
—Oh, ya. —me sorprendí.
—¿Entendido?
—Sip —asentí. Seguimos caminando hasta llegar a una oficina, muy distinta a la que acostumbraba ver. Tenía un aspecto más bien.. particular—. ¿Nos vemos mañana? —lo miré.
—A primera hora del día —besó mi mejilla y luego me guiñó un ojo. Esperé a que se marchara y me dirigí a la puerta que con temor hice sonar con los nudillos—. La suerte es para los perdedores —Me susurré una y otra vez. Hasta que la puerta se abrió dejando ver a un Seth arrogante y engreido.
—Miren a quien tenemos por aquí —sonrió y me dejó pasar. Se encontraba Hunter, Stephanie, Big Show. Eso era raro. De alguna manera extrañaba a Kane, quien en su momento se reveló contra la autoridad sabiendo que no tenía posibilidades de ganar. Era algo obvio, pero aquel hombre era mi héroe y lo extrañaba.
—Y al fin llegas —habló Stephanie.
—¿Algún problema con eso? —mi voz no sonó como esperaba.
—No, ninguno —sonrió sarcástica—. Solo que te esperábamos hace una hora.
—Se me hizo tarde —Me encogí de hombros.
—Bueno, ¿cómo has estado?
—No puedo estar mejor.
—Que bueno.
—Diganle ya —Rollins susurraba desde un costado, si que es molesto.
—A eso vamos —Stephanie trató de sonar relajada. Pero no pudo.
—¿Storyline? —Me crucé de brazos. Show asintió con una sonrisa asquerosa.
—Para comenzar —Triple H juntó sus manos—. Estamos en presencia de una Anti-Diva ¿verdad? —preguntó, solo asentí—. Sabes que ya tenemos una.
—Exacto —rodé los ojos—. Pero esta muchacha aquí presente, es una verdadera Anti-Diva. No una que dice serlo, pero termina siendo la más Diva de todas en el lugar —escupi la verdad.
—Bien —Triple H no supo que decir y solo apretó los labios—. Que te parecería.. ¿Ganar el título?
—Preferiría ganar el de NXT —miré mis uñas—. Incluso ese es digno de una verdadera ganadora, no una "Mariposita nena".
—Deja de criticar y escúchalos primero —me gritó Rollins.
—No me grites, que no tienes el derecho —me paré dispuesta a enfrentarlo.
—Ya basta —Hunter se molestó al ver que Show se acercaba a mi—. Esta es la propuesta —me miró serio—. Ganarás el título que tiene Charlotte haciéndole burla a Paige, sin tener un grupo en la revolución de Divas, le harás propagandas, ganarás dinero extra por el cinturón y la gente te amará. ¿Todo bien hasta ahí?
—Si —asentí.
—Bien —chasqueó la lengua—. Serás la pareja de Seth Rollins, acompañandolo a los combates y en ocasiones, luchando por él, los gestos de afectos serán públicos. Eso nos ayudará con los negocios y aumentará el Rating.
—Todo iba perfecto hasta que... ¡Pow! Se convirtió en basura —escupí sincera—. Oh bueno, incluyeron basura. Como quieran tomarlo.
—Tómalo o déjalo —habló esta vez Stephanie.
—Prefiero salir a relucir por mis propios medios.
—De acuerdo—sonrió—. Mañana tienes una lucha de cuatro esquinas contra el equipo B.A.D y Paige.
—Pan comido —sonreí de oreja a oreja, sabiendo que no saldría viva de esa.
—Suerte —Me hizo un gesto con la mano indicándome que puedo marcharme. Salí de allí ocultando todas mis emociones hasta llegar al auto, donde me desahogé completamente—. ¡Quien se cree que es! —golpee el neumático— ¡Rayos! —apreté los dientes y subí al auto para dirigirme a casa y tener más problemas con otra mujer.
La música no estaba haciendo su trabajo, así que la apagué y busqué en la guantera si encontraba un cigarro. Gracias a dios Jon también fumaba y allí tenía una cajetilla, le saqué uno y lo encendí. Le dí la primera calada con brusquedad ahogandome un poco, hasta que aquel humo enfermizo llegó a mis pulmones causandome satisfacción. Oh dios, se sentía tan bien. En unos segundos más, ya se había disipado así que boté la colilla por la ventana mientras el viento recorría el automóvil haciendo desaparecer el humo. El crimen perfecto.
Cuando llegué, el auto de papá se encontraba estacionado afuera, así que me estacioné al lado y bajé tratando de formar una sonrisa en mis labios. Toqué varias veces la puerta pero nadie me abrió, tampoco se escuchaban ruidos de haber vida dentro. Saqué las llaves y abrí la puerta, pero lo que me encontré en aquel sofá no fue nada lindo..
—¿Qué esta pasando aquí? —traté de no mostrarme molesta. Pero la imagen estaba clara.
—Solo estábamos... conversando —aquella señora me sonrió en son de victoria, no creí que podía llegar a este limite.
—Violett puedo explicarlo —Jon se paró con los labios rojos gracias al asqueroso labial de mi madre.
—¿Donde esta mi padre? —Fue lo único que pude decir.
—En la cocina —Me respondió alegre ella. Solo pasé directo al lugar y ahí se encontraba mi padre sentado en un banquillo sosteniendose la cabeza con una mano mientras que la otra sostenía la botella de alcohol— ¿Papá? —me acerque a él.
—Violett —sonrió— volviste.
—Si, y al parecer tu esposa se divertia a tus espaldas mientras tú estabas aquí tomando... que no es malo —tomé otra que estaba en el centro de la mesa.
—¿Qué hizo?
—Se besó con mi pareja.
—Predecible.
—Así es —le di un trago largo.
—Encontró la forma de desafiarte —me miró—. Jonathan es un buen chico...
—Gracias —le sonreí.
—¿No es muy... mayor para ti? —sacó otra botella—. ¿Cuánto tiene?
—Veintinueve.
—Te lleva ocho años más —se sorprendió. —¿Qué pasará más adelante?
—No soy una niña pequeña, tengo veintiuno —reí—. Pero seguiremos, si nada se interpone.
—Bueno —sonó resignado—. Siempre te han gustado los mayores, no sé porque me sorprende ahora.
—Exacto —Tomé su mano— ¿Qué estuvieron platicando?
—Sobre varios temas, incluso me preguntó sobre ti... ahí le dí algunos detalles.
—Papá —reí avergonzada.
—Incluso él me dejo estas cervezas y dijo que volvía en unos segundos.
—Pero al parecer lo entretuvieron.
—No lo llames así, tal vez tu madre quería platicar con él.
—"Platicar".
—Si, "platicar" —rodó los ojos—. No lo culpes a él ¿de acuerdo?
—No lo haré —sobé su mano— ¿Tienes algún cigarro por ahí?
—Si, claro —sacó una cajetilla de su bolsillo— ¿Te molesta si te acompaño?
—Claro que no —Me paré y abrí la puerta que daba al patio en ese sector y lo dejé pasar. Era el segundo que me fumaba, pero lo necesitaba—. ¿En qué has estado pensando últimamente? —mi padre era de escribir en un cuaderno sus pensamientos y luego convertirlas en canciones.
—Voy a pedirle el divorcio —dió una calada al cigarro dejándolo escapar por sus fosas nasales, confundiendose con la nieblina de aquel frío día.
—¿Lo anduviste pensando?
—Hace mucho.
—Bien hecho —lo abracé, Podía sentir que su cuerpo lo necesitaba—. Eres mi héroe, lo sabes.
—Te quiero —rió ligero y seguimos acabandonos el resto de cigarro que nos quedaba—. ¿Tu madre te vio aquellos brazos pintados como obra de arte?
—Estaba sumergida en los labios de Jon —me encogí de hombros—. Aún así no se daría cuenta o no le interesaría.
—Entonces tampoco le interesaría firmar los papeles.
—No se lo pidas hasta que yo llegue ahí con una soda y palomitas, no me lo perdería por nada —bromeé.
—Cuenta con ello —me guiñó un ojo, cuando de repente se abrió la puerta dejando ver a una mujer de la tercera edad con el labial corrido y el cabello ligeramente desordenado—. Que quieres Nicol.
—Jonathan trató de abusar de mi —se arregló.
—¿Qué Jon qué? espera —reí como loca sabiendo que eso no era cierto—. Cada día estas peor, en serio vieja —traté de entrar a casa nuevamente. Pero mi padre me sostuvo del brazo haciendome girar.
—Es el momento —me miró a los ojos, solo asentí y esperé a que empezara—. Quiero el divorcio.
—¿Qué?
—Lo que oiste.
—No me puedes hacer esto a mi —se desesperó—. Yo te amo, Oliver.
—Por favor Nicol, llevas diciéndolo más de cinco años y aún así me sigues mintiendo.
—Pero es verdad.
—No le sigas mintiendo a tu corazón —rió sin ganas—. Llamaré a mi abogado para pactar la reunión —entró a la casa dejandome con aquella señora.
—¡Todo esto es tu culpa! —me acusó.
—Mira mujer, si en estos momentos yo tuviera cinco años y me lo dijeras en la cara, te lo creería como una criatura inocente —la miré a los ojos, era dificil ver tanta maldad ahí—. Pero a estas alturas tengo más de veinte años y sé perfectamente que tienes miedo a envejecer. No te culpo, estas enferma completamente —segui a mi padre dejando a aquella mujer sola pensando en lo que había hecho los últimos días.. pero sabía que no se arrepentía de nada.
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