¿Puedo ayudarte en algo?
Capitulo 4.
Mis ojos se abrieron de golpe al sentir la puerta ser tocada descontroladamente. Me senté y me di cuenta que me encontraba en la cama de Colby, agarré una camisa que se encontraba a los pies de la camisa y me la puse, mis piernas flaqueaban con cada paso que daba.
—Diablos —susurré al mirar por la ventana y encontrarme con el auto de Alex, en otras condiciones la encararía y le diría sobre la mentira a Colby, pero hoy no era el día. Y ya no me importaba.
Traté de no hacer el más mínimo ruido al ir hacia la puerta pero apareció el perro de Colby ladrándole a la misma. Para ser pequeño tenía pulmones.
Sólo me quedé inmóvil como si ella estuviera viéndome a través de la puerta como la visión de Superman. O como si estuviera delante de un dinosaurio; ni siquiera respiraba.
Unos minutos más tarde, se marchó.
—Bien hecho, pequeño Colby —lo felicité y lo acaricié, era tan tierno. Por el susto tomé mi vestido y empecé a vestirme como si hubiera hecho algo malo.
Estaba a punto de acabar con los zapatos cuando se sintió una llave abriendo la puerta, me quedé petrificada nuevamente.
Colby se hizo presente con un par de bolsas.
—¿Qué haces? —preguntó y cerró con la punta del pie, había llegado solo.
—¿Vistiéndome? —pregunté obvia.
—Esperaba que comiéramos juntos.
—¿Qué es esto? ¿otra cita después de lo de anoche? ¡claro que no! No quiero más problemas —dije culpable y me paré—. Y vino Alex a buscarte.
—Vamos, anoche fue increible —confesó y humedeció sus labios—. No hay porque arrepentirse.
—No me arrepiento.
Por supuesto que no.
Mi primera vez había sido con uno de mis crush... no podía haber sido mejor.
—Entonces... no me digas que vas a irte porque vino Alex.
—No, de hecho no me gusta tener lazos afectivos con otra persona —dije aquello y salí sin espera su respuesta. Crucé lo más rápido el césped pero no llegué ni a la puerta de mi casa cuando Colby me giró y me tomó en brazos poniendo mis piernas a cada lado de su cintura en cuestión de segundos—. ¡Suéltame! —chillé bajito.
—¡Dale! ¡Has un escándalo! —gritó fuerte—. Por si no lo sabías, todos están trabajando a esta hora —siguió hablando fuerte hasta que entramos.
—¿Qué hay de las dueñas de casa?
—Siguen durmiendo plácidamente, ninguna se levantará solo por escuchar gritos de los vecinos —argumentó como si fuera absurdo.
—¡Agh! —grité y golpeé su espalda.
—Eso sólo aumentará tus problemas —amenazó y pasó su mano suavemente por debajo de mi vestido. No tenía ropa interior.
—¡No me toques así, eh! —advertí, me encontraba mojada otra vez y no quería que lo supiera. Me senté derecha para mirarlo a la cara—. Sabes que esto se podría llamar como un secuestro ¿verdad?
—No es secuestro si esta la puerta abierta y tienes privilegio al teléfono —me miró triunfante—. Aparte, solo quiero comer contigo. O comerte, lo que prefieras.
—Puedes decir eso pero entre desayuno y desayuno vas encariñándote con las personas y eso a mi no me gusta —le dije sincera y lo miré insegura, me dio un beso en la mejilla y me bajó. Aún sentía el calor de su mano sobre mi piel y eso me molestaba. Él acercó su boca a mi oreja y me dijo lo que tanto temía. "Estás mojada otra vez... sabes que eso podemos solucionarlo".
No respondí, eso me había descolocado.
En cambio, caminé hasta entrar en la casa como si no hubiera escuchado eso y agarré al perro. Me senté en el sofá con el. Lo acaricié mientras el temblaba por lo emocionado que estaba por una caricia.
—Kevin —habló Colby.
—¿Mm?
—Se llama Kevin.
—Aún así me hace caso —respondí encogiéndome de hombros, él río—. ¿Qué comeremos?
—Oh, ¿y ahora si quieres quedarte? —preguntó arqueando una ceja. Luego fue a la cocina, no pude evitar seguirlo, moría de hambre por la noche anterior.
—¿No te dijeron nada por eso? —pregunté de vuelta ignorando su pregunta. Me apoyé en el umbral de la entrada.
—¿Esto? —mostró su cuello—. No estoy para dar explicaciones a nadie de lo que hago con mi vida —respondió como si no le importara mientras rompía algunos huevos.
—Ya veo... —me crucé de brazos—. Eres muy rudo.
—Y el más rudo —confirmó poniéndome una de sus mejores caras de indiferencia, como en la WWE—. Tus padres siguen en tu casa —avisó.
—¿Cómo lo sabes?
—Tu madre sigue espiándome —sacó un envase de jugo del refrigerador—. Solo le faltan los binoculares para ver todos los poros de mi rostro.
—No te hará nada.
—¿Cómo estás tan segura?
—Siempre quiso que saliera con alguien y supongo que por eso te observa... —di una explicación que ni yo me la creía moviendo las manos en apoyo—. De hecho, pensaba que era lesbiana antes de esto.
—¿Estamos saliendo? —preguntó arrugando la frente con una sonrisa—. ¿Y qué no eras alérgica a los lazos afectivos?
—No, y-yo... —balbuceé.
—No te pongas nerviosa —se acercó a mi.
—Es que estas aprendiendo a desafiarme —cubrí mi rostro, pero él quitó mis manos y besó mis labios como anoche, agarrando mi nuca—. Luego te gustará ganarme —añadí cuando se despegó de mi.
—Te enseñaré a responderme —dijo con picardía haciendo que entendiera a que se refería. Me guiñó un ojo y siguió preparando el desayuno.
Cuando terminó, nos dirigimos a la mesa a desayunar.
Los minutos transcurrieron muy silenciosamente que se empezaba a volver incómodo.
—Te tengo una noticia —habló al fin.
—Dispara.
—Hablé con Paul —continuó y me miró serio dejando de comer.
—¿Y yo qué?
—Es Triple H.
—Oh, ya... ¿Y? —moví el tenedor en el plato.
—Quiere ver lo que tienes.
—¿Qué? —escupí—. ¿Cuándo?
—Cuando me vaya a entrenar esta tarde —tomó un sorbo de su vaso.
—¡Oh, no! Estoy en mal forma —confesé, eso me quitó el hambre—. Hace mucho que no me preocupo por mi cuerpo.
—No te preocupes, si no te sientes lista puedes comenzar siendo comentarista o parte del staff —sugirió—. Ahora come.
—¿Después de esta noticia?
—Solo te observará silenciosamente —se encogió de hombros como si no fuese la gran cosa—. Ahora come.
—¿Desde las sombras? —pregunté una estupidez, él me miro raro—. Porque me encantaría —hablé como si estuviera demente, sinceramente eso me ayudaba a tranquilizarme.
—Si, de las sombras —me siguió el juego—. Come.
—Bueno... papá —respondí enojada enfatizando la última palabra.
—En algún momento me lo dirás pero en otro contexto y te gustará.
—Cállate —volví a comer.
Estaba demasiado nerviosa, no sabía como actuar ante aquella situación, el simple hecho de ponerme a pensar que diría Triple H, hacía que mi estómago se retorciera.
Había pasado toda la mañana con Colby hasta que mis padres abandonaron mi casa y eso fue en un largo rato. Ahora me encontraba recostada en su cama mientras él estaba a un lado escribiendo un par de cosas en la computadora, estaba muy serio que me llegaba a dar miedo, tal vez no lo he conocido bastante como para decir que él no es así.
—¿Tienes un momento? —habló de repente provocando que diera un ligero salto.
—Que necesitas —me giré a mirarlo.
—Lee esto —me estiró la mano para entregarme el aparato.
—¿Reglas? —leí unas líneas—. ¿Qué es eso de reglas? —pregunté nuevamente, estaba confundida, fue un cambio tan repentino de acontecimientos.
—De las acciones comenzadas ayer —respondió mientras me incitaba a seguir leyendo con un movimiento de mano. Le hice caso.
—Nada de lazos afectivos.
—Será en cualquier ocasión y lugar que alguno lo amerite.
—Sin excusas.
—Solo es sexo.
—Nada de celos por parte de alguno de los dos.
—No afectará en la vida personal como en el trabajo profesional.
—Solo se debe buscar al otro individuo en caso de querer satisfacer sus necesidades.
—¿Esto es en serio? —pregunté aún sin entender a qué se debían esas reglas. Anoche habíamos cogido y él ya quería que esto continuara como una sumisa a su dominador. Reí por lo absurdo.
—¿Acaso lo hice por diversión? —preguntó de vuelta, quitándome toda la risa de la cara. Su cara estaba seria, de pocos amigos—. Mira —comenzó a explicar sacándose los lentes—. Anoche disfruté del sexo, hace mucho no encontraba a una mujer que supiera mantener mi ritmo en cada momento. Esta mañana me has dicho que no te gustan los lazos afectivos... y en cierto modo a mi no me interesa tener una relación en estos momentos —finalizó su explicación—. Esto es algo que nos beneficiaría a los dos. ¿O no te gustó cogerme?
Luego de varios minutos en silencio mientras él me miraba, creí encontrar mi respuesta. Y además por el deseo sexual que me poseía al tenerlo tan cerca.
—Acepto —respondí y estiré las manos para que tomara de nuevo su computador. Sip, mi cachondeo había sido más fuerte que yo.
—Perfecto —comentó con una sonrisa—. Lo imprimiré y te lo daré para que puedas firmarlo. Si no te encuentras aquí te lo llevaré a casa.
Mientras él salía del cuarto, puse mis brazos debajo de mi cabeza y suspiré. Trataba de encontrarle sus pros y sus contras a esta nueva situación, pero solo encontré pros. Al final de cuentas era como tener un amigo con beneficios.
En eso, volvió y se paró al frente de mi, me miró detenidamente y se quitó los anteojos, que al recibir el computador de nuevo, se los había puesto. Humedeció sus labios con su pequeña lengua y luego se sacó la camiseta por encima de la cabeza.
Mi corazón se aceleró con solo ver su torso descubierto como la noche anterior. Y por supuesto, mi entrepierna palpitaba.
Me agarró de las piernas y me jaló hasta dejarme tocando el suelo. Como seguía con el vestido y sin ropa interior abrió mis piernas.
—Estoy cansada... —susurré sintiendo un poco de vergüenza al ver como se quedaba mirando mis partes. Giré mi cabeza a un lado para imaginar que eso no estaba sucediendo. En todo caso, no tenía como mentirle... ya se había dado cuenta que estaba mojada.
—No te lo estoy pidiendo, Violett —respondió a mi frase sacada de los años sesenta. Se arrodilló delante de mi, sus manos acariciaron mis muslos y eso me hizo girar a mirarlo; mi vestido estaba doblado hacia arriba, casi tocando mi pecho.
Colby acercó su boca a mi intimidad y con su lengua separó mis pliegues abriéndose paso hasta la parte más sensible.
Levanté las caderas por la deliciosa sensación.
Y Colby besó mi sexo de lleno.
—Uff... —hice un sonido con mi boca tirando la cabeza hacia atrás. Colby subió mis piernas a sus hombros y me atrajo un poco más a él, el último poco que faltaba—. Devórame... —supliqué.
Colby acarició mi clitoris lentamente con la punta de su lengua, con delicadeza. Fue incrementando la velocidad hasta que lo sentí muy sensible y él lo notó al temblar por un momento mis piernas.
Mordió mi muslo derecho y se puso de pie.
Como si fuese una muñeca de trapo me dio la vuelta y levantó mi trasero. Me puse en posición felina dispuesta a todo por él.
Fueron segundos muy largos sin sentir nada de él...
De un momento a otro sentí su lengua nuevamente en mis pliegues pero en otra posición y fue subiendo su lengua hasta mis nalgas. Las mordió.
Apreté mis manos en las mantas sabiendo lo que se vendría; Colby se introdujo en mi.
Hice una "o" con mis labios seguida de una sonrisa satisfactoria. Mis ojos se cerraron a medida que arremetía contra mi.
Una... otra... y otra vez... sin parar.
Salió de mi y me recostó en la cama con las piernas abierta hacia cada lado. Se volvió a meter en mi y esta vez su pecho chocaba contra mi espalda, sus manos estaban apoyadas a cada lado de mi cabeza.
Me dejé llevar.
Pero todo fue arruinado por el sonido de su teléfono al otro lado de la cama.
—Déjalo —pedí.
Sonó mas como un susurro desde el poco oxígeno que se encontraba en mis pulmones. Me hizo caso y al rato dejó de sonar. Hizo más rápidos sus movimientos de pelvis descontrolándome—. Ahh... —gemí al sentir que una de sus manos bajó a mi zona y me acarició. Movía sus dedos en círculos—. Si, así... no te detengas —supliqué.
Ese maldito celular sonaba otra vez.
Colby volvió a ignorarlo y nuestros cuerpos llenos de sudor nos avisaban que nuestro final se aproximaba. Su respiración agotada y mis partes a punto de estallar nos hicieron culminar.
Exploté y Colby también a través de un gemido.
Mis músculos se agarrotaron.
Sus brazos se hicierón débiles a lo que tuvo que pararse y salir de mi. Me giré a mirarlo.
Se había puesto condon esta vez.
Se lo quitó delante de mi y fue al baño a desecharlo.
Cuando apareció de vuelta agarró el celular que en ese preciso momento sonaba.
—Dime —atendió. Le salio la voz aguda. Tosió—. De acuerdo. ¿En un rato más? —preguntó y me miró—. Si, iré con ella... claro, te aviso cuando lleguemos —colgó.
—¿Importante?
—Tengo que ir a entrenar, ¿te vas conmigo o te dejo la dirección?
—No recordaré la calle.
Me paré como pude y fui al baño a limpiarme.
Después de hacerlo caminé por su casa hasta la puerta.
"En un rato paso por ti"
Escuché su voz a la vez que salía y me dirigía a mi casa. El cielo se delataba y me decía que el mediodía nos había abandonado hace mucho.
Pasé corriendo a casa.
Puse a cargar mi celular y fui al baño a tomar una ducha. Nunca había deseado tanto hacerlo, era como si no me hubiera bañado desde hace meses, esa dulce sensación.
Cuando acabé, me puse unos pantalones negros rotos, unas zapatillas vans y una camiseta sin mangas de Bring Me The Horizon. Tenía que hacer ejercicios, porque sino ¿qué le interesaría ver a Triple H? ¿Mi aspecto? Claro que no.
A menos que me quiera para otro cargo en la empresa...
Tomé un bolso pequeño y ahí guarde lo necesario en caso de entrenar o demostrar lo que he aprendido.
—Wow... —fue lo único que pude articular al ver mi rostro en el espejo. Mi cabello desordenado, ojeras y el maquillaje todo escurrido.
Tomé una toalla húmeda y limpié todo rastro en mi cara dejándola natural. Peiné mi cabello en una coleta. Dejé que mi celular cargara varios minutos más.
Revisé la hora: eran las 16:53.
Tenía varios mensajes en la barra de notificaciones.
Los revisé uno por uno.
De: Mamá.
"Espero que para la otra nos dejes ver a tu novio (si alguna vez pasa algo con el chico que tienes de vecino)" (11:45 ㏂)
Rodé los ojos y no leí ninguno más de su parte.
De: Alex.
"¡Responde el maldito teléfono, Violett! ¡Qué demonios estas haciendo!" (13:55 ㏘)
"Violett, querida amiga mía... ¡Deja de coger y háblame! Gracias." (13:55 ㏘)
"Bien, como no te importa, Andy ha estado contratando agentes para saber tus datos personales. Si en algún momento te interesa, pacta una reunión con la secretaria de la empresa en que trabajo." (14:00 ㏘)
—Mierda... —mordí mi labio—. ¿Andy? —pregunté con la mirada perdida—. Pero si Andy nunca tuvo indicios de ser un psicopata o algo por el estilo.
«Jamás se termina de conocer a las personas, mi amor»
—Tal vez tengas razón.
Abrieron la puerta de mi casa.
Dejé la carga que tenía mi celular y bajé con mis cosas, allí me encontré con Colby en su ropa de trabajo apoyado en la entrada, lo miré detalladamente como si mi vida dependiera de ello y al notar que se había dado cuenta cerré la puerta detrás de mi al salir los dos. Deberé ser más cuidadosa y dejar la puerta siempre cerrada.
El camino era largo, solo miraba por la ventana mientras la música sonaba y hacía menos incómodo el ambiente.
De repente sonó "Bad Habits" de Nerv y Colby empezó a cantarla, me había dejado atónita. Al rato la canté con él pero muy bajito, me sabía la canción por desgracia.
Su voz por más aguda que era varias veces, sabía utilizarla perfectamente al cantar. Su cara estaba llena de alegría como si sacara al niño que tenía dentro... muy adentro.
Llegamos rápido y mis ánimos incrementaron, respiré varias veces para demostrar lo que era capaz de hacer.
Cuando bajamos, le puso seguro a su auto y nos dirigimos a la entrada, pasamos unos pasillos hasta un cuarto donde se encontraba todo objeto de ejercicio y varias personas incluyendo a Triple H... o como fuese su nombre real.
—Aquí estamos —habló Colby y se acercó a él, que se encontraba desprevenido.
—Hola, mucho gusto —me estiró la mano—. ¿Tú eres... —esperó a que dijera mi nombre.
—Violett Hardy —respondí y se la estreché con una sonrisa sin dejar de mirarlo a los ojos—. El gusto es mio.
—Bien, ¿te parece si comenzamos ahora? —Colby le preguntó.
—Cuando estén listos —respondió alzando las manos y haciendo un gesto con su boca.
Nos dirigimos a los provadores y Colby me esperó afuera, cuando salí no dejaba de ver como me quedaba aquel atuendo. Solo había traído un short y un sujetador deportivo.
Estaba completamente paralizada, yo solo sabía algunas técnicas que como fanática me había aprendido, lo demás era defensa personal que no venía con la lucha libre convencional. Además, no sabía cómo agarrar al oponente.
Pasó el tiempo y Colby en vez de tirarme inmediatamente a probar como luchadora me hizo entrenar para que tuviera presente el esfuerzo que todo luchador profesional debía hacer para poder salir a pantalla y no fracasar en el intento.
—Me estas matando —me quejé y tomé desesperadamente la botella de agua de sus manos. Lopez me había esforzado a hacer varias sesiones largas de ejercicios sin descanso.
—Lo hiciste mejor de lo que yo esperaba, debo admitir —se secó con la toalla la nuca—. Y sé que Paul piensa lo mismo que yo.
—¿Puedo irme a cambiar? —lo interrumpí.
—Si, ya acabó —dijo con un tono seco.
Se volvió a parar y estiró las piernas, dando unos saltitos en su lugar.
—Eres imparable —lo halagué y di una profunda respiración. Me temblaba todo el cuerpo.
Me impulsé con las manos en las rodillas y me puse de pie, me quedé en esa posición varios segundos dudando si mis piernas me harían caso. Las estiré unas veces y caminé a los probadores, donde había dejado mis cosas la primera vez.
Cuando salí, todos estaban sometidos en sus ejercicios. Nada más importaba entre ellos y su cuerpo. No sabía que hacer, no sabía como salir e ir a mi casa. Ni siquiera sabía si a Triple H le había parecido bien. Estos hombres.
—¿Puedo ayudarte en algo?
Escuché una voz a mi espalda sacándome de mis atormentados pensamientos. Pude reconocer de quien se trataba. Era mi Salvador.
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