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Porque él es diferente.

Capitulo 38. 

Salí hecha una furia a backstage.
Eso había herido mis sentimientos, pero no quería llorar, no lo haria. No necesitaba que vieran que aquello me había dolido.

Estaba tan sumida en querer llegar al baño y refrescar mi cara que no vi por donde iba, haciendo que chocara con un pecho muy duro.
Sabía quien era con solo sentir su aroma y como el corazón me avisaba con sus latidos acelerados.

—¿Me dejarías pasar? —le pregunté sin mirar su rostro.

—No sin antes saber quien te ha lastimado.

—¡N-No puedo! —miré atrás y venia Seth, empujé a Roman para salir corriendo a mi destino.
Estando en aquel lugar, cerré la puerta con seguro sin importar quien estuviera dentro o quien necesitara salir.

Me recosté sobre la puerta hasta que mi cuerpo prefirió dejarse caer hasta tocar el frío suelo.

—Violett, abre —escuché los gritos de Seth a metros de distancia del baño—. ¡No me toques! —habló con alguien, me quedé en silencio y escuché.

—¡Qué le has hecho!
Esta vez le gritó Roman.
—¡Al parecer debió ser algo tan idiota de tu parte como para lastimarla de esa forma!

—No te metas donde no te incumbe Reigns, no te hagas el sobreprotector ahora. No estabas cuando sucedieron las cosas.

—Claro que me meto, ¡como no lo voy a hacer si la veo corriendo lejos de ti! —sentí una risa diminuta de su parte—. Al parecer se te cayeron las pelotas y la única opción que elegiste fue lastimarla.

—No hagas que te golpee en estos momentos para sacarte de mi camino —advirtió.

—Hagas lo que hagas, trates lo que trates para sacarme de aquí no funcionará —dijo decidido—. Porque no dejaré que le hagas daño otra vez.

Luego de eso no escuché sus voces pero si el ruido de golpes siendo dirigido a sus cuerpos o eso parecía.

Limpié las lágrimas de mis ojos y me quedé esperando a que no se escuchara nada más para poder salir. Los minutos pasaron y ya no se sentía ruido, decidida me puse de pie y tomé la manilla pero unos nudillos estampados en la puerta me advirtieron que alguien quería entrar.

—Violett, soy yo... —la voz de Roman me alertó—. Ábreme, por favor.

—Comprueba que eres tú —me aseguré.

—"BMTH" —dijo aquella simple abreviación y le abrí la puerta, su rostro estaba preocupado—. ¿Estás bien? —tomó mi rostro entre sus manos, solo asentí bajando la mirada de sus ojos—. Ven aquí —me abrazó con mucho cariño, hizo que me sintiera peor. Él sabía que no iba a hablar, así que cerro la puerta y me sentó encima del lavamanos para luego pararse al frente de mi—. ¿Me quieres contar?

—Vale —susurré y acaricié sus brazos—. Antes de que llegaras tuve que salir con Rollins, como lo había pedido La Autoridad... —suspiré—. Tenía un combate con AJ... pero en un instante que él cayó fuera del ring, Rollins quería que lo golpeara mientras él distraía al referi. En verdad no quise hacerlo y solo lo ayudé a subir al ring...

—Pero si eres tan buena persona —interrumpió y acarició mi cabello.

—Eso hizo que él perdiera y se enojara... —mi voz fue bajando de volumen—. Cuando se levantó me dijo algo que provocó que lo golpeara en público.

—¿Qué te dijo? —preguntó serio—. Dime, que te dijo —insistió al notar que no le respondía—. Vamos bebé, dime.

—Que solo servia para el sexo —le respondí casi en un susurro inaudible. Escuchó y apretó las manos con fuerza—. Pero ya déjalo Roman.

—¿Cómo quieres que lo deje si ese imbécil te dejó mal en público?

—El público no me interesa, lo más probable es que no hayan escuchado —limpié mi nariz.

—Pero que hay de tus sentimientos, ¿eh? No puedo dejar algo como esto en el olvido. Quien se cree él para venir a insultarte de ese modo.

—Solo son palabras.

—No lo defiendas.

—No lo hago, solo no quiero que tengas problemas.

—Esto ya es más que personal.

—Roman, olvid...
No me dejó acabar cuando me cayó con sus labios.

—La última vez que me lo pediste no fue buena idea —respondió.
Fue lo último que dijo para luego salir por aquella puerta dejándome con mi silencio.

Me bajé del lugar donde me encontraba y aún siendo necia me dirigí a buscarlo para averiguar que iba a hacer.

Pasé por todos los pasillos que se pusieron en mi camino, hasta que lo vi.
Estaba discutiendo con Hunter como era de esperarse mientras que Seth no se encontraba ahí. Fui a mi camerino, esta noche no tenía un combate así que solo quería irme, no necesitaba una falsa disculpa de ese infeliz que tenía que llamar "pareja".

—Aquí estás —escuché esa voz arrogante que esperaba no escuchar el resto de mi vida.

—¡Que diablos quieres ahora! ¡ya me dejaste en claro lo que realmente era! —lo miré—. Si solo sirvo para eso entonces ¡ya deja de buscarme y busca a Alex, sabes que ella lo hace mejor! Porque por alguna razón esta embarazada, ¿no te parece? —seguí ordenando mis cosas.

—¡No esta embarazada y ya deja ese tema a un lado! —me gritó aún más fuerte que yo, quería intimidar—. Lo que dije allá afuera fue la ira la que me controló.

—Si claro, ¿y tú crees que yo voy a caer en esa excusa? —levanté una ceja.

—No, pero...

—Eres un maldito bipolar —le dije sin más. Me colgué la mochila en el hombro—. Por favor, aléjate de mi. Te lo digo con buenas palabras —salí del camerino. Me siguió.

—Te tengo una mala noticia cielo, porque tendrás que ver este rostro hasta que dejes de trabajar aquí.

—Entonces no sera mucho. —pasé por la puerta de salida hasta llegar a mi auto, subí en él y me fui a casa.












Al día siguiente no tenía ganas de ir a la WWE así que no me molesté ni en vestirme.
Aproveché mi tiempo libre para limpiar un poco la casa, estaba bastante desordenada y no lo había notado.

Cuando acabé de hacer todo, me dí cuenta que eran las seis de la tarde, era la hora que debería estar preparándome para ir a la WWE, pero en cambio, me puse algo cómodo para meterme en la piscina.
Necesitaba un momento de descanso.

No duró mucho cuando mi celular sonó sobre mi toalla en la orilla.

—Hey —respondí con simpatía, era Alex.

Hey blue, te espero en tu trabajo.

Lo siento Alex, pero hoy no iré a trabajar.

—Oh, de acuerdo. ¿Me esperas en casa?

—No creas que me moveré a algún lado —reí y colgué. Volví a dejar el celular donde estaba y me sumergí en el agua, estaba tan agradable que pensaba no salir jamás.

Pasaron varios minutos, los cuales, aproveché antes de que llegara Alex. Algo había pasado como para no estar aquí en cinco minutos, ella siempre estaba en la casa de Colby, pero al parecer hoy no se encontraba.

—Ya llegué —apareció de repente.

—¿Qué? ¿cómo entraste?

—La puerta estaba entre abierta —se encogió de hombros—. Pero no te preocupes, la cerré al entrar.

—Gracias —suspiré aliviada—. ¿no quieres... —apunté el agua, ella solo se desvistió quedando en ropa interior y se metió con elegancia—. ¿Cómo está el bebé?

—Salió negativo —bajó la mirada.

—Así que el idiota tenía razón —susurré.

—¿Qué idiota?

—No, nadie —le sonreí—. ¿Cómo se tomó eso Colby?

—Fingió comprenderme y estar algo desilusionado, pero por dentro estaba saltando —confesó y se hundió para mojar su cabello—. Y ayer cuando llegó, estaba muy molesto que me pidió que me fuera.

—Dime la verdad —la miré—. Porque sé que no te lo pidió educado.

—Bueno... si —empezó a divagar—. Estaba algo molesto... me gritó un poco... pero sé que él no es así —justificó.

—Realmente no lo conoces como lo hago yo.

—Pero he aprendido a hacerlo.

—Tal vez solo lo básico, aún no descubres todas las fases de su bipolaridad.

—¿Bipolaridad?

—¿Lo ves? A eso me refiero.

—Entonces tal vez debes ser tú quien deba estar con él porque si sigue así no creo que pueda soportarlo.

—No es cuestión de soportarlo, es de aceptarlo —expliqué. Después de todo lo que me había hecho seguía teniendo empatía por él y convenciendo al resto de algo que no era verdad.

—Insisto... quédate con él y yo con el hombre que estaba aquí ayer.

—Eso realmente fue infantil —reí. Al menos estaba de mejor humor—. Y no es "el hombre" se llama Joe, tiene fami...liares también en la WWE —improvisé, no podía decirle que tenía algo con un hombre de familia.

—¿Ah, si? Debería presentármelos.

—Ya basta —la paré—. Tus hormonas están fuera de control y eso que tienes veinticinco.

—No puedo evitarlo, los hombres son mi debilidad.

—Eso lo sé y lo peor es que no puedes tener una pareja estable porque luego aparece otro que revoluciona tus hormonas.

—¿Qué puedo hacer?

—Te conseguiré una cita con Nick.

—¿Quién es él?

—Un hombre que le encanta presumir, se llevarán muy bien —le sonreí para tranquilizarla. Ella ya lo conocía, esto sería una sorpresa.

—Gracias —dio varios saltos. En verdad, no podía entender a esa mujer.

Seguimos charlando hasta que le dio frío y decidimos entrar. Esta noche se quedaría en casa conmigo, eso me sorprendió porque no recordaba la última vez que nos habíamos juntado para algo como esto, tal vez fue a los ¿doce años? No recuerdo.

—Mira lo que traje —sacó una bolsa de palomitas dentro de su bolso.

—Venías preparada ¿eh? —reí y las tomé para ponerlas en una fuente.

—Y también algo de esto —sacó otra bolsa.

—Aún recuerdas que me gustan —tomé la bolsa de ositos de goma.

—¿Como olvidarlo? —se sentó en el sofá con una manta.

—Es que... esos pequeños detalles son los que se olvidan primero —tomé dos vasos y les eché soda para llevarlos donde Alex, luego llevé lo demás.

—No para mi, jamás olvido nada.

—¿En serio? ¿Y que pasó con Colby? lo reconociste una noche cuando lo hacían —me senté a su lado.

—Bueno, es que él estaba muy cambiado... casi irreconocible —se encogió de hombros, para luego comer algo—. ¿Qué veremos hoy?

—Lucha libre —sonreí.

—Mírenla, no quiere ir a trabajar pero de lo más bien puede verlo desde su casa. Eso es maravillo.

—Silencio, ya va a empezar —dije entre risas.

—Quien te entiende —rió bajo, luego se acomodó en mi hombro y vimos el programa. Era Jueves, así que hoy le correspondía a SmackDown y era uno de los días en que yo protagonizaba más. Con solo pensar que no fui, me llegó a la cabeza como Hunter se estaría sintiendo en estos momentos, había de estar maldiciéndome entre dientes.

Saqué esa graciosa imagen de mi cabeza y miré la pantalla donde Alex no dejaba de apuntar y gritar desesperada, esta noche había una lucha entre Roman y Seth. Quería escupir y botar todo lo que había comido, pero lo que más quería era ver quien ganaba.

—¿Por quien vas? —preguntó de repente Alex.

—Por el samoano.

—¿Por el samo... qué?

—Por Roman Reigns.

—Emm...

—Por el barbas.

—Ambos tienen barba...

—Por el del cabello largo.

—Ambos tienen el cabello largo...

—De acuerdo. Por el hombre del súper brazo tatuado.

—Oh... —asintió comprendiendo—. Por ahí debiste empezar desde un principio.

—No es mi culpa que no veas la diferencia.

—¡Que diferencia ni que nada!

Shh cállate, va a empezar otra lucha —le tapé la boca, mordió mi mano, me sacó la lengua y se quedó en silencio de todos modos.

Mientras las horas pasaban y Alex se entusiasmaba con las luchas femeninas, me llegó un mensaje de Joe.

"¿Por qué no has venido? H esta muy enfadado"

Me quedé pensando una excusa razonable mientras mi vista se dirigía al televisor, pero no tenía ninguna.

"Dile que no me sentía bien, y punto. Que le importa a él lo que me suceda"

Traté de bloquear mi celular, pero luego recordé que él no tardaba en responder así que lo esperé.

—Es por no querer ver a Rollins, ¿verdad?

—No... como crees.

—Si, es eso.

—¿Por qué no puedo mentirte ni siquiera por textos?

—Porque soy genial :)

—Mm... aunque suene narcisista tienes razón.

—Pero de todos modos, no tienes por que preocuparte de verlo si sabes que voy a estar aquí para protegerte. Eso no tienes porque olvidarlo.

—No es que no crea en tu palabra, sino que aunque trates de defenderme, de algún modo, Seth se meterá en mi piel y estará molestándome, colmando mi paciencia.

—Bebé, no puedes dejar que un individuo como él te haga la vida imposible en tu zona de trabajo.

—No lo hará, ahora ve a tu combate.

Le avisé en el momento en que presentaban a Rollins, luego él tenía que entrar y no podía estar distrayéndolo.

Alex de un momento a otro le interesó saber con quien estaba charlando y como siempre, me salía con la mía y terminaba haciéndola callar.

El combate cada vez se ponía más interesante, mis gestos corporales no dejaban de estar atentos al ver como se golpeaban y mucho más cuando la cuenta de diez por estar afuera había terminado, ahora podían hacer lo que ellos quisieran.
Me hizo sentir culpable.
Todo había comenzado por mi culpa, estaba muy consciente de eso, provocando que el malestar en mi estómago se profundizara aún más.

—¡Eso es Colby!

Alex no dejaba de alentar al hombre arrogante. No quería decir ninguna palabra, no me sentía en buenas condiciones para jugar con ella, así que tan solo me quedé callada esperando que esto acabara de una vez por todas... o por lo menos los separaran.

—Ya Blue, se acabó —declaró Alex al verme mirando por todos lados menos el televisor.

—¿Qué sucedió?

—Al hombre tatuado le sacaron algo de sangre de los labios y a Colby un poco de la nariz.

Apuntó la pantalla, le hice caso y observé como se los llevaban. Si Alex supiera las razones de esa disputa, lo hubiera llamado masacre.

—Ya, mucho por hoy —le quité la fuente de algunas casi inexistentes palomitas sobre las manos—. Vamos a dormir.

—Pero aún no acaba —se quejó.

—Si, se acabó. Mira ese cuadrito en la esquina de la pantalla —apunté—. Se acabó.

—De acuerdo —se levantó de su lugar y apagó el televisor, luego me ayudó a llevar todo a la cocina.

—Ve arriba, yo me encargaré de esto —le dí un suave golpe en el trasero de cariño y ésta se fue con la manta en el hombro—. Pasa al cuarto de huéspedes.

—De acuerdo —levantó un poco la voz al subir las escaleras. Ordené el sofá, guardé lo que había quedado y subí al cuarto, le dí las buenas noches a Alex y luego por fin me encerré en el cuarto, estaba muy cansada.












Me desperté cuando algo me obstruía el movimiento. No podía girarme.
Abrí los ojos y me encontré a una Alex descansando pacíficamente a mi lado. No sabía como había llegado, pero si eso la hacía sentir más segura no la molestaría.

Con suavidad me levanté de la cama y la cubrí mejor, ella al sentir que la cubría se giró hasta estar en toda la cama, se veía tan dulce que no la desperté y desactivé la alarma de su celular para que no despertara con un genio de perros.

Tomé una corta ducha y me vestí para luego salir a trotar, necesitaba aire fresco.
Antes le dejé una nota a Alex para que no se preocupara.

Al salir, el agradable viento que corría por esa perfecta mañana impactó sobre mi rostro haciendo que todas las tensiones que tenía contenidas en el cuerpo se esfumaran e hizo que mi autoestima se sintiera mejor.

No todo se volvió alegría, de hecho aquella felicidad desapareció un poco al ver al ser que en estos momentos más odiaba, estando a mi lado como si nada pasará. Y sabía que no iba a decir nada si yo no lo hacia.

—¿Vas a seguir insistiendo? —apreté los dientes.

—Hasta que vuelvas a trabajar.

—¿Y que te hace pensar que ayer no fui solo por no verte a ti?

—Es algo lógico y tú misma me has dado la respuesta —soltó una carcajada de aquellas que te dan ganas de golpear su rostro.

—Entonces con más razón no iré —apresuré mi trote—. Sería capaz de romperme una pierna si con eso consigo no verte en un mes... o al menos en toda la vida.

—Vamos, no seas rencorosa.

—No lo soy sólo no quiero verte nunca más, eso es muy diferente a ser rencorosa—me giré a verlo—. No siento nada por ti, has lo que quieras con tu vida... pero el karma hará mi trabajo, él es mi sicario —seguí mi camino.

—Vaya, que diferencia de ser rencorosa —se sorprendió pero aún así me siguió hasta volver a alcanzar mi ritmo.

—¿Y por qué aún no te vas?

—Porque soy insistente.

—Ah, ya —dije con sarcasmo—. Y que esperas conseguir, ¿eh?

—Que me disculpes.

—No, gracias señor bipolar, sé que si sucedió una vez volverá a pasar otra vez.

—Entonces no me hagas enfadar.

—No puedo hacer tal cosa, ser una molestia para todos es parte de mi y si no te gusta puedes irte, es así de simple.

—Vale —paró y me tomó la mano para que también lo hiciera—. Tu vuelves a trabajar y yo dejaré de ser tan molesto.

—Falta algo.

—¿Qué cosa?

—Libérame del estar saliendo contigo cada vez que tienes una lucha.

—No puedo.

—¡Vamos! ¿por qué no?

—Porque quiero cuidarte y voy a hacerlo hasta que... —bajó la voz.

—Hasta que acabe con Joe, ¿no es así? —me crucé de brazos, él solo suspiró—. ¡¿Por qué tanto te molesta?!

—¡Porque esta casado, Violett! ¡Tómale el peso a esa palabra! —pasó una mano por su cabello—. ¡Él no cambiaría a su esposa por estar contigo!

—¿Crees que eso no lo sé?

—¡¿Entonces por qué estas con él?!

—Porque él es diferente a todos ustedes, a todos los idiotas de tu clase —miré hacia otro lado—. Él no es capaz de lastimarme aunque así lo quisiera, él sabe como subirme el ánimo, como hacer que me sienta segura y querida. No es como tú —lo volví a mirar—. Estar contigo es todo lo contrario.. tú me lástimas y después de haberlo hecho te das cuenta. Tú no piensas antes de actuar, tú actúas y después piensas.

—Violett...

—No, tú cállate y solo deja que me vaya —me solté de su agarre e iba a seguir trotando pero me volvió a sujetar, ese agarre hizo que girara quedando al frente de él. Aprovechó eso y me sujetó de la cintura para besar mis labios, no quería hacerlo y trataba de alejar mis labios pero era imposible.

—No vuelvas a hacer eso —le advertí al soltarme y saqué sus manos de mi cuerpo.
Sonrió y volvió a sujetarme.

"Si no le correspondes al beso, él no va a soltarte aunque lo intentes."
Me aconsejó mi cabeza.

Le hice caso y de malas ganas pasé mis brazos por sus hombros para sujetar su cabello, estaba bastante suave y su cuerpo olía bien.
Traté de desviar todos esos malos pensamientos de mi cabeza, pero donde hubo fuego cenizas quedan dicen por ahí.

Solo fui capaz de seguir al compás de sus labios, tenían un dulce sabor a frutilla y su lengua estaba suave.

—Esto no quiere decir que he olvidado lo enojada que estoy contigo —me solté de su agarre cuando él aflojó sus manos—. Las cosas no se solucionan tan fácilmente.

—Lo se —humedeció sus labios—. Solo quería volver a recordar lo dulce que eras.

—Fue un gusto verte —dije con sarcasmo y seguí mi camino. Volvió a seguirme. Sabía que no se detendria hasta conseguir lo que quería—. Si tanto te molesta que vuelva, iré a trabajar.

—No es eso —respiró varias veces para no cansarse tan rápido—. ¿Te acuerdas del contrato?

—Eso dejó de existir cuando te metiste con Alex.

—Oh, ¿en serio? —preguntó con un tono divertido por la situación. Tanto así que casi hacía que yo también riera—. Tú estuviste con Jonathan y yo no dije nada. Estuviste con Joe y no dije nada... sigues con Joe y yo no digo nada.

—¿Qué esperas de mi ahora?

—Que volvamos a los viejos tiempos, donde nos divertiamos los dos solos sin tener el temor que estábamos engañando a alguien.

—Eso fue hace mucho tiempo.

—Solo porque estuve con Alex, no seas infantil —rió.

—No es eso —sonreí, iba a hacerlo enfadar—. Ahora estoy con Joe.

—Sabes muy bien que eso no me interesa, puedo estar enojado contigo por pensar que una relación imaginaria entre ustedes pudiese existir... pero no puedo estarlo cuando necesito sexo. Eso yo no lo cambio —aclaró. Frenó y me cargó sobre su hombro para caminar de vuelta en otra dirección.

—¡Suéltame o voy a gritar! —golpeé su espalda.

—¿No te acuerdas cuando te dije que todos estaban trabajando a esta hora? —gritó repitiendo lo mismo que la vez anterior y en efecto, nadie salió.

—Te odio.

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