Feliz Cumpleaños.
Capitulo 46.
Tiempo después...
No sabía cuantos días habían pasado o cuantas semanas se habían ido.
Pero solo les diría que había perdido las esperanzas de volver a ver la luz del día, la luz de la libertad. Me sentía agotada. Agotada de hacer cada día lo mismo, mi peso había disminuido, podía sentir mis costillas asomarse por la delgada piel que le quedaba a mi cuerpo, podía notarlas más fácilmente porque mi ropa había desaparecido y tan solo estaba en ropa interior, mis ojeras tenían sus ojeras, y éstas tenían historias que contar. Mis párpados cada vez pesaban más al llorar en silencio... ya no podía soportar más en ese purgatorio.
Matt se había preocupado mucho por mi, cada vez que tenía tiempo libre decía alguna excusa para ir a socorrerme, a subirme el ánimo y no sentirme tan basura.
Muchas veces no servía, trataba de hacer que no se sintiera inútil y fingía que estaba feliz para que él también lo estuviera. Aunque fuese aliado de Andy, también deseaba mi libertad tanto como la deseaba yo, varias veces había tratado de ayudarme, pero dejó de hacerlo cuando Andy empezó a castigarme... y de la peor forma.
Desde entonces solo venía a darme algo de alegría durante el día, luego se marchaba dejándome con mi melancolía.
No estaba segura en que día me encontraba, pero Andy ya había acabado conmigo y se le había quedado la chaqueta. Esperé a que volviera luego, pero pasaron los segundos y nada sucedió, me acerqué a ella y revisé qué tenía en los bolsillos.
—Aleluya —susurré tomando mi celular de su bolsillo, con mi mano temblorosa de lo ocurrido hacía menos de veinte minutos, vi los mensajes y Alex me había respondido. Eran varios, los cuales habían llegado con el tiempo, el de hace unos días decía que se había comunicado con mi padre y sabia la situación.
"Tranquila cielo, te encontraremos. Cueste lo que cueste"
Fue el último mensaje de Alex.
Había llegado ayer.
—Apúrense... —susurré apretando el celular contra mi pecho, ya no reconocía mi propia voz.
Con solo leerlo las lágrimas cayeron por mis mejillas, ya no soportaría más. Debían llegar pronto.
Volví a ver la pantalla y viendo la fecha del día en que le envié el mensaje a Alex pidiendo ayuda, hasta ahora, ya se iban a cumplir dos meses del encierro y mañana sería mi cumpleaños.
—Pero que perfecta ocasión... —limpie mi rostro y traté de mandarle un mensaje a Alex.
"Si no logro salir de este campo de concentración, sabes... sabes que te quiero."
Le mandé, pero al momento de querer mandarle otro diciéndole mi paradero, ya no tenía saldo suficiente para enviar mensajes. Resignada, borré el mensaje para que Andy no lo viera pero a Alex le llegaría de todos modos y volví a guardarlo en su bolsillo.
Me alejé de la cama y volví a tomar posición cerca de la ventana, era de noche y me gustaba ver como amanecía, la oscuridad era mi única aliada y la única que me comprendia. Cada segundo de mi mediocre vida contaba y si me despistaba por un momento, todo se iba a la basura. Todas las noches me sentaba en el mismo rincón del cuarto a observar como la luz se asomaba por la ventana al amanecer, susurrando que todo estaría bien, siendo positiva. Pero una parte de mi sabía que me mentía.
—¿Violett, estás bien?
Matt me despertó, moviendo mi brazo de un lado al otro.
—Me quedé dormida.
—Creí... creí que no despertarías —suspiró aliviado y me cubrió con una manta.
—Eso si sería cumplir mi deseo —apoyé mi cabeza contra la fría pared—. Por favor quita esta asquerosa cosa de mi cuerpo... —apreté los dientes al ver que la sacaba de la cama.
—No digas eso —me alentó y sacó esa cosa de mi cuerpo—. De alguna manera saldrás de aquí.
—Si, algún día saldré —lo miré—. Cuando mi cuerpo deje de tener vida y me tiren al basurero de la esquina —sonreír con ironía, pero no duró mucho y se borró de mis labios.
—Vamos, seamos positivos.
—He sido positiva todo el tiempo que me he encontrado aquí, ¿y de qué ha servido? ¿eh? Dímelo —pedí. Limpié con brusquedad mi rostro de las lágrimas que no tardaban en salir—. Solo he ganado pasar mi cumpleaños en esta mierda —golpeé la pared con mi puño. Ésta quedó con sangre y mis nudillos se rompieron.
—¡Violett! —Matt se asustó, se levantó de su puesto, con mucha fuerza le arrancó un pedazo de tela a la manta y tomó mi mano para curarla—. Todo estará bien.
—Ya deja de decirlo... —dejé que me curara, la herida no me dolía en lo absoluto. Solo mis sentimientos y autoestima estaba dañada.
—¿Puedo darte un abrazo? —preguntó con timidez.
—Ven aquí —abrí los brazos y éste se acercó a mi apretándome con fuerza, demostrándome que él podía comprenderme.
—Feliz cumpleaños —susurró sobando mi espalda desnuda—. Puedo ver tu columna —se asustó tocándola.
—Todo está bien —reí ligeramente y me separé de él. En ese momento se abrió la puerta dejando ver a otro de los ayudante de Andy, esta vez era Tonny. Ya les había tomado cariño y me sabía todos sus nombres, nótese la ironía de las cosas. El Síndrome de Estocolmo.
—Hey Matt, el jefe salió, deja a la puta ahí y ven a tomar algo con nosotros —le sonrió.
—También te quiero, hijo de perra —le sonreí mostrándole mi dedo medio.
—¿Cómo has dicho? —se acercó intimidante.
—Ya Tonny, para —Matt se levantó en un movimiento rápido y se paró al frente de él.
—Ganaste esta vez —me apuntó y con rabia se quitó las manos de Matt del pecho—. Vienes ¿o no?
—Enseguida —respondió. Lo sacó del cuarto y luego se giró a mi.
—Tonny esta más cariñoso que nunca ¿eh? —le sonreí de lado.
—Es un idiota, pero me iré ahora o vendrá a molestar otra vez —acarició mi desaliñado caballo azul y salió por la puerta cerrando por fuera.
Con el tiempo me dí cuenta que sus cómplices eran cinco; Matt, James, Tonny, Edward y Williams. Los cuales eran muy mal hablados y poco simpáticos, con el único que me llevaba bien era con Matt, tal vez porque era el más joven y comprendía mi situación.
Él también era uno de los chicos que se reunía en la clase de rehabilitación a la cual iba yo, y por alguna razón recordó mi rostro después de tantos años.
Después de que me lo confesara, empecé a recordar y su rostro apareció en mi mente, era cierto solo que yo no lo había tomado en cuenta en esa clase. Él era el chico callado que se sentaba entre dos grandulones pero casi nunca decía nada, se dedicaba a observar como todos contaban sus historias, era muy tierno.
En ese instante en que me lo decía, su rostro se alivianó y me hizo entrar en confianza, hasta este momento.
Estaba tan sumida en recordar lo sucedido los primeros días, que no había escuchado el bullicio que se estaba produciendo afuera del cuarto, me quedé en silencio pero esta vez prestando atención y varias voces se hacían presentes las cuales no reconocía porque no eran las que se escuchaban habitualmente en esta casa.
Unos gritaban y otros golpeaban, los golpes resonaban en las paredes, podía sentir que me golpeaban a mi, por lo real que se sentían. Quería saber más, pero no podía salir del cuarto y a la vez no quería entrometerme, ¿qué tal si la agarraban conmigo? No tenía fuerza para defenderme.
"Tranquila, sé a quien buscas. Ahora ven aquí, sígueme"
La voz de Matt me sobresaltó al escucharla tan fuerte.
Tenía miedo, no sabía de quien se trataba.
No quería que fuese otro más como Andy, no lo soportaría, mi corazón empezó a desesperarse y tratar de salir de mi pecho notoriamente.
La puerta se fue abriendo poco a poco hasta dejar ver el rastro de un cabello desteñido, de un cabello rubio.
—¿Violett? —preguntó con temor al dar un par de pasos dentro del cuarto.
—A-Alex... —susurré al sentir mis ojos atentar con desbordarse. No podía estar más feliz de verla a ella.
—Violett —volvió a repetir, se acercó a mi y me abrazó con mucha fuerza. Todos los dolores y ansiedades desaparecieron de mi interior—. No sabes cuanto me costó encontrarte —besó mi mejilla—. Todo estará bien, te sacaré de aquí ahora mismo —se sacó su chaqueta y me la puso, luego salimos del cuarto.
Cuando miré los pasillos, todos estaban llenos de policías apuntando con sus armas, al vernos juntas nos dejaron salir y nos comenzaron a seguir.
—¿Cómo conseguiste tanta ayuda? —le pregunté sosteniendo fuerte su mano.
—Es una larga historia, te contaré cuando estemos en un lugar seguro —me respondió mirando a todos lados, al llegar a la sala de estar, los cinco cómplices de Andy estaban esposados.
—No, liberen a Matt —hablé rápidamente—. Él se va conmigo.
—¿Segura? —preguntó Alex haciéndole una señal a uno de los policías para que lo soltara.
—Créeme, no puedo estar más segura —le sonreí a Matt mientras decía esas palabras.
—De acuerdo, ahora salgamos de aquí —entrelazó sus dedos con los mios. Pero al abrir la puerta, apareció Andy con dos armas.
—¿Creiste que podías venir aquí y liberar a mi chica? —tomó a Matt del cuello y le puso el arma en la cabeza—. Lo siento cariño pero si no sueltas a Violett, este imbécil se muere.
—Por favor, no cometas alguna atrocidad que luego te arrepentirás... —Alex le susurró soltando mi mano lentamente.
—No lo hagas —le supliqué asustada.
—Confía en mi —me miró a los ojos, sabía que podía ver el temor en los míos.
—¡Cállate y dámela! —le gritó y extendió su mano hacia mi.
—Suelta al chico en estos momentos o haré volar tus sesos por todo el cuarto.
Otro policía apareció por su espalda y puso la pistola en su nuca. Éste soltando un quejido, soltó a Matt y levantó los brazos al aire.
—Bien hecho —le dobló los brazos para esposarlo detrás de su espalda.
Alex se acercó a mi y me abrazó fuertemente, aún con su brazo sobre mi hombro hizo que salieramos de esa pesadilla llamada casa.
—Tienes derecho a permanecer en silencio, todo lo que diga sera usado en su contra —otro policía tomó a Andy y lo guió hasta el vehículo.
En cambio, Alex me hizo caminar hasta su auto junto a Matt, me abrió la puerta de copiloto y subí.
Matt subió al asiento trasero sin decir palabra alguna y Alex subió al del conductor para marcharnos de allí.
—¿Cómo supiste de mi paradero? —le pregunté luego de un rato.
—Al momento que me pediste ayuda, sabía que era en serio porque no llegaste el día que habías prometido —me miró—. Me las arreglé para hacer el personaje de detective y me comuniqué con las últimas personas con las cuales hablaste —pausó—. Tu padre me dijo que le fuiste a dejar algunos papeles a Andy, luego no te volvió a ver —tomó mi mano—. Y como ya habían sospechas sobre él... no lo pensé dos veces y traje ayuda.
—Gracias.
—Ya estás fuera y no volveré a dejar que cosas como estas te sucedan otra vez —limpió su mejilla—. Nunca más.
—Te quiero, Alex.
—Y yo a ti, Violett —limpió su nariz—. Muchísimo.
La charla se acabó hasta llegar a un Hotel.
Alex quería que me cambiara de ropa y tomara una ducha para sentirme más limpia, le hice caso y subimos a la habitación que había reservado.
—Detrás de esa puerta esta el baño, toma esta ropa y para que te sientas más segura vistete dentro —me guiñó un ojo y me pasó algo de ropa.
—Esto es de mi talla...
—Sabía que este día te encontraría, por favor no preguntes y solo... úsalo —me sonrió. Le hice caso con la cabeza y entré al baño. Dejé correr el agua por mi cuerpo, tratando de purificar mi cuerpo, pero de algún modo aún me sentia sucia, no podía quitar ese desagrado de mis entrañas, de mi ser completo.
Las lágrimas se empezaron a derramar por mis mejillas al pasar las manos por mi cuerpo y no lograr limpiarme, el agua solo se resbalaba por mi piel pero no hacia nada más así que cerré la llave y me cubrí con la toalla, el espejo era de cuerpo completo.
Aproveché y me observé.
"Eres hermosa corazón, aún lo eres."
—No es cierto —miré los moretones en mi abdomen y algunos en los muslos... cuando Andy me sujetaba con fuerza.
"Olvidalo ya, preciosa, esas marcas desaparecerán y tu belleza volverá. Aunque siempre lo has sido"
—¿Y qué pasará con las cicatrices? ¿eh? ¿qué pasará con las cicatrices que tengo por dentro? —me cubrí el pecho con mis brazos, formando una "x"—. ¡Qué pasará con el dolor y el recuerdo que habita en mi conciencia! —le grité al espejo—. ¡Respóndeme! —lo golpeé haciendo que éste se trizara.
—¡Violett! —Alex golpeó la puerta asustada—. ¿Qué pasa allá dentro?
—No pasa nada —susurré y procedí a vestirme. Cuando acabé, tomé la toalla entre mis delgados dedos y salí de allí encontrándome con una Alex pálida—. Estoy bien, solo no le digas al recepcionista que rompí el espejo —me senté junto a Matt en la cama, este me abrazó como si fuese un oso y revisó mis nudillos, estaban limpios pero el sangrado no se detenía.
—¿Alex? —Matt miró a Alex—. Alex es tu nombre ¿verdad?
—Si, ¿qué necesitas? —dijo después de un suspiro pasando una mano por su cabello, se notaba que estaba preocupada por mi.
—Por casualidad ¿no traes algo de alcohol y vendas en esa mochila?
—¿Tú crees que yo traería esas cosas? —preguntó obvia.
—Déjalo, Matt... —le susurré apoyándome en su pecho.
—De acuerdo —se sacó la camiseta y le cortó las mangas, se la volvió a poner y teniendo una de las mangas en sus manos le abrió las costuras y quedó como una venda. Tomó delicadamente mi mano y la enrolló por mis nudillos—. Ya está.
—Gracias —moví mis nudillos y estaban firmes—. Alex, ¿podemos irnos?
—Si —tomó su mochila y abrió la puerta—. El taxi esta afuera, nos llevara al aeropuerto —salió por ésta y nos observó. Me levanté de mi puesto y Matt me siguió, después de estar fuera, Matt cerró la puerta y bajamos por el ascensor hasta recepción. Alex dio las gracias y salimos de allí.
Al llegar al aeropuerto, nuestro vuelo salía en media hora así que tuvimos que esperar con el resto de la gente que también iba a Ohio, los asientos estaban ocupados y el único que quedaba se hallaba en medio de dos hombres con aspecto de motociclistas. Matt me hizo sentarme allí, pero como niña pequeña me negué, al no saber que hacer para convencerme, tomó mi mano y me sentó allí luego se paró al frente de mi y me abrazó acariciando mi cabello, era la única manera para que hiciera lo que él quería.
—¿Me esperas? —levantó mi rostro hasta poder ver sus ojos miel.
—¿A donde irás? —pregunté.
—Iré a comprar algo ahí al frente —apuntó a un puesto donde vendían accesorios—. Puedes verme.
—De acuerdo —lo solté y Matt fue corriendo, vi como observaba algunas cosas y luego le pagaba al señor. Me miró, me sonrió y luego se acercó a mi corriendo.
—¿Te sucedió algo? —preguntó mirando a los dos hombres, solo le sonreí de lado y negué con la cabeza. Me devolvió la sonrisa y me mostró lo que había comprado, era un gorro con la descripción "You Suck" cosida a mano, le dio un beso y lo puso sobre mi cabeza—. Hermosa —arregló mi fleco y volvió a protegerme entre sus brazos.
Luego de varios minutos, se acercó Alex avisándonos de que era hora de abordar, tomé la mano de Matt. Al hacerlo este se asustó pero luego la apretó ligeramente y subimos al avión.
—Estamos en casa —Alex abrió la puerta de mi hogar—. Donde siempre tuviste que estar.
—Muchas gracias Alex, en serio —la abracé sin que ella lo esperara.
—No es nada, eres mi hermana —acarició mi espalda formando círculos—. Iría hasta el otro lado del mundo para recuperarte.
—Y eso me consta —besé su mejilla y la solté.
—Espero... —cerró la puerta—. Que dentro de un tiempo más, pueda volver la Violett alegre que subía mi ánimo como nadie más podía —se dirigió a las escaleras—. Si no te molesta, me quedaré esta noche contigo.
—Adelante —le hice un gesto con la mano para que siguiera subiendo.
—Gracias —subió y desapareció por el pasillo. En eso, me senté en el sofá al lado de Matt.
—Yo... no quisiera molestar...
—No, tú te quedas a vivir conmigo —apoyé mi cabeza en su hombro—. El tiempo necesario para recuperarme, y si después de eso quieres irte... yo te dejaré ir.
—De acuerdo —besó mi cien—. Yo protegeré y cuidaré de ti hasta que vuelvas a sonreír... te lo prometo —susurró contra mi cien—. Nadie te hará daño —la volvió a besar. En eso apareció Alex.
—Es hora de comer algo, ¿quieres, Violett? —me preguntó, pero solo negué con la cabeza—. Si, vamos a comer algo, estas muy delgada —se dirigió a la cocina.
—¿Quieres ir a ver? —me sonrió Matt.
—Te matará, eso te lo aseguro —de mis labios se formó una débil sonrisa. Lo tomé de las mano y me paré con él para dirigirnos a ver que cocinaría Alex.
Nos adentramos en la cocina y Alex había sacado varios productos de mis muebles.
—¿Qué comeremos esta noche? —traté de subir a la mesa que siempre me sentaba, pero la fuerza no me dio y Matt lo notó.
—Déjame te ayudo —me sujetó de la cintura y me sentó encima.
—Comeremos hotcakes.
—¿Y eso que no es para las mañanas? —abracé a Matt por la cintura como a un oso de peluche.
—Que buena pregunta —se puso el delantal—. Pero como quiero mimarte, estas de suerte —tomó el sartén.
—Que lastima... justo el día en que no tengo hambre.
—Oh no señorita, usted debe alimentarse, ha perdido muchas vitaminas —me miró seria—. Y no quiero quejas —añadió rápido al ver que abria la boca, solo bufé.
—Y no refunfuñes como un caballo.
—Déjame, la ayudaré —tomó mis manos y se soltó suavemente de mi agarre—. No tiene idea de lo que hace —susurró en mi oido y se alejó de mi para acercarse a Alex. No había hecho la mezcla como se debía y al verlo, le quedarían asquerosos.
Lo único que me quedó hacer, fue mirar como preparaban la cena, ambos juntos no encajaban, pero hacían todo lo posible para que no lo notara y se llevaran bien el uno con el otro.
Cuando acabaron, Matt me tomó en brazos y me llevó a la sala de estar mientras que Alex llevaba la comida, ésta vez comeríamos en la mesa de centro.
—¿Qué opinas de tu vuelta al trabajo? —Alex preguntó de repente comiendo un trozo de su creación.
—Yo... —empecé a piñiscar la comida—. Solo extraño a una persona en realidad...
—¿A quién? —tomó un poco de jugo.
—A nadie en realidad... no quiero volver a mi vida.
—¿Y que opinas de Colby?
—Es un imbécil —suspiré, era hora de aceptar la realidad y seguir adelante. ¿Por qué seguir intentando cuando él no tiene interés por recuperarme?—. Si quieres seguir juntándote con él, hazlo. No tengo ningún inconveniente —me encogí de hombros.
—No, eso es libro viejo —se acomodó—. Tengo algo serio con Nick.
—¿Serio serio? —la miré a los ojos.
—Serio serio —confirmó.
—Eso es bueno —tomé de su jugo y miré a Matt como comía en silencio. Me acerqué a su mejilla y le dejé un beso—. ¿Te parece si mañana me acompañas al gimnasio a entrenar? —le pregunté. No me sentía lista, solo quería encerrarme en la habitación y llorar... pero eso solo sería lo mismo que hacía estando encerrada. No había nada más fuerte que mi fuerza de voluntad.
—Por supuesto. Al menos hay algo de lo que estás dispuesta a volver a hacer.
—Si no hago ejercicios me muero... —admití—. Aunque me siento totalmente muerta por dentro ya, debo volver a la vida que tenía. Porque si no, la depresión me pasará la cuenta.
—Eres mi pequeño orgullo —habló Alex limpiando una lágrima—. No he visto a nadie tan fuerte como tú.
—Gracias —comí un trozo pequeño de hotcake y volví a dejar el utensilio en la mesa.
—Pero debes comer, estás en los huesos —mandó. A regañadientes le hice caso, Matt había terminado así que se le ocurrió hacer "el avioncito" y darme comida en la boca, él sabia que eso me haría sonreír así que no soltó el tenedor.
Después de que la comida se acabó de los platos, Alex levantó la vajilla sucia y la llevó a la cocina. Con Matt subimos al segundos piso, tenía sueño y no sabia cual era su cuarto, como no vi las cosas de Alex en el cuarto de huéspedes supuse que se quedaría conmigo.
—Buenas noches —tomó mi mano antes de que saliera por la puerta y me abrazó.
—Que descanses —le sonreí de lado y me marché.
Al ir a mi cuarto, estaban las cosas de Alex en una de las orillas, como mi cama era grande ella se aprovechó de eso.
Le resté importancia y me despojé de mis prendas para ponerme el pijama y luego me acosté.
—Debes estar cansada —Alex apareció por la puerta sacándose los pendientes.
—Así es —la miré—. Creí que dormirías en el cuarto de huéspedes.
—¿Y dejarte con ese sujeto en la misma cama? Estás loca.
—No quería decir eso, pero Matt es... Matt. Lo quiero como a un hermano.
—¿Y qué hay de lo que piensa él?
—Es tímido con este tipo de cosas, él también me ve de esa forma —me acomodé de lado.
—Si, te voy a creer —dijo con un tono sarcástico. Luego se vino a mi lado y se acostó, me dio las buenas noches besando mi mejilla y luego se giró a su lado.
A la mañana siguiente..
Como era de esperarse, me desperté temprano.
Pero esta vez lo necesitaba, porque por desgracia, iba en la mitad de una pesadilla en la que participaba Andy.
Al abrir los ojos, toqué mi frente y ésta tenía una capa de sudor, al igual que la parte de mi labio superior. Con el dorso de mi mano me limpié, me levanté para entrar al baño y humedecí mi rostro sacando todo recuerdo de aquellas imágenes horribles.
Al salir, vi a Alex con ropa formal arreglando sus cosas.
—¿Ya te vas? —pasé mi mano mojada por mi nuca.
—En veinte minutos tengo que estar en mi trabajo, así que iré a casa a dejar mis cosas —cerró la mochila.
—¿Qué hora es?
—Son las ocho y media.
—Oh, vaya —me volví a recostar.
—¿Pesadilla?
—El principio de una —cerré los ojos.
—Corazón, no te preocupes mucho por eso. Ese infeliz esta en prisión y no saldrá después de varios años de condena —se acercó a mi y acarició mi frente, su mano estaba fría—. No le tomes tanta importancia a los sueños, o te estresarás más.
Asentí.
—Nos vemos luego, cielo —me sonrió y salió por esa puerta—. Llámame si necesitas algo.
—Gracias —le grité de vuelta, luego escuché el sonido de sus zapatos bajando las escaleras.
Me quedé un tiempo en cama, pero al no volver a recuperar el sueño, no me quedó de otra que levantarme e ir a tomar un café, lo necesitaba muchísimo.
Hice hervir el agua mientras revisaba que había de nuevo en las redes sociales, en Twitter no dejaban de hacerme llegar sus tweets echándome de menos. En Instagram hacían lo mismo, pero tenía mucho más votos en la última foto que había publicado. Al parecer habían notado mi desaparición.
Me provocó ansiedad el solo hecho de tomar el teléfono.
Cuando dejé mi celular a un lado, escuché los pasos de Matt bajar las escaleras y asomarse por la entrada a la cocina sin camiseta.
—¿Café? —le pregunté con media sonrisa al verdad su cara de sueño.
—Me harías un favor —se acercó al lavamanos, lavó su rostro y parte de su torso—. ¿Por qué hace tanto calor?
—No estas acostumbrado a la temperatura de Ohio —me levanté de mi puesto y tomé dos tazas, les eché una cucharada de café, algo de azucar y luego las llené del agua que había acabado de hervir—. Luego de un tiempo te acostumbrarás —se la entregue.
Me sonrió al apoyarse en el lavamanos.
—Al menos esto vale la pena.
—Mi madre... —solté una pequeña risa con ironía—. Mi madre hacia el mejor café que alguna vez hallas tomado.
—¿Qué pasó con ella? ¿murió? —me preguntó serio.
—Oh, no —le sonreí levantando el rostro—. Sólo estamos peleadas.
—¿Fue tan grave?
—Ella se ha comenzado a fijar en muchachos de nuestra edad —me apoyé a su lado.
—Eso debió impactarte...
—No sabes como quedé al ver salir un muchacho de su casa para atenderme—. Volví a hacer el gesto de mi cara de aquel día—. Verlo ahí, parado mirándome como un filete.
—Pero todos cometemos errores y merecemos ser perdonados.
—Pero es que ella ya es una veterana, no entiendo que le pasó en ese momento —lo miré, sus ojos estaban más claros que antes.
—No se necesita ser joven para cometer errores —se encogió de hombros.
Terminé mi café y lo dejé sobre la mesa.
—Ahora... —lo miré—. Te pones camiseta o entrenas conmigo en el gimnasio.
—Vamos al gimnasio —dejó su taza junto a la mía.
—Iré a arreglarme —le avisé y me dirigí a las escaleras para ir a mi cuarto.
Estando allí, tomé una sudadera y un short que habia cortado de un buzo. No era muy corto y eso era bueno, ahora tenía miedo de mostrar mi cuerpo en público.
Bajé y Matt estaba con su camiseta puesta esperándome al lado de la puerta, al sentirme bajar abrió la puerta y salimos de allí. Por instinto tomé su mano provocando una reacción de su parte que fue apretarla suavemente.
Lo llevé hasta el gimnasio que acostumbraba ir, Matt era nuevo en todo eso así que tímidamente abrió la puerta para mi y luego entro él.
—No puede ser... —susurré al ver a Joe, éste justamente levantó su vista hasta chocarla con la mia, mi corazón se revolcó. Lo echaba de menos, pero no quería verlo todavía— No sigas, no sigas... —las manos comenzaron a sudarme al verlo venir a mi.
Matt no me soltaba.
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