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"Dirty Deeds"

Capítulo 7.

Llegamos a mi casa más rápido de lo que pensaba, bajé y Jon hizo lo mismo para dejarme en la entrada, podía notar que aún llevaba alcohol en su organismo pero trataba de ocultarlo.

—¿No preferirías pasar a tomar un café? —pregunté e inmediatamente me arrepentí. Sabía que estaba soñando cliché.

—No te preocupes, estoy bien —respondió y le salió un hipo.

—Por favor Jon, no te hagas de rogar —lo miré, sus ojos estaban rojos—. ¿Qué pasa si en el camino te desvías y chocas con un árbol?

—¿Te preocupa mi salud?

—Claro que me preocupa, eres mi amigo —me acerqué a él mirándolo con sinceridad—. Vamos, entra.

—Esta bien, pero solo un café.

—Solo uno.

—Linda casa —hizo un cumplido y se sentó en el sofá, podía sentir como se le movía el piso.

—Gracias —fui a la cocina.

—¿Hace cuanto te mudaste? —preguntó, su voz estaba más cerca. Me había seguido.

—Hace una semana —respondí y abrí la llave para llenar el hervidor, luego dejarlo en la base y esperar que se calentara—. ¿Por qué?

—Que suerte tiene Lopez —comentó sin responder mi pregunta. Su voz se sentía más cerca todavía.

—No es para tanto —susurré en respuesta y tomé un vaso de jugo del refrigerador. Me senté en la mesa cuando me dí cuenta que se encontraba apoyado en el umbral de la entrada—. De hecho, le importa muy poco.

—Es un idiota.

Se acercó a mi.

—¿Por qué? —pregunté arrugando la frente mirando como caminaba.

—Si yo tuviera el privilegio de vivir a tu lado... —comenzó a decir y se posicionó entremedio de mis piernas que se encontraban levemente separadas—. Ya me hubiera dado cuenta de tu presencia —terminó la frase y alejó un poco de cabello de mi rostro. Oh no, era el alcohol... y me sentía mal por cómo estaba actuando. No le diría al día siguiente como se me había insinuado. Esto estaba muy lejos de su verdadera personalidad.

—¿Ah, si? —mi voz sonó temerosa.
Yo jamás desperdiciaba una insinuación pero está con Jonathan me tenía temblando.

—Eres como una pequeña rosa que empieza a crecer del lado equivocado del jardín, donde todo el mundo pasa observando tus hermosos pétalos pero ninguno de ellos le toma importancia —confesó metafóricamente. Humedeció sus labios, no pude evitar darle un poco del vaso—. Pero si para aquel que se toma el detenimiento, con mucha paciencia y aprende a observar lo que tiene, se da cuenta que se enamora de sus raíces y no de sus pétalos.

—Jon...

Esas palabras fueron hermosas, simplemente me había dejado anonadada y el calor se dirigió a mis mejillas lo mas rápido posible, obligándome a bajar la cabeza. Esta no era una insinuación cualquiera. Ni siquiera un borracho decía las palabras más bonitas que había escuchado en toda mi vida.

—Oye... —susurró y levantó mi barbilla con sus suaves dedos. Sin pensarlo dirigió sus labios directo a los míos. Me tomó por sorpresa.
Mi corazón latió con desespero dentro de mi pecho mientras que mi estómago presenciaba sensaciones raras en cada movida que el hacía con su lengua junto a la mía, era como un golpe de sensaciones nunca antes sentidas.
Me tomó de la espalda con fuerza y me apegó más a su cuerpo, estaba de la misma forma que yo o tal vez peor.

Sus labios sabían a naranja y estaban muy fríos, sin saber que hacer tomé su nuca jalando un poco de su cabello para atraerlo más a mi, pero solo provoqué que diera un quejido. Una sonrisa se formó en mis labios y él profundizó más el beso mientras pasaba sus suaves y grandes manos por debajo de mi camiseta.

"Si dejo que esto continue se saldrá de proporción y ya estaremos en un nivel más allá de la atracción" pensé. La culpa me carcomía, esto no era correcto.

—Jon... —comencé a decir pero me interrumpió el hervidor al sonar el "click" de que estaba listo.

—¿Qué estamos haciendo? —preguntó y se separó a una distancia considerable de mis labios, pero juntó nuestras frentes.

—Es el afecto del alcohol, Jonathan —aminoré el sentimiento y acaricié su pecho. Su corazón latía a prisa igual que el mío—. ¿Quieres tomar el café? —pregunté cambiando el tema, él se limitó a asentir. Me bajé de la  mesa y me dispuse a servirle el café sintiendo como me miraba en el lugar que hace unos segundos estaba yo. Me ponía incomoda, no lo iba a negar; la forma en que no despegaba la mirada en mi, en la que seguía mis pasos y de segundos sonreía.

Cuando acabé, le pasé la taza en sus manos y me paré al frente para ver la hora; era la una de la madrugada y aún seguíamos acá sabiendo que al día siguiente teníamos que levantarnos temprano e ir al trabajo. Cuando me dí cuenta, tenía varios mensajes en la pantalla pero no los iba a leer. Sabía que eran de Colby y simplemente los borré.

—Terminé con Renee... —dijo de golpe. Eso cortó en dos el clímax dejándome anonadada.

—¿Qué? —susurré, mi estómago era un revoltijo.

—Las cosas no iban exactamente como todo el mundo veía a simple vista —añadió y me miró, su voz salió más ronca de lo normal—. Y ella ya no era la misma, la falta de comunicación fue la apuñalada que terminó matando el amor.

—¿Cu-Cuándo fue? —pregunté otra vez y guardé el celular en el bolsillo. Me acerqué lentamente a él.

—Hace tres días —dejó la taza a un lado y tomó delicadamente mi mano.

—Eso explica lo de esta mañana, ¿verdad? —lo miré a los ojos, pero él ya lo estaba haciendo.

—Así es —delineó mi manga de tatuajes con su dedo—. ¿Qué me has hecho para dejarme en este estado, Hardy? En un estado en que no me importan los recuerdos que perdí con Renee ni mucho menos su ausencia. Verte me hizo entender que la relación debía terminar y aceptar que puedo estar solo...

—Tal vez un hechizo —bromeé, mientras acomodaba su crespo cabello a centímetros de su rostro.

—Quizás eso explica el hecho de querer hacerte mía y no soltarte jamás —susurró en mi oído. Fue bajando hasta llegar a mi cuello, su respiración me hacía cosquillas, la simple espera de desear que tocara mi piel ya me atormentaba. Colby tenía razón, soy una adicta al sexo.

—¿No cree que vamos muy rápido, señor Good? —gimoteé al sentir su lengua caliente quemando mi piel. ¡Soy una jodida adicta y me gusta!

—¿Qué opina de la espera? ¿No se le hizo eterna?

—Si, la fue —agarré su nuca—. Pero...

—No busque excusas donde no le encuentro ninguna —me calló. Su sonrisa era la más hermosa que alguna vez haya visto, era tan pequeña y con hoyuelos.

—De acuerdo —acepté y agarré su taza que se encontraba en la mesa a un costado—. Solo una cosa.

—¿Cuál? —preguntó y me tomó de la cintura pegándome a la suya. Bebí el café y le di un poco en los labios, debía beber aunque sea un sorbo.

—Vayamos lento, porque podemos llegar lejos —dije y besé fugazmente sus labios. Era una de las frases que él me había dicho al conocernos.

—Me parece justo.

—De acuerdo —sonreí y le di a beber un poco más—. Van a ser las dos de la mañana, ¿prefieres irte o quedarte?

—Mm... —relamió su labio mirándome fijamente—. Voy a irme, tengo que estar presentable mañana.

—Buena decisión —acepté y dejé la taza a un lado. De la mano caminamos a la puerta. Tomé su chaqueta del sofá y lo acompañé a su auto, la madrugada estaba mas oscura de lo normal, pero en cierto modo estaba bien así nadie nos vería.

—Buenas noches —se despidió. Me cubrió entre sus brazos y atrapó mis labios con suma dulzura. Era un beso muy distinto a todos los demás, ésta vez podía sentir sus emociones brotando en mi, podía sentirme viva de nuevo.

—Buenas noches —le devolví la despedida y le sonreí al separarnos, me guiñó un ojo —¡jodidamente sexy!— y se metió en el auto. Esperé a que lo pusiera en marcha y luego entré de vuelta a casa, hacía un frío tremendo.

Esta noche fue sumamente rara.







Ya solo nos encontrábamos a un día de mi esperado debut en SmackDown, no se podía estar más nerviosa ante esa situación y más por el hecho que me encontraba a un día de perder mi apuesta contra Joe y Randall no se había visto por ningún lado. Era una hermosa manera de arruinarme la vida.

Jon se ha mantenido a distancia los últimos días, cosa que me ponía más tranquila. Pero eso no quitaba el hecho de que él era mi entrenador y tutor personal en la empresa.
Todavía nadie me conocía, solo aquellos que me habían visto entrenando y se habían acercado a saludarme; como lo había hecho Randy, Sheamus, John y Charlotte. Pero solo se necesitan uno o dos para empezar a propagar la noticia, varios solo habían pasado y me habían observado, o me habían dedicado una sonrisa por cortesía como lo hacían en estos momentos.

—Vamos, tú puedes —Jon me daba apoyo mientras hacía sentadillas con unas pesas en los hombros—. Cinco más.

—Por favor Dean, ¿cuánto más tengo que hacer? —hice las cinco y las dejé a un lado. Por otro lado, me está estrictamente prohibido decir su verdadero nombre en la empresa y eso me acomplejaba.

—¿Quieres que todo salga bien mañana por la noche?

—Por supuesto.

—Entonces no te quejes.

Bufé y tomé un poco de agua mientras él se colocaba las vendas en cada mano.

—¿Tienes una pelea esta noche? —levanté una ceja.

—Si, contigo —respondió tajante y siguió en lo suyo.

—¿Qué? —escupí literalmente todo el agua.

—Si, veremos si estás lista —se acomodó las vendas en la otra mano—. Tranquila nena, no te lastimaré.

—Mira como me tranquiliza.

—No te enojes, es solo para ver si estás lista, dejar de ser tu entrenador personal y buscar a alguien con más experiencia.

—Pero yo quiero que tu lo seas —lo miré triste—. ¿Por qué crees que te convertiste en una de mi súper estrellas favorita?

—¿Una? —levantó una ceja—. Creí que era el único.

—Estas en la cima de mi pedestal —sonreí e instantáneamente sentí vergüenza.

Dejamos de charlar y calenté mientras él lo hacía dentro del ring, cuando estuve lista me dirigí a cruzar las cuerdas pero Jon las abrió.

—Sabes que eso no aumentará las probabilidades de que ganes, Dean —pasé a su lado.

—No había pensado en eso —respondió y se dirigió a una esquina mientras yo me quedaba en la otra. No llevaba una ropa muy convencional pero era la que me hacía sentir cómoda en estas situaciones. Una camiseta sin mangas, un short accesible y unas zapatillas largas.

Cuando sonó la campanilla, la gente se amontonó afuera del ring mientras que Roman —que había llegado después— se encontraba en primera fila para asegurarse de cualquier cosa que pudiese pasar.

En eso, Dean me atrapó y me hizo un candado en el cuello provocando que me arrodillara en la lona, ya me estaba faltando el preciado oxígeno y no sabía como pararme. El público se dividió en dos partes; las mujeres iban por mi y los hombres por Dean. Eso me dio fuerzas y me paré para propinarle golpes en la espalda y así me soltó. Sin pensarlo dos veces me tiré contra las cuerdas y le hice un intento de lazo, pero no le hizo nada ni siquiera un empujón. Intenté de nuevo y esta vez si cayó. Los gritos se hicieron presentes y aproveché para decirle a Roman si podía entrar y fingir ser un árbitro, recibí un tierno gesto de su parte y subió al ring.

Me giré y Dean ya estaba arriba del esquinero con intenciones de lanzarse y pegarme con el antebrazo, pero me corrí y cayó duramente contra la lona, estando allí le hice una llave. Dio varios quejido y trató de arrastrarse hasta las cuerdas mientras sus "fans" le daban apoyo, cuando las tocó, Roman me hizo soltarlo. Lo hice y me alejé un poco dejándole libertad para levantarse, cuando lo hizo me pasé por fuera de las cuerdas y le hice una guillotina cayendo de espalda mientras agarraba su cuello. Me adentré lo mas rápido que pude y le tomé la pierna para que Roman hiciese la cuenta. Uno... dos... levantó el brazo. Me levanté y lo tomé del cabello para pararlo también y tirarlo al esquinero pero fue un mal intento ya que se safó y yo fui a dar contra ese duro lugar, me giré y me dí cuenta que venía corriendo hacia mi con las intenciones de pegarme cabezasos en el abdomen, tres, cuatro, cinco y seis veces. Hasta que Roman se dio cuenta que estaba tocando las cuerdas y lo detuvo, pero no fue problema para él; me sentó arriba del esquinero y se paró en la segunda cuerda, sabia cuales eran sus intenciones y traté de invertirlas tomándolo también de la nuca.
Era más pesado y no podía tirarlo. En cambio, él me tomó como si nada y me lanzó fuertemente contra la lona, podía sentir como mis huesos sufrían.
La cuenta empezó rápidamente mientras el público aún dividido gritaba y nos apoyaba. Uno... dos... la cuenta no llegó a tres.

—¿En serio? —Dean se paró y miró a Roman quien le hizo con los dedos que solo fueron dos. Rápidamente volvió a mi tratando de hacerlo de nuevo pero me removí en la cuenta de uno, frustrado me levantó pero ya con más fuerzas le dí en el estómago provocando que se tomara esa zona, me tiré contra las cuerdas y le pegué en ese mismo lugar con un par de patadas, así se dejó caer en la lona y me subí encima de su abdomen regalándole varios derechazos.
Como él era más fuerte, me tomó en el aire y me tiró contra las cuerdas con su predecible lazo al cuello bastante potente. Me paré como pude y le hice su Dirty Deeds sin esperar ni dos segundos.
Uno... dos... tres... Gané.
Las mujeres festejaban conmigo hasta que bajé del ring y Becky me abrazó.

—Eso fue increíble —me halagó con su voz masculina seguido de una sonrisa—. Tienes una buena resistencia y eso es lo que cuenta, espero en algún momento trabajar contigo.

—Gracias —le respondí y la abracé por última vez. Fui por un par de botellas con agua mirando como las personas se dispersaban, cuando se iban recibía algunos halagos y felicitaciones, eso me hacía sentir bien—. ¡Aquí te encuentro! —grité al ver a Randy entre las ultimas personas que quedaban.

—¿Hola? —preguntó y levantó una ceja divertido—. ¿Pasa algo?

—Te he buscando por varios días y no te encontraba —le dije aún con la lengua afuera. Le hice un gesto con la mano para que me esperara y bebí agua.

—No había podido venir —confesó y rascó su nuca—. Pero bueno, dime la razón de tu angustia.

—¿Puedes tomarte una foto conmigo?

—¿Sólo eso? —preguntó y dio una risa sarcástica—. Cuál es el truco ¿eh?

—Ya me conoces al parecer.

—Llevamos una semana, la cual fue lo suficiente para conocerte a la perfección. Te tengo entre ceja y ceja niña.

—Bien —bufé haciéndolo reír un poco más—. Esta vez no hay ninguna, Randy —dije sincera y levanté mis brazos en defensa—. Sólo quiero una foto.

—Está bien —aceptó y sacó su celular.

—No, voy por el mío —dije rápidamente y fui directo a mi bolso.

—Aún así quiero una —guardó su celular, me puse lo mas rápido a su lado y él tomo el celular pasando la otra mano por mi hombro.

—Espero no te moleste —susurré y al instante que sacaba la foto puse mis labios en su cuello soltandole una sonrisa.

—¡Oye! —gritó—. ¡sabía que de alguna manera tenías algo planeado!

—¡No me culpes, estaba en mi lista de sueños! —grité de vuelta salvándome de una muy grande.

—Bueno —rodó los ojos—. Vamos con otra —sacó su celular y esta vez apoyó su cabeza junto a la mía—. Ni se te ocurra intentarlo otra vez.

—Gracias por tu paciencia —le sonreí y fui al ring donde aún se encontraba ese par.

—No es nada, buen combate por cierto.

—Gracias, el siguiente serás tú, anótalo en tu libreta —respondí sonrojada. le guiñé un ojo y pasé las cuerdas sentándome al lado de Roman. Le entregué una botella de agua a Dean.

—Bien hecho, novata —dijo Dean.

—Lo aprendí del mejor.

—Nunca vi un combate tan largo para Dean —dijo Roman sorprendido.

—¿No? —lo miré, él solo negó—. Claro, como es un veterano.

—¡Oye! —gritó Dean y se tiró encima de mi—. Grosera.

—¡No, no! ¡Solo bromeaba! —grité de vuelta mientras luchaba por sacarlo de encima. Pesaba mucho—. ¡Me voy a orinar así como sigas apretándome!

—Ya lunático —rió Roman—, no ves que tiene una vejiguita —hizo un gesto con los dedos.

—Solo porque tú me lo pides hermano —se sentó como antes.

—Uy, eres su criptonita —bromeé. Dean venía de vuelta a mi, cuando se escuchó una tos a nuestras espaldas. Solo pude ver las miradas de los chicos y me dí cuenta de quien se trataba...

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