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Déjame explicarlo.

Capitulo 21.

—¿Violett? —preguntó sorprendida aquella mujer con la camiseta de Jonathan. Mis intuiciones eran ciertas—. Si buscas a Jon, esta durmiendo, preferiría que no lo despertaras.

—Disculpa —dije sin más y me hice paso al lado de ella sin querer tocarla, aquello me repugnaba. Fui directo al cuarto de Jonathan, estaba acostado, cubriendo su cuerpo desnudo en una sabana, su piel estaba marcada de besos con labial. Podía sentir como la bilis subía por mi garganta y las nauseas hacian que mi estómago se revolviera, ya no necesitaba ver nada más. Salir corriendo lo más rápido posible de ese lugar.
Cuando llegué al auto lo encendí y apreté el acelerador, la desesperación y la rabia querían hacer que mis ojos se desbordaran de lágrimas. Mientras más pensaba en eso la rabia empujaba las lágrimas nublándome la vista cada vez que parpadeaba.

Finalmente lloré.
Era imposible parar.
Tan solo podían ver aquella escena una y otra vez en mi cabeza. No sabía si iba muy rápido o si iba en el camino contrario, ya no sabía ni lo que estaba haciendo. Me sentía cegada.

Lo único que me volvió a la realidad, fue mi celular recibiendo una llamada entrante. Empezó a sonar Retaliation. Giré el aparato en el asiento de al lado y éste dejó de sonar. Me estacioné a un costado de la calle y encendí las intermitentes por unos segundos. Luego que no venía ni un vehículo las apagué.

—Violett —escuché la voz de Joe a través del aparato, al parecer había contestado—. Sé que estás ahí, háblame.

—Jo-Joe —mi voz se entrecorto.

—Bebé, dime en donde estás —exigió.

—No lo sé —miré las calles pero en verdad nunca las había visto antes, me consideraba perdida.

—¡Vamos, has un esfuerzo! —exigió otra vez.

—¡No lo sé Joe! ¡no lo sé! —me desesperé y choqué mi cabeza en el volante haciendo que me volviera a sangrar la ceja.

—Iré por ti, solo activa el GPS.
Colgó.

Hice lo que él me dijo y me quedé esperando con mis pensamientos... que es igual a matarse.
Aproveché para curarme la sangre seca de la ceja.
Pasaron veinte minutos, cuando vi aparecer su auto por la calle, su rostro estaba serio y muy preocupado. Bajé del mío, esperé a que se estacionara y se bajara para poder abrazarlo.

—No vuelvas a hacer eso —me abrazó en el aire. Él era el único que podia hacerme sentir relajada y a salvo. Cuando me soltó, me quedó mirando—. Te traje un café —limpió una lágrima que descendía por mi mejilla. Solo asentí, abrió la puerta de su auto y sacó dos cafés, me entregó uno y se dirigió a la parte delantera para sentarse, lo seguí e hice lo mismo.

—No sé como puedes hacer todo esto por mi —mi voz salió ronca, no había hablado desde la llamada.

—Somos amigos, prácticamente familia.

—No soy igual a ustedes.

—¿Ah, no? Tu piel ya se esta poniendo mas morena —apuntó y sonrió, como si estuviera hablando con una niña pequeña para hacerla reír.

—Ahora seré Samoana —le seguí el juego sin sonreír—. Es un placer, ¿sabes?

—No lo discuto —tomó un poco de café. Luego de eso nos quedamos en silencio por largos segundos—. ¿A donde fuiste?

—A casa de Jonathan... —respondí honestamente y miré el café. Él siguió guardando silencio—. Me atendió Renee con su camiseta... —suspiré haciendo que él se acercara a mi y me abrazara para luego recostarnos—. ¿Cómo quieres que digiera eso? Si ya todo estaba explicado con solo ver la situación —lo miré haciendo que nuestras miradas se encontraran. Sentí mis ojos aguarse y los de él mirarme con pena.

—Ha de estar ebrio —respondió evitando que llorara, se veían sus intenciones en las pupilas. Besó uno de mis párpados—. Se que después de esto no va a haber marcha atrás, de eso estoy seguro.

—Así es —me acomodé en su hombro y limpié mi nariz.

—Pero hay que darle tiempo al tiempo, no le digas todo de frente cuando él no tendrá idea de lo que le has dicho.

—¿Esperas que hable con él?

—Claro, si quieres que todo acabe de buena manera.

—Voy a golpearlo si trato de hablar con él... lo sabes muy bien —mordí mi labio inferior con rabia.

—Solo hazme el favor y acaba con él de buena manera.

—Por ti —suspiré en respuesta y dejé el café a un lado para abrazarlo, él me correspondió enseguida. De repente recordé que había dejado a Colby—. Rayos... —me senté de golpe.

—¿Olvidaste algo? —rió suave. Él me conocía.

—Estaba con Colby viendo como iba su rodilla y le dije que no tardaba —pasé la mano por mi cabello—. No sé como se habrá ido a casa.

Joe solo se empezó a reír.

—No te rías, malo —lo empuje pero eso solo hizo que lo hiciera mas fuerte.

—Llámalo —habló después de un rato.

Me paré y fui al vehículo para sacar el celular que estaba en el asiento de al lado, luego volví a Joe y me senté a su lado, busqué su número en mis contactos hasta que lo encontré.

—Espero no se te ocurra hacer nada malo —apunté a Joe mientras ponía el celular en mi oído—. Acuérdate de la última vez.

—No te aseguro nada —levantó las manos al aire.

—Anoa'i —advertí, pero solo me mostró la lengua. Cuando escuché la voz de Colby del otro lado—. Lo siento, ¿dónde te encuentras?

—Aún sigo aquí, estaba a punto de llamarte.

—Ya voy... —la voz se me cortó cuando sentí que Joe mordía mi oreja—... Pa-Para allá.

—¿Estas bien?

—Si, no pasa nada —lo empujé—. ¿Cómo se llama la dirección?

—490 boulevard Hansen.

—Quédate —Joe hizo una especie de jadeo—... allí.

—No quisiera saber lo que estas haciendo —dijo en un tono de repulsión y colgó.

—¿Qué fue eso? —miré a Joe enojada.

—Me quemé —jadeó echando aire por la boca. No pude evitar reír. Cualquier mal pensado tiene otra idea.

—Eres increíble —le soplé la lengua.

Luego de un rato le dije la dirección que me había dado Lopez, nos subimos en nuestros respectivos autos y me ayudó a llegar. Él se fue adelante guiándome. Cuando estacionó se bajó, me ayudó a bajar y me abrazó por décima vez.
Lo miré a los ojos y le sonreí como pude.
El esperó unos segundos y me guiñó el ojo haciéndome sentir que todo estaría bien.

Me dirigí a la entrada del Edificio, caminé pasillo por pasillo tomándome el tiempo que quisiera hasta que llegué a la puerta con el nombre del médico que atendió a Colby con letras doradas, pasé dando las disculpas.

—Te faltan un par de meses más Colby, hasta entonces... no puedo hacer nada, aunque tú digas que todo esta bien —dijo el señor—. Puedes hacer ejercicios suaves, nada de CrossFit—ordenó apuntándolo con el dedo. Que tan inentendible debía ser Colby.

Le volvió a poner aquel objeto de seguridad en la pierna.

—De acuerdo —se acomodó los lentes. Silenciosamente me senté en una silla aparte pero se giraron a verme.

—Yo me encargaré de que lo haga —le aseguré como si hubiera estado siempre ahí escuchando todo.

—Cualquier cosa, me lo comunica.

—Así será —respondí y asentí varias veces. Luego nos despedimos y salimos de allí. Subimos al auto y nos fuimos a su casa, andar en vehículo no me gustaba mucho, me hacía sentir como si fuese taxista y eso que era solo medio día—. ¿Te gusta andar con calzas? —me burle al verlo bajar.

—Hey, son cómodas, deberías usarlas.

—Lo tendré en cuenta.

Cerré la puerta de mi auto y tomé las llaves del bolsillo de Colby para abrir su casa.
—¿Cómo te encuentras? —pregunté al cerrar la puerta detrás de mi.

—Algo... ansioso —declaró y me acorraló contra la misma apretando su sexo contra el mio. Sus manos a cada lado de mi cabeza.

—Somos dos... —confesé.
Pasé mis manos por su cuello hasta agarrar suavemente el cabello de su nuca y juntar nuestros labios. Estaba tan encendido que me cargó de un solo salto. Chillé por el movimiento. Apreté mis piernas a sus caderas y él apretó mis nalgas.

Se deshizo de toda prenda que yo traía de las caderas hacia arriba y las tiró lejos. En su mirada se podía contemplar la lujuria al apretar mis pechos con ambas manos. Humedeció sus labios y tragó saliva, sabía lo que haría. Mi cuerpo tembló.
Se llevó uno a sus labios mientras apretaba el otro con sumo descaro. Jugueteando con mi pezon duro.

Agh... uff... —ahogué un gemido al sentir su lengua rodeando mi pezón. Mis manos tiraron de su cabello empujando su cabeza mas a mi pecho. Lo deseaba tanto. Ya me encontraba mojada. Una corriente eléctrica bajó hasta llegar a mi entrepierna, por instinto apreté más fuerte el enganche de mis piernas en la pelvis de Colby y moví mis caderas haciendo fricción.

Cambió de posición y se llevó el otro a sus labios, solo podía agarrar su cabello hasta quitarle la liga y dejarlo suelto en sus hombros. El aroma de su champú capturó mis fosas nasales.
—Te ves tan sexy así... —susurré mirando como me comía. Este se retorció y me dejó en el suelo, estaba confundida hasta que quitó mis shorts con todo a su paso para luego ir a buscar un preservativo y volver a subirme de nuevo a sus caderas.

Lo mas rápido que pudo bajó sus calzas con los boxers dejando su miembro expuesto, estaba muy duro. Abrió el paquetito de aluminio y lo deslizó por su sexo, en unos segundos más ya se encontraba dentro de mi soltando un suspiro de placer, me sujetó por la cintura mientras juntaba nuestros labios con una sed insaciable uno del otro.

—Muévete... más rápido —rogué afirmándome de sus hombros mientras mordia su labio inferior. Solo me hizo caso e hizo que diera diminutos saltos sobre él, nuestros cuerpos sonaban. Colby sonrió al ver como mis pechos empezaron a rebotar contra el suyo. De mis labios solo salían gemidos que a él le gustaba escuchar mientras mordia mi cuello y se sujetaba de mis nalgas.

—Vamos, dí mi nombre... —susurró haciendo círculos con su pelvis, haciendo que el deseo se saciara poco a poco más. Pero no iba a hacerlo, aunque lo exigiera— . Dilo —embistió duro contra mi centro.

—¡Aghh! —mis ojos se cerraron del placer—. Por favor... —rogué.

—Ese no es mi nombre —dijo serio. Embistió más fuerte y mas fuerte... y mas fuerte. Una de sus manos me nalgueó. Me dolió mucho y a los segundos me ardió. Gruñí.
Rasguñé su espalda. Necesitaba tanto el sexo duro.

—Dilo —volvió a exigir apretando mi trasero muy fuerte para llegar mas dentro de lo que yo creía que podía.

—¡Colby! —apoyé mi frente en su hombro, el sudor estaba empezando a correr entre nosotros—. ¡Colby! —gruñí tan fuerte que con mi voz se fue el dolor que sentía por Jonathan. Cuando levanté la cabeza y nuestras respiraciones se mezclaron junté nuestros labios.

Poco a poco sentía como mis paredes se contraían y empezaba a temblar. Colby hizo las embestidas rápidas para así poder llegar juntos al éxtasis... hasta que lo logró y gruñó igual que yo.
Sin dejar que pasarán minutos, caminó hasta el sofá y se sentó para dejarme encima y controlar la respiración.

—Al parecer te estuviste aguantando por mucho —lo miré y me apoyé en su pecho para bajarme de él y vestirme.

—¿Cómo esperabas que me sintiera después de cinco meses sin sexo? —preguntó y se sacó el preservativo, le hizo un nudo y lo dejo a un lado para subirse la ropa. Él y su manía de dejar los desechos a un lado.

—Se podría decir que no puedes vivir sin ello —traté de hacerlo sonar como pregunta mientras abrochaba los botones de mi short.

—Solo desde que te conocí —admitió para luego pararse e ir a botar el desecho. Cuando venia de vuelta justo para decir algo su celular sonó—. Disculpa —lo tomó y se fue nuevamente al baño.

Mientras esperaba me arreglé el cabello haciéndome una coleta en alto con la liga que había botado de Colby y rápidamente apareció de vuelta.

—Prepara tus cosas —ordenó y sonrió.

—¿Por? —arqueé una ceja.

—Mañana nos vamos a la casa de mis padres.

—Oh... —me sorprendí, estaba nerviosa en verdad—. De acuerdo —sonreí. La mejor oportunidad para olvidar todo el tema de Jonathan. Joe dijo que no hiciera nada loco y no lo estoy haciendo—. ¿Te parece si nos vemos luego?

—No hay problema —me abrió la puerta—. Cuídate.

Me nalgueó.
Me giré a mirarlo y él miraba mis nalgas mordiéndose el labio.

—Igual tu —le guiñé un ojo cuando su mirada subió a mi rostro y fui a mi casa. Fui directamente al cuarto a recostarme, estaba cansada y demasiado. Fueron muchas emociones para un solo día, puse musica de mi celular y dormí por unos segundos.

Tal vez pasaron veinte, o tal vez treinta minutos, cuando la música fue interrumpida por «The Truth Reigns». Aquel tono que me avisaba cuando tenía un mensaje. A regañadientes le bajé el sonido para que la música siguiera, pero entonces no paró de vibrar. Dí mi cabeza contra la almohada una y otra vez, que no me quedó de otra que tomarlo y ver de que se trataba.

Jon Bebé.
7 nuevos mensajes.

Fue lo primero que pude leer, no tenia ganas de responderle o saber de que se trataba, todos comienzan con un "no es lo que parece" cuando todos sabemos que es, lo que es y lo que será. No sé porque tratan de negarlo. Por qué mejor no empiezan con un "Si, es lo que parece" así no nos herviría la sangre más rápido de lo que toma una mentira.

Traté de volver a dormir pero a estas alturas era inútil, ya se había metido bajo mi piel, solo podía ver la hora una y otra vez como si pudiera hacerla avanzar mas rápido. Solo eran las 23:11.

—Maldición —susurré y me giré a ver el techo mientras agarraba mi cabello con desesperación, el sueño había desaparecido por completo.
Volvió a sonar otra vez, pero ahora era una llamada. Me cansé y preferi ver de que se trataban los mensajes.

"Violett, yo sé lo que viste pero déjame explicarlo. Por favor"

Eso fue suficiente para apagar el celular hasta el otro día.

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