Cuidarte.
Capitulo 48.
Pasé tratando de no mirar sus rostro, o el dolor que me provocarían sus miradas seria algo que me haría arrepentirme de estar aquí.
—¿Violett? —escuché la voz de Hunter, pero sus manos fueron más rápidas y bajarón mi capucha.
—Al parecer todos dicen eso como si hubieran visto un fantasma.
—Es difícil saber reaccionar luego de no verte por mucho tiempo —se excusó.
—Pero ya estoy aquí, no es necesario que lo sigan haciendo —miré a Stephanie que venía atrás.
—¿Violett? —habló cubriendo sus labios.
—¿Ves a lo que me refiero? —Ignoré a McMahon y le hablé a Hunter.
—Ahora comprendo lo molesto que se torna eso —me respondió y miró a su esposa—. ¿Podrías dejarlo? Si, es ella —le quitó la mano de los labios.
—Gracias, Hunter.
—¿Ya no hay Helmsley? —se sorprendió.
—Sé que extrañas todo el amor que te regalaba, pero ¿sabes qué? creo que me cansé —le dije honestamente—. Seguiré las reglas.
—No... no sé que decirte —rascó su nuca incrédulo.
—Pero hay algo que alguna vez quise hacer por diversión —le sonreí de lado. Él solo esperó que continuara—. Aleja a tu esposa.
—Steph, ¿podrías ir por Seth? —se giró a mirarla.
—Claro —sonrió y se marchó.
—Por favor no traigas a ese sujeto —arrugué el ceño.
—Solo fue una distracción —metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones de tela.
—De acuerdo —suspiré. El rechazo por los hombres era muy grande pero sentía que si no hacía esto no cerraría el ciclo—. Ven aquí —le hice unas señas con las manos, Hunte era bastante alto así que me hizo caso. Al estar cerca de mi, tomé su rostro y lo besé.
—¡Pero qué... —no terminó la frase y llevó su mano a su boca para limpiarla, pero... no lo hizo.
—Te dije que quería hacerlo por diversión —repetí y humedecí mis labios, me encogí de hombros y me giré para salir de allí al ver a McMahon acercarse con Seth. Eso se sintió bien, no lo iba a negar—. A veces los hombres más sensuales superan los cuarenta... —susurré y volví a encogerme de hombros mientras caminaba a vestidores.
Tomé mis audofonos y los guíe a mis oídos para evitar a todo el mundo, luego recordé que se me había olvidado preguntarle algo, así que fui otra vez.
—Hey Hunter... —le susurré, pero en eso McMahon se lanzó contra mi—. ¿Qué hice ahora?—levanté los brazos. Justo al contacto contra mi piel, Hunter la tomó por la cintura. Seth estaba ahí.
—¿Qué sucede? —me preguntó H.
—Al parecer le contaste a tu esposa —me desvié del tema.
—¡Le dejaste tu labial marcado!
Ella se quejó.
—Oye, solo era una fantasía la cual quería hacer real —levanté mis brazos en defensa como si no fuese nada.
—¡Al parecer no has cambiado en nada! ¡Ni siquiera al estar secuestrada! —me gritó en el rostro, a lo que le respondí con una cachetada.
—Ni se te ocurra repetirlo otra vez —mi mandíbula se tensó. Pude ver a Seth, pero éste solo guardaba silencio como si estuviese viendo a sus padres discutir frente a él—. No eres nadie para venir a gritar en mi cara quien soy yo, ese es asunto mío... —la miré a los ojos y me acerqué a ella—. Y si a ti te hubiera sucedido lo mismo, yo me informaría un poco más del asunto y cuando tuviera la información necesaria iria a juzgarte, ¿me has entendido? —apreté los dientes, McMahon se quedo sin palabras, al parecer mis ojos perforarón hasta su alma—. H, solo venía a saber si aún tenía mi camerino.
—Siempre fue tuyo —pasó una mano por su cabeza.
—Gracias.
Salí de allí.
Podía sentir la mirada de aquel trio pegada en mi.
Volví a ponerme los audifonos en cada oreja y seguí por el pasillo hasta llegar a mi camerino, seguía tal y como yo lo había dejado. Suspiré al cruzar el umbral y dejar mi mochila en el suelo, cerca del lugar donde me iba a sentar. Tan solo pasaron veinte segundos cuando la puerta se volvió a abrir, ligeramente levanté la vista y era Rollins.
—¿Qué quieres? —pregunté.
—Saber como estás —se acercó a mi.
—Estoy bien, ¿vale? Ahora puedes irte —lo miré seria, pero Rollins se sentó a mi lado. Ya no se iría.
—No me refería a eso.
—¿Entonces?
—¿Qué fue lo qué te sucedió?
—Oh... ahora te interesa lo que me suceda —dije con algo de sarcasmo—. Has sonado hipócrita, ¿te das cuenta?
—Violett...
—No, solo cállate —lo miré con temor—. Si te hubiera interesado mi situación, me hubieras llamado o al menos preguntado a Alex, pero no pasó nada. Así que no vengas ahora a saber de algo que jamás te interesó y solo querer ser otra vieja chismosa.
—Le pregunté a Alex —me respondió tranquilo—. Me dijo que te habías ido de vacaciones.
—¿Y qué pasó después que se cumplieron dos meses? ¿aún creías que eran vacaciones?
—¡Por supuesto que no! —frunció el ceño—. Pero compréndeme, si me preocupé.
—No hables de algo que no sientes aquí —lo empujé con mi dedo en su pecho varias veces.
—¿Ah, no? —sujetó mi rostro en ambas manos y besó mis labios, aún eran como los recordaba, tan finos como lo era su lengua.
No me iba a dejar convencer por un simple beso, pero si remeció mi corazón y eso me hizo tener miedo, ya no lo quería cerca de mi.
Tomé su camiseta por el cuello a lo que Rollins sonrió, pero se le borró cuando la apreté formando un puño, no notó que estaba temblando.
—Vuelves a hacer eso y rompo tu maldita cara —amenacé cuando me soltó—. ¿Has entendido, muñeco? —le sonreí con falsedad, éste solo asintió.
Lo solté bruscamente y salí de mi propio camerino, las piernas me temblaban, pero al igual no puedo creer que aún sentí algo dentro de mi.
—Sigan aleteando —le susurré a las mariposas en mi interior, si tan solo supieran que dentro de varios días más, iban a desaparecer.
Hice desaparecer ese sentimiento dentro de mi y me dirigí al viejo saco de boxeo que me gustaba golpear, volví a ponerme los audifonos, levanté las mangas de mi chaleco y golpeé aquel inamovible objeto al compás de la musica, debía volver a sentirme segura conmigo misma. Mis nudillos lastimados habian comenzado a doler, pero le resté importancia y no paré de golpear, cada golpe era una agonía pero me hacia sentir viva de nuevo, lograba hacer que esa rabia por hablar con Rollins desapareciera, no del todo pero la mayoría.
Sin esperarlo, sentí unas manos tocar mi cintura, por instinto me giré y traté de darle un derechazo, pero este la esquivó sujetando mi brazo.
—Casi me deformas el rostro —sonrió al mirar mi brazos pasar por encima de su hombro derecho.
—Eso te haría muchísima falta —la voz me falló, pero le sonreí con ironía y volví a seguir en lo mío.
Éste me abrazó por la espalda evitando que siguiera con lo mío y no lo golpeara—. Suéltame —dije tranquila, no podía bajar mi guardia.
—No lo haré —susurró en mi oído haciendo que la piel se me erizara. Rollins lo notó—. Es bueno saber que tu cuerpo aún reacciona ante el mío.
—Eres un maldito hijo de perra —me quejé tratando de safarme, esto ya no me gustaba, me estaba haciendo sentir mal—. ¡Suéltame! —le dí un codazo, pero no funcionaba, tan solo me desesperé.
—¿Acaso eres sordo? —escuché una voz más profunda. Rollins se quejó y me soltó para girarse a ver de quien se trataba.
—¡Siempre tienes que llegar cuando nadie te necesita, Reigns! —le gritó—. ¿No crees que deberías preocuparte más de tu esposa? —se acercó a él, Roman solo hizo un gesto con la nariz de estar molesto.
—No hables de mi familia.
—Entonces tú no te metas donde nadie te necesita —lo empujó. Roman lo dejó pasar, luego de varios segundos, le dio un derechazo sin dejarle tiempo para reaccionar y esquivarlo.
—Auh —Roman susurró y movió su mano tratando de quitarse el dolor—. ¿Estás bien? —se acercó a mi dando un paso largo por encima del cuerpo de Seth tirado en el suelo.
—Si. Eso debió doler.
—Tiene la mandíbula dura —explicó y movió los dedos—. Pero no puede contra esta hermosura —miró su derecha.
—¿Vas a estar ahí cada vez que esté en problemas?
—Por nada me gané el apodo de Superman—me sonrió—. Para golpearlo todas las veces que sean necesarias.
—Eso no sonó lindo —admití—. Pero sé que no lo dejarás herido.
—Me conoces bien —me miró detalladamente—. ¿Qué sucedió con tu cabello?
—Era hora de un cambio.
—Prefería lo alocado.
—Lo siento, pero creo que esa fase tal vez... se acabó.
—Bueno, si a ti te gusta a mi también me gusta —se acercó a mi y besó mi frente, sabía que él aún recordaba lo pendiente en el gimnasio.
—Me gusta que comprendas —miré a Seth, luego él también hizo lo mismo.
—¿Crees que sería buena idea dejarlo ahí?
—No lo creo —reí por la forma en que articuló la pregunta mirando el cuerpo de Seth.
—De acuerdo, ayúdame a llevarlo a su camerino —le tomó las piernas, lo seguí y tomé sus brazos.
—Esto me recuerda a una escena de "Bad Grandpa"...
—Oh, Jackass —recordó y de repente comenzó a reírse conmigo mientras cargabamos a Seth por el pasillo. En un movimiento brusco se me soltó de las manos—. "¿No le dolió?" —dijo una parte de la película.
—"No, ya esta muerto". —reí y volví a cargar el cuerpo de Rollins. Estábamos a escasos sentimientos de cruzar la puerta, cuando alguien nos observó.
—¿Qué hacen? —Dean frunció el ceño, aunque sabia que quería reírse.
—Mm... nada —le respondí y con Roman apresuramos el paso sin importar si lo golpeabamos al entrar. Luego lo dejamos sentado—. Aquí no ha pasado nada.
—Yo lo vi —Dean puso cara de inocente, pero a la vez traumado de lo que vio.
—Entonces habrá que... encargarnos —Roman hizo sonar su cuello.
—¡Les juro que no contaré nada! —suplicó arrodillándose. Ambos rieron—. ¿Cómo estás? —Dean se acercó a mi para abrazarme, pero me alejé y Ro detuvo a Dean—. ¿Qué sucede?
—No lo hagas.
—¿Por qué?
—Solo no lo hagas —insistió.
—Pero yo quiero hacerlo.
—Dean —advirtió.
—De acuerdo —bufó, me miró y me hizo unas señas de que lo abrazara. Me acerqué a él y afirmando sus brazos, besé su mejilla.
—Estoy bien, ¿y tú?
—También —me sonrió. Eso me gustaba de Dean, que sabiendo lo que había sucedido no hacía preguntas al respecto—. Bienvenida de vuelta —trató de abrazarme.
—Dean, deja de buscar excusas para abrazarla —Roman lo volvió a detener.
—De acuerdo.
De repente se escucharon unos jadeos de los labios de Seth, así que salimos corriendo sin pensarlo dos veces.
—¿Qué tienen para esta noche? —pregunté bajando mis mangas y volviendo a subir mi capucha.
—No lo sé, Steph no ha dicho nada —respondió Dean encogiéndose de hombros—. Pero se han escuchado rumores que lucharás con Charlotte, ella tiene el Titulo esta vez.
—Lo que ha de venir, que venga —me pasé los audifonos por debajo del chaleco, luego puse uno en mi oído y el otro lo dejé colgando—. Con tal, para Hunter sigo siendo su número uno.
—Si, me enteré de eso —Dean se cruzó de brazos—. ¿Cómo se sintió eso? ¿cómo besar una pasa?
—Claro que no —reí frunciendo el ceño—. Solo fue un simple rose.
—Eso dicen todas —rió—. Y luego no pueden dejar de recordar como se sintió.
—Vamos hermano, solo fue eso, no lo tomes algo más personal —golpeé su hombro—. Era una simple fantasía desde pequeña.
—Mm.
No me creyó.
—¿De qué hablan? —se metió Roman.
—No lo entenderías —Dean y yo dijimos al unísono, luego golpeé su hombro nuevamente.
—Al parecer amanecieron con el mismo pie —sonrió—. Pero cuéntenme, merezco saber.
—Vale. Tu chica acá presente, besó a H.
—Oh, vaya —rió. Pensé que actuaría diferente, pero así esta mucho mejor. Él sabía que lo que tuvimos había que dejarlo en el pasado y seguir siendo amigos, era algo que por obviedad no se podía, pero Joe y yo éramos diferentes—. ¿Fue como besar una pasa?
—¿Por qué preguntan eso? Es como... —hice un ademán con las manos de explicar algo ilógico—. Si fuesen mis amigas y quisieran saber como fue besar a un chico.
—Pero es que Violett... —Roman se cruzo de brazos—. H es H, y todos sabemos que ahora deberías estar bajo tierra enterrada por las mismas manos de Stephanie.
—No vi que él se quejara —dije inocente—. Pero ya déjenlo, eso ya pasó, ya lo hice y se quedará escrito en mi libro de misiones posibles.
—¿Tienes uno? —Dean preguntó.
—Si —dije obvia—. ¿Tú no?
—No, eso sería descabellado.
—Mira ahora quien es la loca —se carcajeó Roman mirando a Dean.
—De todos modos, H es... —Dean dejó la palabra a medio terminar, mirando hacia el fondo—. Si, es mejor olvidarlo.
—No, yo quiero escuchar —le insistí.
—Si, también yo —escuché a Hunter a mi espalda, asustándome.
—¿Sabes qué? Déjalo —dije yo esta vez, luego me giré a Hunter. No tenía vergüenza de hacerlo, él debería tenerla al recordar como actuó su señora—. ¿Qué sucede?
—Tienes un combate contra Charlotte esta noche, después de la que va a comenzar en breve.
—De acuerdo —le asentí, les hice un gesto de "permiso" y los dejé solos arreglándoselas con Hunter.
Caminé por el pasillo hasta llegar a mi camerino, observé todos los rincones del mismo y cuando estuve segura de que no había nadie, cerré por dentro para poder vestirme.
Abrí la mochila, saqué todo lo necesario, pero me di cuenta que había traído la camiseta errónea, había traído una de las muchas que tenia de Punk, le resté importancia y aún así me la puse.
—No puedo creer que use esto... —traté de bajar un poco más mis shorts, estos no cedían dejando ver uno de los moretones a plena vista. La única opción a la cual recurrí fue a sacar algo de maquillaje y pintarlo, haber si así desaparecían.
"No lo recuerdes, no recuerdes nada. Sé como lo intentas, pero olvídalo porque yo voy a bloquear ese mal recuerdo de tu cabeza. Solo respira y concéntrate en la lucha que darás esta noche, no en sus miradas, sino en lo que vas a hacer."
—De acuerdo —le hice caso y respiré profundo varias veces, eso me sirvió bastante.
"Así se hace, corazón."
—Gracias —guardé el maquillaje, ya no se notaba nada. Terminé de vestirme al pasar la camiseta por mis hombros y volví a ponerme el chaleco para salir afuera. Volví al lugar donde me encontraba antes, pero ya no había nadie así que eso lo facilitó todo.
Saqué el celular de mi bolsillo y le marqué a Matt.
—¿Está todo bien? ¿sucedió algo? —preguntó alarmado.
—Todo está bien, solo quería que vieras el canal deportivo, número cincuenta y cuarto en el televisor —sonreí.
—¿Es tu turno? —rió con ternura.
—Creo que no debí contarte, ahora me siento avergonzada —reí y cubrí mi rostro.
—Muy tarde, ya lo cambié —sentí el ruido del sofá, se había acomodando—. Esa no eres tú, ¿verdad? —rió. Era Mark Henry.
—Ja Ja, muy gracioso —aguanté una risa—. Después de una rubia teñida, saldré yo.
—Entonces no pestañearé.
—Sabía que te gustaban las rubias.
—Y las de pelo azul, y las de pelo negro...
—Ya entendí —lo paré—. Tengo que cortar.
—Llámame cuando salgas.
—Lo haré —colgué al ver que un hombre me hacía señas de que era mi turno, me saqué el chaleco guardando dentro de este el celular, luego lo dejé en el asiento y fui a pararme frente a las cortinas. Tenía miedo, mucho miedo, mis manos sudaban como nunca antes y el sugestionamiento de lo que pensara la gente hizo que me mareara.
Desvié todo pensamiento malo de mi cabeza y salí al escuchar mi tema, me paré al frente de la rampa y solo los observé, mi cuerpo se negaba a hacer lo mismo que hacía antes. Luego seguí caminando hasta entrar al ring y levantar mis brazos.
Miré a Charlotte y ésta dejó el cinturón debajo del esquinero más cercano, no sería por el Titulo.
Esperamos a que sonara la campanilla y Charlotte se dirigió a mi, estiró su mano para que yo la tomara y así lo hice, pero no dejé que pasaran más de dos segundos para pegarle en el abdomen y hacerle un bulldozer, el público se emocionó, sabían que seguia siendo la misma en el ring, podía sentir la fuerza complementar mi cuerpo.
La jalé de los cabellos y la volví a levantar, la llevé hasta el esquinero más cercano y golpeé su rostro sobre la almohadilla varias veces, luego la giré y le dí varias bofetadas en el pecho, el público empezó a contarlas así que le hice las diez. Cuando la miré, le había dejado los dedos marcados, traté de darle una de regalo pero me sujetó la mano y me dio un antebrazo en el rostro provocando que caminara en reversa, al recuperarme volví a caminar hacia ella pero me plantó su bota en el rostro dejándome tirada en la lona. El rostro me estaba matando, Charlotte aprovechó eso y trató de hacerme su maldita figura cuatro, ella no quería ganarme de una manera limpia, sino que quería humillarme como lo hacía con todas sus rivales.
Jadeé del dolor, pero ella la apretaba aún más, como si no supiera el dolor que se sintiera al estar en este lugar.
—¿Se rinde? —me preguntó el referi.
—Estoy cansada, no vencida —le respondí apretando los labios. Luego traté de arrastrarme hasta llegar a las cuerdas pero era casi imposible, mi espalda no se movía ni por un centímetro del ring. De mis labios salió un grito desgarrador, ya no podía estar al borde de rendirme así que como pude me arrastré como un gusano.
El referi volvió a hacerme la misma pregunta, pero se lo respondí agarrando las cuerdas con mucha fuerza, esperé a que Charlotte me soltara, como no era una buena luchadora me soltó después de un rato, cuando el referi se lo advirtió.
Mis piernas estaban destrozadas, o eso era lo que quería que Charlotte pensara, así que cuando trató de tomar mi cabello para levantarme le dí un par de patadas en el abdomen haciendo que cayera sentada al ring, estando en esa situación la jalé de los pies y le hice su figura cuatro afirmando mis manos sobre la lona.
"¡Oh, si! ¡Violett lo ha invertido! ¡puede ser que Charlotte se rinda ante su propia llave de rendición!"
Mientras decía eso el comentarista, mordí mi labio y moví la cabeza atrás y adelante haciendo que mi cabello se moviera desordenado pero a la vez asintiendo a lo que decía él.
"¡Se ha rendido! ¡Violett lo logro!"
La campanilla sonó y había ganado, como buena competidora la solté de inmediato y me levanté para levantar los brazos mientras el público coreaba un par de palabras para halagarme.
Me bajé del ring y me fui directo por la rampa, para luego desaparecer por las cortinas. Vi como la mayoría de luchadores me aplaudían, pero sabía exactamente que eso solo era como expresar lastima por lo que ya todos sabían, que me había sucedido. Traté de evitarlos y tomé el chaleco que había dejado en el asiento antes de salir y fui a mi camerino.
Mientras me cambiaba de atuendo, el último combate estaba comenzando, para hacer tiempo me cambié con lentitud. Cuando acabara no sabría que hacer y tendría que hablar con otros luchadores de allá afuera. No tenía ganas de hacerlo ni mucho menos de sonreír falsamente como lo había estado haciendo toda la tarde para que no sospecharan de mi descontento y sufrimiento.
Cuando me hallé lista para irme, le mandé un mensaje a Matt para que se viniera porque estaba casi por salir, así no tendria que esperarlo en la oscuridad de la noche.
Cargué mi mochila sobre mi hombro y salí de mi camerino cerrando por fuera, al tardarme en lograrlo, vi a Seth pasando por el pasillo con su camiseta en la mano.
—¿Aún te duele la mandíbula? —le pregunté.
—Conste que fuiste tu quien empezó a molestarme, ahora acostumbrate a las consecuencias —me hizo cosquillas en las costillas de pasada, luego siguió su camino. Me sorprendió que no lo tomara de mala forma y me gritara, eso de alguna manera eso... eso fue bueno.
Seguí por el pasillo hasta llegar a la salida, me despedí del guardia y esperé en la oscuridad, tal y como no quería hacerlo.
Pasaron varios minutos, hasta que sentí un cuerpo pegarse a mi espalda y cubrir mis ojos, mi cuerpo solo reaccionó quedándose petrificado, quería golpearlo pero mis brazos no se movían al igual que ninguna parte de mi.
Pero aquellas manos al ver que no reaccionaba, bajaron hasta abrazarme por el cuello.
—Vamos Vi, pensé que me golpearías.
Matt soltó una diminuta risa en mi oído, luego besó mi mejilla. en ese momento mi cuerpo por instinto soltó un suspiro de alivio.
—Que bueno que solo eres tú —acaricié sus manos y apoyé mi cabeza en su pecho cerrando los ojos—. Hubiera estado muerta si no lo fueses.
—No, hubieras estado muerta si hubiera querido atacarte de verdad —apoyó su cabeza junto a la mía, sus labios desprendían un olor a cigarrillo.
—¿Ah, si? —lo miré, Matt sonrió.
—Venía preparado con un saco y una pala en la cajuela.
—Déjame decirte que en casa yo no tengo esas cosas —le sonreí.
—¿Y si las compré?
—No te dejé dinero.
—Vale, no traje nada —rió y me soltó para tomar mi mano. Cuando había salido a la intemperie había tenido frío, pero el cuerpo de Matt me había dejado abrigada lo cual no hubo necesidad de pedirle su abrigo—. ¿Tienes hambre?
—Mucha.
—En casa preparé algo —me abrió la puerta del auto.
—Es bueno saber que ahora eres la "dueña de casa" —subí al asiento, luego cerró.
—No soy machista, así que acepto tus opiniones —giró por delante hasta llegar al otro lado y subir.
—¿Cuando maduraste tanto?
—Cuando entendí que debía cuidarte —encendió el motor y salimos del estacionamiento.
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